martes, 22 de diciembre de 2009

La fiesta de los toros y los nacionalistas

A los Carod Rovira de ERC les preocupa menos el sufrimiento de los toros que a mí la salud del Papa o del Rey. Pero es una excusa para alardear de su rancio nacionalismo. Ese nacionalismo pernicioso que se basa en banderas, himnos, símbolos excluyentes que tantos males causa a la humanidad, a imagen del fascista nacionalcatolicismo español que soportamnos desde los malhadados tiempos de los Reyes Católicos y la Inquisición. Menos equipos de fútbol, fiestas ancestrales y bailes típicos y más abrirse a las culturas del mundo, a la destrucción de fronteras y separatismos ideológicos o religiosos. Más que preocuparse durante meses y meses por la fiesta de los toros, que luchen contra el poder y la corrupción de su propia burguesía -no distinta a la de las del resto del Estado español-, el imperialismo de la banca, la explotación de su patronal sobre los trabajadores, que defiendan a los emigrantes, una educación y sanidad pública e iugualitaria, y unas culturas dialogantes y nunca ecluyentes. No más muros. No más hipocfresías políticas. Recuerden las palabras del perseguido Einstein, sujeto al maccarthismo: "Las pasiones nacionalistas han destruido esta comunidad intelectual... Los intelectuales y los hombres de ciencia han pasado a ser representantes de las tradiciones nacionales más extremas y han perdido aquella idea de comunidad intelectual". Escribía en 1919. Y en 1954: "La conciencia está por encima de la autoridad del Estado". Nos preguntamos : ¿cuándo se luchará por el ciudadano sin fronteras pero más libre en una sociedad más justa e igualitaria?

jueves, 1 de octubre de 2009

Tengo miedo. He visto a un juez

Estoy solo. No tengo dinero. Pienso desde la diferencia. No soy por tanto normal. Y esta mañana, en la calle, me he encontrado con un juez. Me ha mirado con ojos escrutadores, fríos y duros. Sabe que soy un condenado. Loa jueces solo condenan a los vencidos, marginales. Si el criminal, el ladrón, el corrupto, tiene dinero, ocupa una buena posición social, es respetable y ensalzado por los medios de comunicación, o sus ideas le aceptan a conceptos fascistas, no vive en la culpa, no teme a la justicia. Desde siempre la justicia está al servicio de ellos. Por eso son los vencedores. Y es implacable con los derrotados. Aquellos que por su posición económica, social o cultural no encajan en el mundo de las leyes que rigen gran parte del mundo, el de las oligarquías económicas y políticas, la ley por ellas misma conformada y aplicada. Desde un rincón de la calle me contemplaba Kafka. Sé que me compadecía. Sufría por mi indefensión.

Intento siempre esconderme, huir, no frecuentar ningún lugar en el que ellos en el que ellos, los jueces, puedan aparecer. Para encontrar uno justo me toparía con cien que no lo son. Busco no tener nombre, que nadie pueda idcentificarme, sepa que existo para que no me declaren culpable. Culpable de haber nacido como nací, ya con el estigmoa de la derrota en mi mirada. Pero resulta inútil. Nadie escapa a la Ley. Ellos son la Ley. Las amenazas de los sacerdotes tienen más que ver con la otra vida. Basta con no creer en ella para restarles importancia. Las de los jueces se cumplen en ésta. Los otros hablan, condenan espiritualmente zaunque también ayudan a los inquisidores, a los verdugos. Estos emplean las armas. La historia está llena de jueces. Jueces tuvimos en nuestra guerra llevada a cabo por los exterminadores fascistas. Jueces continuamos soportando en nuestra postguerra cruel. Siempre al servicio de la Ley. Porque ellos conforman la Ley, insisto. La Ley de los vencedores. Jueces existen todavía descendientes, continuadores de aquellos. Por eso, igual que de niño me quedaba atemorizado si de pronto veía mi enanez ante la inmensa altura de los guardias civiles, ahora es la palabra juez la que me llena de pánico. Así vivimos. Así morimos. ¿Ha de ser esto así siempre?. No tengo ya madre bajo cuyas faldas cobijarme como cuando era pequeño. Nadie me ampara. De ahí que esta mañana, al salir a comprar el periódico para leer sus mentiras, y verme al lado del juez, casi me echo a llorar, le suplico que me dejara marcharme, que yo no era nadie, que se olvidara de mí. ¡Qué atroz pesadilla la existencia de los jueces! ¡Cuánto daño hizo al mundo la existencia de ese, por otra parte en numerosas páginas hermosísimo libro, que es La Biblia!.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

¿Periodistas o policías?

Tienen el poder. Y la impunidad que este les presta. Y desde él insultan, amenazan, descalifican y hasta denuncian. Lo hemos visto estos días a propósito de una figura como la de Alfonso Sastre. Ellos, herederos, de quienes en 1936 condenaron a los libros a la hoguera y a los escritores a la muerte, la cárcel o el exilio. Son los nuevos Torquemadas. De`precian cuanto ignoran. El diálogo, el pensamiento, no encaja en su libro de conducta.
Lenguaje zafio, escatológico, soez, eso sí, preñado de descalificaciones y amenazas. Su oficio no es el de informar o indagar en torno a la realidad, política, social o cultural, a las contradicciones de los tiempos que vivimos, menos condenar la corrupción, las múltiples explotaciones que se dan en nuestro tiempo histórico. Son vulgares censores manipuladores de cuanta palabra cae en sus manos, para fomentar el culto a los depredadores, a quienes hacen de la represión su única meta de vida, para ser sicarios de quienes pagan o influyen con su poder en la mentalidad colectiva. Así vamos. Tiempos de Bush, Aznar, Berlusconi. el Papa no sé cuantos, los mayores orejas o ayatolahs religiosos y políticos de otras sociedades no menos corrompidas que la nuestra, que no son sino vulgares fetiches al servicio de quienes en verdad manejan los hilos económicos y por tanto políticos, y culturales e informativos del mundo.
Ocupan los púlpitos de las iglesias o de las radios y televisiones, de los periódicos o parlamentyos y desde ellos lanzan sus soflamas incendiarias contra todo aquel que piense de manera distinta a la suya. Todo es válido para incidir en el desarrollo de estas sociedades sumidas en la profunda ceguera que nos conduce hacia el abismo. Pero ellos acusarán de terroristas a quienes no admiten sus códigos y leyes inmorales y exclusivas, son terroristas mentales. Porque para ellos, estos periodistas o columnistas de palabra u opinión, quién piense por si mismo no merece sino ir a la hoguera.

jueves, 27 de agosto de 2009

Pablo Antoñana

Nos conocimos en el año 1976. Bastaron pocas palabras para entendernos. Había encontrado a un escritor. Y a un ser humano con el que la comunicación se realiza a través de lecturas, pensamientos. Nos escribimos algunas veces. ´Compartíamos parecida aversión al mundo político, cultural, incluso literario, que nos envolvía. Quise darle a conocer a la tribu de los escritores, críticos, editrores, etc, dedicándole un número de´la revista que dirijo, República de las Letras. Vano empeño. Salvo algunos amigos o lectores, los escritores no se interesan por seres semejantes. Ellos viven en el mercado, en la búsqueda del éxito, el dinero, el reconocimiento. Escibía Pablo en periódicos que fueron o cerrados o eran silenciados fueran de Euskadi. Compartíamos en ellos algunas reflexiones críticas. Dar voces en el vacío. Estaba loco. Como yo. Desarraigado. Silenciado. Pocos escritores, en la España contemporánea heredera de Galdós o Baroja consiguieron como él recrear un tiempo histórico, enfrentamiento de pueblos, retrato de auténticos seres humanos, paisajes de la guerra y de la paz dxonde se desarrollan el odio, el rencor, lasd ambiciones, y la imaginación, y la recreación de viejas historias, las culturas que fenecen. Navarro. Y vasco. Su tierra, tan sangrada, no tuvo más remedio que darle algunos reconocimientos. Más allá de ella, el silencio. En tiempos ya lejanos Rafael Conte se ocupó algo de él. Luego ya eran las supeditaciones a quienes controlan y manipulan la información, la crítica literaria, la obediencia a los intereses económicos de los grandes grupos editoriales. Las pequeñas mafias de las que pocos se atreven a hablar. Porque aquí, en la literatura, también se practica la ley del silencio. Quién a ellas se enfrenta sabe que queda marcado. ¿Alguien recuerda, por ejemplo, a uno de los que lo intentó? Se llamaba Julio Vélez. "Miseria de nuestra cultura". "Siglo XX, tiempo de canallas" Títulos de libros míos. Antoñana hablaba de ellos. Los lobos esteparios.
Algunos de los títulos de la gran obra de Pablo Antoñana, son: "La cuerda rota" "El sumario", "Noticias de la 2ª guerra carlista""Despropósitos", "De esta tierra y otras guerras perdidas". Titulaba aquel número 96 de "Redpública de las letras", Pablo Antoñana, la soledad de un escritor fascinante. Y en él incluía 70 páginas de sus memorias "Hilvano recuerdos", además de su texto "Testamento", que concluía diciendo: "Con esto me despido, adiós, os espero en el misterio de la muerte". Yo, hoy, me sumerjo en el misterio de sus palabras, que decían: "Me consuela saber que cuanto escribí, mientras estuve sonámbulo entre los vivos, lo fui recogiendo, con paciencia de monje, de boca de los campesinos de mi pequeño país"

martes, 11 de agosto de 2009

El mundo hoy

Hace ya muchos siglos escribió Marco Aurelio: "El que no sabe qué es el mundo no sabe donde está. El qué no sabe para qué ha nacido no sabe quién es. El que descuida una sola de estas preguntas no podría decir que es el mundo ni para qué ha nacido en él. ¿Qué te parece el que persigue el ruido de los que aplauden, los cuales no saben dónde están ni quienes son?"

En el mundo de la ceguera, con Internet, aviones a reacción y bombas inteligentes (que solo matan personas) Marco Aurelio con tinúa siendo más actual y profundo que el 90% de los pensadores de nuestros días. El mundo es una representación al servicio del desarrollo tecnológico, y los seres humanos cada vez sobran más en él. Antes desaparecerán el arte, la literatura y con ellos la memoria. Todo lo que nos hizo soñar, nos proporcionó las mejores hotras de felicidad de nuestro crecer a la vida. La abdicación de escritores, artistas y filósofos de su gran función, crear, imaginar, bañarse en la experiencia de quienes les antecedieron, abrir caminos al futuro, resulta algo tan trágico como nauseabundo. Vivir entre mercaderes, emprendedores y demás ralea, es como sumergirse en aguas estancadas que ningún placer pueden provocar a quienes se lanzan a ellas sedientos y ansiosos de encontrar su refrescante caricia. El lenguaje no es ajeno a esta putrefacción. Por eso, carente de significados, se le reproduce -tomado de los medios de incomunicación y discursos, convenciones políticas, económicas, culturales, académicas- a la manera que los papagayos reiteran virtual y monótonamente algunas de las voces que escuchan. Al mundo de hoy le llaman de progreso, cuando es un mundo en el que el pensamiento retrocede, se ha estancado, vive de lo que fue, nunca de lo que puede ser. Tal vez debiéramos ser cada vez más escuetos escfribiendo. Lanzar preguntas sin ofrecer respuestas. Porque las respuestas adsemás o no existen o nadie parece interesado en darlas.

martes, 14 de julio de 2009

Trajes para un pueblo muerto

¿Qué pensaría una persona inteligente si dentro de unos años leyera los periódicos que se publican estos meses en España, o escuchara o viera sus medios de comunicación? Políticos, periodistas, lectores subsumidos en un absurdo tan monstruoso que le llevaría a considerar que aquella civilización se estaba suicidando víctima de la estulticia, la miseria de un tiempo histórico dominado, aniquilado por el enloquecimiento absoluto. Todo giraba en torno a un personaje grotesco al que decían haber regalado unos trajes. Un país sumido en una crisis económica galopante que al tiempo hacía público como los grandes responsables de ella, los explotadores brutales del capitalismo salvaje obtenían beneficios incalculables, consejeros, empresarios, banqueros, que se recompensaban con cientos de millones de euros por destruir el ecosistema, provocar la ruina o el empobrecimiento de millones de ciudadanos. Un país en el que cientos de trabajadores morían en accicentes laborales victímas de las nefasta condiciones en que realizaban su labor, en el que decenas de millares de mujeres eran explotadas sexualmente por organizaciones criminales en las que de vez en vez aparecían culpabilizados jueces, policías, funcionarios públicos de toda índole corruptos y corruptores. Un país de dirigentes de partidos sin fines ni ética distinta a la de conservar su privilegiada situación, de eclesiásticos miserables que intentaban imponer el uso y abuso de sus leyes retrógradas y que ocultaban su falacia moral y sus propios intereses económicos en el simulacro de su práctica religiosa. Y sobre el encausado, que de seguro él y los suyos tenían problemas infinitamente mayores para ser investigados pofr el uso y abuso de su cargo y poder, se volcaba, como acusación estrambótica, el hecho de haber sido obsequiado con unos trajes. Los trajes, los trajes, parecía el eco de una comedia grotesca que solo si hubiera sido capaz de despertar de la nada un Valle-Inclán de nuestros días, podría obtener una respuesta inteligente. Payasos parecían los periodistas con sus micrófonos, matones sarcásticos, despreciables, tan cínicos como prepotentes los personajes y personajillos interpelados. Y el silencio de los corderos mostraba el grado de parálisis a que había llegado la embrutecida masa.

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Apostilla a mis reflexiones sobre los jueces.

Con Job, podemos decir:
"Cuando de pronto el látigo mata se ríe de la desesperación de los inocentes. La tierra está en las manos del impío. El mantiene cerrados los ojos de los jueces.

miércoles, 1 de julio de 2009

Irán

Pensar desde la izquierda, pero en la independencia cítica, resulta cada vez más difícil. Los estereotipos, las dependencias de sistemas políticos aparentemente antagónicos, nublan los análisis que han de realizarse sobre los gravísimos problemas que atraviesa el mundo en que vivimos. No es algo de nuestros días. El siglo XX está lleno de despropósitos. Los partidos comunistas fieles al estalinismo que no protestaron de sus métodos nunca. De allí se pasó a la mayor alienación imaginable: la de apoyar al régimen genocida de Camboya porque se decía comunista. En el lado contrario Estados Unidos no dudó en alinearse con Afganistán o con el Irak de Sadam Husseim porque así convenía a sus intereses estratégicos de entonces.

Estos días hemos vivido la farsa de las elecciones en Irán. Y uno lle declaraciones de partidos de izquierda -en su definición. o de las múltiples ramificaciones com unistas, que con tal de críticas -y es justo se abomine de ellos- a los medios de comunicación occidentales, o a la falsedad de la democracia occidental, no dudan en apoyar al retrógrado y medieval régimen de los oligarcas y fundamentalistas iraníes. Si el Papa es nocivo, y su poder ser sitúa, más allá de la religión, al servicio de los intereses financieros y explotadores del más salvaje capitalismno, incluidos regímenes fascistas, los ayatolas o clérigos religiosos de países como Irán, significan un retroceso a prácticas medievales y un atentado a la libertad, al desarrollo del ser humano. Es inconcebible que se pueda apoyar el oscurantismo y el fanatismo asesino, la teocracia esclavizante.
El mundo actual se ha convertido en una pesadilla. Tal vez que se extinga el pensamiento es lo justo cuando el pensamiento abdica de estar al servicio de la duda y la libertad. Por cierto, quienes son coherentes siempre en su acción política, son los militares y los jueces: esos no equivocan sus juicios. Siempre que pueden y les dejan, actúan, como ha ocurrido en los días finales de mayo del 2009 en Honduras. ¡Cuánto echa en falta la auténtica derecha, la fascista, un mundo como el que vivía bajo golpes militares, en el que las urnas, en vez de estar para tergiversar los resultados electorales, sirvieran solamente para que los fusiles las destruyeran, antes de ocuparse en cosas más serias, como las de matar seres humanos!

viernes, 19 de junio de 2009

No caminaré muerto

-¿Pero nunca escribirás de algo positivo, es que no sabes reir, nada te contenta, todo has de verlo desde el lado oscuro, negativo?
- Verlo, Tal vez sea ese el problema. A lo mejor si fuese ciego, totalmente ciego, me estaría todo el día riendo. Porque no contemplaría la televisión, ni leería los periódicos, ni repararía en la presencia carroñera de los ejecutivos, de los políticos cínicos, los banqueros o empresarios corruptos, los jueces y obispos eternamente represivos, ni alcanzaría a detenerme en el espectáculo de la pobreza y miseria exhibida por niños, viejos, la degradación de las mujeres explotadas sexualmente en las calles o en las pasarelas de moda o en los anuncios publicitarios, y menos tendría que soportar la exibición icónica de las grandes fiestas sociales o económicas o incluso denominada culturales. Si fuese ciego, si no viera cuanto me rodea, de seguro que no contraería mi rostro de angustia al ver la maldad, el fariseismo, la virtualidad y el feismo de un mundo basado en la explotación, el engaño y la mentira.
- Pero puedes ver otras cosas, hablar de otras cosas que sí son bellas.
- Sí, como Hölderlin puedo encerrarme en la isla bienaventurada de mí mismo. Recluifrme en la habitación profunda y solitaria desde la que Kafka grita contra la Ley. Mas la Ley y el orden, la iglesia y el policía, ¿dónde no se esconden? Contemplar un paisaje de otoño, eternizarse en un beso que ya se está gastando y desapareciendo, saborear una copa de buen vino, descubrir al amigo con el que se pretende mantener una conversación profunda, es ciertamente hermoso, pero eso queda para la intimidad, para el consumo de uno mismo. Cuando lo transmites en palabras y éstas las lanzas al consumo, chocan de inmediato con el mercado, se vulgarizan, o como mal menor, caen en el vacío, no encuentran interlocutor alguno. Y en cuanto al pesimismo, no, no lo soy. Si lo fuera, sencillamente, no viviría. Pero uno, cuando se despierta por la mañana, comprueba que todavía tiene los ojos abiertos, que ve, y cuanto le rodea, globalmente considerado, le parece feo, sucio, malvado. Entonces se vuelve optimista. Porque, dice, no caeré en la ceguera, en la pasividad, no aceptaré ser uno más entre los muertos que caminan muertos creyéndose vivos. Cuando regrese a la nada todo dejará de existir. Pero mientras, puesto que apuro ese segundo que es la vida, gritaré, gritaré con las fuerzas que me queden diciendo: malditos seáis, malditos seáis una y mil veces, devoradores, destructores del mundo, de la belleza, de la esperanza y hasta de las palabras.

lunes, 15 de junio de 2009

Fútbol

Ya pocos son los que buscan el espectáculo. La disputa de un juego que como en una buena novela policiaca no conoce el desenlace hasta el final. La velocidad, la habilidad, la inteligencia de un jugador que gana la carrera por segundos al contrario, que da el pase justo al compañero con el que se compenetra y se desmarca para recibirle, la fuerza y precisión del chutador que coloca el balón allí donde se torna imposible la estirada del portero. El acierto, el fallo, la tensión, la fatiga. La agilidad del cabeceador que vuela en busca de la pelota para impulsarla a la fred antes de que el defensor pueda despejarla. El nerviosismo del portero ante la ejecución del penalti. La exactitud de la falta lanzada con una sorprendente parábola. La acometida de todo el equipo en el lanzamiento del córner. El regate que deja sentado al oponente. Y no hablemos, no se hable de tácticas, pizarras, amaños, sistemas ultradefensivos o resultadistas. No. Ahora el fútbol también encaja en la siniestra historia que todo lo corrompe en nuestro tiempo. Poder, dinero y publicidad. Y aquí también el efecto nefasto de la prensa, que lejos de centrarse en la información veraz y la crítica las más de las veces se entrega a vulgares cotilleos y sensacionalismos de baja índole para alimentar a sus tan crédulos como embaucados lectores. Y las pasiones nacionalistas. Lo que es bueno para mí no ha de serlo para tí dicen los dirigentes, los corruptos dirigentes del cada vez más falseado, manipulado espectáculo. Mercado y poder. El jugador como mercancía, objeto de consxumo que alimenta al tiempo a una pandilla de voraces parásitos. Consumo y alienación. Con el fútbol también se hace política, vulgar política que encumbre otros intereses más espurios, nocivos. El fútbol, en la infancia, era como nosotros mismos, inocente. No tardó en pervertirse. Ahora es corrupción total. Y no me refieron en concreto, o solo, a lo que está ocurriendo estos días en el Madrid de Florentino. Vale para el Barcelona de ese siniestro personaje llamado Laporta -pobre Guardiola, que tipos han de acompañar su buen quehacer-, el Betis o el Rayo de la población de Vallejas y los inefables Ruiz Mateos. Cada uno en su escala y dimensión correspondiente. Que abarca desde España a Italia, de Brasil a Corea, de Malí a Arabia Saudí.
¡Qué tragedia para los que desde niños nos gusta el fútbol, no poder hablar ya solo de fútbol! Y aquí también lo0s medios de coimunicación tienen su cuota de culpa.

viernes, 29 de mayo de 2009

Gamoneda y los neoanalfabetos literarios

No gustó a muchos miembros de la tribu literaria el que le concedieran hace tres años el Premio Cervantes de Literatura a Antonio Gamoneda. Parecía condenado a ser un escritor minoritario, maldito. De los que solo tras su muerte reciben algunos honores. Como Cernuda. Como Pessoa. Como tantos otros. Pronto intentaron descalificarle. Bastaba que emitiera cualquier juicio sobfre otro escritor, con un contenido literario, nunca de descalificación personal, para que tergiversaran sus palabras, entresacaran una frase y arremetieran con toda su carga malsana e influyente, que no por algo dominan los medios de comunicación. No podía soportar su sinceridad a la hora de esbozar su concepto sobre la poesía. Como cuervos caían sobre él. Son esos pequeños personajes que manejan la industria cultural, conforman "cuadras" de amigos que se reparten premios, conferencias y espacios de opinión en los medios de la incomunicación, de la falsificación informativa. Y pronto se les unían los neoanalfabetos que han convertido en un circo mediático la literatura, que consiguen con sus opiniones que cada vez ocupen las librerías y no digamos los grandes almacenes libros que en nombre de la literatura usurpan la literatura. Y pese a su saturación cada vez se lee menos y peor. ¿Gamoneda, Saramago, Ferlosio, Goytisolo? ¡Pero si no se les entiende! Y vale más así, que si los entendieran, ¿qué pensarían de ellos si todavía saben pensar? Porque son escritores tan profundos como críticos, verdaderos arquitectos del lenguaje y con trarios a una historia perversa que nos lleva a la incultura ilustrada. Aunque los exhiban de vez en vez públicamente, nunca serán zalameros, cortesanos, adictos al poder, de la izquierda o la derecha según soplen las farsas de la democracia. Porque en realidad quién manda y guía la literatura hoy es el dinero, el éxito, la publicidad, y bien que saben eso los críticos de Gamoneda. La fugaz y miserable gloria de aparecer en periódicos, radios o televisiones. Una sociedad neoanalfabeta no puede aceptar a escritores como Gamoneda, tampoco puede comprendert la carga crítica, histórica y lingüística de su poesía, como no puede comprender la de ese hombre tan sensible, sincero y maravilloso que fue Claudio Rodríguez. No aceptan a aquellos que por otra pàrte no necesitan ser defendidos, que su valía intelectual y humana está por encima del mercado y sus servidores. Les atacan porque necesitan ajustar cuentas con aquello que no entienden ni perdonan: la obra bien creada, el compromiso siempre auténtico.

lunes, 18 de mayo de 2009

McCarthy en España. A propósito de Alfonso Sastre.

Fue una de las épocas más oscuras y siniestras de Estados Unidos. Para la libertad y la creación cultural y artística, peor que la del propio Bush. Se paralizó el desarrollo in telectual y político, y lo que es peor, se sembró el miedo, se alentó la delación gratuita, se fomentó la intolerancia, el fanatismo. La semilla del mal que cambió el vuelo de la nación americana. Tal vez ésta no haya despertado todavía del todo de aquella siniestra pesadilla. Tvo como fundamental protagonista al gobernador del estado de Virginia J. Raymond McCarthy, Pero muchos, demasiados, fueron igualmente culpables de aquella época de ignomina, de aquel tiempo de canallas que dijera Lilian Helmann.
McCarthy está renaciendo en Euroipa, y sobre todo, es lo que más nos preocupa, en España. No en forma de una persona. Se encuentra presente en muchos poderes, pero su aliento más peligroso es el que emana desde los medios de incomunicación. O nos defendemos de él o terminará definitivamente con nosotros. Porque ya no les basta con reducir al silencio a los disidentes. Preciso es perseguirlos, aniquilarlos, reducirlos a la nada. Y lo que es peor, con la complicidad de la mayor parte de los ciudadanos, conseguir que éstos se involucren en el atropello. El mercado creó la insolidaridad entre los denominados intelectuales. Ahora las denuncias buscan que el reo carezca de posibilidad de defensxa,a la manera que narra Kafka en su obra El proceso. Se busca fomentar el clima de intolerancia absoluta, de exclusión de la vida política, social y cultural. La nunca olvidada caza de brujas. Y nadie parece querer recordar donde terminaron y pueden terminar estas cruzadas.
Personalmente, en este clima obsesivo, asfixiante, uno solo puede asumir su responsabilidad escribiendo. Donde pueda. Responsabilizarse de lo que firma. Negándose a aceptar que su nombre aparezca vinculado a cualquier expresión, situación, que él mismo no haya protagonizado, de la que asuma su compromiso. ¿Pelear contra gigantes que son auténticos gigantes y no molinos de viento? Imposible.
Estos días, un gran escritor, uno de los pensadores, críticos y dramaturgos más importantes de la España contemporánea, Alfonso Sastre, está en la diana de viscerales ataques. Yo, para Alfonso Sastre, reivindico la amistad -desde principios de los años sesenta nos conocemos y tratamos- y al tiempo, dado que jamás he participado ni participaré en votación política alguna, en la que por desgracia no creo, aunque luchara muchos años durante el franquismo por su reivindicación -pero para hablar de los males de la democracia me remito a las opiniones que comparto de José Saramago- quiero expresar que apoyo sin dudas ni fisuras, la nominación de Alfonso Sastre para el premio Cervantes de Literatura. Y lo demás es silencio.

jueves, 30 de abril de 2009

Atributo de los jueces: la corbata

Varios abogados se han visto imposibilitados de desarrollar sus defensas ante la pohibión de los jueces a que ocupasen los estrados si no se ponían corbata. Para un juez la corbata es más sagrada que la palabra o la razón. Por encima de todo los gestos, guardar las formas y la obediencia como verdad absoluta. Por encima de la propia justicia. Pueden aceptar que salgan en libertad condicional corruptos o maltratadores, estafadores o traficantes, violadores o realizadores de desfalcos, pero no que un abogado se presente ante ellos sin corbata. Es la vieja justicia de la justicia acomodada a las formas -en los golpes de estado, en los genocidios, también trabajan los jueces. Así un capitalista, o un militar criminal serán siempre más respetados y gozarán del privilegio que concede formasr la clase social del poder histórico, respetado aunque coyunturalmente sea procesado como delincuente que un obrero mal vestido, un inadaptado social, un trangresor de los usos y costumbres cuyos principales valedores son instituciones como la Iglesia, las Academias y no digamos nada de la sacrosanta Ley, valedora de la llamada Justicia. En el lenguaje no importa lo que se dice, sino respetar también las formas consagradas en su tradicional uso. Las mafias policiales, jurídicas, políticas o económicas nunca recibirán el mismo degradante trato -incluida las torturas que los delincuentes sin estatus social reconocido. El dinero y las formas sociales conforman nuestra moral y nuestra Ley.
No, no se puede uno presentar ante un juez sin corbata. Y mientras, jefes de policía acusados de dirigir bandas de corruptos al servicio de la prostitución y el tráfico de drogas, no tardan en recuperar la libertad, y dueños de prostíbulos pagan las elevadas fianzas -que a ellos, como a los grandes bancos que se jactan de sus ganancias y los dividendos que reparten entre sus grandes accionistas-de altos mandos de la guardia civil acusados de amparar y el narcotráfico y la corrupción que implica a miembros de su cuerpo. Seguro que a la hora de la verdad, eso si, todos llevan corbata.

jueves, 16 de abril de 2009

Las televisiones. ¿Hasta dónde llegará el gobierno?

Primero fueron los bancos. A los señores de la explotación hay que auxiliarlos para que no pierdan sus intereses... depósitos en los paraísos fiscales, inversiones en fincas lujosas y protegidas, para que sus sueldos millonarios no mengüen. Mantener la banca privada es mantener el sistema de explotadores y explotados, de corruptos que nunca pagarán sus culpas porque la ley y la justicia los protegen, de condenados a sobrevivir cada vez más precariamente, o de seres humanos tratados como mera mercancía -los inmigrantes- de usar y tirar.

Y ahora le toca el turno a las televisiones. No se dictarán medidas para regenerarlas, para atajar ese mal endémico, auténtico cáncer para el pensamiento, la cultura, la formación del ser humano, que conforman las llamadas televisiones privadas. Algunas al servicio de la ultraderecha, del fascismo de nuestro tiempo histórico. No: hay qye ayudarlas para que se mantengan o incrementen sus ingresos publicitarios y puedan continuar embruteciendo, asesinando lentamente al ser humano que llaman ciudadano, más ciego, sordo y mudo que nunca. Se trata de cortar los ingresos a las televisiones públicas para derivarlos a las otras. No se habla de mejorar los contenidos. De que se forme un contrapoder al imperio del mal que se extiende por los imperios de la comunicación cada vez más monopolista, salvaje, terrorista. No: ha llegado la hora de sacrificarlas en nombre de la sacrosanta iglesia privada del consumo y la publicidad. Y todo, para más sarcasmo, en nombre del socialismo. ¡Qué perversión! ¡Qué pesadilla! Un fantasma, llamado democracia, anega el mundo.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Terrorismo contra el terrorismo

Hemos vivido y vivimos en un mundo dominado por la violencia terrorista. Violencia terrorista no reconocida, disfrazada. La violencia del Poder. El poder encarna a fuerzas reales. Fuerzas económicas, religiosas, políticas, mediáticas, Que se amparan al resguardo y protección de la fuerza policiaca y militar. En casos extremos. Cuando masacran a sus propios pueblos, no dudan en desencadenar guerras civiles o intervenir con sus ejércitos y destructoras armas en otros países para imponer su dominio. Dueños de las masacres, las torturas, los exterminios genocidas. Cuando triunfan se amparan en "el imperio de la Ley". La ley legislada y aplicada a su antojo y conveniencia. Cuentan con sus lacayos funcionarios adictos y fieles: jueces, sacerdotes, empleados públicos. Mas cuando se le combate sin aceptar sus reglas del juego, ellos denominan terroristas a quienes lo hacen. También los banqueros, los oligarcas y grandes empresarios son terroristas. También se valen de los ejércitos de la comunicación y de los partidos políticos dóciles a su ejercicio despótico para imponen sus reglas económicas, sus estrategias de beneficiosx incontrolables, de corrupciones múltiples. Y a ese terrorismo inútilmente se le combate desde grupúsculos cada vez más incontrolados y mafiosos, carentes de ideas, incluso de planes estratégicos, confusos e incluso en ocasiones dominados por enemigos infiltrados en ellos, que desvían con sus min oritarias y esporádicas acciones el punto de mira de los auténticos terroristas. Son una panacea para éstos, que se sienten todavía más impunes gracias a su estéril quehacer, que podría durar años y años sin que en el fondo les afectara más allá de la molestia que puede causar una mosca pegajosa y zumbona.
No. Nosotros hablamos de oponer al terrorismo real otro terrorismo, al que hace tiempo han renunciado las denominadas izquierdas y sus intelectuales: el terrorismo de las ideas, de la crítica sin concesiones. El terrorismo no acomodaticio a los conceptos vaciados de contenido que jalonan nuestro sistema político y social. El que no acepte jugar en los campos que ha diseñado el Imperio y el capitalismo. Un terrorismo ideológico y práctico intransigente, no de pandereta y pancarta pactadsa cuando no de estómago agradecido. Un terrorismo de denuncia sin concesiones al mundo en que vivimos, la falaz democracia instalada en nuestras vidas como una rutina más que ha entronizado la explitación, la corrupción, la depravación ideológica, la castración y estulticia política, la miseria ética y moral. Solo cuando escritores y políticos, intelectuales y trabajadores de izquierda, impongan esta práctica en sus vidas y acciones podremos decir que la izquierda intenta poner de nuevo su pie y su grito en la historia.,

jueves, 5 de marzo de 2009

La literatura no puede morir

Porque moriría la palabra, se extinguiría la belleza, desaparecería el amor, no encontraría el pensamiento su flujo de conciencia, nadie se extasiaría ante el abrazo del primer día de primavera, marchitos y cerrados se mostrarían los labios sin palabras que pronunciar al posarse sobre otros labios, no brotarían las lágrimas de los ojos que contemplan el fin del ser que le acompañó en su trayectoria de vida, todo se tornaría gris, ritual, monótono, vulgar, feo. La Tierra se convertiría en un reflejo del paisaje del campo de batalla asolado por bombas de destrucción masiva. Y el ser humano vagaría por ella, sonámbulo y perdido, preguntándose que le falta, que no encuentra en estos pasos que le conducen hacia la nada.
Porque termino de leer una canción de Juan de la Cruz, el diálogo de una de las tragedias de Shakespeare, una secuencia de la novela Los hermanos Karamasov, un poema de Machado, una pesadilla de Kafka. Porque he seleccionado tres libros para in troducir ern la maleta que me acompaña en el tiempo de vacaciones. Porque de libros voy a hablar con la persona que me espera en la cervecería. Porque mientras la tormenta rodea y sacude mi casa y aúllan perros solitarios en el monte, las llamas de la chimenea iluminan los estantes llenos de libros en el refugio de la biblioteca que acoge mis horas solitarias. Porque me envuelven los acordes de un cuarteto de Beethoven mientras pienso en el amor y la muerte. Porque el silencio profundiza el gran misterio de la vida y del Universo. Porque quedan lejanas las voces del mercado y ninguna televisión, tertulia radiofónica, titulares de periódicos, nubla mis sentidos, adormece mis sueños, despierta mis odios. Porque las palabras escritas por los amigos, entrañables compañeros sin tiempo ni caducidad que conforman la obra de esas decenas de escritores que admiro, me abrazan repitiendo: la literatura es la vida, mientras exista literatura la vida no se extinguirá.
Que otros hablen de ganancias, nuevos soportes de expresión, éxitos y relaciones comerciales. Yo habito en la literatura todavía. Y sé, mientras viva, que la literatura no puede morir. ¿Cómo voy a discutir con vosotros, como voy a hablar de algo tan íntimo, necesario, profundo, como es la literatura, con quién no alcanza a comprenderla? Sería como si alguien intentara convencerme de que el aire no es necesario para respirar, los ojos para ver, el vino para beber, los labios para besar. La literatura es la única isla en la que el exiliado puede sobrevivir. Entonces, no me habléis de su muerte, que tampoco quiero que me habléis de mi propia muerte. Porque la literatura es solamente eso: vida. El único milagro cuya existencia puede ser comprobada.

martes, 3 de marzo de 2009

Qué es la política

No vamos a usar ciertas definiciones, palabras muertas, expresiones que se convierten en cadáveres en la boca de quienes las utilizan. Tal vez sea el concepto más corrompido y corruptor, este de política, empleado por quienes son oficiantes de ella.
La política se ha convertido en un espejo donde se refleja el embrutecimiento colectivo. Alienación en terminología clásica. Es un instrumento utilizado para desmovilizar las ilusiones, atrofiar las ideas, paralizar las acciones, impedir la reflexión profunda y la lucha colectiva, para intentar transformar, de verdad y no en la simulación, la vida de los pueblos. Gracias a la política los poderes represores son cada vez más represores poderes, los explotados trabajadores son cada vez más pasivos y explotados, las leyes injustas se sacralizan con mayor alcance, las aberrantes religiones y sus organizaciones poderosas encuentran más expansión y dominio, los medios de comunicación se convierten en terroristas informadores y conformadores de la opinión pública, los arribistas y mediocres funcionarios de sindicatos y partidos viven a costa de la desmovilización del ejercicio participativo de las organizaciones que dicen representar, personajes deleznables se perpetúan en las instituciones y en el poder y los ilusos cargados de buenas intenciones que a bellos se acercan e intentan transformar la sociedad se estrellan contra el muro insalvable que conforma la política y terminan adaptándose a las exigencias del posibilismo que concluye anulando sus viejas ideas y encarrilándoles por la senda dsel conformismo y la resignación. Las exiguas voces que intentan abrir vias de regeneración al discurso marchito y corrompido de la política -democrática o autoritaria- termin an paralizadas, perseguidas o silenciadas.
Y quién dice "pasar de la política" ignora o no comprende que él es igualmente víctima de la política, que no porque cierre los ojos va a dejar de ser una víctima más de quienes dicen ejercerla en su nombre. "Afán de servicio" "En nombre del pueblo" "Por el Estado de derecho", etc. Gracias a la política las guerras son cada vez más exterminadoras, las diferencias sociales abisman sus diferencias, torturas y represiones encuentran métodos más sofisticados para acrecentar su crueldad, la estulticia ahonda el espectro de los imbéciles y acomodados, serviles ciudadanos que conforman el coro de los aduladores y decrece el número de cabreados -ya resulta casi imposible pensar en revolucionarios- que se joden solitariamente porque todavía conservan la capacidad crítica de pensar.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Banqueros

Ves en la ciudad como desaparecen los viejos y espaciosos cafés, los cines, las librerías. Un día se cierran. Llegan las obras. Y pronto los anuncios luminosos te indican la apertura en esa superficie de un banco, sucursal de una de esa docena de bancos o cajas de ahorro que corren todas las calles de tu ciudad. Para qué, te preguntas, realmente, ¿son tan necesarios? ¿Que imprescindible función tienen?
Vivir de ti. Especular. Enriquecerse. Ni cultura ni educación ni entretetenimiento. Solamente buscan acaparar dinero para operar con él y engrosar sus beneficios. A cambio de ello, conforman tu vida, te esclavizan, te convierten en rehén de sus negocios. Una gigantesca farsa sobre la que se erige la llamada economía liberal. Te conviertes en su esclavo. Te convencen de que son necesarios para ti, para tu vida. Para guardar tu dinero, si lo tienes, para pagar tus recibos, para cobrar tus nóminas, para encauzar tus compras, y como por todos los servicios te cobran, para vivir a costa tuya. Para ellos vivir mejor y tú cada vez más limitadamente. Un maldito negocio que conforma la pirámide de un sistema en el que tú, ciudadano, eres la pieza a cobrar. Y los políticos intentan convencerte de semejante necesidad. De que sin sus ganancias el sistema se hunde. Por eso cuando los beneficios decrecen, benbeficios cuyas cifras exorbitantes desbordan tus conocimientos, les inyectan los poderes públicos dinero. Los banqueros son voraces. No pueden dejar de engordar sus cuentas. Vayamos todos en su auxilio gritan a través de los medios que lacayunamente les sustentan. Necesitan tu sangre para alimentarse, tu trabajo para inflarse. Y así, en tu ciudad, los bancos se multiplican en todas las esquinas de sus calles. Te has acomodado a ellos. No necesitas caminar mucho rato en su busca: a cada paso encuentras un a sucursal. Ellos te esperan. Desgraciados, nos dicen, ¿qué sería de vosotros sin nuestra protección? Y tú callas, otorgas, aceptas, y resignada y pasivamente aceptas su ley.

jueves, 12 de febrero de 2009

De cacerías

Viejo deporte feudal y aristocrático. Y político. Hasta religioso. Para reyes, nobles y allegados. Allí se forjan amistades, negocios, se obtienen favores, se enredan amantes, se perpetran guerras, se traman conspiraciones. Allí es la crueldad ejercida contra los animales, donde se fomenta y exhibe el machismo, donde se desnuda la miseria humana. Deporte viejo. Que no se extingue. Cacerías organizadas para las clases poderosas, para los hombres infgluyentes. Cacerías de trasfondo económico para fomentar corrupciones sin cuento. Cacerías para ministros, banqueros, jueces, obispos, Presidentes de Comunidades, de Estado, Alcaldes. Ya existen también mujeres expertas en cacerías, como Esperanza Aguirre. Cacerías para abatir presas dóciles o indefensas, carnaza para periodistas serviles y prensas o televisiones basura. Para terroristas expertos en extraser dinero fácil de la construcción, la prostitución organizada. Para facilitar negocios y transacciones bancarias o de otra índole. Para modelar actos electorales. Para convertirse en espejo de la terrible bajeza de nuestra sociedad, de un mundo ortganizado como una cacería. Expertos en acotar terrenos, desarrollar armas mortíferas para exterminar indefernsos animales. Algún día serán seres humanos. El franquismo era experto en organizarlas. Pero no se han olvidado. Política. Democracia.

lunes, 26 de enero de 2009

Banderas: malditos trapos alienantes

Todos los cultos son tan nocivos como peligrosos. De algunos, sin embargo, nadie habla. Como del venerado a las banderas. Que son repugnantes. Uno de los máximos exponentes del embrutecimiento. Locura colectiva que puede conducir a la muerte plana de la conciencia, de la reflexión, de la libertad. Emblema de los fanatismos. Fetiche de los nacionalismos malsanos. Grito de las guerras criminales. Ahí las tenéis, enarboladas en los desfiles, concentraciones patrióticas, espectáculos deportivos, manifestaciones políticas, hasta sindicales. ¡Qué miseria de mundo que continúa defendiendo esos trapos coloreados bajo los que las muchedumbres, desprovistas de sentido, se dejan conducir! Hasta en los aparentemente más inofensivos espectáculos, un partido de fútbol, de tenis, la concesión de premios literarios o reuniones de escritores, nos encontramos a las banderas, como si quienes hablan, o gritan, o gesticulan, necesitaran ampararse en ellas para sentirse triunfadores.Uno debiera vomitar cada vez que contempla una bandera, sea del signo, país que sea. Y a las víctimas de los horrores, se las envuelve en su entierro con una bandera. Banderas, patrias... continuamos hablando del "progreso".

martes, 6 de enero de 2009

El Instituto Cervantes y el Sáhara

El Ministro de Cultura de España pide homologar toda la actividad cultural española en el extranjero bajo la coordinación y dirección de un único Ministerio, el suyo. Parece una medida lógica. Lo que no parece interesado en pedir es que el Instituto Cervantes se preocupe de "la otra cultura", la que no se envuelve bajo el elitismo y se ampara en la corrupción de los conceptos. La que debiera preocuparse por atender a otras gentes, otras culturas, proyectar una imagen diferente y alejada de los intereses económicos de quienes la manejan hoy día, de las dependencias del mercado, el egocentrismo, el amiguismo y la dependencia de los monopolios que la controlan. Para el Instituto Cervantes, por ejemplo, que se dedica a proyectar en el mundo la presencia de los autores "más vendidos" -la expresión tiene dos acepciones, ambas pueden ser válidas- en literatura, música, arte, etc, el Sáhara no existe. El Instituto Cervantes recibe a personajes como ese grotesco y listillo que representó a España en la basura del festival eurovisivo el pasado año, pero no recibe ni presta aternción a los poetas saharianos Zahra Hasnani y Bahir Mahmud Arrah que fueron a California a hablar de los problemas de su sacrificado pueblo y de como en medio de la soledad y el desierto intentan realizar una cultura viva para sus gentes. Hablan, piensa, escriben en español. Pero eso, ¿qué les importa a las autoridades culturales españolas?. Hacinados en los campamentos, sin recursos económicos, acosados por la represión marroquí, intentan que el español sobreviva y sus hijos sean más cultos para un día ser más libres. Pidieron ayuda en carta firmada por 50 escritores al Instituto Cervantes a finales de 2004. La contestación se limitó a decir "que no era asunto de su incumbencia".
Cultura, libertad: cadáveres en la boca de los gobernantes.

La Linterna del S. XXI