lunes, 4 de marzo de 2013

Número 47.

Carta a los intelectuales
II.
Cospedal y la Tercera Noche de Walpurgis

El habla y la escritura de hoy en día, incluidas las de los expertos, han convertido, como quintaesencia de una decisión frívola, el lenguaje en basura de una época que extrae del periódico todo su acontecer y experimentar, todo su ser y valer.
                                                         Karl Kraus. La lengua  1932
 
Ya Goebels organizaba la oficina de prensa y propaganda que marcaría el reinado de Hitler.
El habla de los dirigentes del PP es la gran basura de nuestro tiempo. Pero la frivolidad y banalidad de nuestro tiempo atiende más a las formas que al contenido. Y a veces la imagen oculta el frondoso bosque, putrefacto y corrupto emitido desde los bustos parlantes que lo emiten.
Nos fijamos como representante que mejor encarna la frivolidad y la mentira, la reiteración torticera de los mensajes y las palabras espurias que los llenan, en Dolores de Cospedal, tal vez quién más tiempo aparece en los medios y cuyo rostro se presta a los análisis frívolos cuando no machistas de muchos comentaristas.
En la sociedad de la moda y del espectáculo los figurantes se preocupan más de los aspectos estéticos, de su apariencia física, de las ropas que visten y la gesticulación que ofrecen al público, que de sus palabras, toscas, rituales, tan parcas como falaces y carentes de ideas.
Repetir cuatro o cinco tópicos, mentiras pronunciadas con énfasis para que a fuer de reiteradas parezcan a los más simples verdades. Cospedal es uno de los ejempolos más fehacientes de esta robotización de los políticos. Se compone y recompone estéticamente una y otra vez y a su imagen y semejanza algunos estúpidos y necios cronistas al referirse a ella hablan más de lo guapa que es, el estilo que ofrece, que del contenido de sus intervenciones. No nos extrañaría que terminen extendiéndose más sobre el color y brillo de sus ojos, el vuelo de su melena acompasando el movimiento de sus hombros, la delicadeza y bien ensayada compostura modosa de su cuerpo para ocultar cualquier insinuación del mismo, y su ofrecimiento entre virgen cristiana y criatura provocadora de las desviaciones de algún voyeur más que literario seguidor de las secuencias descritas en sus novelas por el Marqués de Sade. A los escritores e intelectuales -de Valle-Inclán a Picasso, de Artaud a Bacon- debiera surgirles la idea de reflejar en una nueva corte literaria o pictórica los milagros que ofrece la actual representación de los dirigentes del PP. Sus mujeres, tan  ontrastantes, pero también sus hombres, desde la agónica faz y rictus agresivo de Guindos a la evanescencia cómica de Montoro pasando por el ilustre representante de los condes y barones inmortalizados de Transilvania que encarna el Presidente de todos ellos. Porque el tiempo que vivimos es más que para lamentaciones y resignación en el papel de humillados (que ofrecen a los ciudadanos los ofensivos poderes lacayunos que prestan su imagen y sus leyes a los auténticos ocultos magnates del poder real, no virtual, al fin medrosos y vulgares representantes de los señores de la dictadura que gobiernan, no en nombre de la democracia, sino de los llamados mercados del mundo), para que las víctimas mudaran su pasiva piel por la más agresiva de los lobos desesperados que se rebelan contra los opresores y sobre todo para que los intelectuales desempolvaran -quienes, y son mayoría, no lo han hecho- su pensamiento en agresiva rebelión y crítica despiadada artística y filosófica, tan subversiva como imaginativa y creadora.
Esta situación motiva mi reflexión carta que bebe de fuentes de quienes supieron en otros tiempos y circunstancias burlar el poder, revolverse contra él, con interpreteaciones y descalificaciones descarnadas del mismo.
Regresamos a Karl Kraus en su Tercera Noche de Walpurgis.
Lo visto en aquel sueño angustioso de una putrefacción cultural, de pesadilla en negro, blanco y rojo, el fantasma prensante hecho de sangre y papel, torna a surgir hasta alcanzar la vivacidad más letal. La constatación de la existencia de una locura en aquello que se llama fijación de objetivos y que lo hace realidad de manera contundente (...) esa unidad de culpa y mentira, donde el acto recurrente en coartada y el honor en gloria -"¿esto crees tú de mí?" pregunta el autor del crimen y persigue al testigo acusándole de propaganda- : todo ello hace que carezca de esperanza cualquier aproximación del intelecto al problema.
Dolores de Cospedal busca, amparada en su ritualizado rostro, una apariencia que imite la imaginería de las Vírgenes de las pinturas "más piadosas" para ocultar su férrea compostura de tigresa de la política ejercida como dictadura al servicio de la minoría que se lucra de los beneficios producidos por el ejercicio del poder. Su frialdad me recuerda imaginativamente lecturas sobre determinadas SS surgidas en testimonios y novelas que saben adentrarse más allá de la sonrisa en la frialdad de quién ejecuta sin temblor alguno los servicios encomendados. Es la secretaria del PP. Y sus palabras son siempre dentelladas a la educación, sanidad, derechos laborales, buscando al tiempo descalificar a quienes se manifiestan contra ellas; significan la más vergonzosa agresión, desde una información controlada, a los españoles, desde los tiempos del franquismo. Ella es la garganta profunda de un Rajoy que no está dotado para la representación, ni gestual ni de oráculo. Rajoy es su Führer, y la política que reclama es la que antecede al ocaso de cualquier socidad mínimamente democrática. Por eso recurrimos, para finalizar este tema, nuevamente a Kraus y su Tercera noche walpurgiana:
Porque cuanto aquí ha ocurrido se ha plasmado verdaderamente según el plan de hacer retroceder la humanidad -manteniendo, eso si, una maquinaria que tiene culpa en su degeneración -hasta llegar a la situación previa al pecado original, y de reducir la vida del estado, de la economía y de la actividad cultural a la fórmula más simple: la del exterminio; y el escéptico, que alguna vez querría también relajarse, se sabe asimismo incluido en el portento de semejante simpleza. Percibe la injusticia de que el don de esa capacidad para entregarse sólo sea dado a los creyentes y a los convertidos... esos seres dignos de envidia que según el Völkischer Beobechter, al que no se le escapa nada: como nosotros, aprendieron a renunciar a toda la diferenciación del intelecto, para no solamente adorar a un Führer como éste, sino directamente amarlo.

Algo que, añadimos nosotros, no solo le pedía la opinión de un periódico, sino desde su cátedra de Filosofía en Friburgo el Rector tan "ponderado" Heidegger.
Aquí, a falta de filósofos como Heidegger tenemos a comunicadores, opinadores, opinionistas travestis de la izquierda reconvertidos a la feroz ultraderecha que campan a sus anchas por tribunas de televisión, prensa y radio.
Para quienes prefieren no ver cuanto ocurre hoy en España, o ser testigos mudos de su tiempo, diré con Baudrillard que:
La cobardía intelectual se ha convertido en la auténtica disciplina olímpica de nuestro tiempo.

O reflexionaré con Samuel Beckett, cuando recordando al hombre autor del Ulises escribía:
Para Joyce no existía ninguna diferencia entre la caída de una bomba y la caída de una hoja.

1 comentario:

Carlos Sánchez Lozano dijo...

Gracias por el texto que me ha parecido muy interesante.

La Linterna del S. XXI