MANIFIESTO CONTRA LOS INTELECTUALES
Y palabras de Elías Canetti e Ingeborg Bachmann.
Hay que fomentar las barricadas de las ideas, de las formas de denuncia y oposición a la antidemocracia que tantos intelectuales jalean o aceptan en silencio porque sirve a sus malditos intereses.
I
En los momentos de crisis, es decir, cuando el capitalismo y las fuerzas más reaccionarias, Iglesia y Banca entre ellas, deciden oprimir con más apretados dogales a los ciudadanos, es cuando los intelectuales muestran sin excusas su auténtico compromiso: una minoría apuesta por rebelarse y luchar contra ellas y es condenada al silencio o a las distintas formas de represión desencadenada por las fuerzas policiales y judiciales al servicio del poder autárquico. (Autarquía del poder económico y no democracia en que vivimos). Otra, la mayoría, muestra su estulticia ideológica y su cobardía moral: babea e incluso participa activamente en las covachuelas infectas -hieden aunque las perfume Chanel y las vistan en las Pasarelas de moda- del poder, o calle y mire para otro lado mientras el neofascismo va imponiendo sus leyes. Y eso está ocurriendo en Europa y está pasando en España. Algo que no debe obviarse. Con claridad y razonamientos tan lógicos como firmes, deben ser denunciados. Unos y otros se encuentran a la altura de las circunstancias: para bien, insistimos, los menos, para mal, los más. Serán éstos, técnicos, escritores, artistas, académicos, catedráticos, periodistas, profesionales de cualquier índole. Y reiteramos: deben ser denunciados. Porque forman parte de la hidra fascista que desde las primeras revoluciones de los últimos siglos atentaron contra la libertad y el progreso, esclavizan a las fuerzas trabajadoras -son los peores parásitos evolucionados de los insectos encaminados a alimentarse de la sangre humana-, y posibilitan y alientan la corrupción oligárquica y política y la miseria ideológica, ética y cultural que destruye el lento y costoso avance de los pueblos. La Alemania de Hitler, la Italia de Mussolini, la España de Franco, los Estados Unidos de Bush, no son solamente pasado. quienes se niegan a enjuiciarlos y condenarlos diariamente son los que -por acción u omisión- contribuyen a que revivan y se agudicen las medidas económicas, humanas y sociales, que van destruyendo los avances con los que los Estados de Occidente consiguieron salir de las tinieblas. La explotación laboral, bancaria, industrial y el monopolio deculturizador están abocando de nuevo a España a situaciones que entroncan con el inmediato postfranquismo. Por eso resulta necesario que quienes luchan y se oponen a ello, por perseguidos que se encuentren, o porque apenas cuenten con medios para hacer escuchar su voz y que sus argumentos sean debatidos públicamente, griten cada vez más alto y con mayor violencia verbal. Y que se maldiga, malditos una y mil veces, a los intelectuales que colaboran en el actual Estado de la Nación que supone el empobrecimiento mayoritario de sus habitantes y el enriquecimiento de los corruptos canallas terroristas que encima son jaleados y aparecen chalaneando con sus lujosos vestidos o trajes, en sus mansiones o viviendas millonarias, pregonando sus vacaciones de mil euros cada noche en un hotel, sus juergas y relaciones perversas un día si y otro también, en las televisiones públicas o privadas, en las revistas o colorines de los periódicos, en los salones de las clasistas Academias, Museos, Centros que llaman de Arte y Cultura, exhibiendo su poder.
Esclavos, no. Os queda el uso de la palabra y de la acción para rebelaros. ¿Intelectuales? No: basura humana al servicio del Poder.
II
Hace cuarenta años Ingeborg Bachmann, una de las mejores escritoras del siglo XX, planteó la necesidad de regenerar las palabras creando un nuevo lenguaje que barriera hasta las últimas huellas del nazismo, del que ella comenzó a abominar cuando solo contaba doce años de edad. Por desgracia los nazis no desaparecieron al ser derrotados: se camuflaron primero quienes no habían sido hechos prisioneros, para no tardar en regresar, con otros métodos y formas al poder. Alemania se dispuso entonces -afirma Bachmann- a ejercer nuevamente su dominio sobre Europa ahora no con fuerzas armadas, sino con procedimientos económicos.
Y escribió Ingeborg Bachmann:
Me han preguntado a veces por qué tengo una idea o una imaginación de un país utópico, en el que todo se arregle, en el que todo sea bueno (...) Yo no creo en este materialismo, en esta sociedad de consumo, en este capitalismo, en esta monstruosidad, que existe aquí, en este enriquecimiento de la gente que no tiene derecho a enriquecerse a costa nuestra. Yo creo de verdad en algo que llamo "llegará el día". Y llegará algún día- Probablemente no llegará, porque siempre nos lo han destruido, desde hace tantos miles de años siempre nos lo han destruido. No llegará pero sin embargo creo en ella. Porque si yo no pudiera creer más, tampoco podría escribir más.
Y eso debemos decir a tantos escritores que no creen en otra literatura que la que demanda su bolsillo o su vacuo pavoneo entre los esperpentos a quienes se considera famosos y que colaboran para que ese día no llegue nunca. Porque todos debemos ser Ingeborg Bachmann. Y todos debemos con ella maldecir a los intelectuales que colaboran o guardan silencio en esta sociedad capitalista, explotadora, de terroristas económicos que multiplican sus riquezas a costa del empobrecimiento de la mayor parte de los ciudadanos.
Y veamos ahora como Elías Canetti nos habla de la "desintegración de los valores" en el mundo actual y del necesario compromiso de la literatura con el carácter absoluto y esencial del conocimiento. El escritor que considera la exigencia que había que plantearle al escritor de estar contra su época... contra la imagen general y unívoca que de ella tiene, contra su rostro, contra sus leyes... Su oposición habrá de manifestarse en voz alta y cobrar forma, nunca anquilosarse o resignarse en silencio.. Si olvida su postura de protesta será un renegado.
Por eso podemos exclamar: malditos escritores, malditos intelectuales. Y cada vez que vosotros, quienes debéis ser la sal de la rebelión, paséis por uno de esos lugares atiborrados de best-seller. de libros publicitados en todos los medios, o por galerías de arte, o contempléis representaciones de galas artísticas o literarias, donde junto a ellos, los más conocidos o los más mediocres intelectuales, se exhiben en trajes de gala, generosos escotes adornados con joyas de alto valor, personajes de la realeza o de la banca, de la Iglesia o la aristocracia, no dejéis de pensar: ¡malditos intelectuales!. Porque ellos también contribuyen a vuestra opresión y a mantener la sociedad de la injusticia. Porque buscan humillaros, esclavizaros. Y a sus triunfos, premios, distinciones, se debe oponer el sarcasmo, la cólera, la amargura y el desprecio. Como hacía Karl Kraus según escribe Elías Canetti, que mostraba "su piedad y su ternura para quienes carecen de todo poder, y su audacia mortífera para dar caza a los poderosos, complacencia en calarlos a fondo cuando arrancaba de su rostro de histriones la máscara de la imbecilidad". Rostro de histriones, máscara de la imbecilidad: cerrar los ojos y ver por ejemplo imágenes: Rajoy, Cospedal, Montoro, Arenas, Guindos, Mato...abrir, abrir el álbum que identifica la época de Kraus y la nuestra... y junto a ellos situar la de tantos escritores, periodistas, catedráticos, jueces... ¡Qué difícil resulta escribir con palabras no correctas, cómo se paga en esta sociedad de la censura, y sin embargo, que necesidad ética, moral y literaria de hacerlo...! Bendita sea la soledad, si uno se contempla no contaminado por las aguas corruptas que todo lo infectan. Y queda la piedad, la ternura, para esos rostros de niños, de ancianos, de hombres y mujeres sentados al sol que solo al desnudo horizonte pueden dirigir su vista de desocupados.. a los que roban la enseñanza, las medicinas, las casas... Lo único que no debieran robarles es la rebeldía y los puños para agitarlos cada vez que contemplan las fotografías o las imágenes de los malditos, de los malditos...
Intelectuales les dicen. Histriones, imbéciles, pobres mentes vendidas en el mercado de la estulticia y la corrupción. Combatirlos y denunciarlos supondrá que no os sintáis humillados, dominados, así como quería Kafka y lo muestra a través de El Castillo: atacar la sumisión al superior, sea éste investido de poderes políticos, económicos, o religiosos. Regresemos a Canetti cuando refiriéndose a la obra del autor checo y a su significado, escribe:
Todo poder se ha convertido aquí en uno solo y, como tal, resulta condenable. La fe y el poder se confunden y la sumisión de las víctimas, que no se atreverían ni a soñar con otras condiciones de vida, debieran convertir en un rebelde incluso a quien ni remotamente haya sido rozado por la retórica de las ideologías, algunas de las cuales han fracasado... pues la humillación se perpetúa en todas partes, cada día y cada hora.
III
Gran parte de los hombres de poder y de los intelectuales que medran hoy, son en el fondo prolongación del ayer. En su discurso sobre la libertad, el novelista austriaco Hans Lebert denunció hace cincuenta años lo que estaba ocurriendo en Alemania y Austria. Sus palabras podemos aplicarlas hoy a España: " El pasado nunca se podrá superar justamente porque aquellos que tuvieron que hacerlo son los que realmente nada tendrían que superar, porque hasta el día de hoy siguen pensando que en aquella época actuaron como debieron" (Y si no física, ideológicamente les compete).
No perdamos el tiempo con los juegos de distracción sobre algunos "malvados", tipo Bárcenas o esos "Arturos" que pese a sus imputaciones siguen pidiendo medidas disuasorias contra los derechos de los trabajadores, o los siervos de Merkel que desde Bruselas o Madrid gritan a todas horas que os humillen más, que seáis más explotados, y menos aún con farsas como las de Gibraltar, juegos para que los periodistas contemplen, sin palabras, los paseos veraniegos de Rajoy, o los charlatanes de tertulias radiofónicas o televisivas, tal vez las necias palabras de los que llaman expertos o comités de sabios, o pensadores profesionales o catedráticos que a todas horas rinden informes y tonterías sonrojantes para cualquier persona que desee analizar sus rituales y mendaces palabras. es el sistema, el español, el europeo y el norteamericano, el capitalismo más salvaje que el más salvaje de los capitalismos desarrollados hasta hoy, el culpable de que los pueblos del sur de Europa caminen hacia el abismo. No basta con denunciar, hay que rebelarse, como han señalado los "otros" intelectuales a los que no pudieron silenciar del todo sus voces, como siguen señalando hoy esas minorías que deben todavía gritar más alto. Para el resto, los que encontráis alojados en los medios mediáticos de la caverna o en otros que tienen la desvergüenza de llamarse progresistas, solo queda maldecirles y desenmascararles por todos los procedimientos posibles.
Hay que fomentar cada minuto las barricadas de las ideas y las formas de oposición a la antidemocracia que tantos intelectuales jalean o aceptan en silencio porque les sirve a sus malditos intereses.
Esclavos, no. Os queda el uso de la palabra y de la acción para rebelaros. ¿Intelectuales? No: basura humana al servicio del Poder.
II
Hace cuarenta años Ingeborg Bachmann, una de las mejores escritoras del siglo XX, planteó la necesidad de regenerar las palabras creando un nuevo lenguaje que barriera hasta las últimas huellas del nazismo, del que ella comenzó a abominar cuando solo contaba doce años de edad. Por desgracia los nazis no desaparecieron al ser derrotados: se camuflaron primero quienes no habían sido hechos prisioneros, para no tardar en regresar, con otros métodos y formas al poder. Alemania se dispuso entonces -afirma Bachmann- a ejercer nuevamente su dominio sobre Europa ahora no con fuerzas armadas, sino con procedimientos económicos.
Y escribió Ingeborg Bachmann:
Me han preguntado a veces por qué tengo una idea o una imaginación de un país utópico, en el que todo se arregle, en el que todo sea bueno (...) Yo no creo en este materialismo, en esta sociedad de consumo, en este capitalismo, en esta monstruosidad, que existe aquí, en este enriquecimiento de la gente que no tiene derecho a enriquecerse a costa nuestra. Yo creo de verdad en algo que llamo "llegará el día". Y llegará algún día- Probablemente no llegará, porque siempre nos lo han destruido, desde hace tantos miles de años siempre nos lo han destruido. No llegará pero sin embargo creo en ella. Porque si yo no pudiera creer más, tampoco podría escribir más.
Y eso debemos decir a tantos escritores que no creen en otra literatura que la que demanda su bolsillo o su vacuo pavoneo entre los esperpentos a quienes se considera famosos y que colaboran para que ese día no llegue nunca. Porque todos debemos ser Ingeborg Bachmann. Y todos debemos con ella maldecir a los intelectuales que colaboran o guardan silencio en esta sociedad capitalista, explotadora, de terroristas económicos que multiplican sus riquezas a costa del empobrecimiento de la mayor parte de los ciudadanos.
Y veamos ahora como Elías Canetti nos habla de la "desintegración de los valores" en el mundo actual y del necesario compromiso de la literatura con el carácter absoluto y esencial del conocimiento. El escritor que considera la exigencia que había que plantearle al escritor de estar contra su época... contra la imagen general y unívoca que de ella tiene, contra su rostro, contra sus leyes... Su oposición habrá de manifestarse en voz alta y cobrar forma, nunca anquilosarse o resignarse en silencio.. Si olvida su postura de protesta será un renegado.
Por eso podemos exclamar: malditos escritores, malditos intelectuales. Y cada vez que vosotros, quienes debéis ser la sal de la rebelión, paséis por uno de esos lugares atiborrados de best-seller. de libros publicitados en todos los medios, o por galerías de arte, o contempléis representaciones de galas artísticas o literarias, donde junto a ellos, los más conocidos o los más mediocres intelectuales, se exhiben en trajes de gala, generosos escotes adornados con joyas de alto valor, personajes de la realeza o de la banca, de la Iglesia o la aristocracia, no dejéis de pensar: ¡malditos intelectuales!. Porque ellos también contribuyen a vuestra opresión y a mantener la sociedad de la injusticia. Porque buscan humillaros, esclavizaros. Y a sus triunfos, premios, distinciones, se debe oponer el sarcasmo, la cólera, la amargura y el desprecio. Como hacía Karl Kraus según escribe Elías Canetti, que mostraba "su piedad y su ternura para quienes carecen de todo poder, y su audacia mortífera para dar caza a los poderosos, complacencia en calarlos a fondo cuando arrancaba de su rostro de histriones la máscara de la imbecilidad". Rostro de histriones, máscara de la imbecilidad: cerrar los ojos y ver por ejemplo imágenes: Rajoy, Cospedal, Montoro, Arenas, Guindos, Mato...abrir, abrir el álbum que identifica la época de Kraus y la nuestra... y junto a ellos situar la de tantos escritores, periodistas, catedráticos, jueces... ¡Qué difícil resulta escribir con palabras no correctas, cómo se paga en esta sociedad de la censura, y sin embargo, que necesidad ética, moral y literaria de hacerlo...! Bendita sea la soledad, si uno se contempla no contaminado por las aguas corruptas que todo lo infectan. Y queda la piedad, la ternura, para esos rostros de niños, de ancianos, de hombres y mujeres sentados al sol que solo al desnudo horizonte pueden dirigir su vista de desocupados.. a los que roban la enseñanza, las medicinas, las casas... Lo único que no debieran robarles es la rebeldía y los puños para agitarlos cada vez que contemplan las fotografías o las imágenes de los malditos, de los malditos...
Intelectuales les dicen. Histriones, imbéciles, pobres mentes vendidas en el mercado de la estulticia y la corrupción. Combatirlos y denunciarlos supondrá que no os sintáis humillados, dominados, así como quería Kafka y lo muestra a través de El Castillo: atacar la sumisión al superior, sea éste investido de poderes políticos, económicos, o religiosos. Regresemos a Canetti cuando refiriéndose a la obra del autor checo y a su significado, escribe:
Todo poder se ha convertido aquí en uno solo y, como tal, resulta condenable. La fe y el poder se confunden y la sumisión de las víctimas, que no se atreverían ni a soñar con otras condiciones de vida, debieran convertir en un rebelde incluso a quien ni remotamente haya sido rozado por la retórica de las ideologías, algunas de las cuales han fracasado... pues la humillación se perpetúa en todas partes, cada día y cada hora.
III
Gran parte de los hombres de poder y de los intelectuales que medran hoy, son en el fondo prolongación del ayer. En su discurso sobre la libertad, el novelista austriaco Hans Lebert denunció hace cincuenta años lo que estaba ocurriendo en Alemania y Austria. Sus palabras podemos aplicarlas hoy a España: " El pasado nunca se podrá superar justamente porque aquellos que tuvieron que hacerlo son los que realmente nada tendrían que superar, porque hasta el día de hoy siguen pensando que en aquella época actuaron como debieron" (Y si no física, ideológicamente les compete).
No perdamos el tiempo con los juegos de distracción sobre algunos "malvados", tipo Bárcenas o esos "Arturos" que pese a sus imputaciones siguen pidiendo medidas disuasorias contra los derechos de los trabajadores, o los siervos de Merkel que desde Bruselas o Madrid gritan a todas horas que os humillen más, que seáis más explotados, y menos aún con farsas como las de Gibraltar, juegos para que los periodistas contemplen, sin palabras, los paseos veraniegos de Rajoy, o los charlatanes de tertulias radiofónicas o televisivas, tal vez las necias palabras de los que llaman expertos o comités de sabios, o pensadores profesionales o catedráticos que a todas horas rinden informes y tonterías sonrojantes para cualquier persona que desee analizar sus rituales y mendaces palabras. es el sistema, el español, el europeo y el norteamericano, el capitalismo más salvaje que el más salvaje de los capitalismos desarrollados hasta hoy, el culpable de que los pueblos del sur de Europa caminen hacia el abismo. No basta con denunciar, hay que rebelarse, como han señalado los "otros" intelectuales a los que no pudieron silenciar del todo sus voces, como siguen señalando hoy esas minorías que deben todavía gritar más alto. Para el resto, los que encontráis alojados en los medios mediáticos de la caverna o en otros que tienen la desvergüenza de llamarse progresistas, solo queda maldecirles y desenmascararles por todos los procedimientos posibles.
Hay que fomentar cada minuto las barricadas de las ideas y las formas de oposición a la antidemocracia que tantos intelectuales jalean o aceptan en silencio porque les sirve a sus malditos intereses.
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