viernes, 19 de julio de 2013

Número 54

MALDITA  ESPAÑA  Y  SU  "MARCA"  ESPERPÉNTICA

No. No me he vuelto loco ni estoy tratando el tema de los nacionalismos, que sea del tipo que sean apestan a reacción. Únicamente me encuentro invadido por una ola de repugnancia, tristeza y amargura, cada vez que pienso en que se ha convertido el país donde nací y vivo, por culpa de unos   personajes rechazables que nos gobiernan, en la política, la economía o la cultura. Seres corruptos nos invaden por doquier. Difícilmente el latrocinio alcanzó cotas tan inimaginables. Y envuelto en ese desdichado nombre de España según se utiliza en múltiples aspectos por la historia -la que se estudia en libros o se contempla en seriales, lee en libros, encontramos en monumentos o callejeros, nombres que van desde los Reyes Católicos a Torquemada o Franco- la esperpéntica ocurrencia de quienes andan por el mundo ridiculizándose a si mismo y al producto que quieren vender: marca España la denominan.

A lo largo de los años el cine y la literatura han popularizado determinadas "marcas" de célebres asesinos, mafiosos, individuos estafadores o sanguinarios, grupos criminales. Y lógicamente, de innumerables empresas comerciales. Ahora España tiene su propia marca: la de la corrupción. Ya no es el chauvinismo rancio, el folklorismo barato, las fiestas religiosas o paganas lo que se exporta: ahora es el enriquecimiento ilícito, la chulería y prepotencia de los ladrones de corbata -por favor, ¡cómo iba Bárcenas a declarar ante el Juez sin ella, si es el signo distintivo de su clase- el chalaneo de los paraísos fiscales. Y así al torero o futbolista de moda, a la tonadillera o el Julio Iglesias de turno, a la Duquesa de Alba o la baronesa Thyssen, a la Virgen del Rocío o San Fermín, a la Moreneta o el caballo de Santiago, suceden los sacrificados por el pueblo: Rajoy, Cospedal, Montoro, o personajes menos respetados -al menos hoy, que cuando mascaban poder lo eran- como el Bigotes, su amiguito del alma, o los variados apéndices de lo que parece simple marca de quesos, Gurtel.

Como es mejor no tocar el patriotismo de la familia regia, de los deportistas de élite o empresarios de altos vuelos investigando sus cuentas o el lugar donde depositan sus ahorrillos, se tapa el terrorismo económico con ríos de tinta impresa o hablada para hacer ver que la justicia es una cosa muy seria, y a algunos se les castiga con leves vacaciones penitenciarias, aunque no tardan mucho en regresar como protagonistas a televisiones o seriales y sobre todo a su vida de lujo que sus impolutos dineros bien guardados por honorables bancos del latrocinio ajeno les permiten llevar hasta que se mueran.

España. Pobre país lacayo del imperio tan criminal como retrógrado en su ética y formas de vida que conforman los Estados Unidos de América. España, colonizada por sus aviones, bases militares, colaboradora del terrorismo que ejerce sobre otras naciones, supeditada a sus imposiciones culturales asumidas desde el cine, la música, los deportes, la comida o la repugnante ideología puritana -que convive al tiempo con los execrables mundos de la prostitución y la droga o los repugnantes predicadores de la represión y el rifle, con las leyes racistas y discriminatorias y las mafias que controlan los mundos de la degradación sexual y moral.

Lacayos de Estados Unidos, siervos de la Europa de los bancos y las oligarquías dominantes, esclavos de un lenguaje que deforma hasta los límites más sarcásticos y miserables que podamos imaginar la realidad del empobrecimiento económico, social y cultural de esa marca que intentan vender en los mercados del mundo con el nombre de España.

¿Cómo combatir esta representación del esperpento que se denomina democracia? Si existiera una oposición real, ésta no debería participar en la farsa. Abandonaría simplemente el teatro en el que la mayor parte de sus actores son neofascistas: que lo ocuparan éstos solamente, que sus representaciones no contaran otros espectadores que ellos mismos, que en el Parlamento y el Senado hablaran y legislaran para sus oídos. ¿Y los medios de comunicación? Que también dejaran de acercar sus rostros, cámaras, plumas y micrófonos en las patéticas ruedas de prensa. Que no colaboraran con sus vergonzosas informaciones. También ellos -no nos referimos a los que trabajan con sueldos cada vez más empobrecidos, en peores condiciones, a los que van recortando sus espacios de libertad- sino a los dueños físicos al servicio de las multinacionales de los medios, a los bien remunerados señores y señoras de la opinión que participan en este siniestro tinglado al servicio de la marca España -¡sólo nos falta la concesión de las Olimpiadas!- esa marca de la que hablan los neo analfabetos -sean ministros o bien chaqueteados miembros de las reales Academias, los prepotentes sobre todo dueños de la palabra discípulos de Goebels, o los pícaros de la peor especie, que llevan el estigma de la corrupción política, económica o ética, que de ideas no pueden hablar quienes son incapaces de distinguir consignas y preceptos catequísticos de pensamientos, en sus genes.

España, sin todos ellos, no necesitaría de marcas. Y hablaríamos de sus hermosos paisajes, de sus poetas y artistas, de sus gentes explotadas, de los nombres negados y borrados de la historia oficial que responden a quienes lucharon, sufrieron, fueron perseguidos o asesinados, por intentar que no se contaminaran sus tierras fértiles y hermosas, los espacios en que querían habitar en la libertad, la igualdad, la auténtica justicia del progreso humano, por esa caterva de aves carroñeras que la emponzoñan. ¡Qué hermosa sería España sin reyes, nobles, aristócratas, banqueros, cardenales!

Para contrarrestar a quienes babosean sobre esas dos palabras, marca España, habría que hablarse cada vez más, sin miedos ni autocensuras, del papel que juegan quienes hoy son, en su mayoría, rostro, voz o tinta impresa de la opinión pública. Que denunciarse la atroz censura que ejercen los dueños u ocupantes de esos espacios públicos. Sabemos que para los que tienen realmente algo que decir, y necesitan dialogar con los miles de españoles desprovistos de voz, todos los medios públicos de información y opinión les están negados y han de recurrir, mientras no se los cercenen, a los de la red que culebrea con otros pensamientos e ideas a través de internet. Los payasos, los verborreicos y estúlticos locutores, presentadores, tertulianos, escribidores que todos hemos de soportar, son la única voz que salvo excepciones, merecen el desprecio y el silencio. Ya está bien. Para la necesaria rebelión no importa se sea viejo o joven, se vista con andrajos o con traje de marca. Cuentan la dignidad, la sinceridad, la diferencia, la inteligencia y la ética. Son quienes conforman el partido de los que no quieren ser esclavos o resignados y conformistas. Incorrectos frente a los correctos. Los únicos capacitados para alentar la utopía de que un día podamos habitar en un país que no nos dé vergüenza, en el que nos sintamos confortados y felices. Esa España que arrojara a las tinieblas a todos aquellos que pregonan y propugnan su "marca" para enriquecerse, mantenerse en el poder y explotar e intentar despersonalizar, oscurecer la inteligencia y la libertad de la mayor parte de los ciudadanos.
 

viernes, 5 de julio de 2013

Número 53


Políticos. Sindicatos. Ciudadanos. ¿Queremos suicidarnos o sobrevivir?

Esto no es ni una reflexión apocalíptica, ni un mensaje demagógico: es pensar en voz alta sobre las dudas que nos acometen al analizar la realidad de un mundo a la deriva. Y sobre todo poner el punto de inflexión en la culpabilidad de todos sus participantes, culpables por acción u omisión, conscientes o inconscientes de ella.
La perversión del lenguaje, tal como ahora se utiliza y lo padecemos, conduce a la destrucción de lo humano. Y el mundo se encamina hacia su silencio: algo más atroz que su propia estulticia. Jamás el ser humano había escuchado, había estado sometido a un lenguaje tan espurio, falaz, alienante, como el actual: y esto se lo debemos una vez más al "progreso". al desarrollo de los medios de comunicación y expresión, a la extensión del mercado consumista, a la dictadura de la publicidad.
Si la palabra se ha degradado, la literatura y el arte también han perdido su pureza, se han contaminado hasta imposibilitar su carácter expresivo, imaginativo, que alumbra la reflexión, el pensamiento, busca la diferencia y la belleza que debieran constituir el auténtico progreso, no el de la máquina, sino el del hombre, no el de la técnica sino el de la Humanidad en su caminar hacia la libertad, la igualdad social.
Intereses mercantiles y estructuras publicitarias a su servicio se encuentran detrás de esta destrucción del lenguaje, el filosófico y el poético, y por tanto propician la desintegración de lo humano, que el habitante de la Tierra pueda conquistar para preservar y enriquecer el mundo al que fue arrojado. Y es el lenguaje el que enmascara la realidad de la corrupción y la miseria en que políticos, sindicalistas, ciudadanos, naufragamos.
No podemos aceptar, no debemos, la pasividad, la sumisión, el discurso conservador de que la izquierda ha muerto y la burocracia vuelve banales todas las luchas, acciones, utopías. El político devora el tiempo porque no cree en él. El revolucionario lucha contra la certeza y crueldad del tiempo. El político se deja llevar por el tiempo. El revolucionario, como el poeta, se rebela contra el tiempo.
Si millones de ciudadanos escuchan un día sí u otro también, hablar a Cospedal, Montoro, Soraya de Santamaría, Rajoy, Arthur Mas, incluso Méndez o Toxo, sin rebelarse o suicidarse, es que se encuentra enfermo, desahuciado, viven en una sociedad destruida. En el gran teatro de la farsa democrática organizada y dirigida por las finanzas para agilizar la explotación capitalista, ellos son payasos mejor o peor pagados. Pero, ¿qué son entonces quienes no se alzan contra ellos, obreros o estudiantes, escritores o periodistas, catedráticos o funcionarios, técnicos o esclavos o esclavas sexuales? Ideólogos de la peor calaña son quienes pontifican sobre el fin de las ideologías. Y los banqueros reinan en los palacios episcopales, en los antros editoriales, en los despachos de educación o sanidad.
Asistimos, casi impertérritos a fenómenos como la configuración de Madrid como futuro lupanar y casino mafioso plagado de sicarios y canallas de la peor especie, bendecidos y apoyados por los fieles esbirros que les otorgan plenos poderes a cambio de mordidas y beneficios económicos y políticos. Mientras se deterioran todos los sistemas sociales, culturales, y para distraer la atención de los ciudadanos cada vez más esclavizados se publicitan y multiplican manifestaciones para pedir olimpiadas, aplaudir triunfos deportivos y organizar ludopatías que llaman musicales. ¿Qué locura envuelve a quienes, tengan dieciocho o sesenta años, se adhieren al espectáculo  de masas enfervorecidas y enloquecidas que mientras son conducidas al abismo en el que se despeñan todas las conquistas sociales que costaron ingentes años de luchas y sacrificios son arrastradas hacia semejantes representaciones selváticas e irracionales?
Cada vez más, eso si, se aumenta el número de componentes de las fuerzas represivas para que los rebeldes que con lágrimas o gritos intentan combatir la pasividad de los aposentados en la organización burocrática de la denominada oposición, sean represaliados, conducidos al silencio, ahogados con poderosos medios disuasivos en poder de la minoría dominante, explotadora, terrorista, que gobierna.
Terrorista. Vivimos en el más cruel, peligroso, siniestro terrorismo instaurado en sociedad alguna de la era democrática. El que lejos de ser denunciado y combatido, es jaleado en programas televisivos o radiofónicos, jaleado en páginas diarias o colorines de los periódicos, púlpitos de iglesias o de cualquier otro medio comunicativo en manos de las multinacionales que imponen su ley, la ley de la selva en la información y opinión. Para que la lucha tenga significado y pueda un día abrir caminos auténticamente revolucionarios, es necesario comenzar denunciando a quienes la paralizan: aquellos que desde medios de comunicación, partidos políticos u organizaciones sindicales, pretenden mostrarse como representantes de la izquierda o al menos "progresistas". Intentaremos en futuras reflexiones poner nombre a cuanto apuntamos. Existen minorías cuyo esfuerzo subversivo y utópico debe al menos encontrarse reconocido en el lenguaje que algunos planteamos, otros intentan elaborar.
Miserables tertulianos o comentaristas de grandes medios, eufóricos en su orondez estúltica, gritan con frecuencia: ¿dónde se esconden, qué se hizo de los intelectuales comprometidos? Hijos de puta (y que me perdonen sus madres por esta malhadada expresión): vosotros, siervos del poder represor, bien os encargáis de silenciarlos, procurar que no existan, callar sus palabras. A veces uno se lamentan de que no existan cárceles, inquisiciones, destierros que se apliquen a vuestras víctimas, para que al menos, como hienas, no podáis reír en el silencio y el vacío del desierto ideológico en que habitáis.
El infierno no son los otros: sois vosotros mismos. Y para vuestra violencia solo resta, primero imaginar, y luego desarrollar una auténtica contra violencia, que no esté, desde sus inicios, encaminada ni hacia el fracaso ni hacia el suicidio

 

martes, 18 de junio de 2013

Número 52

                        SUMARIO
FERIAS DEL LIBRO
LA IGLESIA CATÓLICA CAMBIÓ DE GOBERNANTES, NO DE GOBIERNO.
EXPERTOS. SABIOS. DIRIGENTES.

Ferias del Libro.

Terminó el ritual en Madrid de los diecisiete días. ¿Del libro o de los mercaderes? Un tinglado al servicio del dinero, las grandes empresas editoriales, la corrupción cultural de la que no se habla. ¿Actividades en las que el pensamiento, la creación, ocuparan un lugar predominante para hablar de la historia, la auténtica, no la deformada y ritual, del ayer y del hoy, de la explotación económica de las gentes y los pueblos por minorías oligárquicas, del hambre, la carencia de sanidad y educación de millones de seres humanos, del retroceso social de las sociedades industriales, de la cultura elitista, banal, al servicio de los mercados, de la necesidad de preservar los valores naturales de la Tierra, de la involución del ser humano y su pensamiento cada vez más atrofiado, del recorte de las libertades, las diferencias, de la miseria de los políticos acomodados a la farsa que les obliga la llamada democracia, del integrismo religioso, de las ideologías alienantes y terroristas que destruyen el pensamiento, de la belleza y la imaginación o el rigor científico pisoteado por las industrias que dirigen el consumo artístico, del retroceso y esclerosis del lenguaje maltratado por las nuevas tecnologías de comunicación, de la literatura al servicio de la publicidad y el beneficio económico, de la tristeza de los escritores encerrados en barracas del pim-pam-pum y convertidos en objeto de uso? No. La Feria es un escaparate para exhibir un puñado de libros -a los que rinden vasallaje numerosos acompañantes que ofician casi como esclavos para justificar aquella auténtica finalidad- ante los que se sientan pacientes y resignados o vacuos y estúpidos -también una minoría que cree en la posibilidad de conectar así con auténticos lectores- colocados en esas vitrinas o escaparates  no para dialogar sino para vender y así procurarse algunos réditos a su trabajo -a veces sincero, las más espurio, publicidad martilleante sobre, las más de las veces, subproductos que imponen los dueños del capital y de la comunicación, pagados éstos para difundirlos, que la función del llamado crítico o comunicador literario hace tiempo desapareció de ellos, y para que las masas amaestradas y dirigidas, neo analfabetas en muchos casos, acudan a la llamada y colecciones firmas de sus libros como si fueran trofeos de caza.
En estos diecisiete días ningún periódico, radio, televisión, en ninguna caseta del Retiro, habrá escuchado hablar o incluso encontrado algún libro -siempre efectivamente existen excepciones, tanto en editoriales como en libreros o lectores- que contenga los pensamientos de Stanislaw Lec (1909-1966). No está demás que repita uno de sus aforismos, que tan a cuento viene sobre el Carnaval de la Feria:
Hoy los periódicos dicen que abren sus ventanas al mundo entero, que no hubo nunca tanta información. Y es cierto. Gracias a los periódicos y no digamos a las radios y televisiones, se cierra a los ciudadanos cualquier reflexión, exposición, no manipulada, puesta al servicio de los poderes económicos e ideológicos que se han propuesto destruir el pensamiento y la libertad.
Y reflexiono: qué difícil debe resultar a algunos escritores escribir hoy en día, ante analfabetos no reales sino virtuales, de la sociedad que grotescamente llaman del progreso y la libertad.
 
La Iglesia Católica cambió de gobernante, no de gobierno.
 
Hace meses ya de la fumata blanca. Nadie, como la Iglesia Católica ha sabido rodearse, para mantener su poder, de ceremonias rituales, mitos, dogmas, escenografías y parafernalias mediáticas como ella. Son muchas las iglesias del mundo. Todas tienen gobiernos a semejanza de los Estados en que cohabitan, a veces ellas mismas los dominan e imponen sus máximos jerarcas. No se limitan a preservar su independencia: influyen en ellos política, económica, ideológica y moralmente y reciben o gozan de subsidios o conciertos económicos especiales y beneficiosos, además de administrar su patrimonio propio, incrementado a lo largo de los años y los siglos. La Iglesia Católica, la más poderosa y extendida sobre la Tierra, tiene ya un nuevo Papa o autoridad suprema. No cambia como los Estados políticos cada cierto tiempo: longeva es su suprema autoridad y salvo excepciones, como en el presente, solo a su muerte se produce una nueva elección. La de la fumata transmitida urbi et orbe. Ante el nuevo Papa y ante el poder e influencia de la Iglesia Católica pondré mi comentario bajo las palabras de Thomas Bernhard, al que lógicamente la mayoría de los católicos o paseantes de la reciente Feria del Libro que comentábamos no han leído. Escribe:
El catolicismo destruye el alma del niño, le asusta, amarga su carácter (...)La estructura del Estadio y de la Iglesia es tan horrible que solo se puede odiarla. Soy de la opinión de que todos los países, todas las religiones, a lo que se las conoce de cerca, sin igual de horribles.
Certeras palabras del autor de Trastorno. Yo soy de los que piensan que si no existieran las Iglesias el mundo sería otro. Los grandes crímenes sobre la Humanidad, las corrupciones más desenfrenadas, gran parte de las guerras y terrorismos que han existido y existen se fundamentan y apoyan en las religiones, múltiples, pero con tronco y afinidades afectivas. Y algo peor: ellas constituyen el más eficaz poder alienante de los pueblos. Da igual que enseñen la resignación y ofrezcan el castigo o la beatitud eterna, que alienten el sacrificio personal y la violencia terrorista en nombre del Dios que les insta a ello. Ante la religión, salvo excepciones, los poderes políticos, incluso culturales, se muestran sumisos o débiles. Prefieren no enfrentarse a ella, no combatirla, amoldarse a su fuerza e influencia, no queriendo ver que así resulta imposible desarrollar pueblos cultos y comprometidos con la libertad y los valores humanísticos.
El comunismo, poder político, no marxismo teórico, pasó de sus métodos sancionadores y represivos para intentar destruir no solo sus estructuras políticas sino las creencias milenarias de sus ciudadanos -y ya se sabe sus consecuencias: lejos de abolirlas las fomentaron y en cuanto fueron derrotados o se auto derrotaron y parte de sus dirigentes tuvieron oportunidad de reconvertirse en fervientes seguidores del modelo capitalista, volvieron a surgir las falazmente desterradas creencias con más fuerza e irracional convicción que en el pasado- pasó a aceptar, ya en su debilidad orgánica y desalojado del poder político en sus principales feudos, sus símbolos, representaciones, y ofrecer una débil imagen de impotencia, de tolerancia, de prudencia propias de su oportunismo político, de la misma manera que acepta cohabitar con el capitalismo. Y la fuerza represiva ideológica de los represores que ocupaban antaño el poder se muestra hoy, no solo en la reconversión al más explotador capitalismo, sino en el clericalismo y la confesionalidad que propician quienes no hace tantos años fueron destacados jerarcas del partido, altos miembros de la seguridad represiva del estado o artistas, militares, técnicos "al servicio del pueblo".
En Roma se ha entronizado pues un nuevo Papa. Tras años de escándalos financieros, morales, sexuales, tras denuncias las más de las veces sobreseídas u ocultadas, se mantiene la estructura económica, política y moral corrompida y nefasta de este poder eclesial, otorgando, eso si, a su nuevo representante, formales y banales gestos que resultan más esperpénticos que trascendentes, pero se venden como transformadores de un cambio en el imperio vaticanista. A mantener y alimentar la farsa contribuyen no solo los funcionarios de la cabeza visible de la jerarquía eclesiástica, sino todo su séquito y súbditos diseminados por el mundo entero, los fieles en los que se apoyan, gran parte de los intelectuales y medios de expresión y comunicación que aceptan por conveniencia o de buen grado esta superchería y guardan silencio ante ella. Al fin, como reza la tradición, la Iglesia se fundó sobre la palabra piedra de un visionario caudillo y embaucador que, como nos dice Cioran:
La palabra quiere ser machacada a fuerza de invectivas, amenazas y revelaciones, de informaciones estentóreas: le gustan los bocazas. San Pablo fue uno de ellos, el más inspirado, dotado y astuto de la Antigüedad.
 
Expertos. Sabios. Dirigentes.
 
Atroz cuadrilla al servicio siempre de los mismos, quienes les pagan, mantienen. El poder. Su política económica, ideológica, cultural. Lo mismo sirven para redactar y publicar un informe literario, que para asesorar sobre la reforma de la sanidad pública, las pensiones o la enseñanza, es decir, para contribuir al deterioro de cuanto tenga que ver con la igualdad, la libertad, el desarrollo cultural o los llamados logros sociales.
Ellos: simple testaferros de los explotadores corruptos que gobiernan en nombre de los banqueros y las oligarquías económicas. Un triste fin y servicio a sus "méritos" por ser catedráticos, líderes políticos, científicos o académicos. Expertos. Sabios. Dirigentes. Nombrados por los enemigos de la justicia y la integridad, jaleados por los medios de comunicación, pagados por los aliados y mantenedores de unos y otros.
 

miércoles, 22 de mayo de 2013

Número 51

EL PP YA TIENE SU PRIMERA FOTO
HOY VIVIMOS BAJO UNA CENSURA DISTINTA PERO MÁS EFICAZ QUE LA FRANQUISTA.
BLESA Y SUS MILLONES Y LOS ACOSADOS ACUSADOS

EL PP YA TIENE SU PRIMERA FOTO.

El Señor, esquivo a dar explicaciones públicas, a mantener diálogos molestos, se ha dignado conceder audiencia a algunos de sus vasallos. Y éstos, solícitos cortesanos -hemos visto como anteriormente se inclinaban ante el Rey, confraternizaban con empresarios, no dudaban en sentarse a la mesa en que los banqueros manejan, como auténticos grandes de España, el presente de los ciudadanos que en ellos depositan sus dineros y confianza- acudieron, bien vestidos y con maneras educadas como piden las reglas de la ordenada democracia, a la cita. Y las cámaras de las televisiones, los micrófonos de las emisoras de radio, las portadas de todos los periódicos de España, inmortalizaron el momento: Rajoy, Toxo, Cándido Méndez, ya tenían su foto. Se pronunciaron palabras tan vacuas como rituales, que ya se sabe la razón de ser del lenguaje en estos días: lo que importaba era el mensaje gráfico. Luego, ya con menos resonancia, cada cual escenifica el papel asignado en el reparto de la farsa que representan, unos y otros hablan a los suyos de acuerdo al poder que realmente tienen: con prepotencia, cinismo y obtusas palabras el gran Presidente, con demagogia barata en la que ni ellos mismos creen los pequeños cabezas de ratón que creen encarnar la representación de los súbditos, aunque solo se preocupen de sus burócratas asalariados, o de sus afiliados creyentes, muchos bienintencionados, que todavía consideran pueden continuar siendo el motor que mueve la historia.
        Y mientras estos trascendentales acontecimientos -la canallesca, que así decían en tiempos pasados, sentenció- se desarrollaban, el incombustible Rubalcaba continuaba mendigando desde sus monótonas tribunas un lugar para él mismo y los suyos, en otra foto similar, con Rajoy, supremo Presidente de las no menos vasallas Españas.

HOY VIVIMOS BAJO UNA CENSURA, DISTINTA, PERO MÁS EFICAZ, QUE LA FRANQUISTA.

Parece una afirmación arriesgada pero es necesario conceptuar las afirmaciones. Tiempos diferentes, formas de expresión que en nada se parecen, medios de comunicación mucho más expansivos y sugerentes. Hemos pasado de la autarquía del pasado al oligopolio del presente, del caudillismo a las multinacionales. Y la cultura del ocio depende, hoy mucho más que ayer, de la información, espectáculo visual, que de la lectura o la palabra escrita. Por eso la censura es, en nuestros días, más nociva que en tiempos de Franco. Tiene un mayor alcance, resulta más difícil combatirla por el poder de concentración que posee y los métodos más atractivos y al tiempo alienantes que desarrolla en ciudadanos que terminan convirtiéndolos en dogma de fe. No olvidemos que también viene arropada por el espectáculo y la publicidad. En una dictadura fascista como era la franquista, la censura era simplemente brutal, no necesitaba esconderse en subterfugio o disimulo alguno. Contaba con sus periódicos, radios, jueces y tribunales, la Iglesia (ésta siempre, jamás falta a la cita) y la suprema razón de la cárcel y la tortura. En una democracia como la que nos envuelve hoy día, absolutamente corrompida, la censura es sutil y envenena con su melosa opacidad y colorido a todos los ciudadanos, les engaña, e incluso consigue que muchos de aquellos que tienen acceso a la comunicación, la opinión, o la creación, participen en el juego cuyas reglas ella misma marca y delimita, juego que a veces es simplemente para ellos egotista, y otras no duda en utilizar prebendas y corruptelas o sinecuras con lo que llama valores del mercado, de la oferta y la demanda. Censura y autocensura conviven así junto a quienes son silenciados y yacen en el olvido o la marginación porque intentan combatir la estulticia y depravación política, social y cultural en que vivimos. La corrupción, el burocratismo y el conformismo tienen atadas las manos y sellada la boca de los que son considerados opositores -más de carnet que de  pensamiento-. Algunos son simples canallas surgidos del fascismo que solo buscan mediar en las cloacas del poder, otros, como los camaleones, no dudan en cambiar su discurso cuando se necesita para adaptarse a nuevas exigencias políticas. La transición no fue sino una traición en la evolución de una sociedad que intentaba regenerarse del pasado y no instalarse cómodamente en un puesto, por ínfimo que fuese, de las covachuelas del nuevo poder surgido del franquismo que iba a blanquear -con algunos logros sociales, culturales y humanos que no dejan día a día de perderse- el presente..
Por eso, aunque nos repitamos -nunca se repite uno cuando frente a tanta verborrea y discursos vacíos de contenido esgrime conceptos y dudas verdaderamente existenciales- no podemos por menos que volver a denunciar esa censura y ese conformismo, con palabras de Albert Camus:
Una época que, en 50 años, desarraiga, avasalla o mata a setenta millones de seres humanos (habla de Europa: España aportó su alta cuota de víctimas a ese genocidio) debe solamente, y ante todo, ser juzgada (...) Si el asesinato tiene sus razones nuestra época y nosotros mismos somos la consecuencia. Si no las tienen, vivimos en la locura, y no hay más salida que la de encontrar una consecuencia o desistir (...) El sentimiento de lo absurdo cuando se pretende  ante todo extraer de él una regla de acción, hace el asesinato por lo más indiferente y, por consiguiente, posible. No siendo nada ni verdadero ni falso, bueno ni malo, la regla consistirá en mostrarse el más eficaz, es decir, el más fuerte. Entonces el mundo no se dividirá ya en justos o injustos, sino en amos y esclavos- Debemos -instalados en la actitud absurda- prepararnos para matar, dando ese paso a la lógica por encima de los escrúpulos.
Y para los que callan ante la censura o prefieren autocensurarse, recordar estas otras palabras de Camus:
La rebelión es el acto del hombre informado que posee la conciencia de sus derechos.
¿Cuántos intelectuales, hoy en España, comprenden y son consecuentes con estas justas palabras?
Porque los más prefieren no "acosar" con sus palabras o actos, a los herederos del franquismo, tengan el aspecto que tengan y empleen el lenguaje que empleen -mentir cien veces y usurpar el sentido auténtico de los conceptos de que se valen para desvirtuar el lenguaje y vaciar el pensamiento crítico de sus receptores o la capacidad de reacción ante los auténticos métodos y procedimientos legislativos o represivos que emplean, única función que como políticos les es encomendada por los gobernantes económicos, nacionales o trasnacionales-.

Blesa y sus millones y los acosados acusados

Otra vez la farsa. Uno de ellos, de los acosadores del pueblo español, es detenido. Ni más ni menos culpable que decenas de terroristas económicos de los que siguen su caminar por el nepotismo y la más salvaje explotación capitalista de los tiempos modernos. ¿Detenido? Unas horas. No tarda en ser puesto en libertad. Otras horas. Para ello ha de depositar una fianza de 2 millones y medios de euros (Solo algo más de 400 millones de pesetas) ¿Cuánto tardan "los suyos" en encontrar ese dinero? Unas horas. El tiempo que necesitamos nosotros para buscar algún billete para costearnos un bocadillo. ¡Pero qué sacrificio el de estos personajes excelsos para algunos, corruptos explotadores para otros, que han de sacrificarse unas horas con molestias imperdonables! Tanto le debe suponer a la sacrosanta banca, que el juez que lo ordenó no tardará en pasar al limbo. Y mientras, la Audiencia de Barcelona ha procesado a casi medio centenar de personas acusadas de "acosar"! a los políticos de la muy honorable e independiente Generalitat, con Mas a la cabeza, que hasta tuvo que usar un helicóptero para asistir a su reunión no fuera a ser que recibiera algún insulto en su bien cuidada y cínica sonrisa. Y para cada uno de estos terribles "acosadores" se piden más de cinco años de cárcel.
Horas, años, millones, céntimos, "amos y esclavos" que dice Camus
Y alguien se pregunta en voz alta, no demos su nombre, que los pensamientos son pruebas de delito: ¿cuándo el que escribe o habla planteará la necesidad no solo de denunciar, sino de arrinconar hasta hacerlo inviable el falaz sistema democrático en que vivimos? Reflexionar en voz alta afirmando que partidos, parlamentos, instituciones religiosas, económicas, jurídicas, sindicales como las vigentes, son inviables para los ciudadanos que no se resignan a ser esclavos. Son los ciudadanos conscientes quienes deben ocupar los escenarios en que se desarrolla su historia, desalojando de ellos a los que los han usurpado, desmontar la farsa e impedir que la acción de lo que ha de ser mayoría pueda ser silenciada por la minoría, aunque ésta posea los más poderosos medios de comunicación, porque también los medios de comunicación, si la mayoría se opusiera colectivamente a su función al servicio del poder, no podrían alimentarse y vivir sin su concurso.,
 

miércoles, 8 de mayo de 2013

Número 50


               ACOSO AL PUEBLO ESPAÑOL
                          
                                                      España es un país atado a un potro de tormento histórico
                                                                                                                       John Berger
Acoso:
Perseguir a una persona o un animal sin permitirle descanso para cogerlo o "cazarlo"
.Hacer objeto a alguien de persecuciones o malos tratos.
                                                                                               María Moliner.

Acosadores: la oligarquía, es decir, las organizaciones económicas o políticas de la clase social dirigente, la Iglesia Católica, dependiente del Vaticano y organizada en sectas religiosas con sus correspondientes sacerdotes y jerarcas, los poderes políticos, las fuerzas represoras con su estamento superior, los poderes judiciales, y al servicio de todos ellos las fuerzas llamadas del Orden Público, policías, cuerpos de seguridad.
La historia viene de lejos. Poderes feudales, tribunales inquisitoriales, guerras contra el pueblo, intervención de poderes extranjeros.
Las víctimas siempre son las mismas: los hombres y mujeres explotados por los oligarcas, terratenientes, empresarios, banqueros, que cuentan para la organización y amparo de su estructura económica explotadora con el apoyo de los poderes civiles, eclesiásticos y militares.
En las luchas arrastradas a lo largo de la historia, a veces los explotados arrancan beneficios, mejores condiciones de vida, estructuras sociales más equilibradas, a los explotadores, mas éstos, en cuanto se ven más poderosos, no dudan en arrebatárselos.
Los acosadores, que poseen también la palabra a través del control de los más importantes medios de comunicación, han instalado un falso dilema que enturbia la razón y el análisis de cuanto está ocurriendo, pervirtiendo los términos que emplean. Y así aparecen ante la opinión pública los acosadores como acosados, si éstos intentan protestar aunque sea por medios absolutamente pacíficos, y los acosados, auténticas víctimas de aquellos, como acosadores..

A las gentes del pueblo, ya no solo trabajadores, profesionales de toda índole, los gobernantes les quieren apesadumbrados, resignados. Les permiten lamentarse de su situación todos los días, para que debiliten sus fuerzas y esperanzas. Pero no que reaccionen. Imponen, o intentan imponer su mordaza, con palabras y hechos. Palabras en la secuela de las enseñanzas que en su día desarrollara Goebels y sus seguidores. Hechos consumados, de obediencia debida, amparados en la mayoría parlamentaria y las exigencias y obligaciones impuestas por el capitalismo neofascista de la oligarquía alemana y europea. Las palabras son como el áspid venenoso que uno y otro día escupe, sin rubor, su mentira. Las serpientes humanas sonríen, se disfrazan con modernos atuendos y aparecen educados y corteses aunque a veces no pueden ocultar sus gestos de brutos incivilizados o de melifluos y torticeros seguidores de los doctrinarios de la Iglesia. Su finalidad es la de a fuer de repetir e imponer sus simples, retóricas y siniestras mentiras, intentar destruir la capacidad de pensar de sus receptores. Y los hechos, si no son demasiado convincentes y resulta necesario, se imponen por la fuerza, en la organización sanitaria, en la educativa -la cultura para ellos mejor deje de existir- en los desahucios, los despidos de trabajadores, el robo de dinero propiciado y desarrollado por las entidades bancarias a los incautos ciudadanos. Al tiempo que se va imponiendo una única forma de trabajo, el salario del miedo, se apalea, detiene, multa, encausa a quienes protestan, van dejando de ser personas, ciudadanos del país en que se gobierna por decreto, para convertirse en bultos, enemigos. Quienes cumplen y hacen cumplir las órdenes superiores no son sino amedrentados burócratas obnubilados por el reglamento al que juran obedecer y jamás cuestionar.

Escribe Vachel Lindsay
El crimen del mundo es que los jóvenes envejecen.
Los pobres son bueyes, penumbrosos y con la mirada plomiza:
No que mueran de hambre, sino que lo hagan sin resistirse.

Dichosos tiempos aquellos... gritaba Don Quijote refiriéndose al pasado. Gritamos nosotros:
Dichosos tiempos aquellos en que los guardias no persigan o apaleen a los manifestantes, sino que formen barreras y cuerpos de protección ante las viviendas de las gentes a las que pretenden desahuciar, e impidan se acerquen a ellas los cuervos encorbatados y engominados que quieren arrojar a ancianos, niños, mujeres, a la basura.
Los acosadores, Rajoy, Cospedal, Santamaría, González Pons, Guindos, Montoro, Botín, Koplovitz, Gallardón, etc.  hablan del derecho a la intimidad -otros defienden la necesidad de guardar sus miles de millones en paraísos fiscales, la Infanta de la impunidad real, Bárcenas de su necesidad de esquiar en las pistas más lujosas del mundo, Ortega de explotar a las gentes del tercer mundo con salarios de muerte para que le permitan amasar con sus tiendas su incalculable fortuna-, de no molestar el sagrado secreto del cuarto de los niños a los que atienden serviles criadas. Quienes todavía tenemos la capacidad de pensar, no podemos por menos que vomitar al escuchar esas palabras. (Pobres, dicho sea de paso, los resignados lacayos que todavía se dicen de izquierdas cuando, aunque a sea a regañadientes, dicen que es preciso respetar las leyes).
Y cuando hablan del paro, seis millones, seis millones repiten como si se tratara de kilos de chatarra, recuerden: si los empresarios españoles, sean de zapatos, trajes, coches o utensilios de otras industrias, en vez de utilizar mano de obra del tercer mundo -así llaman a un centenar de países- con salarios que no alcanzan los 100 euros al mes y condiciones higiénicas y de seguridad que provocan miles y miles de muertos al año, desarrollaran sus fábricas y empresas en el territorio español, el paro se paliaría inmediatamente. Claro que ellos no figurarían, porque no es lo  mismo ganar un 10 o 20% por sus productos que un cien o un millar por ciento por la venta de los mismos. Y entonces no aparecerían en las páginas de couchet de periódicos, revistas, programas del corazón de las televisiones, ellos, sus mujeres o esposos, sus amantes, por tener el inmenso mérito de figurar entre las cien o mil mayores fortunas del mundo. Si quienes depositan sus ganancias en paraísos fiscales -por cada salario, paga extra, indemnización que cobra un banquero, se explota o roba a un centenar como mínimo de ciudadanos que utilizan para sus cobros, pagos o depósitos los bancos- devolvieran el dinero al Estado que tanto les gusta jalear en sus competiciones deportivas, fiestas, romerías, no se necesitaría ·recortar" en las prestaciones sociales o salarios ni un solo euro.

Al lenguaje lo que es del lenguaje. Ellos, estos ladrones de guante blanco, terroristas de sombrero y corbata, son los acosadores. Y el pueblo español el acosado. Por eso los ciudadanos tienen el derecho a defenderse, manifestarse y mostrar públicamente a lo acosadores su repulsa.
Con palabras de uno de los mejores escritores y más lúcidos y comprometidos intelectuales de todos los tiempos, Albert Camus:
 La rebelión es el acto del hombre informado que posee la conciencia de sus derechos.
                                                                                              



jueves, 18 de abril de 2013

PORTUGAL. 25 DE ABRIL. 39 AÑOS DESPUÉS

¿Grándola, vila morena?
Caxías. La memoria del ayer, metamorfosis de hoy.
Las heridas de la belleza. El grito de la rebeldía.
El estallido de 1974. ¿Cuándo el del tiempo que vivimos?

¿GRÁNDOLA, VILA MORENA?

"El Estado era una sombra, el Gobierno una ilusión. Real, solamente, la policía política, la prisión, la tortura, los juicios arbitrarios: únicos sustentáculos de un poder podrido".
Documento del 25 de abril publicado por periodistas portugueses el 10 de mayo de 1974.
La tristeza te invade cuando recorres, estos días lluviosos de marzo-abril de 2013, los pueblos y ciudades de ese entrañable país. Cuando piensas en los largos años de la dictadura de Salazar y Caetano y en el presente de la dictadura de los Bancos y el  gobierno lacayo del neoliberalismo que
  domina Europa. Y ayer, hoy, los de siempre, los malditos y corruptos explotadores de gentes que han convivido con la pobreza durante siglos y un día alentaron el sueño de una revolución que les llenó de esperanza y palió parte del atraso moral y material que sufrían. Y ahí siguen, volvieron, impusieron sus leyes, el puñado de oligarcas que desplazan sus fortunas a paraísos fiscales, la Iglesia, los políticos corruptos, nacionales y extranjeros, dominando medios de comunicación que expanden sus lenguajes miserables y farsantes sobre sus pueblos. Y ahí la nunca derrotada Alemania, lamiéndose las heridas de su nazismo imperialista, imponiendo su política a través de sus bancos y poder económico como antaño intentó hacerlo con sus tanques y bombas, sobre la cada vez más debilitada Europa.
Hace 39 años una canción sencilla, creada en 1964 por un joven cantautor en un viaje nocturno y fatigoso pero creativo, cuando regresaba de una pequeña ciudad a la que había llevado su música y palabra, recorrió el mundo entero:
 
Grándola, vila morena
terra de fraternidade.
 
Hoy, los muros de las cada vez más abandonadas ciudades y pueblos, desvencijados edificios de viviendas o reliquias históricas, graban otras letras distintas a las cantadas por Zeca Afonso. Decía entonces:
 
Em cada esquina un amigo.
Em cada rostro igualdade.
Grándola, vila morena
Terra de fraternidade.
 
Ahora, en las tierras del Alentejo, en la maravillosa y arruinada Coimbra, en las barriadas de Lisboa, la letra de la contestación., de la realidad, escribe:
 
Grándola, vila corrupta
terra de desigualdade.

Caxías: la memoria del ayer, la metamorfosis del hoy.

Ya no queda en pie el edificio de la calle de Antonio María Cardoso que pasó a denominarse "Calle de los muertos de la PIDE". La pide era la policía política represiva del régimen de Salazar, equivalente a la no menos siniestra brigada político social del franquismo. En vez de gritos, torturas, regueros de sangre, muertes "accidentales" que precedían a los encarcelados antes de llevarlos a las mazmorras de la cárcel de Caxías, y pese a la oposición de gentes como Saramago y numerosos escritores y artistas, se edificaron en su lugar lujosos apartamentos para los herederos del salazarismo. Desaparecieron los siniestros calabozos equivalentes a los de la Dirección General de Seguridad de la madrileña Puerta del Sol que ahora ocupan -restaurados y reconvertidos-  los herederos del franquismo. Caxías -también aquí se destruye y reconvierte, pese a la oposición ciudadana la cárcel de Carabanchel- se encuentra en un montículo de los que rodea Lisboa, en el camino de Estoril. Estos lugares que evocamos conforman la trágica memoria del pasado portugués, coetáneo a la España de Franco. Caxías fue el primer edificio oficial en el que yo entré , junto a unos reporteros alemanes, antes de que transcurrieran 48 horas del 25 de abril de aquel año de 1974. El 26 de abril la cárcel se había rendido a un grupo de paracaidistas y fusileros de la Armada portuguesa, que doblegaron a los policías y guardias que habían pasado la noche precedente quemando los informes y documentos allí archivados. Publiqué en la revista Cambio 16 un extenso trabajo titulado "Las mazmorras de la PIDE". Luego de la visita, de ver los arañazos, restos humanos de las minúsculas celdas que a tantos presos portugueses albergaron, continué con Otelo Saraiva de Carvalho y otros acompañantes hasta Estoril. Allí, sin resistencia, se mostraron amables y resignados ante nuestra presencia, conscientes de que la revolución pasaría y el casino y cuanto significaba seguiría en pie. Casinos y policías, jueces y banqueros, obispos y oligarcas sobreviven a sus momentáneas derrotas.

Las heridas de la belleza. Los gritos de la rebeldía

Los cuervos de corbatas y trajes oscuros -que se exigen hasta para asistir a los premios literarios ceremoniales, para demostrar como se puede domesticar también la cultura y el arte- solo necesitan paraísos fiscales y paraísos turísticos para sus divisas impresas con la sangre no solo de los trabajadores, campesinos, mineros, obreros de las fábricas, sino ya también con el sudor de los funcionarios y clases medias.
En nuestro discurrir por las vacías autopistas que conducen a pueblos o ciudades del entrañable país, nos persiguen letras escritas con hambre y rabia en los muros de edificios o carreteras:

   Neoliberales, asesinos, terroristas.

Porque el denominado FMI, Fondo Monetario Internacional, es el nuevo terrorismo que amedrenta y sojuzga a los pueblos de Europa del Sur: son la Gestapo con métodos nuevos, aparentemente democráticos y efectos que eliminan sus genocidas consecuencias pero no dejan de empobrecer y asesinar lentamente..
Caminamos por las cuestas y recovecos de la bellísima ciudad de Coimbra. El esplendor  y pasado artístico de la noble ciudad, aparece deteriorado, nadie se preocupa de su envejecimiento, de que se vaya agrietando, aunque permanezca orgullosa de sus heridas, cansada del turismo a la carta cada vez menos rentable y parco en visitas, de alma desgarrada y vencida por los depredadores de la civilización, en parte sus propios hijos corruptos y corruptores. Y leemos en ella:

                                     La mentira, requisito fundamental del político profesional.

Eso grita la mayoría de sus habitantes. Cada vez más portugueses llevan al Parlamento, a las calles de Lisboa su canción de protesta: Grándola, vila morena. Es más que un símbolo, es una llamada a la acción. Ante las polémicas surgidas por hechos recientes en España -habrá que denunciar cada vez con más dureza a Cospedal, ese remedo de los ángeles de la crueldad de triste memoria- nos razonan: el lenguaje es también mentira. Porque los que acosan, los auténticos acosadores, quienes nos cercan y destruyen, en nuestros domicilios, en nuestras escuelas, hospitales, en nuestro trabajo, en nuestras condiciones de vida, en nuestra civilización, son ellos, los que ahora piden más medidas represoras para quienes protestan. ¿Acaso no desearían llenar todos los estadios de fútbol con quienes se lanzan a la calle, realizan estas protestas, únicas armas de defensa que parecen restarles?
Las calles más céntricas o nobles de las ciudades van alternando sus letreros luminosos con tres tipos de anuncios en sus edificios: en uno, Compro ouro (o plata o joyas), en el segundo arréndase (o se vende, en el tercero Banco, sea del Espíritu santo o sea del muy hispano Santander.
El oro, la más antigua ramera del género humano. El Banco: la más poderosa ramera de nuestro tiempo histórico. Los edificios: el grito de los vampiros de los tiempos modernos, la especulación que se alimenta de la sangre de los pueblos.
La gran mayoría de los periódicos, mienten, obedecen como gran parte de los medios de comunicación a los traficantes de los sueños y culturas que los alimentan. Y frente a los periódicos oficiales se alzan aquellos a quienes se les niega la voz, la expresión, la libertad de dirigirse a los otros, a quienes se ven forzados a dejar sus caracteres en los muros de los edificios o las calles:

                                                Tomemos las calles por un mundo distinto.
                                                Ocupemos las plazas para construirlo

El estallido de 1974. ¿Cuándo el del tiempo que vivimos?

16 de marzo de 1974. Caldas da Reinha. 35 oficiales y 55 suboficiales intentan una insurrección que resulta fallida. Proclaman entonces en un documento: "El prestigio de las Instituciones Militares sólo será alcanzado cuando las Fuerzas Armadas se identifiquen con la nación... Sin democratización del país no es posible pensar en ninguna solución válida para los gravísimos problemas que se abaten sobre nosotros" A partir de ese momento 200 jóvenes oficiales preparan la revolución del 25 de abril. Resultará difícil administrar la herencia del salazarismo. Portugal refleja entonces la menor renta per cápita de los países de la OCDE (cien dólares anuales). Latifundio. 25% del PIB para las multinacionales. Inflación galopante. En menos de dos semanas se intenta un contragolpe de Estado. El pueblo se lanza a la calle para impedirlo. Lo paraliza con la ayuda de los jóvenes militares que se habían sublevado. Estados Unidos, a través de su embajador, miembro de la CIA, las cancillerías occidentales, comprenden que es preciso utilizar otros métodos "democráticos". Se comienza por aislar, detener, terminar con los ideólogos del movimiento de los oficiales. Después, el poder del capital, a través de los medios de comunicación y la división de los partidos de izquierda -palo y zanahoria, ya se sabe- irán trazando su camino. Hasta los tiempos de la llamada troika. Todo el poder a los bancos. Una Europa unida en torno a los monopolios y el capitalismo expansivo y represivo. Hoy Portugal, acongojada, con  cada vez más jóvenes exiliados, se encoge, vencida, se  retrotrae al pasado, se posterga en el miedo y la desesperanza. Pero surgen estallidos de protesta, que aún pobres de medios, no carecen de imaginación. Y voces que claman por un nuevo 25 de abril. Quieren ganar a la causa a profesionales también golpeados por la explotación salvaje de que es víctima la Nación: jueces, jóvenes militares, militantes de izquierda no burocratizados, y sobre todo alentar las ideas y la rabia. Solamente expulsando a los lacayos del imperialismo neoliberal se podrá no desandar del todo el camino que se inició el 25 de abril de 1974. Y desde España, acosada por similares problemas, pensamos en una tierra de fraternidade sin fronteras y con sueños de libertad. 
 
 

martes, 19 de marzo de 2013

número 48

Fragmento de la secuencia tercera:
EN AUSCHWITZ NO HABÍA TIEMPO PARA ABURRIRSE.

A Hitler se le apoyó frente  a la denostada República de Weimar y se le permitió hacer y deshacer a su antojo. Y ahora mismo nadie está interesado en conocer qué ocurre en estos campos de la muerte. Sólo les preocupa la marcha de la contienda. Y en la guerra todo es válido. Ésa es la única moral, la Ley". Y añadió ante nuestro silencio, como si hubiera desarrollado esa lección de Historia en numerosas ocasiones y lugares: "El pueblo alemán, antes del Tercer Reich, se encontraba en la ruina, sumido en el caos más absoluto, político, económico y moral". Y Hitler, quienes le apoyaron y vieron en él una manera de sanear sus negocios, terminó con el paro y la inflación. La gente pudo comer, tener un techo bajo el que guarecerse, sobre todo recuperar su orgullo, su prestigio como Nación. Son palabras que recuerdo se pronunciaron en un congreso de intelectuales -catedráticos universitarios, escritores, artistas- en el año 1938 en Berlín. Aunque algunos no lo creáis, fueron muchos, hombres de ciencia y del pensamiento y la creación, quienes apoyaron a Hitler. El populacho podrá ser primitivo, dejarse guiar por instintos primarios, pero los llamados intelectuales no son ajenos a sus intereses personales que anteponen a cualquiera de esos derechos humanos siempre convertidos en papel mojado cuando les interesa a los gobernantes, Y no debe olvidarse que los campos de concentración también hablan de dinero, de la eficiencia de un sistema económico, de las leyes de los beneficios y la importancia de los mercados, en una palabra, del desarrollo de la economía alemana, y en ellos, como hienas entre cadáveres, merodean los empresarios, los banqueros, los industriales que engordan con los esclavos y muertos sus fortunas, sus fortunas no sólo alimentan la guerra, les otorgarán a ellos y a sus descendientes un futuro en caso de perderla, y este genocidio se convertirá en un simple recuerdo para el que bastan unas simples frases de arrepentimiento, a veces incluso ni eso.. La religión les sirve para dominar a los pueblos. Y tampoco han de faltarles nunca periodistas, jueces, profesores, artistas que les apoyen. Nadie escuchará, creerá nuestros testimonios si es que sobrevivimos, y los que los crean no tardarán en olvidarlos".
                              
                          Reflexión al margen de la novela

ÚLTIMO TANGO EN AUSCHWITZ, la novela publicada por Editorial Akal que sale a la venta en los días finales de marzo, es una reconstrucción, desde el presente, de un día en la vida del campo de concentración, narrado por un músico de la orquesta, sobreviviente, que antes de morir, en las postrimerías del siglo XX, y ayudado por textos  y testimonios de otros escritores sobrevivientes de los Lager nos habla del genocidio, del fin de la civilización, de la banalidad del mal, de las relaciones entre la música y el poder. Narración que pretende que el lector se integre en ella para interrorgarse a si mismo sobre si puede escribirse después de Auschwitz, y el tema de la culpabilidad colectiva ante los grandes crímenes del poder, sean políticos o económicos.
 
 
 ALEMANIA. DE HITLER A MERKEL.
La guerra que hoy día no necesita declararse formalmente. Las armas de fuego sustituidas por las armas de la banca y los mercados. Las víctimas de las leyes y las palabras (y los nuevos aliados de Merkel, los Petain, Franco, Mussolini de turno: de Rajoy y Cospedal a los dirigentes italianos, portugueses, griegos)...
 Los alemanes provocaron dos guerras mundiales. Quisieron dominar Europa. Fueron derrotados. Renacieron de sus cenizas. Comprendieron que no eran las armas quienes les llevarían al sueño de ese dominio. El poder del dinero. La esclavitud económica. Hitler amaba los perros. También a Wagner. Merkel ofrece la estampa de una buena ama de casa. Con su mirada dulce nos dice que ama las plantas y le gusta el fútbol. Imponer la grandeza de su Patria se hace a base de sacrificar a otros pueblos. Siempre ha sido así. Su terrorismo ya no deja tras de si campos de concentración, sino hambres, crisis humanitarias. Detras de ellos están los de siempre: bancos, empresarios de armas químicas, de automóviles, de industrias poderosas de desarrollo tecnológico, incluso galeristas y coleccionistas de arte de primer orden.  Las alianzas son, más que políticas, económicas. O de paises siempre neutrales, como Suiza, el gran refugio de los terroristas de sangre azul o blanca.
 
LA CULPABILIDAD DE LOS BURÓCRATAS.
Es el nuevo ejército que conforman el Estado de las alucinaciones realistas de Kafka para servir a los dueños del Castillo, de la Ley y metamorfosear a los ciudadanos.
Nadie es culpable de la violencia que se ejerce contra los oprimidos. Todos los ciudadanos, cada uno en su puesto, se limitan a cumplir las leyes, a ejercer sus oficios con la mayor profesionalidad posible. Sean banqueros, ingenieros, arquitectos, responsables de medios de comunicación, incluso funcionarios políticos o sindicales. La democracia ha desterrado la violencia de los que un día fueron revolucionarios, por eso la represión tampoco recurre a medidas extremas. Hoy los campos de concentración gozan de libertades, en ellos campa a sus anchas la televisión. Apenas se dan, salvo en casos excepcionales torturas o violencias físicas. Al nuevo enemigo, internet, habrá que ir limitándole su posibilidad de acción, neutralizarle. Es el pensamiento el que ha de abolirse. El poder del mercado y de la publicidad forma parte de los procedimientos utilizados por los gobernantes para dominar a la masa y burocratizar la vida y la cultura.
Nada hay más terrible y amenazante para el pensamiento y la libertad que un burócrata convencido de su necesidad, profesionalidad y obediencia para el funcionamiento perfecto del engranaje de la máquina del poder.

Nadie habla de Auschwitz; si habla, no comprende nada; si comprende, lo olvida enseguida
¡Hace ya tántos años que hombres como Stuart Mill, Carlos Marx, Bakunin, Albert Camus, Einstein,
Celan, yacen para los más en el más absoluto de los olvidos...!
 

 

La Linterna del S. XXI