miércoles, 2 de enero de 2013

Número 43

PASCUAS. RITOS. ALIENACIÓN. ¿Y DESPUÉS?
Primer Manifiesto del año 2013.

En sus Carnets, marzo de 1942, escribe Albert Camus:
"Somos el resultado de veinte siglos de imaginería cristiana. Desde hace 2.000 años se presenta al hombre una imagen humillada de si mismo. El resultado está a la vista. En todo caso, ¿quién podría decir lo que seríamos si hubiera perseverado en estos veinte siglos el antiguo ideal clásico, con su bella figura humana?"
Hoy todos os felicitan las Pascuas. Mañana volverán a hablaros de la crisis y la necesidad -perdonad que vomite mientras escribo palabras pronunciadas por repugnantes personajes- de "apretarse el cinturón" y aceptar sacrificios para resolver los problemas del bla,bla,bla.
Ni resignación cristiana ni escucha de proclamas burocráticas políticas. Todos mienten. Solo piensan en sus intereses personales. En conservar o alcanzar las distintas formas de poder, único fin de su ideología. Mantener sus prebendas, sus escaños de la democracia virtual, creerse importantes porque salen en televisión, orgullosos de "mandar", que si no gobiernan hoy sobre todos, gobernarán mañana, y mientras eso llega, al menos "gobiernan a los suyos".
La imaginación revolucionaria es más importante y necesaria que nunca. Y son los jóvenes violentos y airados y que conservan todavía la capacidad de pensar, quienes pueden empujar a los trabajadores -la mayor parte de los ciudadanos- y a quienes carecen de trabajo, a una contestación no tibia, pasiva, sumisa al fin, sino violenta y revolucionaria. Que comienza con la denuncia de quienes predican el conformismo, la pasividad, la resignación. O de quienes únicamente imponen las ordenadas manifestaciones que comienzan tocando el pito y acaban con las porras o en caso de simbólicas huelgas con el descuento de las cada vez más enflaquecidas nóminas. Pero que justifican a quienes cumplen así su función opositora al tiempo que contribuyen a mantener el orden impuesto por los poderes que les pagan. Sería preciso que ni uno solo de esos políticos o dirigentes sindicales cobrara un solo euro de los explotadores del sistema en el que cohabitan, para creer en ellos, para que pudieran convertirse en auténtica oposición al devorador capitalismo impuesto en el llamado mercado europeo. O que si les mantienen no acepten sus reglas y las desafiaran con violencia semejante a la que ellos imponen a través de sus sicarios, policías, medios de comunicación, leyes o preceptos religiosos.
Ese homúnculo propio del siglo XXI que aparece como máximo gobernante de la llamada Comunidad de Madrid, dice que debe limitarse -supongo quiere decir terminarse- con el derecho a la huelga. Mientras busca convertir Madrid en el Chicago años 20. Que lo haga y consiga. Para que el viento devastador cree el auténtico tsunami que necesita la contestación política y revolucionaria en nuestros días. Que se rompan las falsas normas de conducta de quienes lo único que añoran es el orden imperante en gran parte de Europa al final de los años 30. Vayamos al caos, a ver si así los gritos no se detienen en las esquinas en que pretenden confinarlos.
Los representantes de los partidos políticos escenifican la comedia del poder y la oposición -Rajoy Rubalcaba a la cabeza- para luego, en saraos y escenarios abiertos a los decorados de la farsa democrática, abrazarse entre si. Cuando el primer mandamiento de quién piensa de manera distinta al del terrorista manipulador de las conciencias, al corruptor de la vida social y cultural de nuestros días, es el de escupir en la estela que a su paso vaya dejando.
El silencio del intelectual, que hoy solo parece sentirse realizado si aparece en las fiestas de la cultura espectáculo, de la cultura mercancía, de la cultura fiesta del mal gusto y la degradación estética imperante, al lado de maleantes o criminales que dicen patrocinar el arte, o colocado como un pelele en un rincón  de cualquiera de los grandes almacenes que le ofrecen un día de éxito para que firme sus obras a los humanos víctimas de la publicidad y debilidad de su pensamiento. Todos han de ser igualmente denunciados. Los discursos de Reyes, Presidentes de Gobiernos, Generalitates, Papas y demás ralea "honorable" debieran arrojarse a los cubos de la más putrefacta basura sin comentario alguno. Traidores denunciables ante la historia, la libertad, o el pensamiento son tanto el Premio Nóbel de Literatura como el máximo responsable gubernamental español, catalán, yanqui o iraní, y sobre todo, esos tíos o tías que nos cercan día tras día con su presencia y jerga tan nociva como incomprensible y que se enmarcan en letreros que hablan de comisiones europeas, fondos monetarios internacionales, organizaciones bancarias y demás engañifas en las que esconden sus latrocinios.
Suprema maestra ha sido durante veinte siglos la Santa Madre Iglesia en el arte del engaño para salvarguardar su poder y sus intereses económicos. Ahora, cuando pasen sus fiestas, las "felices fiestas" y demás zarandajas estúpidas solo dejarán otra vez la melopea de los lamentos y súplicas a quienes se quejan de su suerte y de las constantes malas noticias que les envuelven. Y la única defensa que le resta a quién no desee ser sacrificado lentamente, día a día, hasta el sacrificio final, es la de atacar, unir su protesta no mediatizada a la de la mayoría sujeta a su condena para hacer imposible la vida y el negocio a sus explotadores, no olvidando que si en los Guindos o Ratos se escenifica parte de la culpa de sus sufrimientos, esos otros personajillos a los que nos hemos referido, como el director de cualquier periódico de los que no tienen más remedio que leer porque para eso les pagan quienes impiden exista otra manera de informar y opinar, arrastra igualmente idéntica responsabilidad en la "banalidad del mal" que nos consume.

Cerremos con Albert Camus este breve Manifiesto piadoso:
Lo que reprocho al cristianismo es que sea una doctrina de la injusticia.
Y a ver si algún día no necesitamos de las Felices Pascuas para no ser un momento felices, sino que creamos la sociedad del culto al placer y la libertad ajena a dominadores y dominados, explotadores y explotados, y somos felices cuando nos de la gana y no cuando lo programen para instaurar el resto del tiempo el dominio de la infelicidad.

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