lunes, 23 de septiembre de 2013

Número 58

El Estado de la Nación (4)

Delincuentes al poder, manifestantes a la cárcel. El neo feudalismo
Rato. Undangarín. Pujol. Bárcenas. Eres. Suicidios.  Eurovegas.

La Banca. El poder real. Los banqueros: como en tiempos feudales. Señores de horca y cuchillo. Ahora destruyen los beneficios sociales alcanzados tras años y años de luchas, a veces ciudadanos de su reino mueren de hambre, por falta de atención médica, sus hijos cada vez sufren más carencias para poder estudiar, imposible acceder a las Universidades, hablar de estas cosas es demagógico, dicen, mientras juegan al golf, frecuentan estaciones de sky, toman caviar en fiestas y reuniones acompañados de sus mujeres, prostitutas de lujo, amantes masculinos de diseño hortera, se exhiben en la mugre de televisiones pagadas con su sucio dinero. Los nuevos terratenientes, los señores no ya de horca y cuchillo sino de cheques, cuentas bancarias en paraísos fiscales y policías y justicias a su servicio.
 
Rato toca la campana. Rato sonríe. Su rostro repulsivo se acompaña, tras sus escándalos financieros  cuya sanción va carcomiendo y eliminando el paso del tiempo, de contratos millonarios: Telefónica, el Santander del gran Señor Botín, uno de los grandes del neo feudalismo, uno de los poseedores de más Castillos de la nueva España feudal, sus palabras y su rostro provocan la estampida de los ojos y la inteligencia, al contemplar a ambos señores uno solo siente asco, y a esos contratos Rato une los todavía más suculentos que le devengan por los servicios prestados a la clase nobiliaria bancaria, la gran esquilmadora de los tiempos modernos: superará en suma varios millones anuales de euros. Y mientras ellos suman y suman sus beneficios, no dejan de pontificar que los jubilados españoles que cobran de 600 a 1000 -tal vez algo más, no mucho- euros mensuales, deben sacrificarse y renunciar a parte de ellos para salvar a esta España que ellos tanto aman.
Undangarín. 6.000 euros al mes, más otros 6000 en gasto de educación para sus hijos, y no hablemos de lo que cuesta el tren de vida que llevan en el dorado exilio de uno de los países más repulsivos del mundo, allí, donde en las aguas del lago Leman se espejean todas las corrupciones de los Dráculas que se alimentan del sudor, el trabajo y hasta la sangre de millones de seres humanos, es donde han instalados sus reales una parte de la familia del Rey.
Pujol. Las banderas catalanas, sus himnos nacionales, su historia truncada, sirven también para ocultar a los Pujol y sus acólitos y servidores, otros miembros de la gran familia feudal todavía española -ellos aspiran a un feudalismo propio, el catalán- que saben también mucho de estas historias, de ganar miles y miles de euros en negocios oscuros y trasladan sus fortunas a aquellos lugares en los que el fisco no pueda entrar. Patriotas, si, pero por encima de todos los patriotismos se encuentra el dinero que ellos acumulan a costa de los siervos a los que dirigen desde sus castillos feudales.
El PSOE. El principal partido de la oposición pide calma en sus acciones políticas. No se deben exacerbar las protestas. El Gobierno es cosa de dos, piensan, y para ello trabajan. Hoy por ti, mañana por mi. Y tienen miedo de llevar lejos las consecuencias de sus protestas, sobre todo porque cada vez que airean una crítica, alguien les pasa un papel en el que  se airea una sigla. ERE.  Sin duda que existen otra menores. Pero esta ha calado demasiado en sus actos y representaciones.
Bárcenas. ¿Y de Bárcenas, ay, que podemos ya decir de Bárcenas? Ese chuleta de película rancia nos atormenta, cada vez menos, es cierto, con su rostro, traje, presencia y ademanes. No tardaremos mucho en verle en libertad, como ha ocurrido con tantos otros cuya simple enumeración de nombres llenarían esta página desde la tra(ns)ición a nuestros días. Que buenos discípulos tuvo aquel Señor, el que supo sentenciar que siempre todo quedaba atado y bien atado. Atado y bien atado para que sea imposible desatascar los infinitos, mugrientos y criminales nudos de la corrupción. Todo sea en el acatamiento de la sagrada democracia.
Suicidios. De vez en vez suena el eco de las pobres gentes que se suicidan. ¿Suicidios o asesinatos? He ahí la cuestión planteada a los señores de los castillos y de los reinos de nuestros días por cualquier aprendiz de Shakespeare. Reflexionemos: ¿no sería mejor fomentar campañas cívicas para que los asesinos que inducen a sus víctimas con sus leyes económicas y actos de represión a quienes las incumplen a quitarse la vida , es decir, esas gentes del feudalismo bancario y de sus empleados políticos, incluso de los inexistentes Alayas que impidan los desmanes de los poderes financieros, cuyos rostros contemplamos a diario en los periódicos, la TV, tuvieran que sufrir su protesta, "acoso" las llaman ellos, que los presuntos suicidas se transformaran en activos combatientes, que de acosados pasaran a acosadores?
Eurovegas. Y mientras, mentiras entre las mentiras, otros rostros, el de alguno que parece sacado de un film de serie negra de los años 50 hollywoodense -siempre aparecían escoltando a los grandes gánster de la época con su mirada y facciones duras- o de quién bendice el plástico para no perder nunca la falsa sonrisa, hablan de Eurovegas, y hasta ¡oh sarcasmo entre los discípulos del lenguaje fascistoide! de Sanidad. Y de fondo, ese personaje todopoderoso, rey entre los reyes de los medios económicos que imponene sus leyes destrozando el mundo, un mundo en el que el Imperio del crimen como titulaba una película de Estados Unidos, tiene cada vez fauces más abiertas. Si llega a instalarse esa ciudad al margen de la ley -otro título de película- los muertos que se vayan produciendo en el tiempo por  cánceres de pulmón, enfrentamientos de mafias, ajustes de cuentas, explotación y abuso de drogas, violencia sexual de las mujeres esclavas de los hoteles, burdeles, casinos de lujo, suicidas -que no faltarán- no podrán recaer legalmente sobre estas gentes que impulsan tan fastuoso proyecto, gentes que fuera del valor del dinero y la estulticia que su posesión provoca en sus celebraciones festivas y vacaciones y urbanizaciones de cochambre -por mucho mármol y oro que las revistan-, gentes que chapotean en las pútridas aguas de su estulticia y vaciedad intelectual y ética. Y tampoco sobre sus conciencias, porque siempre ignoraron el significado y valor de este concepto, igual que el de otros como dignidad, moral, libertad. Los fascistas que se declaran eficientes burócratas al servicio del poder corrupto y criminal -sea en la paz o en la guerra, en los campos de concentración bien provistos de hornos crematorios o en la lenta y apenas visible muerte e indefensión social a que someten a sus pueblos en tiempos en que las armas que también les sustentan se emplean contra otros pueblos- esos fascistas que no dejan de asistir a desfiles de moda e incluso a palacios de la ópera o galerías internacionales de arte, siempre se lavan las manos ante lo que ellos creen no provocar, de lo que jamás se culpabilizan: burócratas del mal, herederos de Lady Macbeth, que se limitan a decir: cumplimos órdenes. ¿De quienes? Siempre existe alguien, aunque sea uno solo, al que declarar máximo culpable.

La cúpula terrorista que usa en vez de uniformes, pardos o negros, corbatas, fracs, trajes de moda, vestidos de noche, cuando resulta necesario, se limita a instar a las fuerzas de su orden a medidas cada vez más drásticas y punitivas contra quienes se quejan o manifiestan contra ellos. Y esto no se combate de Pascuas a Ramos convocando una manifestación más o menos festiva. Se combate cada día y todos los días. Desde la calle, la voz, el papel, el ordenador, las reuniones, la discusión, la organización, necesaria e imprescindible, no burocrática, y la protesta continua y no sujeta a los dictados de quienes se muestran cada vez más conservadores, porque tal vez así conviene a sus particulares intereses, no al conjunto de la sociedad, sacrificada, desmoralizada y cada vez, por desgracia, más pasiva.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Número 57

El Estado de la Nación (3)

MANIFIESTO CONTRA LOS INTELECTUALES

Y palabras de Elías Canetti e Ingeborg Bachmann.

Hay que fomentar las barricadas de las ideas, de las formas de denuncia y oposición a la antidemocracia que tantos intelectuales jalean o aceptan en silencio porque sirve a sus malditos intereses.
 
                                I
 
En los momentos de crisis, es decir, cuando el capitalismo y las fuerzas más reaccionarias, Iglesia y Banca entre ellas, deciden oprimir con más apretados dogales a los ciudadanos, es cuando los intelectuales muestran sin excusas su auténtico compromiso: una minoría apuesta por rebelarse y luchar contra ellas y es condenada al silencio o a las distintas formas de represión desencadenada por las fuerzas policiales y judiciales al servicio del poder autárquico. (Autarquía del poder económico y no democracia en que vivimos). Otra, la mayoría, muestra su estulticia ideológica y su cobardía moral: babea e incluso participa activamente en las covachuelas infectas -hieden aunque las perfume Chanel y las vistan en las Pasarelas de moda- del poder, o calle y mire para otro lado mientras el neofascismo va imponiendo sus leyes. Y eso está ocurriendo en Europa y está pasando en España. Algo que no debe obviarse. Con claridad y razonamientos tan lógicos como firmes, deben ser denunciados. Unos y otros se encuentran a la altura de las circunstancias: para bien, insistimos, los menos, para mal, los más. Serán éstos, técnicos, escritores, artistas, académicos, catedráticos, periodistas, profesionales de cualquier índole. Y reiteramos: deben ser denunciados. Porque forman parte de la hidra fascista que desde las primeras revoluciones de los últimos siglos atentaron contra la libertad y el progreso, esclavizan a las fuerzas trabajadoras -son los peores parásitos evolucionados de los insectos encaminados a alimentarse de la sangre humana-, y posibilitan y alientan la corrupción oligárquica y política y la miseria ideológica, ética y cultural que destruye el lento y costoso avance de los pueblos. La Alemania de Hitler, la Italia de Mussolini, la España de Franco, los Estados Unidos de Bush, no son solamente pasado. quienes se niegan a enjuiciarlos y condenarlos diariamente son los que -por acción u omisión- contribuyen a que revivan y se agudicen las medidas económicas, humanas y sociales, que van destruyendo los avances con los que los Estados de Occidente consiguieron salir de las tinieblas. La explotación laboral, bancaria, industrial y el monopolio deculturizador están abocando de nuevo a España a situaciones que entroncan con el inmediato postfranquismo. Por eso resulta necesario que quienes luchan y se oponen a ello, por perseguidos que se encuentren, o porque apenas cuenten con medios para hacer escuchar su voz y que sus argumentos sean debatidos públicamente, griten cada vez más alto y con mayor violencia verbal. Y que se maldiga, malditos una y mil veces, a los intelectuales que colaboran en el actual Estado de la Nación que supone el empobrecimiento mayoritario de sus habitantes y el enriquecimiento de los corruptos canallas terroristas que encima son jaleados y aparecen chalaneando con sus lujosos vestidos o trajes, en sus mansiones o viviendas millonarias, pregonando sus vacaciones de mil euros cada noche en un hotel, sus juergas y relaciones perversas un día si y otro también, en las televisiones públicas o privadas, en las revistas o colorines de los periódicos, en los salones de las clasistas Academias, Museos, Centros que llaman de Arte y Cultura, exhibiendo su poder.
Esclavos, no. Os queda el uso de la palabra y de la acción para rebelaros. ¿Intelectuales? No: basura humana al servicio del Poder.

                                                           II

Hace cuarenta años Ingeborg Bachmann, una de las mejores escritoras del siglo XX, planteó la necesidad de regenerar las palabras creando un nuevo lenguaje que barriera hasta las últimas huellas del nazismo, del que ella comenzó a abominar cuando solo contaba doce años de edad. Por desgracia los nazis no desaparecieron al ser derrotados: se camuflaron primero quienes no habían sido hechos prisioneros, para no tardar en regresar, con otros métodos y formas al poder. Alemania se dispuso entonces -afirma Bachmann- a ejercer nuevamente su dominio sobre Europa ahora no con fuerzas armadas, sino con procedimientos económicos.
Y escribió Ingeborg Bachmann:
Me han preguntado a veces por qué tengo una idea o una imaginación de un país utópico, en el que todo se arregle, en el que todo sea bueno (...) Yo no creo en este materialismo, en esta sociedad de consumo, en este capitalismo, en esta monstruosidad, que existe aquí, en este enriquecimiento de la gente que no tiene derecho a enriquecerse a costa nuestra. Yo creo de verdad en algo que llamo "llegará el día". Y llegará algún día- Probablemente no llegará, porque siempre nos lo han destruido, desde hace tantos miles de años siempre nos lo han destruido. No llegará pero sin embargo creo en ella. Porque si yo no pudiera creer más, tampoco podría escribir más.
Y eso debemos decir a tantos escritores que no creen en otra literatura que la que demanda su bolsillo o su vacuo pavoneo entre los esperpentos a quienes se considera famosos y que colaboran para que ese día no llegue nunca. Porque todos debemos ser Ingeborg Bachmann. Y todos debemos con ella maldecir a los intelectuales que colaboran o guardan silencio en esta sociedad capitalista, explotadora, de terroristas económicos que multiplican sus riquezas a costa del empobrecimiento de la mayor parte de los ciudadanos.
Y veamos ahora como Elías Canetti nos habla de la "desintegración de los valores" en el mundo actual y del necesario compromiso de la literatura con el carácter absoluto y esencial del conocimiento. El escritor que considera la exigencia que había que plantearle al escritor de estar contra su época... contra la imagen general y unívoca que de ella tiene, contra su rostro, contra sus leyes... Su oposición habrá de manifestarse en voz alta y cobrar forma, nunca anquilosarse o resignarse en silencio.. Si olvida su postura de protesta será un renegado.
Por eso podemos exclamar: malditos escritores, malditos intelectuales. Y cada vez que vosotros, quienes debéis ser la sal de la rebelión, paséis por uno de esos lugares atiborrados de best-seller. de libros publicitados en todos los medios, o por galerías de arte, o contempléis representaciones de galas artísticas o literarias, donde junto a ellos, los más conocidos o los más mediocres intelectuales, se exhiben en trajes de gala, generosos escotes adornados con joyas de alto valor, personajes de la realeza o de la banca, de la Iglesia o la aristocracia, no dejéis de pensar: ¡malditos intelectuales!. Porque ellos también contribuyen a vuestra opresión y a mantener la sociedad de la injusticia. Porque buscan humillaros, esclavizaros. Y a sus triunfos, premios, distinciones, se debe oponer el sarcasmo, la cólera, la amargura y el desprecio. Como hacía Karl Kraus según escribe Elías Canetti, que mostraba "su piedad y su ternura para quienes carecen de todo poder, y su audacia mortífera para dar caza a los poderosos, complacencia en calarlos a fondo cuando arrancaba de su rostro de histriones la máscara de la imbecilidad". Rostro de histriones, máscara de la imbecilidad: cerrar los ojos y ver por ejemplo imágenes: Rajoy, Cospedal, Montoro, Arenas, Guindos, Mato...abrir, abrir el álbum que identifica la época de Kraus y la nuestra... y junto a ellos situar la de tantos escritores, periodistas, catedráticos, jueces... ¡Qué difícil resulta escribir con palabras no correctas, cómo se paga en esta sociedad de la censura, y sin embargo, que necesidad ética, moral y literaria de hacerlo...! Bendita sea la soledad, si uno se contempla no contaminado por las aguas corruptas que todo lo infectan. Y queda la piedad, la ternura, para esos rostros de niños, de ancianos, de hombres y mujeres sentados al sol que solo al desnudo horizonte pueden dirigir su vista de desocupados.. a los que roban la enseñanza, las medicinas, las casas... Lo único que no debieran robarles es la rebeldía y los puños para agitarlos cada vez que contemplan las fotografías o las imágenes de los malditos, de los malditos...
Intelectuales les dicen. Histriones, imbéciles, pobres mentes vendidas en el mercado de la estulticia y la corrupción. Combatirlos y denunciarlos supondrá que no os sintáis humillados, dominados, así como quería Kafka y lo muestra a través de El Castillo: atacar la sumisión al superior, sea éste investido de poderes políticos, económicos, o religiosos. Regresemos a Canetti cuando refiriéndose a la obra del autor checo y a su significado, escribe:
Todo poder se ha convertido aquí en uno solo y, como tal, resulta condenable. La fe y el poder se confunden y la sumisión de las víctimas, que no se atreverían ni a soñar con otras condiciones de vida, debieran convertir en un rebelde incluso a quien ni remotamente haya sido rozado por la retórica de las ideologías, algunas de las cuales han fracasado... pues la humillación se perpetúa en todas partes, cada día y cada hora.

                                                                III

Gran parte de los hombres de poder y de los intelectuales que medran hoy, son en el fondo prolongación del ayer. En su discurso sobre la libertad, el novelista austriaco Hans Lebert denunció hace cincuenta años lo que estaba ocurriendo en Alemania y Austria. Sus palabras podemos aplicarlas hoy a España: " El pasado nunca se podrá superar justamente porque aquellos que tuvieron que hacerlo son los que realmente nada tendrían que superar, porque hasta el día de hoy siguen pensando que en aquella época actuaron como debieron" (Y si no física, ideológicamente les compete).
No perdamos el tiempo con los juegos de distracción sobre algunos "malvados", tipo Bárcenas o esos "Arturos" que pese a sus imputaciones siguen pidiendo medidas disuasorias contra los derechos de los trabajadores, o los siervos de Merkel que desde Bruselas o Madrid gritan a todas horas que os humillen más, que seáis más explotados, y menos aún con farsas como las de Gibraltar, juegos para que los periodistas contemplen, sin palabras, los paseos veraniegos de Rajoy, o los charlatanes de tertulias radiofónicas o televisivas, tal vez las necias palabras de los que llaman expertos o comités de sabios, o pensadores profesionales o catedráticos que a todas horas rinden informes y tonterías sonrojantes para cualquier persona que desee analizar sus rituales y mendaces palabras. es el sistema, el español, el europeo y el norteamericano, el capitalismo más salvaje que el más salvaje de los capitalismos desarrollados hasta hoy, el culpable de que los pueblos del sur de Europa caminen hacia el abismo. No basta con denunciar, hay que rebelarse, como han señalado los "otros" intelectuales a los que no pudieron silenciar del todo sus voces, como siguen señalando hoy esas minorías que deben todavía gritar más alto. Para el resto, los que encontráis alojados en los medios mediáticos de la caverna o en otros que tienen la desvergüenza de llamarse progresistas, solo queda maldecirles y desenmascararles por todos los procedimientos posibles.
Hay que fomentar cada minuto las barricadas de las ideas y las formas de oposición a la antidemocracia que tantos intelectuales jalean o aceptan en silencio porque les sirve a sus malditos intereses.









 

La Linterna del S. XXI