miércoles, 8 de diciembre de 2010

SIN CENSURAS. Número IX.

Número 9

SIN CENSURAS

Sumario

El Papa, los retrasados mentales y los medios de comunicación
Crítica e información literaria
Hacia un nuevo, cada vez menos oculto, fascismo.
Sexo, escándalo y escandalizados.
Los Thyssen y las responsabilidades políticas y criminales.
Todos somos cobardes.
Las palabras de Aznar.
Aplausos y sonrisas.


Colaboración.
CARLOS TAIBO


Estado de alarma.


El Papa, los retrasados mentales y los medios de comunicación.

Abundan los retrasados mentales, no los enfermos, sino aquellos que en la sociedad desarrollan oficios varios, no nos referimos solamente al lumpenproletariado tan bien utilizado por los fascismos, sino a aquellos que pueden incluso tener carreras universitarias o ser personajes muy buscados por las televisiones para que ilustren con sus necedades a los adictos a esos programas propios para auténticos retrasados mentales aunque den los máximos índices de audiencia. Cuando dicen sus paridas, sus frases o balbuceos propios de quienes muchos llaman descerebrados, no se les presta mucha atención, y desde luego no son recogidos como reflexiones trascendentes. Pero existen otros retrasados de los que no ya se reproducen sus palabras, sino que convocan a políticos, intelectuales, para que las comenten, analicen, como si tuvieran un valor, un alcance universal. Hablo de un hombre que recientemente ha escrito o pronunciado en voz alta una de esas paridas que solamente el silencio o el inmediato olvido merecería de haber sido dicha por un retrasado mental cualquiera. Pero en este caso sucedió todo lo contrario. Porque él es la cabeza visible, suprema, de esa sacrosanta institución que tanto daño ha causado a la Humanidad desde que se constituyera: la Iglesia Católica. Me refiero al Papa de Roma. Periodistas, reporteros, se aprestaron de inmediato a repetir aquellas chorradas por todos los medios posibles y durante días y días se comentaron en tertulias o se publicaron artículos sobre ellas. Ah, se nos olvidaba decirlo, balbuceaba sobre el posible uso del condón en algunas relaciones sexuales. Al fin, pensamos, debieron considerar estos ganapanes de la opinión y la información que si durante siglos la Iglesia solo debatió sobre el sexo de los ángeles, estábamos ante un hecho milagroso, digno de debatirse mientras la ley del silencio sigue imponiéndose en la institución que dirige sobre el ejército de sus mudos miembros cuyos miembros provocan a veces violentos estallidos contra indefensas víctimas o las más resignaciones de larga vida masturbatoria, salida más placentera que la de una continuada y resignada enfermedad -psiquica, no física- que les permita alcanzar el Cielo.


Crítica e información literaria.

El País, El Mundo, ABC, Prisa, Mediapro, Vocento, periódicos, empresas similares, y radios como la SER o la COPE, otras, nada digamos de las televisiones, ofrecen idéntica imagen: la literatura, como los anuncios de prostitución, al servicio del mercado, que paga, compra y corrompe. Y en ellos, los mediocres, los serviles, los huecos, rara vez los que luchan por la libre comunicación, el análisis del texto, la limpieza de las palabras y los conceptos. Algo más profundo que el juicio que en tiempos que parecen cada vez más lejanos emitiera Octavio Paz: "A nuestra literatura le falta rigor crítico y a nuestra crítica imaginación". A veces ambas cosas coinciden en un mismo personaje, y como muestra el periódico que se fue, como la transición, al desguace de la historia, nos ofrece uno que ocupa todos los días numerosas de sus páginas y es capaz en un mes de saltar de México a Estocolmo, de aquí a Canarias, después a Frankfurt o a China si es preciso, opinando, entrevistando, glosando y de paso dejando tras de si alguna nueva obra.


Y al amparo de la mentira literaria se cobijan los pilluelos o gallos embravecidos que aceptan convivir en esta farsa. ¡Oh, Dios Mercado, guía nuestra palabra para que tu gran Profeta, La Publicidad, la airee y nos dé honores, dinero y vanidad, dicen los escritores de nuestros días mientras sus editores conjuran con su poder a los medios afines para que así sea!


En esta Antorcha, que partiendo de su origen karlkrausiano pretende recoger testimonios de auténticos creadores, es frecuente que reproduzczamos palabras de Juan Goytisolo. También ahora, para el tema que estamos tratando, reproducimos algunas de ellas que hemos utilizado en otra ocasión. Escribe: "El saber no rentable conduce las más de las veces al aislamiento y la marginación. No hay tribunales del Santo Oficio ni censura estatal como en tiempos de Franco, pero las medidas profilácticas, el cordón sanitario del que habla Marcel Bataillon en su obra sobre Erasmo y los erasmistas, actúan aún de modo subrepticio en el ámbito de nuestros estudios. Resultado de ello es el anquilosamiento o fosilización del conocimiento (...) Los que no doblan prudentemente el espinazo, ascienden difícilmente en el escalafón. (...) La transición política que cambió el rumbo de nuestra sociedad no ha sido acompañada, sino en sus aspectos más superficiales y mediáticos, de una transición cultural".


Y desde que Goytisolo escribiera estas palabras los males de la literatura se agudizaron. Con la infame y corrupta información y crítica literaria que desde los medios se ejerce sobre la literatura, se termina al tiempo con la existencia de las necesarias y auténticas librerías que conformaban fondos donde el lector podía acudir a solicitar oibras no "de actualidad" únicamente. Grandes superficies, lista de libros más vendidos, personajes y personajillos que tras ser jaleados en televisiones, radios, papeles impresos, con sus rostros y palabras más o menos rituales o necias, bien aleccionados por sus patrones, obligan a que, mientras se amontonan en escaparates y espacios en los establecimientos a ellos dedicados, las librerías no cuenten apenas espacio para otros silenciados por los medios, incluso a que devuelvan paquetes sin abrir de pequeñas o medianas editoriales, a que no concedan más de quince días de existencia a los libros que se libraron de la quema y encontraron un hueco en sus estantes. Pero quienes dirigen el negocio editorial o departamentos del Ministerio de Cultura se limitarán a hablar de títulos editados, facturaciones en millares de euros, índices de ventas, etc.


No, ya no vivimos en los tiempos en que Walter Benjamin escribía lo siguiente sobre la crítica literaria: "El crítico es un estratega entregado a la lucha literaria. Los libros y las putas tienen sus tipos respectivos de hombres, ese que vive de ellos y que los explota. En el caso de los libros es el crítico". No, ahora la cuestión es distinta, más sencilla: el crítico y el informador literario no son libres, aunque ellos si se lo crean: son simples asalariados de quienes controlan la publicidad que impone de qué autor ha de informarse exhaustivamente, preparando la venta de sus obras primero para qaue el crítico bendiga el producto después. Periódicos, radios, televisiones, ¿acaso no obedecen a dueños obsecenos?. ¿Y qué ha de importar que entre ellos se peleen y pugnen por alcanzar mayor cota de influencias y poder si en el fondo la única ética y moral que conocen y por la que se guían es la que impone la acumulación de billetes de banco?. Y de quienes informan, ejercen la llamada crítica literaria, es mejor olvidarse: ellos se limitan a obedecer a quienes manejan el mercado de la corrupción.



Los Thyssen y las responsabilidades políticas y criminales.

El terror y el crimen también, a la hora de juzgarlos, dependen del poder económico y político que los enjuicia. Este puede enaltecerlos y darles máximos honores o conducirlos a la prisión y la horca. Durante décadas, bajo el régimen franquista, se acogió en distintos lugares de España -caso paradigmático fue el de Zahara de los Atunes donde no solo veranean los de la farándula, como se dice, sino personajes como Mayor Oreja- a connotados terroristas nazis. Pero los nazis no eran unos cuantos denostados nombres, un puñado de militares analfabetos fascistas y sin escrúpulos a la hora de convertirse en genocidas. Ellos fueron aupados al poder, apoyados vehementemente, por políticos, intelectuales, banqueros, eclesiásticos. En algunas ocasiones se ha citado a banqueros e industriales. Como los Thyssen, cuyo barón terminó instalándose en España. Los nazis, aparte de convertir en carne quemada a media Europa, esquilmaron importantes obras de arte y hasta desarrollaron óperas y grandes conciertos, que los hombres de las letras no ganados a su causa tuvieron, con suerte, que exiliarse. El barón Thyssen y su segunda, creo, mujer, española sin más relevancia que sus posibles encantos físicos, fueron aclamados por nuestros demócratas, los que pactaron anular la memoria histórica española pero otorgaron franquicias a los culpables de otras memorias más olvidadas. Poder, cultura, crimen y terrorismo, forman buenas camas redondas en las llamadas democracias. Y a mí no me gusta visitar en Madrid el museo cuyo nombre trae a mi sensibilidad no los cuadros que albergan sus salas , sino los que mi imaginación recrea en la memoria qaue hace muchos años me llevó a pasear por los campos de Auschwitz o Birkenau o a rememorar los libros que al tiempo que me hablaban de la hecatombe de la segunda guerra mundial describían bucólicas escenas en castillos y palacios donde se reunían los hitlerianos con los cultos industriales y aristócratas alemanes. Dejemos a ellos o sus herederos que ahora alternen con nuestros príncipes o políticos sin memoria.


Las palabras de Aznar.

Aznar no es el culpable de las palabras que pronuncia. Aznar lleva razón en lo que dice. Ayer era el apoyo a quienes ordenaban las masacres de Irak. Hoy es el que pide más dinero y poder para la banca, la gran industria, para que se termine con el llamado estado de bienestar: más horas de trabajo, menos vacaciones, contención de los sueldos, menos recursos para la sanidad, la educación, la cultura, que se alargue la edad laboral, que se bajen las pensiones, que la ley del látigo se imponga en las empresas, que... Sigue pronunciando conferencias (?). Sus rebuznos tienen el oficio de las palabras y por eso hay que pagarle cuantiosas cantidades económicas. Quisiera regresar al poder absoluto, pero ciertas trasnochadas formas de la llamada democracia, de la que abomina aunque se le llene la boca hablando de ella, retrasa sus planes. No. Aznar no es culpable. Le reciben estadistas de todo el mundo, le agasajan Universidades, premios Nóbeles son sus amigos y aliados. ¿Culpables? ¿No recogen sus palabras cada vez que -recordemos, él no rebuzna, que aprendió a hablar, incluso en inglés- todos los medios de comunicación? Nadie ha planteado que éstas pudieran caer en el vacío, que se las silenciara definitivamente. Y nadie recuerda que pudiéramos rescatar un brillante título literario que con leves retoques nos permitiera escribir: escupiremos sobre tus palabras.


Hacia un nuevo, cada vez menos oculto, fascismo.

El capitalismo y la lucha por el dominio de los mercados desembocaba siempre en guerras, locales o mundiales, y con frecuencia en el advenimiento de regímenes políticos fascistas. Nos encontramos hoy una vez más en otro ciclo de tan criminales, terroristas consecuencias para los pueblos. Su voracidad no se detiene ante nada. Y los partidos de izquierdas -atendemos al lenguaje usual, no a la realidad del concepto- caen en el error de allanarle el camino. Así fue a lo largo del siglo XX. Así parece ha de ser en este siglo XXI, del que solo han transcurrido diez años, cuatro menos que en la gran carnicería del siglo XX. Lenta pero imparablemente, el fascismo se va instalando o situando para asaltar el poder, en toda Europa, de Suecia a Rusia, de Italia a España. Y ante ese terrible, devastador panorama, pocos son los que tienen no ya la capacidad, sino el valor y la inteligencia para denunciarlo. Prefieren engarzarse en cuestiones bizantinas y contiendas por mantener o alcanzar pequeñas parcelas de poder, atrincherarse en posiciones burocráticas y engañar al pueblo, cada vez más alienado, ayuno de pensamiento y libertad, que se deja llevar por la labor de zapa de los medios de comunicación al servicio de bancos, oligarcas multinacionales, iglesias y partidos que blanquearon sus orígenes e idearios fascistas pero que cada vez necesitan ocultarlos menos. Si el Gobierno es arrastrado a esa hecatombe, el Gobierno socialista, es porque desconoce la ética y la moral y prefiere suicidarse políticamente antes que denunciar a quienes, en España y en Europa le conducen a la esclavitud política y económica tan bien manejada por el Gobierno de los Estados Unidos. Las organizaciones sindicales y políticas son así no solo toleradas, sino subvencionadas a través de sus funcionarios por los fascistas y nos arrastran al vendaval que terminará por barrerlas también a ellas cuando ocupen el poder y ya queden libres de sus caretas, que aunque vistan de Armani o se llenen la boca con la palabra democracia no son sino herederas de los Franco, Hitler, Mussolini de antaño. Aquellos parecen restos arqueológicos, pero éstos ensayan nuevas formas de explotación, de controlar la libertad y aumentar la explotación económica: son los Aznar, Cospedal, Aguirre, Sarkozy, Merkel, Berlusconi, que incluyen los que aquí se las dan de nacionalistas, los Laporta o Mas.

¿No sería necesario luchar, socialistas, comunistas, sindicalistas, gentes sin partido ni organización contra el fascismo como mal absoluto, combatir la nueva noche de Walpurgis antes que tenderlos las alfombras sobre las que arrastran sus ansias de poder absoluto? Tensar la cuerda hasta el límite y que la desesperación económica les golpeara también a ellos aunque por ser rebeldes pierdan sus prebendas. Pero claro, los Prisa, Comisiones, UGT, parlamentarios socialistas o izquierdaunidos seguirán subsistiendo y constituirán incluso la excusa para que el neofascismo imponga el nuevo orden sin apenas oposición alguna, que si algunos rebeldes osan oponerse a ellos ya actuarán sin que, como gustan de decir, les tiemble el pulso para imponer el imperio absoluto de la ley. Al fin es su ley. De neoliberales a neofascistas. Y algunos intelectuales hablando del mal de Bolivia.


Sexo: escándalo y escandalizados

Los unos son provocadores, los otros meapilas o fariseos. El problema no es lo que escriben o hablan Sánchez Dragó, un tal Sostres, alguien que es médico y ejerce de alcalde de la ciudad de Onésimo Redondo. Palabras que en el fondo heredaron del nacionalcatolicismo, vigentes en la intimidad de una sociedad machista que vive en el chiste y la escatología bien alimentada por los programas de mayor audiencia televisiva, sociedad que cada vez sabe menos lo que es pensar y que gusta revolcarse en la ciénaga de sus inhibiciones y morales corruptas bendecidas por los señores de la mitra y el báculo. El problema es de dónde surgen, qué representan, quienes les alimentan, nombran y dan cargos en medios públicos o privados. Porque los que se alzan contra esas expresiones se disfrazan de puritanos y su moral es igual de reaccionaria. No es el placer sexual el que corrompe, sino los unos y los o las otras quienes pudren la realidad y belleza del sexo. Violadores, amantes de los cilicios, gentes que consienten, viven, o se lucran de la prostitución, aquí o allí donde van a buscarla, con mayores o menores, esa es la fauna que ora les aplaude, ora les condena. Inquisición, represión, fariseismo, péndulo en el que oscilan sus opiniones y actos. Un panorama desolador en el que Iglesia, judicatura, enseñanza, instituciones culturales, morales, políticas, graznan al unísono y las gentes refugiadas en los medios de comunicación ignoran no ya que se van quedando ciegas y embrutecidas sino que carecen de libertad en su sociedad tan democrática.


Aplausos y sonrisas.

Al, como siempre, magnífico artículo de Rafael Sánchez Ferlosio sobre el tema de los aplausos, podríamos añadir unas palabras que se aplicaran a políticos, periodistas, escritores, gentes que en los velatorios o entierros son entrevistadas sobre sus familiares o amigos muertos -otra ocasión para sufrir esa abominable expresión constantemente repetida de "sus seres queridos"-, deportistas, enfermos, gentes que aparecen en cualquier medio de comunicación en fotografias o entrevistas, víctimas o sobrevivientes de cualquier catástrofe, todos menos payasos: siempre sonríen a la cámara. Aplausos, sonrisas. El mundo es una farsa virtual y ellos tienen que aparecer como sus auténticos representantes.

Todos somos cobardes.

¿Hasta que límites nos condiciona el miedo?. En 1954 Herbert Marcuse -ya pasó la moda, el mercado selecciona y propaga el olvido- escribía: "La civilización se inclina hacia la autodestrucción". Y en Revolución y represión "Desde la rebelión de los esclavos en el mundo antiguo hasta la revolución socialista, la lucha de los oprimidos ha terminado siempre con el establecimiento de un nuevo y "mejor" sistema de denominación, el progreso ha tenido lugar a través de una cadena de control cada vez más eficaz. Cada revolución ha sido también una revolución traicionada"

La URSS. China. Europa Occidental. África. Irán. El miedo de las izquierdas. El apagón de la conciencia crítica. El desfallecimiento del ser racional. La vuelta al calvero en technicolor y cuerpos -los que se exhiben publicitariamente sobre todo- desarrollados y embellecidos. Solo existe el mercado y la televisión. Y el silencio y el miedo a luchar contra su poder. Naedie quiere descolgarse de este camino hacia la destrucción, hacia los últimos días de la humanidad.Vivimos tiempos de miedo, no de revoluciones. De acomodo al espejo del estado de bienestar. No sea que por intentar rebelarnos caigamos en la ciénaga en que tantos se asfixian. Por hambre o por represión. ¿Y la mujer, ha conseguido ya lo que con sus luchas buscaba? Por lo menos es ya objeto de deseo y no lapìdada. ¿Y los lapidadores? No conviene, aunque su sociedad no tenga más desarrollo que las feudales enfrentarse a quienes a su vez se enfrentan a los Estados Unidos. ¿Y los Estados Unidos? ¿Quién no envidia sus éxitos deportivos, científicos, su bienestar económico, incluso, aunque no lo confiesen, su expansión imperial? Y además, ¿de qué sirve la protesta? Curémonos en salud: nada se puede hacer, y el recurso a la impotencia impide que hablemos de nuestra propia cobardía


Colaboraciones


CARLOS TAIBO


Estado de alarma


La huelga que los controladores aéreos han desarrollado los días 4 y 5 de este mes tiene varias dimensiones diferentes. La primera nace de la condición, singularísima, del colectivo profesional afectado. Sus altos salarios predisponen a un rápido juicio descalificatorio que pasa por alto --parece-- circunstancias interesantes. No sólo eso: facilita el asentamiento de una posición muy extendida, casi universal, en nuestros medios de incomunicación. Si uno tiende a simpatizar espontáneamente con un trabajador en huelga, nuestros medios --no hace falta señalar a qué intereses responden-- asumen literalmente el camino contrario. Tal vez por ello sólo se avienen a recoger opiniones de ciudadanos indignados que prescinden de cualquier consideración de las razones que han podido conducir a los trabajadores --sean quienes sean éstos-- a asumir una medida delicada.

Tengo grabada en la retina la dura declaración formulada, ante las pantallas de televisión, por una señora airada: si alguien falta al trabajo --dice-- debe ponérsele de patitas a la calle. La señora en cuestión no forma parte, con certeza, de un grupo parafascista. A buen seguro que se trata, antes bien, de una modesta y desideologizada celadora o de una cajera de un centro comercial. Aunque uno puede entender su ira momentánea, hay que preguntarse cómo reaccionaría esa misma persona en caso de que se le anunciase repentinamente que su jornada laboral ha sido objeto de una sensible ampliación al tiempo que su salario se ha visto reducido. ¿No sopesaría seriamente la posibilidad de asumir entonces, como respuesta, una huelga salvaje? Pues eso es lo que, al parecer, ocurrió el viernes 4 con los controladores aéreos.

Mayor relieve tiene, con todo, otra dimensión, que nos obliga a preguntarnos por el sentido de fondo de un sistema que permite que los dirigentes políticos, haciendo uso --nadie lo duda, y esto es por sí solo suficientemente grave-- de sus prerrogativas, cancelen de forma unilateral las normas laborales previamente pactadas. Como quiera que el caso de los controladores es muy sensible --y sirve para que José Blanco haga uso de la más fácil demagogia social, autoconvirtiéndose, caramba, en defensor de los desvalidos el mismo día en que el Gobierno español retiraba ayudas básicas a los desempleados--, mejor será que recordemos lo ocurrido en el metro madrileño el pasado verano. También aquí las autoridades --en este caso las de la Comunidad de Madrid-- decidieron unilateralmente tirar por la borda lo estipulado en un convenio colectivo. ¿Es razonable describir como salvaje la huelga que siguió y no echar mano del mismo adjetivo para dar cuenta de la conducta de quienes, con el marchamo de sus democráticos títulos, deciden saltarse a la torera, de forma interesada, las normas previamente acordadas?

Hay, claro, una dimensión más, muy delicada, en lo ocurrido los últimos días. La militarización de un servicio, la declaración de un estado de alarma y la posibilidad cierta de aplicar a los trabajadores draconianas leyes militares bien pueden configurar un adecuado banco de pruebas para lo que se avecina. Y ojo que no estoy pensando ahora en los controladores, en los que se reúnen --es cierto-- circunstancias muy singulares. Hablo del común de los trabajadores, víctimas de agresiones sin cuento que afectan, ya, a sus derechos laborales y sociales más elementales. El mensaje no puede ser más claro: si no aceptan, sin pestañear, las normas que el capital dicta y que nuestros gobernantes se encargan sumisamente de aplicar, ya saben a qué se exponen. Mucho me temo, en otras palabras, que lo ocurrido estos días bien puede reaparecer, bendecido por el aplauso de una ciudadanía cada vez más atontada, en los sectores económicos más dispares. Y esto sí que remite a una situación alarmante de la mano de una suerte de estado de excepción permanente, con los ministerios de Interior y de Defensa supuestamente peleando por los derechos de los desvalidos. .

Como no hay mal que por bien no venga, lo suyo es que recuerde, en fin, que el fin de semana sin aviones

--y sin la contaminación y el dilapidación de recursos consiguiente-- que hemos dejado atrás bien puede ser un anticipo de lo que, las cosas como van, y por inexcusables razones medioambientales, nos veremos en la obligación de hacer en los años venideros. Aunque no fuera ésa, claro, la intención de los controladores.


martes, 9 de noviembre de 2010

Número 8.

MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y SOLEDAD INFORMATIVA


Que mi estilo se apodere de todos los ruidos de mi tiempo. Eso provocará, estoy seguro, el desagrado de mis contemporáneos. Pero que los que vengan después lo escuchen como si sostuvieran al oído una concha de donde sale la música de un océano de cielo.

Karl Kraus


SUMARIO


¿ACTUALIDAD ?

Pobre Pérez Reverte, Arturo.
El paro y la derecha.
Vargas Llosa, premio Nóbel. El narrador y el ciudadano.
TEMA CENTRAL
MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y SOLEDAD INFORMATIVA.
corrupción, censura, terrorismo mediático, mercados, lenguaje
Karl Kraus, el mejor periodista de todos los tiempos contra los medios de comunicación de todos los tiempos.

COLABORACIONES
CARLOS TAIBO. Camacho

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¿ A C T U A L I D A D ?


POBRE PÉREZ REVERTE, ARTURO


- ¿Pobre? Gana millones de euros, vende miles y miles de libros, un día sí y otro también aparece en El País, escribe decenas de libros, el último sobre Moratinos.


- En el que da cuenta una vez más de su lenguaje escatológico, su ética situada entre el machismo y la chulería y prepotencia, su desprecio a la sensibilidad y...


- No sigas. Él disfruta provocando y así gana cada vez más seguidores y admiradores.


- En la España de Esperanza Aguirre, Francisco Camps o no se qué Arenas no es extraño. Será rico en dinero y partidarios, pero es pobre como ser humano. Pobre, pobre Pérez Reverte.


- Es jaleado por críticos e informadores que escriben a las órdenes del mercado, que acatan la órdenes de los directores de medios informativos que les imponen el tratamiento y supuesta crítica de sus obras. Si se opusieran serían despedidos. ¿Pobres críticos e informadores?


- Mejor, pobre literatura, pobre periodismo


- Es miembro de la Real Academia de la Lengua Española.


- Como muchos otros innombrables del pasado o del presente. Pobre Academia. Así camina la literatura, la cultura, la vida de este país.


- ¿Pobre Pérez Reverte?


- Y triste España.


EL PARO Y LA DERECHA


- Primera precisión. ¿Por qué hablas de derechas? En España la derecha no existe, salvo que te refieras a la que representa el PSOE. Sí existe, bien organizada y a punto de regresar a sus puestos de Gobierno, la ultraderecha, la que con cortos interregnos de tiempo lleva ejerciendo el poder un siglo.


- Esa. La que se le hincha la boca y estalla de júbilo el corazón, cuando habla del paro. Con que fruición pronuncian las cifras sobre el número de parados, como explotan éstas en sus gargantas, se regodean ofreciendo datos, estadísticas, deteniéndose con teatral y majestuosa entonación cada vez que los parados engrosan su número.


- ¿Y no te parece coherente acaso? Porque esas cifras, cuyas causas atribuyen con flagrante cinismo y analfabetismo visceral, o miseria moral para no referirse a los últimos y auténticos causantes de las mismas, al actual Presidente del Gobierno, justifican sus pretensiones y exigencias: aumentar las condiciones leoninas que padecen en el desempeño de su labor los trabajadores para así engordar los beneficios de las empresas, sus empresas, las verdaderas responsables con la banca ayer y hoy de la política.


- Ya sé a que te refieres. Demandan más contratos basura, despidos libres en cualquier momento y circunstancia, rebaja de sueldos, aumento de las horas de trabajo, retraso de las jubilaciones, todo eso, ¿no?


- Y más. Escuchar hablar del problema del paro, venga o no a cuento, incluso cuando les preguntan sobre sus ciertas corrupciones, a tipos tan reprobables como Soraya Sáenz de Santamaría, María Dolores de Cospedal, que por cierto dice "somos el partido de los trabajadores", "este Gobierno nos ha golpeado a todos nosotros con sus medidas", tipo que declara que ha ganado el año pasado 50 millones o así de pesetas, en un año, insisto...


- ¿Tipo dices?


- Sí. Tipos. Ya está bien de emplear esas distinciones de hombres y mujeres, españolas y españoles, aquí no existen géneros, sólo dos clases: explotadores y explotados, fascistas sean quienes sean y hagan con su sexo lo que les venga en gana que esto no es de nuestra incumbencia, tipos que contribuyen a la mentira y la explotación. E insisto en que escucharlos hablar del paro resulta tan nauseabundo como cínico.


- El jueves, 4 de noviembre, no cabían en si de gozo, efectivamente. Gritábanse unos a otros "más madera, más madera, más parados, más parados".


- Era una gran noticia. Todos preparados. Que nadie se quedara sin salir a la palestra.


- A escribir o a hablar. Ocupar los púlpitos de las radios y platós de las televisiones, las trincheras de los periódicos.


- Más parados. Gobierno culpable. Zapatero dimisión. Lo pedimos nosotros, el pueblo, que somos quienes sufrimos la crisis, la Corte del Capital.


- ¿Nosotros? Pero si nosotros no estamos en paro.


-Nosotros somos el pueblo. Representamos al partido del pueblo. Tenemos días por delante para despotricar, lanzar rayos y centellas. El fin de semana podemos así reservalo para viajar a Venecia, comer langosta en el Cantábrico o follar en el Caribe. Y así nos resarcimos de este excesivo trabajo.


-Hablando del paro. Culpable Zapatero. Más parados, más parados, más madera. Y que viva España. ¡Qué éxito!


- Pues así seguiremos hasta la necesaria farsa electoral.


- Si solo fuera esto...


(Apuntador: Nunca imaginé que vivir en este país supondría pesadilla semejante. Primero el franquismo, cuarenta años casi. Y ahora sus descendientes, gritando a todas horas entre los ciegos que caminan como sombras en el vacío de la vida).



VARGAS LLOSA, PREMIO NÓBEL. EL NARRADOR Y EL CIUDADANO.


- Te encuentro como disgustado.

- No. Los premios son así: unas veces intereses económicos, otras políticos.

- Pero no me negarás que se trata de un gran novelista.

- Tanto como pésimo ciudadano.

- Hablamos de méritos literarios.

- Entonces, ¿por qué no se lo dieron hasta ahora?

- ¿Qué insinúas?

- Que es la dominante corriente neoliberal -neofascista para entendernos- instalada cada vez con más fuerza en Europa, la que por fin ha barrido a quienes por motivos ideológicos antes se lo negaron.

- Pero Suecia...

- El único valor de la trilogía de Larsson, el autor de Milenium, lo que menos ha interesado, seguro, a sus lectores, es precisamente su investigación sobre el pasado neonazi de parte de la gran burguesía política, económica y militar sueca y su deriva hacia la concentración de un poder cada vez más reaccionario. Y lógicamente la Academia Sueca, que por cierto ha tenido por estos motivos graves enfrentamientos internos en los últimos tiempos se contamina de la "necesidad histórica".

- No comprendo. Que tiene que ver esto con la grandeza literaria del narrador peruano...

- Tiene que ver tanto como la concesión del Nóbel de la Paz, alcanzado en su día por Kissinger y recientemente por Obama y ahora el disidente chino.

- No irás a criticar al chino por reclamar la libertad de opinión...

- No, critico el oportunismo que se encuentra de fondo a la hora de concederlos. La postura de Vargas Llosa hacia América Latina y otras cuestiones políticas y económicas, que no literarias, ha jugado sin duda un papel importante. Una cosa es criticar los errores de determinados gobiernos y otra pedir su supresión y al tiempo no denunciar los crímenes de los que se consideran demócratas. Esto no propicia sino los golpes de Estado. Pero claro, ya de Honduras no se escribe. ¿Alguien persigue, acaso, a los Estados Unidos por sus crímenes genocidas, que apenas si pasan vergonzantemente por la prensa? Por eso te digo, que ahora, no hace unos años, premian no solo al escritor Vargas Llosa, lo hacen igualmente al ciudadano que escribe sus virulentos trabajos de opinión. Porque la gran derecha recibe con júbilo no al que consideran un majestuoso escritor -si fuera de izquierdas intentarían que no se hiciese tanto ruido, y si se tratara de alguien como Elías Canetti, se encogerían de hombros considerando que tal vez era un extraterrestre- sino a quién sienten como uno de los suyos. Y de ahí cómo sonroja leer en los medios de comunicación españoles glosar sus méritos a intelectuales de tan prestigioso gusto y pasión literaria como Aznar, Rajoy y tantos otros.


MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y SOLEDAD INFORMATIVA.


1

En uno de sus más emblemáticos y divulgados textos, el cubano José Martí dice al referirse a los numerosos trabajos en que analiza a los Estados Unidos de América: "Porque viví en el monstruo le conozco las entrañas". Y eso podemos decir hoy nosotros de la prensa en España. Porque hemos vivido con ella, bajo ella, escrito en ella, luchando desde y contra ella, podemos referirnos a este gran monstruo que se ha ido pervirtiendo más y más desde sus orígenes y devorando a cuantos intentaron utilizarla para despertar la conciencia crítica de sus lectores, buscando reflejar los males, no ya de la Patria, sino del mundo y denunciar su nefasta influencia por culpa de quienes conforman un poder empresarial que ramificado en familias y países obedece a un idéntico fin: ocultamiento de los crímenes de los poderosos, tergiversación de las informaciones y orientación de las opiniones al servicio de quienes, para controlar los mercados del mundo no dudan en apoyar guerras genocidas, explotar pueblos, y corromper conciencias.


2

Poco se habla de la corrupción de los medios de información. Y en ellos anida esta hidra que no solo pervierte la libertad, destruye el pensamiento crítico, resquebraja la democracia, sino que prepara con su poder avasallador los últimos días de la Humanidad.

Quienes piensan, dudan, e intentan combatir el mal, son ninguneados, condenados a la soledad y al silencio. No existen. Carecen de de palabra y proyección pública. Y la masa nunca fue tan vociferante, terrible y estúpida como en nuestros días. Aunque leyendo esa magna obra de la literatura de todos los tiempos de la que pronto nos ocuparemos, Bouvard y Pecuchet, de Gustave Flaubert, comprobamos que siempre hubo lúcidos escritores que tuvieron miedo de su poder. A este tema Elías Canetti dedicó prácticamente la mayor parte del tiempo de su vida.


3

¿Ha desaparecido la censura? No. Ni en el periodismo y la información ni en la literatura. Repitamos una vez más las palabras del que fuera prestigioso editor de los Estados Unidos, Adam Schifin antes de que se viera obligado a abandonar Panthew Books, de Nueva York: Si en muchos países el principal problema cultural era la censura, ahora el propio mercado se ha convertido en censor".

Así en España. La censura cavernícola franquista dio paso a la selecta censura del mercado, al rechazo de lo que no es correcto política o literariamente, al no interesa como objeto de consumo para el lector o el televidente. Y la censura introdujo en periodistas y escritores el acomodo, la supeditación, el aceptar libros de estilo o acatar los caminos demandados por la publicidad para acceder al índice de ventas o de audiencias: se convirtieron a si mismo en autocensores. Un escritor como Lezama Lima, no para introducir temas políticos en su obra, pero si aterrado por el desarrollo de un mercado que desde sus inicios presagiaba efectos destructores para la literatura, aunque fuera en su fase incipiente y no en la oprimente de nuestros días, escribía ya en 1949: "Nuestra época tiende a convertirlo todo en espectáculo... Hacer una obra que nadie premie es totalmente imposible y eso revela la pobreza risueña y perversa de nuestra época".


4


Terrorismo mediático. Terrorismo cultural. Pero bien vestido, sonriente, envuelto por la sagrada palabra democracia. Porque la libertad es concepto que no cotiza en bolsa. Oligarquías mediáticas. Oligarquías editoriales. Oligarquías que se agrupan para que todo se encierre en el mismo ojo supervisor, controlador del mercado y censor de la creación y la crítica. La cultura y la información no escapan al poder del neoconservadurismo, de las actuales formas de organización mundial capitalista. ¿El lector? Uno y monocorde: anulada su voluntad e imaginación rinde culto a las audiencias y al sistema electoral. Participa como sumiso espectador en el teatro de la política y cultura mediática y falaz. Una atroz farsa. Ya la censura política y la censura económica conforman un nuevo cuerpo: el nuevo Dios cuyo profeta más venerado es la publicidad.


Pionero Albert Einstein también en este tema: "La prensa, controlada en su mayoría por intereses encubiertos, ejerce una influencia excesiva sobre las opiniones públicas". Hasta el filósofo Kierkegaard lo vislumbró hace ya dos siglos: "¡Ay, ay de la prensa!. Si Cristo viniese ahora al mundo, tan cierto como que vivo que no les señalaría la paja en el ojo a los fariseos, sino a los periodistas... El Dios del cielo lo sabe, y la sed de sangre es ajena a mi alma, y cfreo tener también hasta un grado espantoso la idea de mi responsabilidad ante Dios: pero no obstante, quisiera cargar en el nombre de Dios con la responsabilidad de abrir fuego, con solo que previamente me cerciorara con el más angustioso y concienzudo de los cuidados de que ante el cañón no se encontraba ningún otro ser humano, ningún otro ser vivo más que periodistas". Porque como anteriormente había escrito Jonathan Swift, la misión de los plumíferos debe ser "molestar a los granujas, aunque no por ello dejen de serlo". La utopía siempre ha estado en el punto de mira de los soñadores.


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¿Cuántas veces debiera repetirse a los niños en todas las escuelas del mundo el concepto: los medios de comunicación contribuyen a justificar el éxito popular de los corruptos, a conformar una educación alienante. Los medios de comunicación con su actual configuración y poder -que gran parte de los periodistas los necesitan como oficio simplemente e incluso algunos intentan no siempre con resultados introducir información crítica en sus trabajos, que pronto son subsumidos y anulados por el conjunto que se desprende de su lectura, escucha o visualización. Y los periodistas que no quieren verse reducidos al silencio, convertirse en meros transmisores de las consignas emanadas desde el poder empresarial, no tardan en comprobar las consecuencias de su compromiso. Intentan informar, denunciar, enfrentarse a mafias policiales, judiciales, empresariales o políticas, incluso a militares asesinos. Hasta en el deporte y la propia cultura anidan las corrupciones. Gran parte de los periodistas que en sus trabajos denuncian a estos terroristas del orden instalados en el poder fueron perseguidos, y algunos de ellos incluso asesinados. Un centenar en los últimos años, no en los lugares que son blanco de la crítica de esos medios, como Cuba, Bolivia, Venezuela, sino en los "democráticos" México, Honduras, Rusia, Colombia, Estados Unidos y lógicamente en las teocracias tipo Irán, Irak y gran parte de los países cuyos regímenes son fruto del nacionalismo occidental en África y Asia. Porque son los rectores, es decir, los dueños, e ideólogos de los grandes capitales que los controlan quienes se erigen en los mayores enemigos de la libertad, el pensamiento y la crítica, incluso contra sus propios redactores que despiden sin miramientos si no son de su agrado. Y en última instancia los poderes políticos y judiciales -¿quién manda en quién?- cierran periódicos y publicaciones como también han hecho en España.


Walter Benjamin acosado por el fascismo franquista y hitleriano hasta llevarle al suicidio escribió: "Solo Baudelaire ha odiado como Kraus la saturación de sentido común y compromiso a que han llegado los intelectuales hasta abrigarse en el periodismo. Porque el periodismo es, en efecto, la traición a la literatura... La cháchara es su auténtica sustancia y cada suplemento cultural nos plantea de nuevo la cuestión siempre insoluble de la proporción adecuada de fuerzas entre la estupidez y la maldad, cuya expresión él mismo es".


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Un puñado de empresas controlan los mercados, oligopolios que dominan imperios económicos y de la información y se nutren de técnicos forjados en universidades especializadas que no dudan en convertirse en fieles funcionarios de esta degradación profesional gracias a la venta de sus palabras al más peligroso de los fascismos del pensamiento que pudo imaginar ideología alguna. Y para controlar el poder buscan el auxilio y la colaboración - a cambio de favorecerles, como fieles lacayos, con aportaciones económicas o de influencia- de responsables políticos, religiosos, judiciales, académicos. Cuando lo necesitan, tal vez por sus propias convicciones, no faltan periodistas que se convierten en auxiliares policiales y con sus campañas mediáticas destruyen al adversario. Actúan como nuevos Torquemadas. No dudan en utilizar un lenguaje zafio, escatológico, preñado de descalificaciones y amenazas. Auténticos sicarios con nombres y rostros conocidos que por su valiosa colaboración reciben cuantiosos beneficios económicos. Así se pasa de la censura al acoso en sus "púlpitos mediáticos" y salas de redacción, desde los que lanzan sus proclamas. Si no basta con el silencio del adversario, se busca su exterminio. Pueden considerarse buenos discípulos de Goebels. Y de Mc Carthy. Y nosotros, en este clima asfixiante nos refugiamos en el existir no existiendo y desde nuestra angustia brotan palabras que pùeblan nuestras pesadillas.


Los medios de comunicación son instrumentos del poder -o la división del poder- en dos organizaciones burocráticas partidarias que se suceden entre si sin que ninguna quiera, pese a su diferente definición ideológica, acometer cuando lo ocupe reformas profundas, estructurales del sistema, un poder que cada vez depende más de los grandes monopolios. Un puñado de familias del Planeta de los negocios controlan y se reparten este Imperio que se ramifica en grupos o franquicias encadenadas a sus fines y directivas. A veces las guerras que entre ellas se desatan -como las que estallan entre mafias rivales- no son sino para acumular más poder y ejercer mayor dominio sobre los mercados en que reinan. En un mundo así conformado solo resta la soledad, el aislamiento, si se quiere reflexionar, opinar, ejercer una crítica libre nacida de las dudas, ajena a los sometimientos, un suspiro en medio del coro de voces horrísonas de alguien, que desde su no existencia pública lucha contra la uniformidad y el terrorismo cultural, político, ideológico impartido desde los medios. Alguien incomprendido incluso por aquellos a quienes defienden en sus ideas. Frente a los lacayos de los amos del mercado, de los publicitarios o de los beatos del progreso, él ejerce el derecho único que le resta, el de la insumisión, el de la diferencia utópica que considera que todavía el pensamiento libre, la creación literaria y estética, no han dicho la última palabra.


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Y la cuestión del lenguaje. La adaptación "al gusto de la mayoría". La opinión pública es una entelequia: carece de opinión. El pueblo no es sino un conjunto de seres humanos sin opinión propia, cada vez más conformados por los magos del sacerdocio o de los medios de comunicación, sin organización -existen minoritariamente algunas, carentes de fuerza y decisión en los parlamentos y vida pública- ni representación -la democracia se concibe y estructura para posibilitar grandes y conformistas mayorías. El sufragio universal es otro invento del capitalismo para detener e imposibilitar las revoluciones y conformar a los dominados. La democracia es hoy una de las más corruptas palabras que justifican el poder de la explotación bancaria y oligárquica y el empleo de un discurso público que sustenta un pensamiento único para el colectivo alienado al que se dirige. Y el desarrollo de la ciencia y la técnica aplicado a la información y la opinión, destruyen la privacidad, la diferencia y un posible conocimiento libre e imaginativo, crítico y responsable.



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Refirámonos brevemente al tratamiento que dan los medios de comunicación al terrorismo económico, culpable no solo de la crisis, la devastación de los territorios, destrucción de nuestros paisajes físicos, culturales, envenenamiento de los ríos, mares y la atmósfera. Es una continuada, desvergonzada y maloliente cantinela la que nos ofrecen. Han conseguido a fuerza de repetir, reiterar continuas, vacuas y contradictorias informaciones -que se enfrentan en sus propios medios como si de equipos de fútbol se tratara según sus intereses- que apenas se les haga caso, que se limiten a comentar su chismorreo jocosamente. Cada día, todos los días, unas similares monsergas oficiales como primicias que después, por su inocuidad, caen en el olvido. Tales como: imputado el presidente de la Comunidad de, detenido el alcalde... registro en casa de los concejales de, industriales, empresarios, gestores eclesiásticos, culturales, jueces, acusados de... se descubre una trama que se dedicaba a la trata de blancas, blanqueo de dinero... corrupción, malversación de fondos, evasión de capitales, tráfico de influencias, el sumario del caso... No transcurren mucho tiempo de la publicación de estas informaciones antes de que los detenidos salgan en libertad tras pagar para nosotros cuantiosas fianzas, para ellos calderilla, o en que se archiven sus casos en los tribunales. En los considerados más graves, pasado un tiempo prudencial, -ellos no se pudrirán de por vida en las carceles como para otros se reclama, regresan a sus negocios. Y si se trata de banqueros o gente similar, tras fugarse con el dinero robado y gozar de buenas y relajadas vacaciones, no dudan en dejarse detener y regresan por su voluntad pues ya sus "delitos" han prescrito... ¿Hasta cuando esta farsa? Porque la prensa deforma, no profundiza en semejantes hechos delictivos. No se exponen a todas horas como hacen con el terrorismo que únicamente les preocupa. Ay, si día a día a los terroristas de cuello blanco se les situara en la picota que se emplea con los otros... Entonces Jonathan Swift tendría razón cuando escribía hace siglos: "Los corruptos derrotados por la vergüenza de ver sus crímenes expuestos públicamente de la forma más cruda, haciéndose así odiosos a la Humanidad".


KARL KRAUS, EL MEJOR PERIODISTA DE TODOS LOS TIEMPOS, CONTRA LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN DE TODOS LOS TIEMPOS.


He cargado sobre mí con la tragedia que se descompone en las escenas de la putrefacta humanidad, para que al fin la escuche aquel espíritu que se compadece de las víctimas, aún habiendo renunciado para siempre a la conexión con un oído humano. El intento pretende que perciba el tono fundamental de nuestra época y el eco de mi sangriento desvarío, que me sitúa a mi entre los culpables del ruido incesante que se escuche. ¡Que él lo acepte como redención!..

Karl Kraus.

Que anteriormente había escrito.

"El aparato periodístico requiere, al igual que una fábrica, trabajo y mercado... todo aquello que haya sucedido en algún ámbito de la vida, de la política, de la economía, del arte, etc tiene que haber sido elaborado periodísticamente. Debería ser muy ilustrativo sobre dicha técnica el hecho de que, aunque no pueda formar nuevas frases hechas, siempre deje al estado de la humanidad en el estado de no poder prescindir de viejas frases hechas. En esta característica dualidad de una forma de vida transformada y otra que viene arrastrada, vive y crece hoy el mal del mundo".

1914. Ha estallado la que se denominaría primera guerra mundial. La prensa, entusiasmada, llama a morir por la Patria. Solo Kraus, como un gigante en soledad, denunciará día a día esa atroz y criminal mentira. Al tiempo que escribe y ofrece por entregas su obra magna: Los últimos días de la Humanidad. Aunque a la Humanidad le resten todavía muchos últimos días hasta el ocaso de sus últimos días. He aquí unas breves citas de sus artículos.


19 de noviembre. 1914.

"En los reinos donde sobra escasez de fantasía, donde muere el hombre de hambre espiritual sin husmear siquiera lo ayuno de su alma, donde la pluma se moja en sangre y la espada en tinta, allí ha de hacerse lo que no se piensa, pero lo que llega solo a pensarse, es imposible... Quién hace honor a las acciones deshonra acción y palabra a un tiempo, es doblemente despreciable... Sé perfectamente que de tiempo en tiempo es necesario transformar los mercados en campos de batalla para que así vuelvan a surgir mercados de ellos. Civilización es el sometimiento de vivir a los víveres. El progreso sirve a este ideal y a este ideal suministra sus armas. El progreso vive para comer...El progreso, bajo cuyos pies se enluta la hierba y el bosque se vuelve papel del que brotan hojas, ha subordinado el fin de la vida a los medios de vida y nos ha hecho accesorios de nuestros aparatos... Y pone el arte al servicio del comerciante... El sometimiento de la humanidad a la economía le ha dejado tan solo la libertad de anestesiarse, y al igual que el Progreso le afiló las armas, creó para ella la más mortífera de todas, una que más allá de su necesidad sagrada la liberó incluso de su última preocupación, la de su bienestar terreno: la prensa. (subrayado mío.)


Y una mañana turbia se aclara y encuentra sin querer que la vida es nada más una reproducción de la prensa... ¿Qué es? ¿Solo un mensajero? ¿Uno que nos incordia dando además su opinión? ¿Que nos martiriza con sus impresiones? ¿Que nos trae a la vez que los hechos la forma de representárselos? ¿Que nos tortura con sus detalles sobre los pormenores de informes acerca de ambientes o con su visión de las observaciones acerca de pormenores que se refieren a detalles y con sus sucesivas repeticiones de todos ellos? ¿Un mensajero que arrastra tras de sí todo su séquito de personalidades informadas, enteradas, introducidas y destacadas que deberían darle el refrendo y la razón, gorrones importantes de lo superfluo?... No es un mensajero, es el acontecimiento... Durante décadas de ejercicio ha llevado a la humanidad al grado justo de escasez de fantasía que le hace posible una guerra de exterminio contra sí misma... ¿Se imagina alguien cuánto asesinato del espíritu, cuánta nobleza saqueada, cuánta sanidad profanada ha de agradecerle medio siglo a esta inteligencia desbocada?"


Mayo 1918. Es el juicio final.


Y puesto que todos esos señores del poder y de la injusticia viven ya en la vecindad de su destino, también ayudaría el que sus ayudantes, sus embaucadores, sus peones en la más impublicable de las faenas, los cabecillas periodísticos de este embuste sangriento, los decoradores de ruinas, los recomendadores del camposanto, los autores de repoortajes sobre este trágico carnaval de lo que nada se logra averiguar, fueran cargados de cadenas. Otrosí, yo respondo de que hasta donde se extiende el término cerebral de esta ciudad, y en la manera que el cuidado del Estado lo requiera, vengan a ser tenidos por felones quienes dieron amparo a alguno de tan sangrante prensa".

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COLABORACIONES

CARLOS TAIBO

Marcelino Camacho: un café, dos madalenas

En los últimos veinte años coincidí media docena de veces, en actos públicos, con Marcelino Camacho. Tengo un recuerdo especial de dos de esas ocasiones.

La primera fue, acaso diez años atrás, una rueda de prensa convocada para presentar el comité de Madrid de apoyo a la conferencia de Elkarri. Camacho estaba como era habitual en él: cordial, locuaz, sencillo y siempre dispuesto a poner su rostro y sus palabras al servicio de una causa que entendía razonable. No había en nuestro hombre, por lo demás, ese afán de protagonismo que arrastran tantas figuras de nuestra vida pública. Creo que, al cabo, la primera impresión que producía, y la que conseguía mantener en el tiempo, era, sin más, la de una buena persona.

El segundo de mis recuerdos nos sitúa unos años antes, tal vez a principios de la década de 1990. Compartí entonces con Marcelino Camacho, en Alcalá de Henares, una mesa redonda en la que él y yo debíamos sopesar lo que se había abierto camino al calor de la desaparición del bloque soviético. Debo confesar que, cuando esperaba disensiones profundas, me topé con la sorpresa de que las coincidencias menudeaban. Camacho no era --como con frecuencia se ha intentado sugerir-- una persona que aceptaba sin rechistar las monsergas que llegaban del oriente europeo. En mi percepción, su visión de lo que la URSS había sido y supuesto era manifiestamente lúcida y revelaba una aguda conciencia de las enormes dificultades que se planteaban a la hora de calificar como socialista, o como comunista, un experimento en el que la burocracia dirigente había cercenado obscenamente la capacidad de decisión autónoma de los trabajadores.

Pero de aquella mesa redonda me queda un recuerdo más vivo. En el transcurso de su intervención Camacho empleó la palabra anarquía conforme a ese uso cotidiano que da en identificarla, sin más, con el caos y el desorden. En el debate posterior un joven ácrata protestó, de resultas, airado. Me sorprendió la reacción, extremadamente cortés, tranquila y afectuosa, del veterano militante sindical. Camacho pidió disculpas, expresó públicamente su respeto por los viejos anarcosindicalistas, y agregó que lo último que deseaba era reavivar viejas rencillas más bien estériles. Semejante actitud, en su caso, no acarreaba, con certeza, ninguna renuncia a sus convicciones. Lo demostró en los últimos veinte años de su vida cuando, en reiteradas oportunidades, expresó su desazón ante el derrotero que había seguido, en sus estamentos directores, Comisiones Obreras y defendió un regreso a posiciones menos acomodaticias y más combativas.

Hay otra dimensión, importantísima, de la figura de Camacho que no sería bueno dejar en el olvido. Hablo de aquella que nos habla de alguien que pudo beneficiarse, con facilidad, de un rápido ascenso social pero prefirió seguir siendo él mismo. Me viene ahora a la memoria que hace no mucho un diario madrileño publicó, en su página final, lo que mal que bien era una entrevista con Camacho. Esa página final recoge siempre lo que el entrevistado ha consumido, en compañía del periodista, en uno u otro lugar. Un par de días antes se había asomado a ese mismo espacio uno de los personajes prominentes y promocionados --olvidemos los nombres-- de nuestra izquierda oficial, que había citado al periodista en el hotel Ritz de Madrid y había tenido a bien consumir un suculento desayuno por el que se habían pagado muchos, muchísimos, euros. Cuando le tocó su turno a Camacho, el escenario había cambiado un poco. Creo recordar que una foto recogía al sindicalista en primer plano, con su mujer detrás, portadora de una de esas viejas cafeteras plateadas. El periodista, consciente de la joya que tenía entre manos, muy lejos del hotel Ritz, anotó certero: domicilio de Marcelino Camacho, un café, dos madalenas, cero euros.

Cuando en estos días se ha repetido hasta la extenuación que Camacho fue uno de los prohombres de la Transición, mucho me temo que son insalvables los equívocos que rodean a esa afirmación. Marcelino estaba, afortunadamente, en otro sitio. En cualquier caso, muy lejos del hotel Ritz.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Número 7. 5 de octubre. 2010

En el presente mes de octubre se publica en El Olivo Azul mi novela LAS GUERRA DE ARTEMISA. En mi página web http://www.andressorel.com/ puede leerse un resumen del largo estudio que sobre ella ha realizado el escritor y profesor Jesús Felipe Martínez.


SUMARIO


De la actualidad.
El terrorismo de los lapidarios y las izquierdas.
Eutanasia. Derechos humanos.
Las frases hechas. El mal del lenguaje cotidiano.
La revista Hola, espejo y guía de miserias informativas.
Aristocracias.
Almudena Grandes, un poco más de humildad.

Discurso contra los intelectuales. Ferlosio y Goytisolo.


Colaboraciones:
Juan Mayorga. 581 mapas
Esther Bartolomé-Pons. ¿A dónde vas, criatura humana sabia?
Lorenzo Martínez Aguilar. La tragedia de la mina San José, en Chile
Iñaki Errazkin. Autocrítica


Qué ruidoso se vuelve todo.
Karl Kraus. 1917

¿LA ACTUALIDAD?

El terrorismo de los lapidadores y las izquierdas.
Se informa. Y las izquierdas apenas debaten sobre el tema. Hablamos de religiones, jueces, políticos, jefes de Estado. En Irán, Pakistán, Arabia Saudita, otros regímenes teocráticos, es norma el terrorismo empleado contra las mujeres que viven en sus territorios. Es normal encasillar el término terrorismo bajo el concepto de político, utilizándolo en su aplicación según los intereses del dominador o del dominado. Los otros terrorismos, como el económico y el religioso, son ignorados. Toda guerra es terrorista. Por tanto es tan terrorista, más diríamos porque mayor número de víctimas provoca, la que practica Estados Unidos con sus ejércitos y armas de destrucción de toda índole en paises como Irak, Afghanistan, como las acciones de los comandos que atentaron contra las Torres Gemelas o los metros de Madrid y Londres. No entramos ahora en ese debate. pero existe ese otro terrorismo del que se prefiere no hablar, el religioso, que se lleva a cabo con el amparo e incluso impulso de los poderes políticos, y que no es casual encuentre en las mujeres sus principales víctimas. Herederos de la Iglesia Católica, maestra con sus quemas de libros, torturas, hogueras públicas para los herejes, cruzadas contra los infieles, desarrollan procedimientos tan salvajes como ella, y se ampara naturalmente bajo el "imperio de la Ley y de sus Jueces". Como los jueces del franquismo. Terribles tiempos vivimos cuando el pensamiento de las izquierdas oficiales prefiere obnubilarse antes que denunciar a gritos estas miserables sociedades teocráticas, que, unos por cuestiones tácticas, otros por intereses económicos, establecen como formas de gobierno la esclavitud moral e intelectual de sus ciudadanos, y justifican sus leyes -que no aceptan las expresiones de un pensamiento libre, de ideas y razones y hábitos de vida y culturales ajenos a sus conceptos feudales y asesinos- en tradiciones y doctrinas atribuidas a los dioses y profetas que ellos mismos crearon. Y quienes justifican su silencio bajo el argumento de que son, estos países, víctimas del imperialismo y del capitalismo, no quieren ver que son hoy, serán siempre, sus aliados más fieles y seguros, tan corruptos y explotadores como aquellos de quienes dicen defenderse.

Y la última imagen, no de una mujer lapidada, sino de su sumo ejecutor, resultaría esperpéntica si no encubriera una estulticia desgarradora y cruel. Es la de Ahmadineyad, presidente iraní, en la ONU, balndiendo en una mano El Corán y en la otra La Biblia para justificar su doctrina medieval, cobijándose bajo la irracionalidad y el derecho a ejercer la más dictatorial censura y el abominable terrorismo contra las mujeres de su propio país.


Eutanasia. Derechos humanos.

Mientras nos perdemos en debates estériles, cuestiones bizantinas que ocupan durante meses las páginas de los periódicos, controversias públicas, referendums y debates parlamentarios con temas como el de los toros o del uso institucional de esos trapos pintarrajeados que llaman banderas, nadie plantea en profundidad, con similar empeño, temas que no por viejos dejan de ser vitales y no se encuentran resueltos. ¿Miedo, conformismo, irracionalidad? Perversión ideológica y oportunismo político, diríamos. Como la aceptación religiosa del sufrimiento, del dolor, porque son mandatos divinos. La eutanasia no está aceptada, legislada como necesidad para evitar el inútil sufrimiento. La razón siempre ha estado, continuará estando perseguida. Y no ceden quienes la combaten con sus dogmas. En 1569 ya el calvinista Jean Crespin publicó estos versos gnómicos:

O una vida sin pesar o una muerte feliz.
Es bello morir cuando vivir es penoso.
Es mejor no vivir que vivir con el dolor.

¿Qué día algún criminal, corrupto, cínico personaje de la actualidad no esgrime como arma arrojadiza su "respeto a los derechos humanos" como escudo contra sus tropelías? Mientras la tortura, la discriminación social, cultural, económica, el racismo, las leyes explotadoras, la libertad de enseñanza, el poder policiaco y militar, campan por sus respetos. Porque en España, Estados Unidos, Marruecos, Irán o China, por citar unos países, nadie, salvo los condenados al silencio, pondrían en cuestión que en ellos se respeten los derechos humanos. Como escribiera Albert Einstein: "Una gran parte de la historia la cubre la lucha en pro de los derechos humanos, una lucha eterna en la que no habrá nunca una victoria definitiva. Pero desfallecer en esda lucha significaría la ruina de la sociedad. Al hablar hoy de derechos humanos nos referimos primordialmente a los siguientes derechos básicos: protección del individuo contra la usurpación abstracta de sus derechos por parte de otros o del gobierno; derecho a trabajar y a recibir unos ingresos adecuados por su trabajo; libertad de discusión y de enseñanza; participación adecuada del individuo en la función de un gobierno y negativa a prestar el servicio militar"

Las frases hechas, el mal del lenguaje cotidiano.

Escribió Walter Benjamín sobre Karl Kraus: "El odio con que Die Fackel persigue al pululante linaje de los periodistas es, más que moral, un odio vital, como el que lanza un antepasado sobre un linaje de enanos degenerados. La propia expresión opinión pública produce horror a Kraus. Kraus ha reunido la totalidad de sus energías para la lucha contra las frases hechas, las cuales son expresión lingüística de la arbitrariedad con que la actualidad se va apoderando de las cosas mediante el periodismo".

En España, hoy día, políticos, gentes del deporte, la cultura, las finanzas, la información y la opinión, "viven" de estas frases hechas, sobre todo los hombres y mujeres de los partidos políticos, organizaciones sindicales, parlamentarios, que nos martirizan todos los días con ellas como argumentos fundamentales de su inocua, vacua, inane locución argumental. Expresiones como "con el dinero de todos los españoles" o su variante "con nuestro dinero", "ponerse las pilas", "abrir puertas al campo", "la pregunta del millón", "vamos a por ellos", "niveles de audiencia", "opinión pública", "estado de derecho", "imperio de la ley", "falta de liderazgo", "falta de hombría", "hoja de ruta", "la verdad es que"... Podríamos seguir así: vomitando el lenguaje malhadado que nos envuelve por doquier. Así hasta el apagón definitivo del lenguaje y de las ideas.

La revista Hola espejo y guía de miserias informativas.

Verano de 2010. Continúa la historia de las corrupciones: País Valenciano, Catalunya, Castilla y León, Madrid, Galicia... ¡Qué importa! El dinero de los corruptos es otra falaz definición: paraiso fiscal. Sigamos utilizando los conceptos en sentido diametralmente distinto a su significado: nunca los denominarán como debieran llamarse: "refugios económicos de terroristas". ¿Piensan las gentes que el dinero allí acumulado podría sanear la economía española, y las pensiones, el paro, las inversiones económicas y culturales tendrían otra más social dimensión? No. Bien se preocupan de que no piensen los programas televisivos, las revistas que llaman del corazón. ¡Otra mendaz definición! ¿Por qué no de la putición? ¿Hemos de extrañarnos que voten a políticos o jaleen a dirigentes que chapotean como los más inmundos batracios en la gigantesca cloaca española? El pueblo -pobres y ricos- habla de otras cosas, con otros lenguajes, en la estela ue dejan el Hola y revistas similares. Ahora, además, estas publicaciones ya ocupan la mayor parte de las parrillas televisivas que consiguen las mayores audiencias. ¡Parrillas! ¿Para qué, para asar a fuego lento las conciencias de los televidentes? Auténtica cultura popular: de porteras o taxistas, de informáticos o mujeres de ejecutivos, de profesionales de cualquier índole. ¡Eso sí que son best seller y no los Pérez Reverte, Falcones o Pérezzafones de turno! Veamos de lo que hablan y se ocupan las gentes de España un día cualquiera a través de las profundas informaciones -gráficas y de texto- que les suministra el Hola y reiteran las Tele 5, Antena 3, La Sexta, otras televisiones. Es el lenguaje y el alimento cultural de nuestra sociedad:

"Letizia (princesa) y Amaia, ¿quién es más guapa?". "Dos heteros muy gays: (o quiere decir guays?): Anas Millán e Imanol Arias" "La ex de Rafa Camino tiene respuestas" (No necesito explicar que se ve en la foto) "Feli y Verdasco (tenistas, claro). Chulitos en la playa". "Selena Gámez está que se sale". "Kelli Brook: este cuerpo tiene dueño". "Se lo pasa teta con su novia". Y estos titulares, reportajes gráficos y contenidos, ocupan un solo número.

Prostitución y mafias. Dinero para periódicos y revistas. Corrupción y ladrillo. Más fondos para cuerpos auxiliares. El imperio de la ley, ¿no? Democracia: votantes en el ritual qaue no necesita pensamientos. Y aristocracia, nobleza, lujo, altas finanzas, modas, culturas: revistas de la putición.

Aristocracia.

¿Hasta cuando se va a continuar babeando mediáticamente y concediendo apoyo informativo a toda esa caterva de marqueses, duques, condes, baronesas, príncipes, etc que son auténticoa parásitos de una sociedad incapaz de abolirlos? Proust, el escritor al que a veces se limitan a citar con frases tópicas, fundamentalmente la de "imagínate, lector, ayer mojé en mi té una magdalena, y recordé de pronto que de niño había estado en el campo", es uno de los escritores que mejor retrató a esta maldita chusma que lleva siglos imponiendo su yugo sobre el pueblo. En breves líneas lo expresa Walter Benjamin: "En el tesoro de los prejuicios y las máximas de la alta sociedad no existe una sola que no quede, en efecto, aniquilada por la peligrtosa comicidad de su cháchara... Y se hace pedazos la unidad de la familia y de la personalidad, de la moral sexual y del honor. Proust describió una clase que, en todas partes, se encuentra obligada a camuflar su base material, por lo que ha formado un feudalismo que, carente en si misma de significado económico, le sirve como máscara a la gran burguesía".

Parece hasta lógico, dada su miseria política, moral y humana, que alcaldes como el de Sevilla, responsables del partido socialista, autoridades del PP, y desde luego directivos, conductores, locutores de la basura de los medios llamados de información, les condecoren o jaleen. Lo que nos duele es que no exista quién retrate con sarcasmo y realismo a los Felipe, Letizia, Gunila, Alba, Franco, Romanones, Calvo Sotelo, Siruela, etc. ¿O son estos parásitos tan estultos que no dan ni para eso?

El hoy continúa siempre viviendo en la visión del gran genio, William Shakespeare, Rey Lear, II, 4:

Por el bien de su caballo le untaba el heno con mantequilla.

Almudena Grandes, un poco más de humildad.

Cuando la industria editorial descubre un escritor o escritora que considera puede rendirle más o menos considerables beneficios, no duda en exprimirle hasta el límite. Conforme se desgaste en el tiempo y vaya reduciendo sus ventas, lo abandonará para suplantarlo por otro sin consideración alguna. Mientras, el escritor, obnubilado por su fulgurante resplandor, pierde la capacidad de análisis, se llena de soberbia y solo piensa en aprovecharse de su situación al precio moral, ético y literario que sea. En ese punto álgido que los medios de comunicación explotan igualmente hasta el hartazgo, se encuentra Almudena Grandes. No vamos a hablar aquí de su narrativa. Si nos detendremos en la reflexión que merece su reclamo y proyección publicitaria que la ha llevado en continuados días a multiplicarse en periódicos, radios y televisiones, con entrevistas que entran más en la verborrea que en el análisis literario. Habla de su última novela como un descubrimiento temático propio, en la hipertrofia de quién considera que lo que ella piensa y dice ha de aceptarlo como verdad todo el mundo, y nos explica como ha descubierto al lector hechos hasta ahora no conocidos, como la invasión guerrillera del Valle de Arán en las postrimerías de la segundas guerra mundial por comunistas españoles y "los amores de Francisco Antón y Pasionaria". Cita a Manuel Azcárate como documento que le sirvió para narrar lo que hasta entonces no había sido tratado. Nadie le sale al paso. Tampoco yo voy a hacerlo, ni de seguro Gregorio Morán, Secundino Serrano, Manuel Martorell, Santiago Álvarez, Manuel Vázquez Montalbán, Fernando Claudín, y tantos otros, anarquistas, comunistas, historiadores, ex-guerrilleros, que escribieron sobre estos temas (mi primer libro que los trata data de 1969) tan al parecer "inéditos" hasta que ella "los descubrió". La falta de humildad para hacer un análisis sobrer estos triempos "oscuros" y temas tan implicados en hechos históricos controvertibles, en los que se mezcla lo humano con lo político, el sacrificio y las prácticas estalinistas del principal partido opositor del franquismo, reverdece así en las edeclaraciones de quién sin duda prefiere el sensacionalismo a la reflexión, y piensa que la cultura comienza y termina en su pobre bagaje literario, histórico y filosófico. Ante sus palabras solo nos resta el sonrojo y el silencio.

Discurso contra los intelectuales. 4. Ferlosio y Goytisolo.

A veces, cuando te encuentras con otro escritor, da igual su nombre, te pregunta qué escribes. Si le dices que has terminado un libro, no te interpelará demandándote el tema, planteamiento literario, sino dónde lo publicas. Y de inmediato insistirá: ¿y qué tal te fue con el anterior, cuántos ejemplares se vendieron, y la prensa cómo te trató?

Te dan ganas de responderle con palabras de Torquato Tasso en La Jerusalén liberada. Claro que te preguntaría antes: ¿y ese, vende mucho?

"La fama, que fascina con su dulce son a los soberbios mortales y parece tan hermosa, es un eco, un sueño, mas bien la sombra de un sueño que, al menor viento, se disipa, se desvanece".

Pensar, reflexionar, comunicar, dialogar, drogarte con las dudas, renunciar a lo fácil, efímero, trabajar ajeno al tiempo sabiendo que éste ha de devorarte irremisiblemente, intentando no convertirte en un payaso, en un bufón que haga reir con sus estridencias y genuflexiones, es un difícil camino, pero es el único que puede definir a un intelectual y que te aleja de la pléyade de quienes usurpan este concepto. Y en este discurso contra los intelectuales no pueden faltar las palabras de aquellos que no ejercen como tales, porque son, en el concepto ontológico, realmente sus auténticos representantes..

Rafael Sánchez Ferlosio. La forja de un plumífero. 1977.

"Todavía escribo con el anticuado deseo de tener razón, de convencer a alguien de algo que me parece cierto, tanto la duda de todo "tener razón" como el descorazonamiento de no lograr convencer nunca a nadie de nada me animan cada vez menos a publicar, aunque siga escribiendo y escribiendo eternamente... Primero incurrí en "la prosa" o sea la bella página (Alfanhui); después quise divertirme con el habla (El Jarama) y finalmente, tras muchos años de gramática, encontré la lengua... La industria cultural o la industrialización de la cultura, ha extremado hasta tal punto el rigor de la observancia del derecho narrativo, especialmente desde el cinematógrafo... que ya no extraña siquiera la cada vez más miope, más desavisada y más condescendiente aceptación del recrecido e infinitamente repetitivo imperio de las convenciones narrativas por las personas ilustradas... Hasta la crema de la intelectualidad se toma en serio inmundicias no solo estéticas, sino también ideológicas, como Casablanca o Lo que el viento se llevó... El paradigma supremo de semejante función educativa es, sin duda, Walt Disney, el gran corruptor de menores y la mayor catástrofe estética, moral y cultural, del siglo XX. Todo suele empezar por la estética, pues lo primero que viene es la Fealdad, luego la Estupidez, y finalmente la Maldad".

Para ahondar en el profundo sentido ético y literario de estas palabras, recogemos el juicio que le merecen a Juan Goytisolo:

"El modelo más libre del amor a un saber no rentable me lo procuró el escritor contemporáneo que me merece mayor aprecio: hablo de Rafael Sánchez Ferlosio. Después de esa pequeña joya literaria, Alfanhui y del éxito del Jarama, abandonó de súbito su prometida carrera novelística para entregarse por entero, durante bastantes años, a lo que entendemos hoy por gramática transformacional después de la publicación por Noam Chomsky de Aspectos de la teoría de la sintaxis... El aliciente del saber desinteresado, fruto de su aguijadora curiosidad y afición a disciplinas tan diversas como las que imantaban a los eruditos y monjes del Medievo, lo adivinamos en cuanto calamos en obras a la vez tan armoniosas y dispersas como Vendrán más años malos, Esas Yndias equivocadas y malditas, Testamento de Yafoz, la forja de un plumífero."

Hoy la mayor parte de los intelectuales españoles aparecen más comprometidos que nunca frente a la miseria de nuestra cultura y la brutal opresión del capitalismo en su silencio o su supeditación a las leyes del mercado y enajenación por la publicidad. Junto a ellos, arrogantes analfabetos se pavonean incluso escribiendo o hablando de que ya no existe el compromiso de la izquierda. Claro que las izquierdas oficiales con su servilismo hacen mucho por darles la razón y rendirles incluso culto de vasallaje. Escritores o científicos premiados o bestsellerizados poco tienen que ver con el rigor conque un auténtico intelectual como Albert Einstein encarna este tema, palabras que confirman nuestro discurso contra los intelectuales:

"Jamás he hecho esfuerzo sistemático alguno para mejorar la suerte de los hombres, para combatir la injusticia y la represión ni para mejorar las formas tradicionales de las relaciones humanas. Sólo hice esto: con largos intervalos expresé mi opinión sobre cuestiones públicas siempre que me parecieran tan desdichadas y negativas que el silencio me habría hecho sentir culpable de complicidad (subrayado mío)... Los objetos triviales de los esfuerzos humanos (posesiones, éxito público, lujo) me han parecido despreciables. Hemos de prevenirnos contra quienes predican a los jóvenes el éxito, en el sentido habitual, como objetivo de la vida".


COLABORACIONES


JUAN MAYORGA


581 mapas



Lezcano- 16: “Domicilios de los árbitros de fútbol residentes en Madrid”. El color del circulito indica la categoría en que pita el colegiado en cuestión.


Muñoz- Hay otro con domicilios de jueces, ¿no? ¿El 31?


Hermida- El 35.


Lezcano- Aquí está. Las viviendas también están marcadas por categorías. Tribunal Constitucional, Tribunal Supremo, Audiencia Nacional…


Muñoz- ¿Cómo ha obtenido las direcciones particulares de todas esas personas?


Hermida- No las he obtenido. Los datos me los suministran. Yo sólo les doy expresión gráfica.


Muñoz- Es una de esas personas quien ha puesto en nuestro conocimiento la existencia de sus mapas. Considera que la publicación del lugar donde vive le pone en peligro.


Hermida- ¿Un juez?


Muñoz- Un árbitro.


Hermida- Dudo que quien me encargó ese mapa tenga nada contra los árbitros.


Muñoz- También se ha quejado una asociación vecinal. Están molestos con ése sobre embriaguez.


Hermida- 89: “Número de alcohólicos por cada mil habitantes”.


Muñoz- Los de ese barrio se sienten estigmatizados.


Hermida- Lo siento.


Muñoz- ¿Por qué en naranja? ¿Por qué la máxima concentración de borrachos en naranja?


Hermida- El naranja tiene la particularidad de que…


Lezcano- ¿Acepta cualquier mapa que le encarguen?


Hermida- De Madrid. Sólo de Madrid. No osaría hacer un mapa de otro lugar.


Muñoz- Le gusta Madrid.


Hermida- No. Pero es la ciudad que tengo en la cabeza. Puedo decirle el camino más corto entre Usera y La Vaguada y cuántos quioscos se va a encontrar de aquí al Museo del Prado.


Lezcano- Usted hace cualquier tipo de mapa de Madrid. No importa sobre qué.


Hermida- Es la clave del negocio. Fue idea de mi hermana mayor, cuando perdí mi empleo en esa editorial de libros escolares. Mi hermana me hizo ver que se hacen muchos mapas, toneladas de mapas, pero la mayoría no tienen nada que ver con los auténticos intereses de la gente. ¿De qué te vale la ubicación de los monumentos cuando lo tuyo es la filatelia? ¿Qué importan las zonas verdes si lo que te interesa es la pornografía? Fue mi hermana la que me dio la idea de los mapas personales. Yo no lo veía claro, pero pensé: ¿Qué tengo que perder? Mi hermano pequeño, que es informático, dio forma a la idea: www.mipropiomapa.com.


Lezcano- Son ustedes una familia muy unida.


Hermida- La diferencia respecto de hacer mapas para libros es que lo puedes modificar continuamente, conforme vas teniendo nuevos datos.


Muñoz- Éste fue el primero, ¿no? “Tiendas de mascotas”.


Hermida- Sí.


Lezcano- Trecientos doce mapas. Parece increíble que los haya hecho todos usted, en menos de un mes.


Hermida- En realidad he hecho más. Sólo se cuelga un mapa si así lo quiere el cliente. He hecho quinientos setenta y nueve. Si el negocio sigue creciendo, voy a tener que meter gente.


Silencio.


Lezcano- Quinientos setenta y nueve mapas en veintiséis días.


Hermida- En veintitrés. Los domingos paro.


Lezcano- ¿Podemos hacer una prueba?


Hermida- ¿?


Muñoz- Una demostración. Nos gustaría ver cómo lo hace.


Hermida- Claro.


Muñoz- ¿Qué necesita? ¿Folio?, ¿cartulina?...


Hermida- Din A-3.


Muñoz- Din A-3. ¿Lápices? ¿Ceras?...


Hermida- Lápices. Faber del 17.


Muñoz- ¿Algo más? ¿Un café?


Hermida- Gracias. Con leche, sin azúcar.


Muñoz- ¿Te traigo algo a ti?


Lezcano niega. Muñoz sale. Silencio.


Lezcano- De modo que los datos se los suministran. El trabajo de campo, por así llamarlo, lo hace el cliente.


Hermida- Así es.


Lezcano- 245: “Lugares donde ha estado el diputado Flórez desde el 1 de Junio y tiempos que ha pasado en esos lugares”. Usted no ha seguido al diputado Flórez. Usted no ha estado en su despacho en el Parlamento.


Hermida- No, no.


Lezcano- El mapa lo firma “Colibrí”.


Hermida- Debe de ser un alias.


Lezcano- Probablemente.


Silencio.


Algunos de sus clientes son auténticos enfermos.


Hermida- La gente tiene problemas.


Lezcano- La mayoría de sus mapas son basura.


Hermida- Muchos no tienen valor científico, ya lo sé. Algunos son pura fantasía. 48: “Refugios de hadas, duendes y gnomos”. 77: “Lugares por los que he caminado sonámbulo”. 142: “Mujeres con las que me he acostado”. Pero hay otros que…


Lezcano- La mayoría son mierda.


Hermida- No digo que alguno no lo haya dibujado a disgusto. Pero ¿quién soy yo para decidir si un mapa debe hacerse o no?


Silencio. Hasta que vuelve Muñoz, que pone ante Hermida todo lo que éste pidió. Y un listado con palabras y cifras.


Muñoz- Alijos requisados en Madrid en los últimos cinco años. Ahí tiene todo: puntos de venta, sustancias, cantidades y fechas.


Hermida se pone a trabajar. Muñoz mira el reloj. Silencio.


Hermida- Lo más difícil es establecer el código. Lo difícil no es decidir si utilizas colores o sombreados o figuras geométricas. Lo difícil es expresar de la forma más sencilla posible la imagen que el cliente tiene en la cabeza. El mapa tiene que hablar a primera vista.


Sigue trabajando. Silencio.


Lezcano- 113: “Lugares donde se puede abuchear el himno nacional”.


Muñoz- Es un negocio. El señor Hermida lo hace por dinero, no tiene una implicación ideológica en el asunto. Otra cosa es que se le pueda haber ido de las manos. Pero reconocerás que hay algunos mapas buenos, mapas útiles. 206: “Madrid para mendigos”. Dónde comer de gorra, dónde dormir gratis… Fíjate: puntos donde pedir limosna clasificados por colores.


Hermida- El Madrid de los mendigos no es el mismo que el Madrid de los banqueros o el de los que hablan latín.


Muñoz- 159: “Hoteles baratos limpios”. Me hubiera venido muy bien cuando el divorcio.


Hermida- No es lo mismo Madrid cuando tienes quince años que cuando has cumplido cuarenta. Tu mapa cambia con tu vida.


Muñoz- Con el divorcio, mi mapa de tiendas se transformó. Ya sólo entro donde haya ofertas. ¿Tú te acuerdas de cómo vestía yo antes?


Hermida- “Comercios chinos”. “Dispensarios de metadona”. “Hombres estatua”. Hay quien cuelga su mapa porque puede ayudar a otros. “Tiendas donde el vendedor es agradable”. “Probabilidad de ser atracado en función de día de la semana y hora”.


Silencio. Hermida da por terminado el mapa. Muñoz mira el reloj. Lezcano y Muñoz observan el mapa.


Muñoz- Es muy elocuente. Usted debería trabajar con nosotros.


Hermida- En el colegio, es lo único que se me daba bien.


Lezcano- Hay mapas útiles, desde luego. Pero útiles ¿para qué?


Muñoz- Mi amigo piensa que algunos de sus mapas representan otra cosa de la que dicen representar. Por ejemplo, el 71: “Graffitis”. Lo que mi amigo ve aquí… ¿Por qué no se lo explicas tú mismo?


Lezcano- La mayoría de sus mapas son hojarasca, una cortina de humo para distraer de los importantes. Los importantes pueden ser los en apariencia más tontos. “Graffitis”, por ejemplo.


Muñoz- Qué retorcido. Qué manía no conformarse nunca con la explicación más sencilla.


Lezcano- En lo que mi amigo y yo estamos de acuerdo es en que hay aquí material suficiente para ponerlo a usted ante un juez.


Muñoz- Pero discrepamos sobre el precio que ese juez le haría pagar por haber dibujado estos mapas. Yo soy de la opinión de que la responsabilidad debe recaer en quien se los ha encargado.


Lezcano- En todo caso, el juez apreciará que nos revele sus fuentes. Localizaremos igual a todos estos tipos, pero lo haremos antes si usted nos dice lo que sabe de ellos.


Muñoz- Dando por sentado que la mayoría de estos mapas, y por tanto sus inspiradores, son absolutamente inocentes.


Lezcano- ¿Tendría gracia, no? Que nos dibujase un mapa con los domicilios de sus clientes.


Silencio.


Hermida- No puedo hacerlo. A la mayoría no los conozco. Cara a cara, quiero decir. La mayoría manda la información a través de correo electrónico, abonan la cuota en un número y ya está. Algunos sí, algunos quieren explicarse personalmente. Hay quien cree que sabe cómo hay que hacer su mapa, te vienen con esbozos que da risa verlos. Otros quieren verte porque necesitan aclararse, porque hay quien no sabe lo que quiere. Muchos vienen cargados de prejuicios. La gente desconfía de los mapas. ¿Para qué están hechos, el noventa por ciento de los mapas? Para hacer circular a la gente, para llevarte de un sitio a otro. Los mapas deberían ayudarte a saber dónde vives. Casi siempre se usan para lo contrario, para confundirte. Lo que la gente busca es un mapa que les diga la verdad. A veces es difícil, pero nadie ha quedado descontento, nadie ha pedido nunca que le devolvamos la cuota. Por primera vez en mi vida me siento útil. Ayer se lo decía a mi hermana: “Antes trabajaba para un jefe. Ahora trabajo para la gente”.


Silencio.


Lezcano- 71: “Bares donde no dejamos entrar moros”. 83: “Lugares donde puedo decir lo que pienso sobre los homosexuales”. 111: “Inmuebles vacíos okupables, clasificados por tiempo de desokupación”. 173: “Escenarios de la próxima guerra civil”.


Muñoz- ¿Sabe que insultar, incitar al odio, marcar objetivos a los violentos, son delitos que se pagan con la cárcel?


Lezcano- Un mapa que señala dónde viven los jueces, ¿a quién puede interesarle?


Muñoz- Si el diputado Flórez nunca ha estado en “El búho de Minerva”, nos encontramos ante una calumnia. Si ha estado en “El búho de Minerva”, se trata de un seguimiento ilegal, una violación de la intimidad, quizá un caso de chantaje, de espionaje o de terrorismo. Esos cargos recaerán sobre usted a menos que nos ayude a localizar a “Colibrí”.


Silencio.


Hermida- Podría ser un taxista, tengo varios clientes taxistas. O alguien a quien interesa la política y ha elegido a Flórez como podía haber elegido a cualquier otro. Es lógico que a un votante le importe en qué emplean su tiempo los diputados. O quizá sea alguien que quiere ayudar a Flórez. Si Flórez ve este mapa, quizá decida corregirse, ampliar sus movimientos. “Colibrí” podría ser la esposa de Flórez, o el propio Flórez. Muchos mapas son autobiográficos. “Mis puestos de trabajo”. “Dónde desearía estar y nunca he estado”. “Dónde no tengo miedo”. “Dónde he visto a esa chica”. “Dónde me he cruzado con gente que leía a Dostoievski”. “Dónde yo, hombre negro de veintisiete años, he estado una hora sin que viniese a molestarme la policía”. “Lugares en que la palabra “Atalaya” causa extrañeza”. “Lugares donde me han hecho sentir como una mierda”. “Lugares donde he sido feliz”. Hay clientes que los utilizan como un diario, como una confesión.


Silencio.


El mapa de los jueces quizá quiera hacernos ver que casi todos ellos viven en unos pocos barrios. Y que hay barrios donde no vive ninguno. Quizá quiera mostrar que gente que vive en unos barrios juzga a gente que vive en otros barrios. Si ustedes se fijan, los árbitros de Primera División también suelen residir en unos pocos barrios. Si se comparan los mapas de oficios –por ejemplo, el de banqueros y el de maestros de primaria-, pueden extraerse conclusiones. Quizá el que me encargó ese mapa tenga ese tipo de cosas en la cabeza. O no, no lo sé. Muchas veces, cuando dibujo un mapa, me cuesta entender los intereses que hay debajo. 232: “Lugares donde se reúnen comunistas”. ¿Lo ha hecho un comunista o uno al que no le gustan los comunistas? 253: “Mapa de mi madre”. Dónde se cortaba el pelo, dónde conoció a su marido, dónde está enterrada… También las casas de sus amantes y el lugar donde él la vio por última vez. ¿Un mapa de amor o de odio?


Silencio.


Se ve que muchos intentan decir cosas que nunca han podido decir. Yo sólo soy el traductor. Los colores, las flechas, no son más que eso, traducir lo que ellos tienen en la cabeza. A mí siempre me ha sido más fácil dibujar que hablar. Cuando salga de aquí y cuente a mi hermana todo esto, lo que ha sucedido aquí desde que entré por esa puerta, no diré nada. Haré un mapa.


Lezcano- ¿Un mapa de qué?


Hermida- De este lugar y de nosotros en él. De dónde y cómo se ha movido cada uno. De lo que ha hecho y dicho cada uno en cada momento en cada lugar.


En el suelo, dibuja el mapa.


ESTHER BARTOLOMÉ-PONS

¿A DÓNDE VAS, CRIATURA HUMANA SABIA?


El ya periclitado siglo XX terminó con la consolidación democrática del mundo occidental (por la parte positiva), pero también con la Guerra del Golfo, las guerras de los Balcanes, la amenaza terrorista islámica (que vivió su punto álgido el 11 de septiembre de 2001, al hacer chocar aviones cargados de pasajeros civiles contra el Pentágono y las Torres Gemelas de Nueva York) y todo tipo de terrorismos afines; sobre todo una solapada y cada vez más grave crisis económica que, primero, llevó a la “invasión” de países occidentales más privilegiados por parte de los desahuciados del Tercer Mundo: sudamericanos, marroquíes, argelinos, iraquíes, rumanos, pakistaníes, caboverdianos, gambianos… y un largo etcétera. Crisis que, por fin, ha sido reconocida como tal, como la Gran Crisis de comienzos del siglo XXI que es, y que aquí, en España (y no sólo en España), ya dura más de tres años y no parece tener visos de remitir fácilmente.


El ser humano es tan ingenuo o tan zafio, y tan soberbio en su YO artificial, que llega a creer con sinceridad que únicamente él (el individuo concreto que es) está en posesión de la verdad. De ahí la eterna creencia de que es posible alterar las cosas (las personas, las estructuras, las ideologías, las religiones) mediante la modificación de sus nombres. Así, cuando Lenin proclamó que “la religión es el opio del pueblo” no hizo más que prefigurar todo lo que vino después: desde Roosevelt, Truman, Kennedy, Reagan…, hasta Bill Clinton, con el que entramos de lleno en la era informática y en la comunicación virtual, tan rápida y tan desinformadora como hemos podido comprobar en los ocho años de “reinado” del segundo Bush, y ahora continúa vigente con Obama. Es decir que, en muchos casos, hemos sustituido la religión por la informática y a Dios por Internet. Ya no hacen falta, pues, ni las frases coherentes, ni los mensajes inteligibles, ni la ortografía, ni las palabras claras y bien elegidas. Para no sentirnos solos y auto-engañarnos con una pretendida comunicación (virtual) sólo necesitamos el ruido. Hacer ruido, mucho ruido…, aunque con auriculares para no molestar al vecino, que igualmente se molestará con cualquier otra cosa que hagamos.


Tantos avances tecnológicos, al no ir acompañados por la paralela madurez psicológica, llevan no sólo a una inevitable tergiversación de valores, sino también a la destrucción del medio ambiente mediante la contaminación general, la acumulación de residuos tóxicos e indestructibles, la desaparición cada vez mayor de recursos naturales, la muerte del mundo conocido… El Mal (con mayúscula), que está aquejando al hombre de hoy más de lo que ha hecho nunca, reside en la progresiva y alucinante materialización de la existencia. Los nombres habrán cambiado, pero las actitudes permanecen. La psique del hombre apenas ha variado en más de veinte siglos y lo que llamamos “evolución” es únicamente “progreso”, y progreso tecnológico además. Esto nos coloca ante una verdad terrorífica: siempre seremos los mismos “bárbaros del Norte” por más refinamientos exteriores que disfracen nuestra barbarie.


El ser humano, que huye de la muerte y se niega a aceptarla, pues le tiene mucho miedo, necesita creer en algo para no morir del todo; llámese este algo la vida feliz del más allá o el ideal de Acracia, da lo mismo. Si no puede creer en Dios, confiará en Internet; si le aburren los rituales religiosos, los sustituirá por el ritual del DVD o los juegos de ordenador; si no puede invocar a los santos para solucionar sus problemas, se montará en su automóvil para hacer kilómetros y kilómetros hasta obnubilarse con la velocidad. O buscará un chivo expiatorio en quien desahogar sus propias carencias no asumidas. Nada ha cambiado en definitiva: la religión (sustitúyase aquí “religión” por el nombre “moderno” que se prefiera: materialismo, lucha competitiva, consumo, afán de acumulación de cosas) sigue siendo el opio del pueblo.


Es sorprendente la capacidad de supervivencia de las especies, pero la humana sobrepasa a todas en adaptabilidad. Para sobrevivir a la náusea tiene que acostumbrarse al horror; y el ser humano ha llegado a adaptarse tan bien al horror cotidiano, que puede oír o ver las peores atrocidades sin que se le altere la digestión ni, mucho menos, el sueño. Hablando siempre en términos generales, este grado de progresiva indiferencia que está padeciendo la Humanidad ante una masacre, un atentado, un acto de violencia, un accidente mortal o el hambre persistente de un niño… es síntoma de la mayor degradación y un factor muy preocupante y decisivo entre los rasgos que caracterizan la psicología del hombre y la mujer de hoy. Porque este progresivo embrutecimiento, que se hace cada día más evidente, puede acabar convirtiéndose en un arma de doble filo que, a modo de boomerang, revierta sobre la Humanidad misma hasta su total aniquilación.



Cuando los problemas de la existencia se nos echan encima, cuando la crisis vital (económica o personal) asoma en lontananza cada vez con más virulencia y en lugar de enfrentarnos a ellos y a ella cara a cara optamos por buscar sucedáneos menos peligrosos en quienes descargar nuestros miedos y nuestras frustraciones…, nos auto-engañamos y nos creemos triunfantes, mientras lo que en realidad hacemos es hundirnos más y más en la falacia y en la escoria.


¿Quo vadis, homo sapiens?



LORENZO MARTÍNEZ AGUILAR

LA TRAGEDIA DE LA MINA SAN JOSÉ, EN CHILE



Estoy siguiendo con atención, expectación y tensión la tragedia que están viviendo los 33 mineros (y sus familias) que han quedado encerrados en la mina San José, en Chile. Quizás es ese grito de pasado el que ahora se alza por mi memoria para empujar palabras de aliento y solidaridad, como un hilo por el que corre el mismo idioma, las mismas sensaciones de que pertenecemos a aquella estirpe que trastea en las entrañas de la tierra para buscarse el pan a cambio del riesgo de la vida. Aunque, ahora, lo nuestro sea un recuerdo. Y lo de allá, en la mina San José, una tragedia que lucha denodadamente contra el tiempo y la montaña para que acabe la pesadilla.



Los dioses de las profundidades telúricas de la tierra acaban siempre vengándose de una forma y otra de los metales que los hombres arrancamos al infierno de sus filones. Unas veces con catástrofes y accidentes como este; otras, con la traición mortífera de las galerías; y siempre con las diversas formas dañinas y enfermizas que tiene el ritmo lento y vengativo de los metales: la sílice, el salitre o el albayalde.



Pero lo peor no es esa venganza invisible e improbable de los dioses, o su expresión simbólica, mitológica o literaria; lo peor –como casi siempre-, es la propia necedad humana. En mi seguimiento de la información, también he podido conocer la escasa legislación preventiva de la minería chilena para mejorar sus condiciones de trabajo; como si las explotaciones aún siguieran guiadas por la misma temeridad que señalaba el tiempo antiguo y cobrizo de siglos atrás.



Las entrañas de la tierra son impredecibles, tienen cosida la catástrofe a su propia naturaleza. Y aunque el hombre necesite sus metales y los explote desde hace milenios, ir abriendo el agujero que se traga la luz, socavar su oscuridad, buscar el preciado filón, rondar las aristas vivas de los minerales, respirar el calor que fragua Vulcano en sus profundidades…, no deja de ser inhóspito, terrenos donde el hombre siempre es recibido como un extraño y sus herramientas como una agresión. Y ambos se pagan con el síntoma del riesgo permanente.



Las técnicas de explotación y de seguridad laboral minera avanzan, precisamente, y consisten en prevenir lo más posible los sobresaltos con los que a veces los metales practican su venganza brincando sobre los hombres y mordiendo a los que socavan sus entrañas. En Chile, los mineros, para sobrevivir cada día, siguen arriesgando sus vidas enfrentándose diariamente a las simas con acciones legendarias, arrojo e intrepidez; con el oficio de la epopeya, la habilidad de conocer las interioridades de los filones y la heredad de las leyendas de sus ancestros. Esta vez la muerte contó antes con el azar, y el destino se apiadó de esos 33 mineros, ahora encerrados a 700 metros de profundidad.



Escribo este artículo desde Linares, en cuya memoria aún permanecen bien visibles las cicatrices que la minería dejó durante milenios esparcidas por un paisaje donde cabrias, terreros, escombreras y areniscas, tienen grabadas la sangre, el sudor y ese rasgo quejumbroso de subsistencia que se asoma a las fotografías antiguas, ahora testigos silenciosos que la herrumbre ha clausurado y el tiempo ha vestido de recuerdos. Los linarenses no olvidamos la base de nuestra procedencia histórica, nuestro pasado y sus tragedias. A lo mejor, por eso justamente, cuando ocurren catástrofes como la que estos días viene sufriendo la minería en Chile, despierta un espíritu de solidaridad quizá larvado pero desde luego nunca extinguido.



Ojalá lo más pronto posible el sol ponga luz sobre la oscuridad de esos rostros ahora encerrados en la profundidad áspera de una mina; calma y abrazos en sus familias, por su heroicidad para afrontar esta situación. Aunque más allá de todo esto, en su vida habite la hazaña diaria de la subsistencia, el anonimato y un limbo legislativo que no atenúa lo más posible que ocurran catástrofes como esta. Como antaño ocurriera en Linares y en todo el coto minero de la provincia de Jaén.


IÑAKI ERRAZKIN

Autocrítica

No sé ustedes, pero yo me metí en esta guerra para ganarla. Con la edad se le quitan a uno los complejos y cuesta menos hablar claro. Los objetivos estratégicos de la causa que comparto, como los mandamientos de la mitología católica, se encierran en dos: socialismo e independencia para todos los pueblos del planeta, comenzando por el mío. Sin embargo, desprovisto ya de ingenuidad, soy consciente de que nada se consigue por la gracia divina. Todo hay que pelearlo, y todo, por aquello de la dialéctica, hay que pelearlo contra alguien, en este caso contra quienes apuestan por el modelo social y político antagónico: capitalismo e imperialismo. Lucha de clases, se llama la figura. Localizado y definido el oponente, toca ahora valorar la relación de fuerzas a calzón quitado, sin euforias ni triunfalismos que sólo pueden conducir a la frustración inherente a la derrota inesperada. Menospreciar la capacidad lesiva del adversario es la manera más rápida y segura de salir trasquilado de la empresa y retrasar el proceso sine die.

Lo queramos o no, participamos en una carrera mixta, de obstáculos y de fondo, en la que, según las reglas de nuestros enemigos, todo vale. Ellos emplean a su discreción la represión y la mentira, la violencia y la tergiversación. Con su organización político-militar estructurada en cuatro frentes complementarios perfectamente coordinados (legislativo, ejecutivo, judicial y mediático), con centenas de miles de liberados -bien remunerados a cargo de los presupuestos generales-, con el apoyo interno y externo de poderosos usureros e influyentes chamanes, la gigantesca banda armada a la que nos enfrentamos ha logrado subvertir la realidad afianzando el orden establecido que nos ha impuesto para perpetuarse. Doscientos años después, los súbditos borbónicos, sumidos en la más absoluta inopia intelectual, vuelven a gritar, esta vez silenciosamente, el humillante «¡Vivan las caenas!». Han cambiado sus sueños de libertad por la seguridad que siente el ganado en el establo (obsérvese que establecido y establo son palabras hermanas).


Así, quienes nos negamos a pastar en la fértil, pero cercada, dehesa de lo políticamente correcto nos encontramos más solos que nunca, además de seguir, como siempre, mal avenidos entre nosotros. Todos somos cabezas de inocuos ratoncillos que el rey león barre, sin mayor esfuerzo, con un ligero movimiento de su cola. Nos falta honestidad para autocriticarnos, inteligencia para reconocer que no hay verdades absolutas, generosidad para renunciar a nuestras vanidades, voluntad para aliarnos tácticamente, capacidad para propagar nuestro ideario y astucia para diseñar un plan de acción realista, asumible por nuestro público objetivo que hoy nos siente como algo ajeno. Intentamos resarcirnos del estrepitoso y continuado fracaso proyectando a distancia nuestras ilusiones revolucionarias; avivando, como debe ser, luminosas hogueras ultramarinas, pero incapaces de encender la propia chimenea.


Reconocer los fallos ya supone un paso adelante, pero para superar la palmaria realidad aquí descrita no es suficiente tener razón. Hemos de rectificar lo indeseable y debatir el tiempo que sea preciso hasta alcanzar un acuerdo de mínimos que nos permita avanzar. Es muy difícil, lo sé, pero también es muy necesario. Y muy urgente, además.



(*) Nota bene: Este artículo lo publiqué bajo seudónimo en el diario digital inSurGente.org en agosto de 2008. Dos años después lo considero más vigente que entonces, si cabe.

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