En el presente mes de octubre se publica en El Olivo Azul mi novela LAS GUERRA DE ARTEMISA. En mi página web http://www.andressorel.com/ puede leerse un resumen del largo estudio que sobre ella ha realizado el escritor y profesor Jesús Felipe Martínez.
SUMARIO
De la actualidad.
El terrorismo de los lapidarios y las izquierdas.
Eutanasia. Derechos humanos.
Las frases hechas. El mal del lenguaje cotidiano.
La revista Hola, espejo y guía de miserias informativas.
Aristocracias.
Almudena Grandes, un poco más de humildad.
Discurso contra los intelectuales. Ferlosio y Goytisolo.
Colaboraciones:
Juan Mayorga. 581 mapas
Esther Bartolomé-Pons. ¿A dónde vas, criatura humana sabia?
Lorenzo Martínez Aguilar. La tragedia de la mina San José, en Chile
Iñaki Errazkin. Autocrítica
Qué ruidoso se vuelve todo.
Karl Kraus. 1917
¿LA ACTUALIDAD?
El terrorismo de los lapidadores y las izquierdas.
Se informa. Y las izquierdas apenas debaten sobre el tema. Hablamos de religiones, jueces, políticos, jefes de Estado. En Irán, Pakistán, Arabia Saudita, otros regímenes teocráticos, es norma el terrorismo empleado contra las mujeres que viven en sus territorios. Es normal encasillar el término terrorismo bajo el concepto de político, utilizándolo en su aplicación según los intereses del dominador o del dominado. Los otros terrorismos, como el económico y el religioso, son ignorados. Toda guerra es terrorista. Por tanto es tan terrorista, más diríamos porque mayor número de víctimas provoca, la que practica Estados Unidos con sus ejércitos y armas de destrucción de toda índole en paises como Irak, Afghanistan, como las acciones de los comandos que atentaron contra las Torres Gemelas o los metros de Madrid y Londres. No entramos ahora en ese debate. pero existe ese otro terrorismo del que se prefiere no hablar, el religioso, que se lleva a cabo con el amparo e incluso impulso de los poderes políticos, y que no es casual encuentre en las mujeres sus principales víctimas. Herederos de la Iglesia Católica, maestra con sus quemas de libros, torturas, hogueras públicas para los herejes, cruzadas contra los infieles, desarrollan procedimientos tan salvajes como ella, y se ampara naturalmente bajo el "imperio de la Ley y de sus Jueces". Como los jueces del franquismo. Terribles tiempos vivimos cuando el pensamiento de las izquierdas oficiales prefiere obnubilarse antes que denunciar a gritos estas miserables sociedades teocráticas, que, unos por cuestiones tácticas, otros por intereses económicos, establecen como formas de gobierno la esclavitud moral e intelectual de sus ciudadanos, y justifican sus leyes -que no aceptan las expresiones de un pensamiento libre, de ideas y razones y hábitos de vida y culturales ajenos a sus conceptos feudales y asesinos- en tradiciones y doctrinas atribuidas a los dioses y profetas que ellos mismos crearon. Y quienes justifican su silencio bajo el argumento de que son, estos países, víctimas del imperialismo y del capitalismo, no quieren ver que son hoy, serán siempre, sus aliados más fieles y seguros, tan corruptos y explotadores como aquellos de quienes dicen defenderse.
Y la última imagen, no de una mujer lapidada, sino de su sumo ejecutor, resultaría esperpéntica si no encubriera una estulticia desgarradora y cruel. Es la de Ahmadineyad, presidente iraní, en la ONU, balndiendo en una mano El Corán y en la otra La Biblia para justificar su doctrina medieval, cobijándose bajo la irracionalidad y el derecho a ejercer la más dictatorial censura y el abominable terrorismo contra las mujeres de su propio país.
Eutanasia. Derechos humanos.
Mientras nos perdemos en debates estériles, cuestiones bizantinas que ocupan durante meses las páginas de los periódicos, controversias públicas, referendums y debates parlamentarios con temas como el de los toros o del uso institucional de esos trapos pintarrajeados que llaman banderas, nadie plantea en profundidad, con similar empeño, temas que no por viejos dejan de ser vitales y no se encuentran resueltos. ¿Miedo, conformismo, irracionalidad? Perversión ideológica y oportunismo político, diríamos. Como la aceptación religiosa del sufrimiento, del dolor, porque son mandatos divinos. La eutanasia no está aceptada, legislada como necesidad para evitar el inútil sufrimiento. La razón siempre ha estado, continuará estando perseguida. Y no ceden quienes la combaten con sus dogmas. En 1569 ya el calvinista Jean Crespin publicó estos versos gnómicos:
O una vida sin pesar o una muerte feliz.
Es bello morir cuando vivir es penoso.
Es mejor no vivir que vivir con el dolor.
¿Qué día algún criminal, corrupto, cínico personaje de la actualidad no esgrime como arma arrojadiza su "respeto a los derechos humanos" como escudo contra sus tropelías? Mientras la tortura, la discriminación social, cultural, económica, el racismo, las leyes explotadoras, la libertad de enseñanza, el poder policiaco y militar, campan por sus respetos. Porque en España, Estados Unidos, Marruecos, Irán o China, por citar unos países, nadie, salvo los condenados al silencio, pondrían en cuestión que en ellos se respeten los derechos humanos. Como escribiera Albert Einstein: "Una gran parte de la historia la cubre la lucha en pro de los derechos humanos, una lucha eterna en la que no habrá nunca una victoria definitiva. Pero desfallecer en esda lucha significaría la ruina de la sociedad. Al hablar hoy de derechos humanos nos referimos primordialmente a los siguientes derechos básicos: protección del individuo contra la usurpación abstracta de sus derechos por parte de otros o del gobierno; derecho a trabajar y a recibir unos ingresos adecuados por su trabajo; libertad de discusión y de enseñanza; participación adecuada del individuo en la función de un gobierno y negativa a prestar el servicio militar"
Las frases hechas, el mal del lenguaje cotidiano.
Escribió Walter Benjamín sobre Karl Kraus: "El odio con que Die Fackel persigue al pululante linaje de los periodistas es, más que moral, un odio vital, como el que lanza un antepasado sobre un linaje de enanos degenerados. La propia expresión opinión pública produce horror a Kraus. Kraus ha reunido la totalidad de sus energías para la lucha contra las frases hechas, las cuales son expresión lingüística de la arbitrariedad con que la actualidad se va apoderando de las cosas mediante el periodismo".
En España, hoy día, políticos, gentes del deporte, la cultura, las finanzas, la información y la opinión, "viven" de estas frases hechas, sobre todo los hombres y mujeres de los partidos políticos, organizaciones sindicales, parlamentarios, que nos martirizan todos los días con ellas como argumentos fundamentales de su inocua, vacua, inane locución argumental. Expresiones como "con el dinero de todos los españoles" o su variante "con nuestro dinero", "ponerse las pilas", "abrir puertas al campo", "la pregunta del millón", "vamos a por ellos", "niveles de audiencia", "opinión pública", "estado de derecho", "imperio de la ley", "falta de liderazgo", "falta de hombría", "hoja de ruta", "la verdad es que"... Podríamos seguir así: vomitando el lenguaje malhadado que nos envuelve por doquier. Así hasta el apagón definitivo del lenguaje y de las ideas.
La revista Hola espejo y guía de miserias informativas.
Verano de 2010. Continúa la historia de las corrupciones: País Valenciano, Catalunya, Castilla y León, Madrid, Galicia... ¡Qué importa! El dinero de los corruptos es otra falaz definición: paraiso fiscal. Sigamos utilizando los conceptos en sentido diametralmente distinto a su significado: nunca los denominarán como debieran llamarse: "refugios económicos de terroristas". ¿Piensan las gentes que el dinero allí acumulado podría sanear la economía española, y las pensiones, el paro, las inversiones económicas y culturales tendrían otra más social dimensión? No. Bien se preocupan de que no piensen los programas televisivos, las revistas que llaman del corazón. ¡Otra mendaz definición! ¿Por qué no de la putición? ¿Hemos de extrañarnos que voten a políticos o jaleen a dirigentes que chapotean como los más inmundos batracios en la gigantesca cloaca española? El pueblo -pobres y ricos- habla de otras cosas, con otros lenguajes, en la estela ue dejan el Hola y revistas similares. Ahora, además, estas publicaciones ya ocupan la mayor parte de las parrillas televisivas que consiguen las mayores audiencias. ¡Parrillas! ¿Para qué, para asar a fuego lento las conciencias de los televidentes? Auténtica cultura popular: de porteras o taxistas, de informáticos o mujeres de ejecutivos, de profesionales de cualquier índole. ¡Eso sí que son best seller y no los Pérez Reverte, Falcones o Pérezzafones de turno! Veamos de lo que hablan y se ocupan las gentes de España un día cualquiera a través de las profundas informaciones -gráficas y de texto- que les suministra el Hola y reiteran las Tele 5, Antena 3, La Sexta, otras televisiones. Es el lenguaje y el alimento cultural de nuestra sociedad:
"Letizia (princesa) y Amaia, ¿quién es más guapa?". "Dos heteros muy gays: (o quiere decir guays?): Anas Millán e Imanol Arias" "La ex de Rafa Camino tiene respuestas" (No necesito explicar que se ve en la foto) "Feli y Verdasco (tenistas, claro). Chulitos en la playa". "Selena Gámez está que se sale". "Kelli Brook: este cuerpo tiene dueño". "Se lo pasa teta con su novia". Y estos titulares, reportajes gráficos y contenidos, ocupan un solo número.
Prostitución y mafias. Dinero para periódicos y revistas. Corrupción y ladrillo. Más fondos para cuerpos auxiliares. El imperio de la ley, ¿no? Democracia: votantes en el ritual qaue no necesita pensamientos. Y aristocracia, nobleza, lujo, altas finanzas, modas, culturas: revistas de la putición.
Aristocracia.
¿Hasta cuando se va a continuar babeando mediáticamente y concediendo apoyo informativo a toda esa caterva de marqueses, duques, condes, baronesas, príncipes, etc que son auténticoa parásitos de una sociedad incapaz de abolirlos? Proust, el escritor al que a veces se limitan a citar con frases tópicas, fundamentalmente la de "imagínate, lector, ayer mojé en mi té una magdalena, y recordé de pronto que de niño había estado en el campo", es uno de los escritores que mejor retrató a esta maldita chusma que lleva siglos imponiendo su yugo sobre el pueblo. En breves líneas lo expresa Walter Benjamin: "En el tesoro de los prejuicios y las máximas de la alta sociedad no existe una sola que no quede, en efecto, aniquilada por la peligrtosa comicidad de su cháchara... Y se hace pedazos la unidad de la familia y de la personalidad, de la moral sexual y del honor. Proust describió una clase que, en todas partes, se encuentra obligada a camuflar su base material, por lo que ha formado un feudalismo que, carente en si misma de significado económico, le sirve como máscara a la gran burguesía".
Parece hasta lógico, dada su miseria política, moral y humana, que alcaldes como el de Sevilla, responsables del partido socialista, autoridades del PP, y desde luego directivos, conductores, locutores de la basura de los medios llamados de información, les condecoren o jaleen. Lo que nos duele es que no exista quién retrate con sarcasmo y realismo a los Felipe, Letizia, Gunila, Alba, Franco, Romanones, Calvo Sotelo, Siruela, etc. ¿O son estos parásitos tan estultos que no dan ni para eso?
El hoy continúa siempre viviendo en la visión del gran genio, William Shakespeare, Rey Lear, II, 4:
Por el bien de su caballo le untaba el heno con mantequilla.
Almudena Grandes, un poco más de humildad.
Cuando la industria editorial descubre un escritor o escritora que considera puede rendirle más o menos considerables beneficios, no duda en exprimirle hasta el límite. Conforme se desgaste en el tiempo y vaya reduciendo sus ventas, lo abandonará para suplantarlo por otro sin consideración alguna. Mientras, el escritor, obnubilado por su fulgurante resplandor, pierde la capacidad de análisis, se llena de soberbia y solo piensa en aprovecharse de su situación al precio moral, ético y literario que sea. En ese punto álgido que los medios de comunicación explotan igualmente hasta el hartazgo, se encuentra Almudena Grandes. No vamos a hablar aquí de su narrativa. Si nos detendremos en la reflexión que merece su reclamo y proyección publicitaria que la ha llevado en continuados días a multiplicarse en periódicos, radios y televisiones, con entrevistas que entran más en la verborrea que en el análisis literario. Habla de su última novela como un descubrimiento temático propio, en la hipertrofia de quién considera que lo que ella piensa y dice ha de aceptarlo como verdad todo el mundo, y nos explica como ha descubierto al lector hechos hasta ahora no conocidos, como la invasión guerrillera del Valle de Arán en las postrimerías de la segundas guerra mundial por comunistas españoles y "los amores de Francisco Antón y Pasionaria". Cita a Manuel Azcárate como documento que le sirvió para narrar lo que hasta entonces no había sido tratado. Nadie le sale al paso. Tampoco yo voy a hacerlo, ni de seguro Gregorio Morán, Secundino Serrano, Manuel Martorell, Santiago Álvarez, Manuel Vázquez Montalbán, Fernando Claudín, y tantos otros, anarquistas, comunistas, historiadores, ex-guerrilleros, que escribieron sobre estos temas (mi primer libro que los trata data de 1969) tan al parecer "inéditos" hasta que ella "los descubrió". La falta de humildad para hacer un análisis sobrer estos triempos "oscuros" y temas tan implicados en hechos históricos controvertibles, en los que se mezcla lo humano con lo político, el sacrificio y las prácticas estalinistas del principal partido opositor del franquismo, reverdece así en las edeclaraciones de quién sin duda prefiere el sensacionalismo a la reflexión, y piensa que la cultura comienza y termina en su pobre bagaje literario, histórico y filosófico. Ante sus palabras solo nos resta el sonrojo y el silencio.
Discurso contra los intelectuales. 4. Ferlosio y Goytisolo.
A veces, cuando te encuentras con otro escritor, da igual su nombre, te pregunta qué escribes. Si le dices que has terminado un libro, no te interpelará demandándote el tema, planteamiento literario, sino dónde lo publicas. Y de inmediato insistirá: ¿y qué tal te fue con el anterior, cuántos ejemplares se vendieron, y la prensa cómo te trató?
Te dan ganas de responderle con palabras de Torquato Tasso en La Jerusalén liberada. Claro que te preguntaría antes: ¿y ese, vende mucho?
"La fama, que fascina con su dulce son a los soberbios mortales y parece tan hermosa, es un eco, un sueño, mas bien la sombra de un sueño que, al menor viento, se disipa, se desvanece".
Pensar, reflexionar, comunicar, dialogar, drogarte con las dudas, renunciar a lo fácil, efímero, trabajar ajeno al tiempo sabiendo que éste ha de devorarte irremisiblemente, intentando no convertirte en un payaso, en un bufón que haga reir con sus estridencias y genuflexiones, es un difícil camino, pero es el único que puede definir a un intelectual y que te aleja de la pléyade de quienes usurpan este concepto. Y en este discurso contra los intelectuales no pueden faltar las palabras de aquellos que no ejercen como tales, porque son, en el concepto ontológico, realmente sus auténticos representantes..
Rafael Sánchez Ferlosio. La forja de un plumífero. 1977.
"Todavía escribo con el anticuado deseo de tener razón, de convencer a alguien de algo que me parece cierto, tanto la duda de todo "tener razón" como el descorazonamiento de no lograr convencer nunca a nadie de nada me animan cada vez menos a publicar, aunque siga escribiendo y escribiendo eternamente... Primero incurrí en "la prosa" o sea la bella página (Alfanhui); después quise divertirme con el habla (El Jarama) y finalmente, tras muchos años de gramática, encontré la lengua... La industria cultural o la industrialización de la cultura, ha extremado hasta tal punto el rigor de la observancia del derecho narrativo, especialmente desde el cinematógrafo... que ya no extraña siquiera la cada vez más miope, más desavisada y más condescendiente aceptación del recrecido e infinitamente repetitivo imperio de las convenciones narrativas por las personas ilustradas... Hasta la crema de la intelectualidad se toma en serio inmundicias no solo estéticas, sino también ideológicas, como Casablanca o Lo que el viento se llevó... El paradigma supremo de semejante función educativa es, sin duda, Walt Disney, el gran corruptor de menores y la mayor catástrofe estética, moral y cultural, del siglo XX. Todo suele empezar por la estética, pues lo primero que viene es la Fealdad, luego la Estupidez, y finalmente la Maldad".
Para ahondar en el profundo sentido ético y literario de estas palabras, recogemos el juicio que le merecen a Juan Goytisolo:
"El modelo más libre del amor a un saber no rentable me lo procuró el escritor contemporáneo que me merece mayor aprecio: hablo de Rafael Sánchez Ferlosio. Después de esa pequeña joya literaria, Alfanhui y del éxito del Jarama, abandonó de súbito su prometida carrera novelística para entregarse por entero, durante bastantes años, a lo que entendemos hoy por gramática transformacional después de la publicación por Noam Chomsky de Aspectos de la teoría de la sintaxis... El aliciente del saber desinteresado, fruto de su aguijadora curiosidad y afición a disciplinas tan diversas como las que imantaban a los eruditos y monjes del Medievo, lo adivinamos en cuanto calamos en obras a la vez tan armoniosas y dispersas como Vendrán más años malos, Esas Yndias equivocadas y malditas, Testamento de Yafoz, la forja de un plumífero."
Hoy la mayor parte de los intelectuales españoles aparecen más comprometidos que nunca frente a la miseria de nuestra cultura y la brutal opresión del capitalismo en su silencio o su supeditación a las leyes del mercado y enajenación por la publicidad. Junto a ellos, arrogantes analfabetos se pavonean incluso escribiendo o hablando de que ya no existe el compromiso de la izquierda. Claro que las izquierdas oficiales con su servilismo hacen mucho por darles la razón y rendirles incluso culto de vasallaje. Escritores o científicos premiados o bestsellerizados poco tienen que ver con el rigor conque un auténtico intelectual como Albert Einstein encarna este tema, palabras que confirman nuestro discurso contra los intelectuales:
"Jamás he hecho esfuerzo sistemático alguno para mejorar la suerte de los hombres, para combatir la injusticia y la represión ni para mejorar las formas tradicionales de las relaciones humanas. Sólo hice esto: con largos intervalos expresé mi opinión sobre cuestiones públicas siempre que me parecieran tan desdichadas y negativas que el silencio me habría hecho sentir culpable de complicidad (subrayado mío)... Los objetos triviales de los esfuerzos humanos (posesiones, éxito público, lujo) me han parecido despreciables. Hemos de prevenirnos contra quienes predican a los jóvenes el éxito, en el sentido habitual, como objetivo de la vida".
COLABORACIONES
JUAN MAYORGA
581 mapas
Lezcano- 16: “Domicilios de los árbitros de fútbol residentes en Madrid”. El color del circulito indica la categoría en que pita el colegiado en cuestión.
Muñoz- Hay otro con domicilios de jueces, ¿no? ¿El 31?
Hermida- El 35.
Lezcano- Aquí está. Las viviendas también están marcadas por categorías. Tribunal Constitucional, Tribunal Supremo, Audiencia Nacional…
Muñoz- ¿Cómo ha obtenido las direcciones particulares de todas esas personas?
Hermida- No las he obtenido. Los datos me los suministran. Yo sólo les doy expresión gráfica.
Muñoz- Es una de esas personas quien ha puesto en nuestro conocimiento la existencia de sus mapas. Considera que la publicación del lugar donde vive le pone en peligro.
Hermida- ¿Un juez?
Muñoz- Un árbitro.
Hermida- Dudo que quien me encargó ese mapa tenga nada contra los árbitros.
Muñoz- También se ha quejado una asociación vecinal. Están molestos con ése sobre embriaguez.
Hermida- 89: “Número de alcohólicos por cada mil habitantes”.
Muñoz- Los de ese barrio se sienten estigmatizados.
Hermida- Lo siento.
Muñoz- ¿Por qué en naranja? ¿Por qué la máxima concentración de borrachos en naranja?
Hermida- El naranja tiene la particularidad de que…
Lezcano- ¿Acepta cualquier mapa que le encarguen?
Hermida- De Madrid. Sólo de Madrid. No osaría hacer un mapa de otro lugar.
Muñoz- Le gusta Madrid.
Hermida- No. Pero es la ciudad que tengo en la cabeza. Puedo decirle el camino más corto entre Usera y La Vaguada y cuántos quioscos se va a encontrar de aquí al Museo del Prado.
Lezcano- Usted hace cualquier tipo de mapa de Madrid. No importa sobre qué.
Hermida- Es la clave del negocio. Fue idea de mi hermana mayor, cuando perdí mi empleo en esa editorial de libros escolares. Mi hermana me hizo ver que se hacen muchos mapas, toneladas de mapas, pero la mayoría no tienen nada que ver con los auténticos intereses de la gente. ¿De qué te vale la ubicación de los monumentos cuando lo tuyo es la filatelia? ¿Qué importan las zonas verdes si lo que te interesa es la pornografía? Fue mi hermana la que me dio la idea de los mapas personales. Yo no lo veía claro, pero pensé: ¿Qué tengo que perder? Mi hermano pequeño, que es informático, dio forma a la idea: www.mipropiomapa.com.
Lezcano- Son ustedes una familia muy unida.
Hermida- La diferencia respecto de hacer mapas para libros es que lo puedes modificar continuamente, conforme vas teniendo nuevos datos.
Muñoz- Éste fue el primero, ¿no? “Tiendas de mascotas”.
Hermida- Sí.
Lezcano- Trecientos doce mapas. Parece increíble que los haya hecho todos usted, en menos de un mes.
Hermida- En realidad he hecho más. Sólo se cuelga un mapa si así lo quiere el cliente. He hecho quinientos setenta y nueve. Si el negocio sigue creciendo, voy a tener que meter gente.
Silencio.
Lezcano- Quinientos setenta y nueve mapas en veintiséis días.
Hermida- En veintitrés. Los domingos paro.
Lezcano- ¿Podemos hacer una prueba?
Hermida- ¿?
Muñoz- Una demostración. Nos gustaría ver cómo lo hace.
Hermida- Claro.
Muñoz- ¿Qué necesita? ¿Folio?, ¿cartulina?...
Hermida- Din A-3.
Muñoz- Din A-3. ¿Lápices? ¿Ceras?...
Hermida- Lápices. Faber del 17.
Muñoz- ¿Algo más? ¿Un café?
Hermida- Gracias. Con leche, sin azúcar.
Muñoz- ¿Te traigo algo a ti?
Lezcano niega. Muñoz sale. Silencio.
Lezcano- De modo que los datos se los suministran. El trabajo de campo, por así llamarlo, lo hace el cliente.
Hermida- Así es.
Lezcano- 245: “Lugares donde ha estado el diputado Flórez desde el 1 de Junio y tiempos que ha pasado en esos lugares”. Usted no ha seguido al diputado Flórez. Usted no ha estado en su despacho en el Parlamento.
Hermida- No, no.
Lezcano- El mapa lo firma “Colibrí”.
Hermida- Debe de ser un alias.
Lezcano- Probablemente.
Silencio.
Algunos de sus clientes son auténticos enfermos.
Hermida- La gente tiene problemas.
Lezcano- La mayoría de sus mapas son basura.
Hermida- Muchos no tienen valor científico, ya lo sé. Algunos son pura fantasía. 48: “Refugios de hadas, duendes y gnomos”. 77: “Lugares por los que he caminado sonámbulo”. 142: “Mujeres con las que me he acostado”. Pero hay otros que…
Lezcano- La mayoría son mierda.
Hermida- No digo que alguno no lo haya dibujado a disgusto. Pero ¿quién soy yo para decidir si un mapa debe hacerse o no?
Silencio. Hasta que vuelve Muñoz, que pone ante Hermida todo lo que éste pidió. Y un listado con palabras y cifras.
Muñoz- Alijos requisados en Madrid en los últimos cinco años. Ahí tiene todo: puntos de venta, sustancias, cantidades y fechas.
Hermida se pone a trabajar. Muñoz mira el reloj. Silencio.
Hermida- Lo más difícil es establecer el código. Lo difícil no es decidir si utilizas colores o sombreados o figuras geométricas. Lo difícil es expresar de la forma más sencilla posible la imagen que el cliente tiene en la cabeza. El mapa tiene que hablar a primera vista.
Sigue trabajando. Silencio.
Lezcano- 113: “Lugares donde se puede abuchear el himno nacional”.
Muñoz- Es un negocio. El señor Hermida lo hace por dinero, no tiene una implicación ideológica en el asunto. Otra cosa es que se le pueda haber ido de las manos. Pero reconocerás que hay algunos mapas buenos, mapas útiles. 206: “Madrid para mendigos”. Dónde comer de gorra, dónde dormir gratis… Fíjate: puntos donde pedir limosna clasificados por colores.
Hermida- El Madrid de los mendigos no es el mismo que el Madrid de los banqueros o el de los que hablan latín.
Muñoz- 159: “Hoteles baratos limpios”. Me hubiera venido muy bien cuando el divorcio.
Hermida- No es lo mismo Madrid cuando tienes quince años que cuando has cumplido cuarenta. Tu mapa cambia con tu vida.
Muñoz- Con el divorcio, mi mapa de tiendas se transformó. Ya sólo entro donde haya ofertas. ¿Tú te acuerdas de cómo vestía yo antes?
Hermida- “Comercios chinos”. “Dispensarios de metadona”. “Hombres estatua”. Hay quien cuelga su mapa porque puede ayudar a otros. “Tiendas donde el vendedor es agradable”. “Probabilidad de ser atracado en función de día de la semana y hora”.
Silencio. Hermida da por terminado el mapa. Muñoz mira el reloj. Lezcano y Muñoz observan el mapa.
Muñoz- Es muy elocuente. Usted debería trabajar con nosotros.
Hermida- En el colegio, es lo único que se me daba bien.
Lezcano- Hay mapas útiles, desde luego. Pero útiles ¿para qué?
Muñoz- Mi amigo piensa que algunos de sus mapas representan otra cosa de la que dicen representar. Por ejemplo, el 71: “Graffitis”. Lo que mi amigo ve aquí… ¿Por qué no se lo explicas tú mismo?
Lezcano- La mayoría de sus mapas son hojarasca, una cortina de humo para distraer de los importantes. Los importantes pueden ser los en apariencia más tontos. “Graffitis”, por ejemplo.
Muñoz- Qué retorcido. Qué manía no conformarse nunca con la explicación más sencilla.
Lezcano- En lo que mi amigo y yo estamos de acuerdo es en que hay aquí material suficiente para ponerlo a usted ante un juez.
Muñoz- Pero discrepamos sobre el precio que ese juez le haría pagar por haber dibujado estos mapas. Yo soy de la opinión de que la responsabilidad debe recaer en quien se los ha encargado.
Lezcano- En todo caso, el juez apreciará que nos revele sus fuentes. Localizaremos igual a todos estos tipos, pero lo haremos antes si usted nos dice lo que sabe de ellos.
Muñoz- Dando por sentado que la mayoría de estos mapas, y por tanto sus inspiradores, son absolutamente inocentes.
Lezcano- ¿Tendría gracia, no? Que nos dibujase un mapa con los domicilios de sus clientes.
Silencio.
Hermida- No puedo hacerlo. A la mayoría no los conozco. Cara a cara, quiero decir. La mayoría manda la información a través de correo electrónico, abonan la cuota en un número y ya está. Algunos sí, algunos quieren explicarse personalmente. Hay quien cree que sabe cómo hay que hacer su mapa, te vienen con esbozos que da risa verlos. Otros quieren verte porque necesitan aclararse, porque hay quien no sabe lo que quiere. Muchos vienen cargados de prejuicios. La gente desconfía de los mapas. ¿Para qué están hechos, el noventa por ciento de los mapas? Para hacer circular a la gente, para llevarte de un sitio a otro. Los mapas deberían ayudarte a saber dónde vives. Casi siempre se usan para lo contrario, para confundirte. Lo que la gente busca es un mapa que les diga la verdad. A veces es difícil, pero nadie ha quedado descontento, nadie ha pedido nunca que le devolvamos la cuota. Por primera vez en mi vida me siento útil. Ayer se lo decía a mi hermana: “Antes trabajaba para un jefe. Ahora trabajo para la gente”.
Silencio.
Lezcano- 71: “Bares donde no dejamos entrar moros”. 83: “Lugares donde puedo decir lo que pienso sobre los homosexuales”. 111: “Inmuebles vacíos okupables, clasificados por tiempo de desokupación”. 173: “Escenarios de la próxima guerra civil”.
Muñoz- ¿Sabe que insultar, incitar al odio, marcar objetivos a los violentos, son delitos que se pagan con la cárcel?
Lezcano- Un mapa que señala dónde viven los jueces, ¿a quién puede interesarle?
Muñoz- Si el diputado Flórez nunca ha estado en “El búho de Minerva”, nos encontramos ante una calumnia. Si ha estado en “El búho de Minerva”, se trata de un seguimiento ilegal, una violación de la intimidad, quizá un caso de chantaje, de espionaje o de terrorismo. Esos cargos recaerán sobre usted a menos que nos ayude a localizar a “Colibrí”.
Silencio.
Hermida- Podría ser un taxista, tengo varios clientes taxistas. O alguien a quien interesa la política y ha elegido a Flórez como podía haber elegido a cualquier otro. Es lógico que a un votante le importe en qué emplean su tiempo los diputados. O quizá sea alguien que quiere ayudar a Flórez. Si Flórez ve este mapa, quizá decida corregirse, ampliar sus movimientos. “Colibrí” podría ser la esposa de Flórez, o el propio Flórez. Muchos mapas son autobiográficos. “Mis puestos de trabajo”. “Dónde desearía estar y nunca he estado”. “Dónde no tengo miedo”. “Dónde he visto a esa chica”. “Dónde me he cruzado con gente que leía a Dostoievski”. “Dónde yo, hombre negro de veintisiete años, he estado una hora sin que viniese a molestarme la policía”. “Lugares en que la palabra “Atalaya” causa extrañeza”. “Lugares donde me han hecho sentir como una mierda”. “Lugares donde he sido feliz”. Hay clientes que los utilizan como un diario, como una confesión.
Silencio.
El mapa de los jueces quizá quiera hacernos ver que casi todos ellos viven en unos pocos barrios. Y que hay barrios donde no vive ninguno. Quizá quiera mostrar que gente que vive en unos barrios juzga a gente que vive en otros barrios. Si ustedes se fijan, los árbitros de Primera División también suelen residir en unos pocos barrios. Si se comparan los mapas de oficios –por ejemplo, el de banqueros y el de maestros de primaria-, pueden extraerse conclusiones. Quizá el que me encargó ese mapa tenga ese tipo de cosas en la cabeza. O no, no lo sé. Muchas veces, cuando dibujo un mapa, me cuesta entender los intereses que hay debajo. 232: “Lugares donde se reúnen comunistas”. ¿Lo ha hecho un comunista o uno al que no le gustan los comunistas? 253: “Mapa de mi madre”. Dónde se cortaba el pelo, dónde conoció a su marido, dónde está enterrada… También las casas de sus amantes y el lugar donde él la vio por última vez. ¿Un mapa de amor o de odio?
Silencio.
Se ve que muchos intentan decir cosas que nunca han podido decir. Yo sólo soy el traductor. Los colores, las flechas, no son más que eso, traducir lo que ellos tienen en la cabeza. A mí siempre me ha sido más fácil dibujar que hablar. Cuando salga de aquí y cuente a mi hermana todo esto, lo que ha sucedido aquí desde que entré por esa puerta, no diré nada. Haré un mapa.
Lezcano- ¿Un mapa de qué?
Hermida- De este lugar y de nosotros en él. De dónde y cómo se ha movido cada uno. De lo que ha hecho y dicho cada uno en cada momento en cada lugar.
En el suelo, dibuja el mapa.
ESTHER BARTOLOMÉ-PONS
¿A DÓNDE VAS, CRIATURA HUMANA SABIA?
El ya periclitado siglo XX terminó con la consolidación democrática del mundo occidental (por la parte positiva), pero también con la Guerra del Golfo, las guerras de los Balcanes, la amenaza terrorista islámica (que vivió su punto álgido el 11 de septiembre de 2001, al hacer chocar aviones cargados de pasajeros civiles contra el Pentágono y las Torres Gemelas de Nueva York) y todo tipo de terrorismos afines; sobre todo una solapada y cada vez más grave crisis económica que, primero, llevó a la “invasión” de países occidentales más privilegiados por parte de los desahuciados del Tercer Mundo: sudamericanos, marroquíes, argelinos, iraquíes, rumanos, pakistaníes, caboverdianos, gambianos… y un largo etcétera. Crisis que, por fin, ha sido reconocida como tal, como la Gran Crisis de comienzos del siglo XXI que es, y que aquí, en España (y no sólo en España), ya dura más de tres años y no parece tener visos de remitir fácilmente.
El ser humano es tan ingenuo o tan zafio, y tan soberbio en su YO artificial, que llega a creer con sinceridad que únicamente él (el individuo concreto que es) está en posesión de la verdad. De ahí la eterna creencia de que es posible alterar las cosas (las personas, las estructuras, las ideologías, las religiones) mediante la modificación de sus nombres. Así, cuando Lenin proclamó que “la religión es el opio del pueblo” no hizo más que prefigurar todo lo que vino después: desde Roosevelt, Truman, Kennedy, Reagan…, hasta Bill Clinton, con el que entramos de lleno en la era informática y en la comunicación virtual, tan rápida y tan desinformadora como hemos podido comprobar en los ocho años de “reinado” del segundo Bush, y ahora continúa vigente con Obama. Es decir que, en muchos casos, hemos sustituido la religión por la informática y a Dios por Internet. Ya no hacen falta, pues, ni las frases coherentes, ni los mensajes inteligibles, ni la ortografía, ni las palabras claras y bien elegidas. Para no sentirnos solos y auto-engañarnos con una pretendida comunicación (virtual) sólo necesitamos el ruido. Hacer ruido, mucho ruido…, aunque con auriculares para no molestar al vecino, que igualmente se molestará con cualquier otra cosa que hagamos.
Tantos avances tecnológicos, al no ir acompañados por la paralela madurez psicológica, llevan no sólo a una inevitable tergiversación de valores, sino también a la destrucción del medio ambiente mediante la contaminación general, la acumulación de residuos tóxicos e indestructibles, la desaparición cada vez mayor de recursos naturales, la muerte del mundo conocido… El Mal (con mayúscula), que está aquejando al hombre de hoy más de lo que ha hecho nunca, reside en la progresiva y alucinante materialización de la existencia. Los nombres habrán cambiado, pero las actitudes permanecen. La psique del hombre apenas ha variado en más de veinte siglos y lo que llamamos “evolución” es únicamente “progreso”, y progreso tecnológico además. Esto nos coloca ante una verdad terrorífica: siempre seremos los mismos “bárbaros del Norte” por más refinamientos exteriores que disfracen nuestra barbarie.
El ser humano, que huye de la muerte y se niega a aceptarla, pues le tiene mucho miedo, necesita creer en algo para no morir del todo; llámese este algo la vida feliz del más allá o el ideal de Acracia, da lo mismo. Si no puede creer en Dios, confiará en Internet; si le aburren los rituales religiosos, los sustituirá por el ritual del DVD o los juegos de ordenador; si no puede invocar a los santos para solucionar sus problemas, se montará en su automóvil para hacer kilómetros y kilómetros hasta obnubilarse con la velocidad. O buscará un chivo expiatorio en quien desahogar sus propias carencias no asumidas. Nada ha cambiado en definitiva: la religión (sustitúyase aquí “religión” por el nombre “moderno” que se prefiera: materialismo, lucha competitiva, consumo, afán de acumulación de cosas) sigue siendo el opio del pueblo.
Es sorprendente la capacidad de supervivencia de las especies, pero la humana sobrepasa a todas en adaptabilidad. Para sobrevivir a la náusea tiene que acostumbrarse al horror; y el ser humano ha llegado a adaptarse tan bien al horror cotidiano, que puede oír o ver las peores atrocidades sin que se le altere la digestión ni, mucho menos, el sueño. Hablando siempre en términos generales, este grado de progresiva indiferencia que está padeciendo la Humanidad ante una masacre, un atentado, un acto de violencia, un accidente mortal o el hambre persistente de un niño… es síntoma de la mayor degradación y un factor muy preocupante y decisivo entre los rasgos que caracterizan la psicología del hombre y la mujer de hoy. Porque este progresivo embrutecimiento, que se hace cada día más evidente, puede acabar convirtiéndose en un arma de doble filo que, a modo de boomerang, revierta sobre la Humanidad misma hasta su total aniquilación.
Cuando los problemas de la existencia se nos echan encima, cuando la crisis vital (económica o personal) asoma en lontananza cada vez con más virulencia y en lugar de enfrentarnos a ellos y a ella cara a cara optamos por buscar sucedáneos menos peligrosos en quienes descargar nuestros miedos y nuestras frustraciones…, nos auto-engañamos y nos creemos triunfantes, mientras lo que en realidad hacemos es hundirnos más y más en la falacia y en la escoria.
¿Quo vadis, homo sapiens?
LORENZO MARTÍNEZ AGUILAR
LA TRAGEDIA DE LA MINA SAN JOSÉ, EN CHILE
Estoy siguiendo con atención, expectación y tensión la tragedia que están viviendo los 33 mineros (y sus familias) que han quedado encerrados en la mina San José, en Chile. Quizás es ese grito de pasado el que ahora se alza por mi memoria para empujar palabras de aliento y solidaridad, como un hilo por el que corre el mismo idioma, las mismas sensaciones de que pertenecemos a aquella estirpe que trastea en las entrañas de la tierra para buscarse el pan a cambio del riesgo de la vida. Aunque, ahora, lo nuestro sea un recuerdo. Y lo de allá, en la mina San José, una tragedia que lucha denodadamente contra el tiempo y la montaña para que acabe la pesadilla.
Los dioses de las profundidades telúricas de la tierra acaban siempre vengándose de una forma y otra de los metales que los hombres arrancamos al infierno de sus filones. Unas veces con catástrofes y accidentes como este; otras, con la traición mortífera de las galerías; y siempre con las diversas formas dañinas y enfermizas que tiene el ritmo lento y vengativo de los metales: la sílice, el salitre o el albayalde.
Pero lo peor no es esa venganza invisible e improbable de los dioses, o su expresión simbólica, mitológica o literaria; lo peor –como casi siempre-, es la propia necedad humana. En mi seguimiento de la información, también he podido conocer la escasa legislación preventiva de la minería chilena para mejorar sus condiciones de trabajo; como si las explotaciones aún siguieran guiadas por la misma temeridad que señalaba el tiempo antiguo y cobrizo de siglos atrás.
Las entrañas de la tierra son impredecibles, tienen cosida la catástrofe a su propia naturaleza. Y aunque el hombre necesite sus metales y los explote desde hace milenios, ir abriendo el agujero que se traga la luz, socavar su oscuridad, buscar el preciado filón, rondar las aristas vivas de los minerales, respirar el calor que fragua Vulcano en sus profundidades…, no deja de ser inhóspito, terrenos donde el hombre siempre es recibido como un extraño y sus herramientas como una agresión. Y ambos se pagan con el síntoma del riesgo permanente.
Las técnicas de explotación y de seguridad laboral minera avanzan, precisamente, y consisten en prevenir lo más posible los sobresaltos con los que a veces los metales practican su venganza brincando sobre los hombres y mordiendo a los que socavan sus entrañas. En Chile, los mineros, para sobrevivir cada día, siguen arriesgando sus vidas enfrentándose diariamente a las simas con acciones legendarias, arrojo e intrepidez; con el oficio de la epopeya, la habilidad de conocer las interioridades de los filones y la heredad de las leyendas de sus ancestros. Esta vez la muerte contó antes con el azar, y el destino se apiadó de esos 33 mineros, ahora encerrados a 700 metros de profundidad.
Escribo este artículo desde Linares, en cuya memoria aún permanecen bien visibles las cicatrices que la minería dejó durante milenios esparcidas por un paisaje donde cabrias, terreros, escombreras y areniscas, tienen grabadas la sangre, el sudor y ese rasgo quejumbroso de subsistencia que se asoma a las fotografías antiguas, ahora testigos silenciosos que la herrumbre ha clausurado y el tiempo ha vestido de recuerdos. Los linarenses no olvidamos la base de nuestra procedencia histórica, nuestro pasado y sus tragedias. A lo mejor, por eso justamente, cuando ocurren catástrofes como la que estos días viene sufriendo la minería en Chile, despierta un espíritu de solidaridad quizá larvado pero desde luego nunca extinguido.
Ojalá lo más pronto posible el sol ponga luz sobre la oscuridad de esos rostros ahora encerrados en la profundidad áspera de una mina; calma y abrazos en sus familias, por su heroicidad para afrontar esta situación. Aunque más allá de todo esto, en su vida habite la hazaña diaria de la subsistencia, el anonimato y un limbo legislativo que no atenúa lo más posible que ocurran catástrofes como esta. Como antaño ocurriera en Linares y en todo el coto minero de la provincia de Jaén.
IÑAKI ERRAZKIN
Autocrítica
No sé ustedes, pero yo me metí en esta guerra para ganarla. Con la edad se le quitan a uno los complejos y cuesta menos hablar claro. Los objetivos estratégicos de la causa que comparto, como los mandamientos de la mitología católica, se encierran en dos: socialismo e independencia para todos los pueblos del planeta, comenzando por el mío. Sin embargo, desprovisto ya de ingenuidad, soy consciente de que nada se consigue por la gracia divina. Todo hay que pelearlo, y todo, por aquello de la dialéctica, hay que pelearlo contra alguien, en este caso contra quienes apuestan por el modelo social y político antagónico: capitalismo e imperialismo. Lucha de clases, se llama la figura. Localizado y definido el oponente, toca ahora valorar la relación de fuerzas a calzón quitado, sin euforias ni triunfalismos que sólo pueden conducir a la frustración inherente a la derrota inesperada. Menospreciar la capacidad lesiva del adversario es la manera más rápida y segura de salir trasquilado de la empresa y retrasar el proceso sine die.
Lo queramos o no, participamos en una carrera mixta, de obstáculos y de fondo, en la que, según las reglas de nuestros enemigos, todo vale. Ellos emplean a su discreción la represión y la mentira, la violencia y la tergiversación. Con su organización político-militar estructurada en cuatro frentes complementarios perfectamente coordinados (legislativo, ejecutivo, judicial y mediático), con centenas de miles de liberados -bien remunerados a cargo de los presupuestos generales-, con el apoyo interno y externo de poderosos usureros e influyentes chamanes, la gigantesca banda armada a la que nos enfrentamos ha logrado subvertir la realidad afianzando el orden establecido que nos ha impuesto para perpetuarse. Doscientos años después, los súbditos borbónicos, sumidos en la más absoluta inopia intelectual, vuelven a gritar, esta vez silenciosamente, el humillante «¡Vivan las caenas!». Han cambiado sus sueños de libertad por la seguridad que siente el ganado en el establo (obsérvese que establecido y establo son palabras hermanas).
Así, quienes nos negamos a pastar en la fértil, pero cercada, dehesa de lo políticamente correcto nos encontramos más solos que nunca, además de seguir, como siempre, mal avenidos entre nosotros. Todos somos cabezas de inocuos ratoncillos que el rey león barre, sin mayor esfuerzo, con un ligero movimiento de su cola. Nos falta honestidad para autocriticarnos, inteligencia para reconocer que no hay verdades absolutas, generosidad para renunciar a nuestras vanidades, voluntad para aliarnos tácticamente, capacidad para propagar nuestro ideario y astucia para diseñar un plan de acción realista, asumible por nuestro público objetivo que hoy nos siente como algo ajeno. Intentamos resarcirnos del estrepitoso y continuado fracaso proyectando a distancia nuestras ilusiones revolucionarias; avivando, como debe ser, luminosas hogueras ultramarinas, pero incapaces de encender la propia chimenea.
Reconocer los fallos ya supone un paso adelante, pero para superar la palmaria realidad aquí descrita no es suficiente tener razón. Hemos de rectificar lo indeseable y debatir el tiempo que sea preciso hasta alcanzar un acuerdo de mínimos que nos permita avanzar. Es muy difícil, lo sé, pero también es muy necesario. Y muy urgente, además.
(*) Nota bene: Este artículo lo publiqué bajo seudónimo en el diario digital inSurGente.org en agosto de 2008. Dos años después lo considero más vigente que entonces, si cabe.
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