Algunos autores nos encontramos perplejos.
Se habla demasiado de literatura: y tal vez nunca la literatura haya interesado menos que en nuestros días. Se habla de literatura, fundamentalmente, desde los intereses del mercado. El pensamiento, la imaginación y el lenguaje, cada vez, en cambio, ocupan menos espacio en la discusión y el análisis. Podemos referirnos a la historia, reflexionar sobre el presente. Desde la duda y la perplejidad. Hablar de derechos morales y patrimoniales. De lectores, escritores y canales productivos. Un debate abierto al diálogo, si puede existir diálogo sin publicidad.
Comienzo con las prfeguntas. En el tiempo intentaré desarrollarlas, más que con respuestas categóricas, con mayores perplejidades y posibles aportaciones colaboradoras.
1. ¿Se extingue el autor Dios, o al menos su importancia y reconocimiento?
¿Es hoy el autor una víctima más del mercado, a través de sus intermediarios, agentes literarios, editores, distribuidores, vendedores de libros? Una anotación: por desgracia ya no hablo de librerías, las librerías que amábamos, nos educaron, nos ayudaron a vivir, soñar y ser más libres. Las grandes superficies acaparan la mayor parte de la venta de los libros. El libro, para ellas, es solamente un objeto de consumo más, como un detergente. Si resulta rentable ocupa un determinado espacio. Si no, se le guillotina. Y en la política del beneficio y el constante movimiento de mercancías, mo puede retenerse, tiene fecha de caducidad inmediata, es como el papel higiénico, de usar y tirar, tampoco nadie se interesa por su origen y contenido, su importancia la da únicamente la publicidad, el instantáneo éxito, de ahí su ineludible sustitución inmediata por otro producto que le reemplace y mantenga la cadena de ganancias. Y en cuanto al público, el lector, el éxito, ¿cómo se conforman y determinan éstos, realmente existe la libertad de elección o ésta viene manipulada por los poderes económicos y mediáticos que ocupan y dirigen las conciencias, uniformando universalmente a los ciudadanos?
Y el autor, ¿no se encuentra manipulado por estas exigencias, hasta qué punto, sin planteárselo y tal vez no ser consciente de ello, no ejerce una brutal autocensura sobre su obra para acomodarse a las imposiciones de la llamada industria editorial?
2.¿HA DESAPARECIDO LA CENSURA? ¿O SUBSISTE BAJO NUEVAS FORMAS DE CENSURA?
El editor Adan Schifin, ex-director de Pantheon Books, Nuerva York, tras su larga experiencia y lucha contra los editores devoradores de la cultura e impositores en el mundo entero del producto y concepto best-sellers y el libro-basura, escribe:
"Si en muchos países el principal problema cultural era la censura, ahora el propio mercado se ha convertido en censor. Los grandes truts devoran a las pequeñas editoriales, para las que el beneficio y la fabricación de best-sellers no eran el objetivo. Ahora mismo solo quedan 3-4 editoriales de ese tipo y las cadenas de grandes almacenesarrinconan a los libros independientes".
El escritor, en España, pasó de sufrir la censura cavernaria franquista a la del mercado cada vez más supeditado al concepto de libro como mercancía, mero objeto de consumo. Igual pasó en los países ex-comunistas. A muchos escritores de ellos conozco que se quejan de que la situación actual para escribir y publicar es ahora peor, si cabe, que antes. Y el autor se convierte hoy, como hacía ayer, en su propio autocensor. Solo que ayer era consciente de ello y luchaba contra aquella opresora situación. Y hoy se resigna y casi ve normal su "adaptación" al gusto imperante.
¿Y las obras perdidas pòr la censura impuesta por el mercado, van también al limbo de la literatura? ¿Y los escritorers silenciados, desaparecidos, ninguneados por el terrorismo cultural?
La literatura o es libertad o no es nada. Pero la libertad es un concepto que no cotiza en bolsa. Y la literatura concebida como libertad o independencia, se encierra en un verso de Hölderlin:
"¿Qué me importa el naufragio del mundo?De lo único que sé, es de mi isla bienaventurada"
La nueva censura ejercidapor las concentraciones editoriales en grupos oligárquicos, y por la utilización de los medios de comunicación y la publicidad a su servicio, condicionalas relaciones del escritor con el lector. Restricciones, perturbaciones, mediatizaciones que impone el poder cultural -público o privado- a través de la organización de la cultura y la información. La creatividad es libre solamente en la voluntad, imaginación del escritor: a partir de ahí queda supeditada a las leyes impuestas por el mercado. Y el gusto del lector también termina siendo orientado por éste. El mercado es quién ejerce hoy la mayor censura, pétrea o sutil, según las circunstancias: es decir, censura política y censura económica al tiempo. La censura del mercado es sutil: se encuentra adherida hasta formar un solo cuerpo con ella a la organización de la industria editorial que antepone los imperativos comerciales y de beneficios económicos a los literarios, industria controlada por un puñado de multinacionales que terminan condenando a la extinción a las pequeñas y tradicionales editoriales que no pueden competir con ella.
Las leyes vigentes para el libro hoy, en nuestra sociedad de consumo, tiene como fin prtimordial y último la obtención de rentabilidad económica y la eliminación de quién no cumpla dicha exigencia: oferta y demandaechazan la calidad literaria, el interés artístico, como base de su industria, lo que no impide que se produzcan gratificantes excepciones. El informe y decisión final de un responsable comercial ha desplazado al lector literario en las editoriales. Son muchos los autores que escriben ya por encargo, eligen temas de la denominada actualidad, simplifican su estilo acomodándose a las exigencias de las formas expresivas dominantes y utilizadas en otros medios, incluso dejándose llevar por las manipulacines exigidas a los consumidores. Nada es en literatura ingenuo: todo se organiza para provocar el éxito, por miserabler, deleznable que éste sea. Y la multitud, ciega y silenciosase deja llevar aquí, como en muchos otros aspectos de la sociedad de consumo -música, alimentos, hábitos cotidianos- por la tiranía de la moda.
-continuará-
3.