viernes, 25 de agosto de 2017

135


Número 135 

ESPAÑA Y CATALUÑA.

 

Corruptos, neo analfabetos, nacionalistas: lo que importa es el poder, no la razón.

 

                                                                No he parado de manifestar hasta la saciedad en palabras y  escritos, el sentimiento que me une a mi patria: el asco

                                                                                                                        Karl Kraus

 

Los españoles que rechazamos las patrias, las banderas, los himnos, la endogamia que suele terminar en la xenofobia y el imperialismo, lo sabemos por haberlo mamado desde la infancia en las escuelas y las iglesias, a partir de los Reyes Católicos. Podríamos referirnos igualmente a Inglaterra, Alemania, Estados Unidos, etc. Y en el camino dejaríamos un reguero de guerras, muertos, exilios, genocidios, pueblos enteros convertidos en esclavos... siempre bajo patrióticos desfiles y apología de hombres y mujeres que fueron reyes, generales, cardenales, papas o empresarios y banqueros.

 

El franquismo llevó a un extremo delirante y miserable el concepto de Patria. Y no murió con él: se sucedió con herederos que disfrazaron su lenguaje y modo de gobernar bajo la democracia y pervive en el gobierno actual. Y hoy, por desgracia, encuentra otros neo analfabetos, corruptos y astutos gobernantes que quieren fundar -en el derecho de pernada político-  su patria propia, como Cataluña. Cataluña es en nuestros días otro ejemplo de esta religión alienante y alienadora. Porque la patria nunca se fundamenta en razonamientos, diálogos, diferencias, destrucción de fronteras, inter influencias sino con los países poderosos que fundamentan sus negocios y riquezas y no con los pueblos y culturas silenciadas, negadas y explotadas. La religión de las patrias son los símbolos y su fuerza la concentración de los seres humanos a los que se priva de razonamientos para, como en los viejos tiempos, unirlos en el pensamiento único, en el grito común y envolverlos en manifestaciones con banderas, músicas y brazos compartidos: los desfiles multitudinarios de Hitler son su mayor ejemplo. Luego, el voto no es sino la excreción del catecismo asimilado y en él se justifican quienes de las Patrias se aprovechan y las utilizan para sus intereses económicos y políticos. A veces se exceden en sus juicios hasta rigores más o menos xenófobos, pero los catecúmenos han perdido la posibilidad de revolverse  contra los neo analfabetos y de ello se aprovechan.

                                                  

 El hombre medio, cuya vida transcurre entre la comida y la cama, no posee en absoluto ideología alguna y por ello es muy fácil ganarlo para la ideología del odio … aquella influencia que, un poco más extensiva, permite a la gente que permanece en sus casas, no inquietarse por lo más mínimo, mientras otros miles cuelgan en las alambradas… de lo que aquí se trata es de la unión del verdugo y la víctima en un solo individuo.

                                                              Hermann Broch

 Por intereses económicos y políticos. Nada importa la historia de la corrupción: la corrupción es siempre de otros. Y sustituyen una lengua que consideran de un imperio caduco y fenecido, el español, por la del imperio boyante y poderoso: el inglés de USA. Aceptan sus genocidios y hasta su cultura, sus costumbres, dominio deportivo, gastronómico, aunque nada tenga que ver con su historia. Y llaman fascistas no a sus responsables sino a los de la vieja cultura que los dominó, aunque los nombres que dan fueran símbolos de la lucha por la libertad: así Quevedo, Lope de Vega, Góngora, Fernando de Rojas, Antonio Machado. ¿Cómo han olvidado a Cervantes?

Mas los rebaños convertidos a la religión del patriotismo no protestarán, se limitan a repetir las consignas que les han inoculado. La Patria, insistimos, es el concepto que esconde siempre el ansia de poder, las dictaduras y que en su apoyo necesita seres alienados, de pensamiento único o, mejor expresado, de no pensamiento. Y frente a aquella otra de la que quieren separarse -no hablamos de luchas colonialistas, de pueblos explotados por otros poderosos que buscan su libertad- se entregan a otras naciones poderosas, del moderno fascismo, que les impone sus medios de comunicación -ejemplo de la TV y hasta el domino económico y militar, e incluso sus formas de vida.

Si uno, como dice Juan Goytisolo no se siente español, porque no puede defender ni su historia ni sus símbolos, tampoco, aunque allí haya nacido, puede sentirse en estos momentos catalán. Solo buscan destruir sus viejas fronteras para erigir otras en las que puedan gobernar con sus leyes -que ellos mismos promulgan, dictatoriales aunque hablen de democracia y así proteger su dominio corrupto – que no se toque a la Iglesia ni a la Banca, por ejemplo-  sobre la parte importante de la población que la acata. (No hablemos de quienes en nombre de otra Patria luchan contra ellos: son todavía más nocivos).

 

Triste España. Triste Cataluña. ¿Pero dónde puede recluirse hoy un escéptico, pensador diferente y solitario que odia las fronteras y solo busca seres humanos libres, solidarios, y sobre todo pensantes y civilizados?

Los demócratas nada tienen que hacer si tenemos en cuenta hasta que punto la sacrosanta religión nacional del patriotismo ejerce su expresión desde la propia base electoral

                                                                   Rafael Sánchez Ferlosio        

domingo, 13 de agosto de 2017

134

 
JESÚS MUNÁRRIZ. LA VIEJA GUARDIA QUERIDA
 
 
Jesús Munárriz
La vieja guardia de la poesía. La vieja guardia del pensamiento. La vieja guardia de la cultura y la ética. La vieja guardia contra el capitalismo y el imperialismo. La vieja guardia de los sueños revolucionarios: aquél octubre de 1917.
Y ahí sigue Jesús Munárriz. En las ideas y en la literatura. En su oficio de poeta y de creador de la más importante colección de poesía en éste país, que tanto nos ha hecho disfrutar a la hora  de seguir a los jóvenes autores españoles, muchos se fueron haciendo mayores y siguieron publicando hermosos libros, o a los mejores poetas mundiales, algunos de ellos en primera versión para nuestra lengua.
Ahora, como poeta, ha publicado un libro titulado Los ritmos rojos del siglo en que nací. Un cuento triste. 10 años masticando la historia para convertirla en poesía. 10 años recorriendo el camino que alentó y hasta explica en cierto modo su vida. Del entusiasmo a la desolación. De la esperanza a la perplejidad. Lo expresa con belleza, sentimiento, dolor:
 
Ha transcurrido  un siglo,
el siglo con más muertos de la historia,
(más muertos prematuros, programados)
Y aquella fecha única,
 que proclamaba un antes y un después,
que estaba inaugurando
un futuro mejor, un mundo nuevo,
sin explotados ni explotadores,
ha pasado al archivo
con la rotundidad de lo definitivo
y la complejidad de lo opinable,
de lo juzgable, de lo interpretable.
No resultan de fácil moraleja
vistas de lejos las revoluciones.
 
Porque han pasado cien años efectivamente sin paz, ni convivencia, ni justicia, en medio de privilegiados -que lo son cada vez más- y de sufrientes desposeídos -que igualmente lo son también cada vez más-, y por desgracia, añado yo, gracias a los medios de comunicación y al uso de las nuevas tecnologías, más intoxicadoras y destructoras del pensamiento de quienes debieran alentar la necesaria revolución.
Y tras pasar por el sueño y la esperanza que como un bello cuento de amor sacudió a los pobres de medio mundo, llegó la hora de las traiciones, de la propia contrarrevolución propiciada por aquellos que se habían hecho con el poder de los revolucionarios.

¿Cuántas revoluciones
quedan aún por hacer?
¿Y por traicionar?
¿Y cuántos luchadores morirán
para abrir el camino a nuevos triunfadores?

Y concluye Munárriz:

Termina aquí este cuento,
el cuento triste
del siglo que murió, que falleció,
que pareció poder construir la utopía.

Como no terminó el holocausto, que en tierra y mar se continúa sucediendo. Como cada vez hay más injusticia, desequilibrios, explotaciones en el mundo y alienaciones y traiciones para intentar impedirlo. Pero leyéndote, conociéndote, podemos mirarnos al espejo, sonreír y decir contigo: pero fuimos y somos seres humanos que creemos en la ética, la libertad y la justicia. Y termino con el cuento triste de tus sueños:

Pero mientras los pobres luchaban por sus sueños
en la selva capitalista,
y peleaban y morían
por defender sus ideales,
allá en la patria de la revolución,
en la boyante Unión Soviética,
una eficaz carcoma
roía y corroía sus entrañas:
la dictadura del proletariado
pasaba a ser la dictadura del partido,
y ésta la de los funcionarios, aparatchik
...
que hizo del paraíso una cárcel inmensa
y socavó el futuro borrando la esperanza.

De todas maneras, Jesús, estoy seguro que tras la lectura de éste libro poético y el sueño truncado de la revolución, mantendremos la esperanza al menos con las palabras de Karl Kraus, que en su Antorcha, en una respuesta al periódico Pravda, en los años 20, aunque desde un punto de vista irónico crítico, escribía sobre el comunismo:

Que el Diablo se lleve su práctica, pero que Dios nos lo mantenga como amenaza constante sobre las cabezas de quienes poseen fincas y, para conservarlas, enviarían a todos los demás a los frentes del hambre y del honor patrio, diciéndoles, a modo de consuelo, que la vida no es el supremo de los bienes. Dios nos conserve el comunismo para que esta gentuza, tan insolente que ya no sabe que inventar, no se nos vuelva más insolente todavía; para que la sociedad de quienes poseen el derecho de disfrutar en exclusiva y consideran la humanidad sometida a su mando suficientemente dotada de amor como la sífilis que recibe de ellos, para que esta sociedad, digo, al menos se vaya a la cama con una pesadilla. ¡Para que al menos se quede sin ganas de predicar moral a sus víctimas y se quede también sin humor para hacer chistes sobre ellas!
 


La Linterna del S. XXI