Hace ya muchos siglos escribió Marco Aurelio: "El que no sabe qué es el mundo no sabe donde está. El qué no sabe para qué ha nacido no sabe quién es. El que descuida una sola de estas preguntas no podría decir que es el mundo ni para qué ha nacido en él. ¿Qué te parece el que persigue el ruido de los que aplauden, los cuales no saben dónde están ni quienes son?"
En el mundo de la ceguera, con Internet, aviones a reacción y bombas inteligentes (que solo matan personas) Marco Aurelio con tinúa siendo más actual y profundo que el 90% de los pensadores de nuestros días. El mundo es una representación al servicio del desarrollo tecnológico, y los seres humanos cada vez sobran más en él. Antes desaparecerán el arte, la literatura y con ellos la memoria. Todo lo que nos hizo soñar, nos proporcionó las mejores hotras de felicidad de nuestro crecer a la vida. La abdicación de escritores, artistas y filósofos de su gran función, crear, imaginar, bañarse en la experiencia de quienes les antecedieron, abrir caminos al futuro, resulta algo tan trágico como nauseabundo. Vivir entre mercaderes, emprendedores y demás ralea, es como sumergirse en aguas estancadas que ningún placer pueden provocar a quienes se lanzan a ellas sedientos y ansiosos de encontrar su refrescante caricia. El lenguaje no es ajeno a esta putrefacción. Por eso, carente de significados, se le reproduce -tomado de los medios de incomunicación y discursos, convenciones políticas, económicas, culturales, académicas- a la manera que los papagayos reiteran virtual y monótonamente algunas de las voces que escuchan. Al mundo de hoy le llaman de progreso, cuando es un mundo en el que el pensamiento retrocede, se ha estancado, vive de lo que fue, nunca de lo que puede ser. Tal vez debiéramos ser cada vez más escuetos escfribiendo. Lanzar preguntas sin ofrecer respuestas. Porque las respuestas adsemás o no existen o nadie parece interesado en darlas.
En el mundo de la ceguera, con Internet, aviones a reacción y bombas inteligentes (que solo matan personas) Marco Aurelio con tinúa siendo más actual y profundo que el 90% de los pensadores de nuestros días. El mundo es una representación al servicio del desarrollo tecnológico, y los seres humanos cada vez sobran más en él. Antes desaparecerán el arte, la literatura y con ellos la memoria. Todo lo que nos hizo soñar, nos proporcionó las mejores hotras de felicidad de nuestro crecer a la vida. La abdicación de escritores, artistas y filósofos de su gran función, crear, imaginar, bañarse en la experiencia de quienes les antecedieron, abrir caminos al futuro, resulta algo tan trágico como nauseabundo. Vivir entre mercaderes, emprendedores y demás ralea, es como sumergirse en aguas estancadas que ningún placer pueden provocar a quienes se lanzan a ellas sedientos y ansiosos de encontrar su refrescante caricia. El lenguaje no es ajeno a esta putrefacción. Por eso, carente de significados, se le reproduce -tomado de los medios de incomunicación y discursos, convenciones políticas, económicas, culturales, académicas- a la manera que los papagayos reiteran virtual y monótonamente algunas de las voces que escuchan. Al mundo de hoy le llaman de progreso, cuando es un mundo en el que el pensamiento retrocede, se ha estancado, vive de lo que fue, nunca de lo que puede ser. Tal vez debiéramos ser cada vez más escuetos escfribiendo. Lanzar preguntas sin ofrecer respuestas. Porque las respuestas adsemás o no existen o nadie parece interesado en darlas.
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