jueves, 16 de abril de 2009

Las televisiones. ¿Hasta dónde llegará el gobierno?

Primero fueron los bancos. A los señores de la explotación hay que auxiliarlos para que no pierdan sus intereses... depósitos en los paraísos fiscales, inversiones en fincas lujosas y protegidas, para que sus sueldos millonarios no mengüen. Mantener la banca privada es mantener el sistema de explotadores y explotados, de corruptos que nunca pagarán sus culpas porque la ley y la justicia los protegen, de condenados a sobrevivir cada vez más precariamente, o de seres humanos tratados como mera mercancía -los inmigrantes- de usar y tirar.

Y ahora le toca el turno a las televisiones. No se dictarán medidas para regenerarlas, para atajar ese mal endémico, auténtico cáncer para el pensamiento, la cultura, la formación del ser humano, que conforman las llamadas televisiones privadas. Algunas al servicio de la ultraderecha, del fascismo de nuestro tiempo histórico. No: hay qye ayudarlas para que se mantengan o incrementen sus ingresos publicitarios y puedan continuar embruteciendo, asesinando lentamente al ser humano que llaman ciudadano, más ciego, sordo y mudo que nunca. Se trata de cortar los ingresos a las televisiones públicas para derivarlos a las otras. No se habla de mejorar los contenidos. De que se forme un contrapoder al imperio del mal que se extiende por los imperios de la comunicación cada vez más monopolista, salvaje, terrorista. No: ha llegado la hora de sacrificarlas en nombre de la sacrosanta iglesia privada del consumo y la publicidad. Y todo, para más sarcasmo, en nombre del socialismo. ¡Qué perversión! ¡Qué pesadilla! Un fantasma, llamado democracia, anega el mundo.

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