jueves, 23 de junio de 2016

número 114


LA MENTIRA POLÍTICA.

SOCIALDEMOCRACIA Y CONFORMISMO
CIVILIZACIÓN O BARBARIE.
         Con Montaigne y Walter Benjamin

La Mentira.

En uno de sus brillantes ensayos, Michel de Montaigne escribe sobre la mentira. La mentira, a quién más daño hace es a quién la ejecuta, porque le desnaturaliza, deshumaniza, convierte en un buscador del éxito al precio que sea. La mentira puede usarse para halagar a los poderosos o para atraerse a las masas. En política, y sobre todo en tiempo de elecciones, es el arma principal que ejecutan los partidos que buscan votos. Frente a los pensamientos y el rigor de un diálogo que parta de las dudas y pretenda encontrar caminos colectivos para transformar una sociedad, en su afán por gobernar, los que se escudan en ella, esgrimen falsas promesas, disfrazan su ideología, olvidan tratar temas fundamentales que afectan al desarrollo político y social que podrían resultar molestos a la hora de plantearlos, dada la educación, cultura, memoria histórica, alienación, conformismo, de gran parte de los seres humanos a quienes se dirigen. Muestran así su más reaccionaria actividad en la que no dudan en disfrazar sus principios -los que los tengan- y hacer patente que es alcanzar las más altas cotas de poder la verdadera finalidad de sus principios.
Escribe sobre este tema Michel de Montaigne:

"aquellos que hacen profesión de no formar su discurso sino según convenga a los intereses que negocian y según el gusto de los grandes a quienes hablan... Solo por las palabras somos humanos y nos mantenemos unidos entre nosotros."

La mentira, en la boca de quienes discursean en las campañas electorales, es el atributo de aquellos que reniegan de sí mismos para convertirse en marionetas al servicio de lo más deleznable de la política.

La socialdemocracia

En la trasmutación que efectúan, para definirse a sí mismos y a las ideas que desean transmitir a quienes convocan al Gran Teatro de la vida pública que antecede a los fastos políticos de las elecciones, resulta frecuente comprobar como los candidatos se suben al caballo de la democracia -que parece ser una, universal y dogma de fe para todos  sus creyentes-para así apaciguar o convocar a las huestes a quienes se dirigen. Luego, en su nombre, vendrán regímenes como los de Mussolini, Perón o los franquistas que se vanagloriarán de este modelo de sociedad añadiéndoles algunas aclaraciones -orgánica, popular, etc. , olvidando que la socialdemocracia genuina enterró las corrientes revolucionarias que verdaderamente luchaban por una sociedad más justa, libre e igualitaria, y no un capitalismo ´que hábilmente conformara a la mayor parte de la población con sus políticas económicas de explotación de la mayoría por unas minorías cada vez más poderosas, y políticas sociales, educativas y culturales, absolutamente discriminatorias.
Uno de los grandes pensadores escritores del siglo XX, que se suicidó antes de que lo internaran en uno de los campos de concentración que, el régimen bendecido por su pueblo, de Hitler, estableció en gran parte de Europa tras su conquista del poder en Alemania, Walter Benjamín, escribió sobre este tema numerosos trabajos. Un fragmento nos ilustra sobre el papel político y sindical que la socialdemocracia jugó desde su auge, en su oposición a los orígenes del marxismo, hasta nuestros días.
Escribe:


"El conformismo que, desde el principio, ha encontrado acomodo en la socialdemocracia, no solo afecta a su táctica política, sino también  a sus ideas económicas. Y es una causa de su posterior debacle. Nada ha podido corromper tanto a los obreros alemanes como la opinión, según la cual iban a nadar con la corriente. La revolución técnica pasaba para ellos por la pendiente misma de la corriente con la cual creían ir nadando. De ahí había un paso a la ilusión de que el trabajo en las fábricas, que se hallaría en la misma dirección del progreso técnico, representaba ya un logro político...Ya el programa de Gotha porta en si las huellas de este enredo, definiendo el trabajo como "fuerza de toda riqueza y de toda cultura".


Para completar la cita recogemos otras breves líneas de Benjamín en                  

Cultura y Barbarie. válidas para aquel pasado y nuestro presente:


La tradición de los oprimidos nos enseña que el "estado de excepción" en que vivimos es sin duda la regla. Así debemos llegar a una concepción de la historia que la corresponde enteramente".


Civilización y barbarie.
Quizás para no mentir o para no mostrar sus debilidades ideológicas, en la interminable campaña electoral que nos invade desde hace meses, temas fundamentales no se tratan, y apuntamos entre otros: la necesidad de luchar con ideas y planteamientos tácticos contra el cambio climático y la destrucción ecológica del Planeta; la lucha ideológica y práctica contra las religiones y su nefasta influencia desde el inmenso poder que detentan desde España a Estados Unidos pasando por Israel o Arabia Saudí, sobre los ciudadanos; planteamiento de una economía que deje de estar supeditada a los intereses monopolistas y explotadores de quienes desde USA o el Banco Central Europeo la impulsan para agudizar el deterioro de la vida laboral y social de los ciudadanos, lo que supondría un auténtico nacionalismo independentista -no para instaurar un poder continuista allí donde lo plantean, sino para destruirlo precisamente-, y en este terreno incluir temas como los de la OTAN o bases norteamericanas en España y su desligamiento de ambas; la cultura y la educación concebidas no al servicio del mercado, la publicidad y el neoanalfabetismo, sino para expandir la importancia del pensamiento, último reducto de la libertad, la diferencia y la igualdad de los seres humanos, frente al concepto de masa, pueblo, gentes, conformes y educados en los catecismos que se les impone, políticos, sociales o culturales... Podríamos encontrar otros ríos que hablaran de lo mediático -la utilización de las televisiones devastadoras de las conciencias- teatralero, twitero, y de como a esta barbarie solo ha de oponerse otro concepto del progreso de la civilización.

jueves, 16 de junio de 2016

113


FUTBOLISTAS, PERSONAJES MEDIÁTICOS, PROSTITUCIÓN Y LA GENTE


Es una reflexión que no aparecerá en ninguna de las "actuaciones" esperpénticas, teatrales y publicitarias, de los que hablan de política, elecciones y democracia. Nada más hay que ver y escuchar como pasaron más que en un suspiro cuando en el tedioso y casi miserable coloquio de los cuatro candidatos se les preguntó, y por dos veces, sobre el tema de la violencia de género.
 Ellos dicen representar y apoyarse "en la gente", el pueblo, la ciudadanía (por cierto, espantosa palabra). Los de abajo o los de arriba. Masas al parecer amorfas, abstractas, sin singularidad, voluntad, encadenadas a sus designios. Porque lo único que buscan quienes en su lenguaje las utilizan y dicen representarlas, convictas en su entrega producto de su alienación, religiosa, cultural y política, es que les voten unciéndose al mandato que les otorgan para que puedan convertirse en burócratas banales del poder que dicen van a ejercer sin que reconozcan su propia servidumbre a intereses macroeconómicos y multinacionales.
Para eso utilizan, hasta el ahogo extenuante, la televisión, las campañas publicitarias, los lenguajes convencionales y reiterativos, ayunos de ideas, pensamientos, diálogo, ética.

En medio de la reciente campaña surge, uno más entre los escándalos de corrupción que salpica la vida española, económicos, morales, sexuales, el protagonizado por algunas personas dedicadas al fútbol o al cine.

La destrucción de una ética individual y colectiva, la eliminación de la conciencia crítica, la despersonalización de los ciudadanos convertidos en "gente", "pueblo", masa uniforme y  sumisa, fiel a los catecismos y líderes profetas que los necesitan como adictos de sus Iglesias -llamadas partidos- es el objetivo de las prédicas que una y otra vez sueltan en los escenarios.

Existen muchas clases de prostitución femenina y masculina -por desgracia e historia infinitamente más abundante la primera, que todavía el mundo es machista como los profetas y dioses representados por quienes se hicieron "a su imagen y semejanza"- Se da entre la alta sociedad, en los beneficios que el poder económico proporciona, en las instituciones y hasta en la cultura, en la búsqueda de seguidores y espectadores que exhiben los protagonistas de los platós de televisión, en revistas que los mezclan con banqueros, cardenales, potentados de los negocios económicos, políticos en ejercicio del poder, grandes intelectuales o triunfadores en el mundo de las artes y las letras, el deporte. Y las clases más explotadas -los inmigrantes, sean mujeres o niñas y también niños y jóvenes constituyen una de sus más miserables fuentes de negocio- conforman esa atroz realidad que se complementa con la más perniciosa y explotadora pornografía en la que la puritana Estados Unidos ostenta la supremacía del negocio- y que van aliadas a la tortura, la degradación del ser humano, la explotación más inhumana que existe y hasta la muerte-asesinato como punto final a los desdichados que con sus "servicios" intentan sobrevivir.

Pero, y para referirnos a lo que se denomina actualidad, a los ídolos de esa gente no los toquemos. No toquemos ni critiquemos sus  ingresos que debieran producir náuseas y rebeliones -como ocurre con los grandes banqueros y empresarios- en una sociedad que explota hasta la iniquidad el trabajo y la vida de millones de ciudadanos. Si delinquen además a la hora de pagar impuestos, nadie pide inmediata cárcel para ellos. La "gente" aplaude a sus ídolos y triunfadores y se burla y ataca a quienes osen atacarles. E igual ocurre si son depredadores sexuales que se ríen de las víctimas a las que explotan por unas monedas: no se les pueden pedir responsabilidades, lo importante es que continúen recibiendo sus vítores y apoyos. Pasa igual que con las banderas. Aunque estén manchadas de corrupción, de sangre, se envuelven en ellas. También los nacionalismos son ajenos a las posibles culpas y miserias de quienes los representan. Importan más los dibujos o colores de los trapos, los himnos, los cánticos, las multitudes que los cobijan, para las "gentes" de Hitler, Franco, Stalin, Perón, etc.

No, no son temas para hablar, dialogar pausada y profundamente a la hora de tratar de política, de realidades humanas y colectivas. Que sigan las ceremonias, los espectáculos televisivos -importa más cómo visten y actúan sus protagonistas que los contenidos y reflexiones de las palabras que pronuncian- que se emplee la palabrería reducida a alguna frase mal escrita en esos que llaman medios de comunicación, y el vocinglerío.

Votadles, votadles,  que después, cuando el espectáculo ya sea poder, la palabra seguirá muerta, pero los depredadores internacionales que ahora olvidáis, os seguirán apretando el dogal al cuello, que el pensamiento cada vez existe menos. Ah, y que triunfen en el deporte, el cine, donde sea, los de las "gentes", aunque sean depredadores económicos, sexuales, morales. Serán sus ídolos intocables.



La Linterna del S. XXI