miércoles, 1 de julio de 2009

Irán

Pensar desde la izquierda, pero en la independencia cítica, resulta cada vez más difícil. Los estereotipos, las dependencias de sistemas políticos aparentemente antagónicos, nublan los análisis que han de realizarse sobre los gravísimos problemas que atraviesa el mundo en que vivimos. No es algo de nuestros días. El siglo XX está lleno de despropósitos. Los partidos comunistas fieles al estalinismo que no protestaron de sus métodos nunca. De allí se pasó a la mayor alienación imaginable: la de apoyar al régimen genocida de Camboya porque se decía comunista. En el lado contrario Estados Unidos no dudó en alinearse con Afganistán o con el Irak de Sadam Husseim porque así convenía a sus intereses estratégicos de entonces.

Estos días hemos vivido la farsa de las elecciones en Irán. Y uno lle declaraciones de partidos de izquierda -en su definición. o de las múltiples ramificaciones com unistas, que con tal de críticas -y es justo se abomine de ellos- a los medios de comunicación occidentales, o a la falsedad de la democracia occidental, no dudan en apoyar al retrógrado y medieval régimen de los oligarcas y fundamentalistas iraníes. Si el Papa es nocivo, y su poder ser sitúa, más allá de la religión, al servicio de los intereses financieros y explotadores del más salvaje capitalismno, incluidos regímenes fascistas, los ayatolas o clérigos religiosos de países como Irán, significan un retroceso a prácticas medievales y un atentado a la libertad, al desarrollo del ser humano. Es inconcebible que se pueda apoyar el oscurantismo y el fanatismo asesino, la teocracia esclavizante.
El mundo actual se ha convertido en una pesadilla. Tal vez que se extinga el pensamiento es lo justo cuando el pensamiento abdica de estar al servicio de la duda y la libertad. Por cierto, quienes son coherentes siempre en su acción política, son los militares y los jueces: esos no equivocan sus juicios. Siempre que pueden y les dejan, actúan, como ha ocurrido en los días finales de mayo del 2009 en Honduras. ¡Cuánto echa en falta la auténtica derecha, la fascista, un mundo como el que vivía bajo golpes militares, en el que las urnas, en vez de estar para tergiversar los resultados electorales, sirvieran solamente para que los fusiles las destruyeran, antes de ocuparse en cosas más serias, como las de matar seres humanos!

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