martes, 9 de noviembre de 2010

Número 8.

MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y SOLEDAD INFORMATIVA


Que mi estilo se apodere de todos los ruidos de mi tiempo. Eso provocará, estoy seguro, el desagrado de mis contemporáneos. Pero que los que vengan después lo escuchen como si sostuvieran al oído una concha de donde sale la música de un océano de cielo.

Karl Kraus


SUMARIO


¿ACTUALIDAD ?

Pobre Pérez Reverte, Arturo.
El paro y la derecha.
Vargas Llosa, premio Nóbel. El narrador y el ciudadano.
TEMA CENTRAL
MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y SOLEDAD INFORMATIVA.
corrupción, censura, terrorismo mediático, mercados, lenguaje
Karl Kraus, el mejor periodista de todos los tiempos contra los medios de comunicación de todos los tiempos.

COLABORACIONES
CARLOS TAIBO. Camacho

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¿ A C T U A L I D A D ?


POBRE PÉREZ REVERTE, ARTURO


- ¿Pobre? Gana millones de euros, vende miles y miles de libros, un día sí y otro también aparece en El País, escribe decenas de libros, el último sobre Moratinos.


- En el que da cuenta una vez más de su lenguaje escatológico, su ética situada entre el machismo y la chulería y prepotencia, su desprecio a la sensibilidad y...


- No sigas. Él disfruta provocando y así gana cada vez más seguidores y admiradores.


- En la España de Esperanza Aguirre, Francisco Camps o no se qué Arenas no es extraño. Será rico en dinero y partidarios, pero es pobre como ser humano. Pobre, pobre Pérez Reverte.


- Es jaleado por críticos e informadores que escriben a las órdenes del mercado, que acatan la órdenes de los directores de medios informativos que les imponen el tratamiento y supuesta crítica de sus obras. Si se opusieran serían despedidos. ¿Pobres críticos e informadores?


- Mejor, pobre literatura, pobre periodismo


- Es miembro de la Real Academia de la Lengua Española.


- Como muchos otros innombrables del pasado o del presente. Pobre Academia. Así camina la literatura, la cultura, la vida de este país.


- ¿Pobre Pérez Reverte?


- Y triste España.


EL PARO Y LA DERECHA


- Primera precisión. ¿Por qué hablas de derechas? En España la derecha no existe, salvo que te refieras a la que representa el PSOE. Sí existe, bien organizada y a punto de regresar a sus puestos de Gobierno, la ultraderecha, la que con cortos interregnos de tiempo lleva ejerciendo el poder un siglo.


- Esa. La que se le hincha la boca y estalla de júbilo el corazón, cuando habla del paro. Con que fruición pronuncian las cifras sobre el número de parados, como explotan éstas en sus gargantas, se regodean ofreciendo datos, estadísticas, deteniéndose con teatral y majestuosa entonación cada vez que los parados engrosan su número.


- ¿Y no te parece coherente acaso? Porque esas cifras, cuyas causas atribuyen con flagrante cinismo y analfabetismo visceral, o miseria moral para no referirse a los últimos y auténticos causantes de las mismas, al actual Presidente del Gobierno, justifican sus pretensiones y exigencias: aumentar las condiciones leoninas que padecen en el desempeño de su labor los trabajadores para así engordar los beneficios de las empresas, sus empresas, las verdaderas responsables con la banca ayer y hoy de la política.


- Ya sé a que te refieres. Demandan más contratos basura, despidos libres en cualquier momento y circunstancia, rebaja de sueldos, aumento de las horas de trabajo, retraso de las jubilaciones, todo eso, ¿no?


- Y más. Escuchar hablar del problema del paro, venga o no a cuento, incluso cuando les preguntan sobre sus ciertas corrupciones, a tipos tan reprobables como Soraya Sáenz de Santamaría, María Dolores de Cospedal, que por cierto dice "somos el partido de los trabajadores", "este Gobierno nos ha golpeado a todos nosotros con sus medidas", tipo que declara que ha ganado el año pasado 50 millones o así de pesetas, en un año, insisto...


- ¿Tipo dices?


- Sí. Tipos. Ya está bien de emplear esas distinciones de hombres y mujeres, españolas y españoles, aquí no existen géneros, sólo dos clases: explotadores y explotados, fascistas sean quienes sean y hagan con su sexo lo que les venga en gana que esto no es de nuestra incumbencia, tipos que contribuyen a la mentira y la explotación. E insisto en que escucharlos hablar del paro resulta tan nauseabundo como cínico.


- El jueves, 4 de noviembre, no cabían en si de gozo, efectivamente. Gritábanse unos a otros "más madera, más madera, más parados, más parados".


- Era una gran noticia. Todos preparados. Que nadie se quedara sin salir a la palestra.


- A escribir o a hablar. Ocupar los púlpitos de las radios y platós de las televisiones, las trincheras de los periódicos.


- Más parados. Gobierno culpable. Zapatero dimisión. Lo pedimos nosotros, el pueblo, que somos quienes sufrimos la crisis, la Corte del Capital.


- ¿Nosotros? Pero si nosotros no estamos en paro.


-Nosotros somos el pueblo. Representamos al partido del pueblo. Tenemos días por delante para despotricar, lanzar rayos y centellas. El fin de semana podemos así reservalo para viajar a Venecia, comer langosta en el Cantábrico o follar en el Caribe. Y así nos resarcimos de este excesivo trabajo.


-Hablando del paro. Culpable Zapatero. Más parados, más parados, más madera. Y que viva España. ¡Qué éxito!


- Pues así seguiremos hasta la necesaria farsa electoral.


- Si solo fuera esto...


(Apuntador: Nunca imaginé que vivir en este país supondría pesadilla semejante. Primero el franquismo, cuarenta años casi. Y ahora sus descendientes, gritando a todas horas entre los ciegos que caminan como sombras en el vacío de la vida).



VARGAS LLOSA, PREMIO NÓBEL. EL NARRADOR Y EL CIUDADANO.


- Te encuentro como disgustado.

- No. Los premios son así: unas veces intereses económicos, otras políticos.

- Pero no me negarás que se trata de un gran novelista.

- Tanto como pésimo ciudadano.

- Hablamos de méritos literarios.

- Entonces, ¿por qué no se lo dieron hasta ahora?

- ¿Qué insinúas?

- Que es la dominante corriente neoliberal -neofascista para entendernos- instalada cada vez con más fuerza en Europa, la que por fin ha barrido a quienes por motivos ideológicos antes se lo negaron.

- Pero Suecia...

- El único valor de la trilogía de Larsson, el autor de Milenium, lo que menos ha interesado, seguro, a sus lectores, es precisamente su investigación sobre el pasado neonazi de parte de la gran burguesía política, económica y militar sueca y su deriva hacia la concentración de un poder cada vez más reaccionario. Y lógicamente la Academia Sueca, que por cierto ha tenido por estos motivos graves enfrentamientos internos en los últimos tiempos se contamina de la "necesidad histórica".

- No comprendo. Que tiene que ver esto con la grandeza literaria del narrador peruano...

- Tiene que ver tanto como la concesión del Nóbel de la Paz, alcanzado en su día por Kissinger y recientemente por Obama y ahora el disidente chino.

- No irás a criticar al chino por reclamar la libertad de opinión...

- No, critico el oportunismo que se encuentra de fondo a la hora de concederlos. La postura de Vargas Llosa hacia América Latina y otras cuestiones políticas y económicas, que no literarias, ha jugado sin duda un papel importante. Una cosa es criticar los errores de determinados gobiernos y otra pedir su supresión y al tiempo no denunciar los crímenes de los que se consideran demócratas. Esto no propicia sino los golpes de Estado. Pero claro, ya de Honduras no se escribe. ¿Alguien persigue, acaso, a los Estados Unidos por sus crímenes genocidas, que apenas si pasan vergonzantemente por la prensa? Por eso te digo, que ahora, no hace unos años, premian no solo al escritor Vargas Llosa, lo hacen igualmente al ciudadano que escribe sus virulentos trabajos de opinión. Porque la gran derecha recibe con júbilo no al que consideran un majestuoso escritor -si fuera de izquierdas intentarían que no se hiciese tanto ruido, y si se tratara de alguien como Elías Canetti, se encogerían de hombros considerando que tal vez era un extraterrestre- sino a quién sienten como uno de los suyos. Y de ahí cómo sonroja leer en los medios de comunicación españoles glosar sus méritos a intelectuales de tan prestigioso gusto y pasión literaria como Aznar, Rajoy y tantos otros.


MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y SOLEDAD INFORMATIVA.


1

En uno de sus más emblemáticos y divulgados textos, el cubano José Martí dice al referirse a los numerosos trabajos en que analiza a los Estados Unidos de América: "Porque viví en el monstruo le conozco las entrañas". Y eso podemos decir hoy nosotros de la prensa en España. Porque hemos vivido con ella, bajo ella, escrito en ella, luchando desde y contra ella, podemos referirnos a este gran monstruo que se ha ido pervirtiendo más y más desde sus orígenes y devorando a cuantos intentaron utilizarla para despertar la conciencia crítica de sus lectores, buscando reflejar los males, no ya de la Patria, sino del mundo y denunciar su nefasta influencia por culpa de quienes conforman un poder empresarial que ramificado en familias y países obedece a un idéntico fin: ocultamiento de los crímenes de los poderosos, tergiversación de las informaciones y orientación de las opiniones al servicio de quienes, para controlar los mercados del mundo no dudan en apoyar guerras genocidas, explotar pueblos, y corromper conciencias.


2

Poco se habla de la corrupción de los medios de información. Y en ellos anida esta hidra que no solo pervierte la libertad, destruye el pensamiento crítico, resquebraja la democracia, sino que prepara con su poder avasallador los últimos días de la Humanidad.

Quienes piensan, dudan, e intentan combatir el mal, son ninguneados, condenados a la soledad y al silencio. No existen. Carecen de de palabra y proyección pública. Y la masa nunca fue tan vociferante, terrible y estúpida como en nuestros días. Aunque leyendo esa magna obra de la literatura de todos los tiempos de la que pronto nos ocuparemos, Bouvard y Pecuchet, de Gustave Flaubert, comprobamos que siempre hubo lúcidos escritores que tuvieron miedo de su poder. A este tema Elías Canetti dedicó prácticamente la mayor parte del tiempo de su vida.


3

¿Ha desaparecido la censura? No. Ni en el periodismo y la información ni en la literatura. Repitamos una vez más las palabras del que fuera prestigioso editor de los Estados Unidos, Adam Schifin antes de que se viera obligado a abandonar Panthew Books, de Nueva York: Si en muchos países el principal problema cultural era la censura, ahora el propio mercado se ha convertido en censor".

Así en España. La censura cavernícola franquista dio paso a la selecta censura del mercado, al rechazo de lo que no es correcto política o literariamente, al no interesa como objeto de consumo para el lector o el televidente. Y la censura introdujo en periodistas y escritores el acomodo, la supeditación, el aceptar libros de estilo o acatar los caminos demandados por la publicidad para acceder al índice de ventas o de audiencias: se convirtieron a si mismo en autocensores. Un escritor como Lezama Lima, no para introducir temas políticos en su obra, pero si aterrado por el desarrollo de un mercado que desde sus inicios presagiaba efectos destructores para la literatura, aunque fuera en su fase incipiente y no en la oprimente de nuestros días, escribía ya en 1949: "Nuestra época tiende a convertirlo todo en espectáculo... Hacer una obra que nadie premie es totalmente imposible y eso revela la pobreza risueña y perversa de nuestra época".


4


Terrorismo mediático. Terrorismo cultural. Pero bien vestido, sonriente, envuelto por la sagrada palabra democracia. Porque la libertad es concepto que no cotiza en bolsa. Oligarquías mediáticas. Oligarquías editoriales. Oligarquías que se agrupan para que todo se encierre en el mismo ojo supervisor, controlador del mercado y censor de la creación y la crítica. La cultura y la información no escapan al poder del neoconservadurismo, de las actuales formas de organización mundial capitalista. ¿El lector? Uno y monocorde: anulada su voluntad e imaginación rinde culto a las audiencias y al sistema electoral. Participa como sumiso espectador en el teatro de la política y cultura mediática y falaz. Una atroz farsa. Ya la censura política y la censura económica conforman un nuevo cuerpo: el nuevo Dios cuyo profeta más venerado es la publicidad.


Pionero Albert Einstein también en este tema: "La prensa, controlada en su mayoría por intereses encubiertos, ejerce una influencia excesiva sobre las opiniones públicas". Hasta el filósofo Kierkegaard lo vislumbró hace ya dos siglos: "¡Ay, ay de la prensa!. Si Cristo viniese ahora al mundo, tan cierto como que vivo que no les señalaría la paja en el ojo a los fariseos, sino a los periodistas... El Dios del cielo lo sabe, y la sed de sangre es ajena a mi alma, y cfreo tener también hasta un grado espantoso la idea de mi responsabilidad ante Dios: pero no obstante, quisiera cargar en el nombre de Dios con la responsabilidad de abrir fuego, con solo que previamente me cerciorara con el más angustioso y concienzudo de los cuidados de que ante el cañón no se encontraba ningún otro ser humano, ningún otro ser vivo más que periodistas". Porque como anteriormente había escrito Jonathan Swift, la misión de los plumíferos debe ser "molestar a los granujas, aunque no por ello dejen de serlo". La utopía siempre ha estado en el punto de mira de los soñadores.


5

¿Cuántas veces debiera repetirse a los niños en todas las escuelas del mundo el concepto: los medios de comunicación contribuyen a justificar el éxito popular de los corruptos, a conformar una educación alienante. Los medios de comunicación con su actual configuración y poder -que gran parte de los periodistas los necesitan como oficio simplemente e incluso algunos intentan no siempre con resultados introducir información crítica en sus trabajos, que pronto son subsumidos y anulados por el conjunto que se desprende de su lectura, escucha o visualización. Y los periodistas que no quieren verse reducidos al silencio, convertirse en meros transmisores de las consignas emanadas desde el poder empresarial, no tardan en comprobar las consecuencias de su compromiso. Intentan informar, denunciar, enfrentarse a mafias policiales, judiciales, empresariales o políticas, incluso a militares asesinos. Hasta en el deporte y la propia cultura anidan las corrupciones. Gran parte de los periodistas que en sus trabajos denuncian a estos terroristas del orden instalados en el poder fueron perseguidos, y algunos de ellos incluso asesinados. Un centenar en los últimos años, no en los lugares que son blanco de la crítica de esos medios, como Cuba, Bolivia, Venezuela, sino en los "democráticos" México, Honduras, Rusia, Colombia, Estados Unidos y lógicamente en las teocracias tipo Irán, Irak y gran parte de los países cuyos regímenes son fruto del nacionalismo occidental en África y Asia. Porque son los rectores, es decir, los dueños, e ideólogos de los grandes capitales que los controlan quienes se erigen en los mayores enemigos de la libertad, el pensamiento y la crítica, incluso contra sus propios redactores que despiden sin miramientos si no son de su agrado. Y en última instancia los poderes políticos y judiciales -¿quién manda en quién?- cierran periódicos y publicaciones como también han hecho en España.


Walter Benjamin acosado por el fascismo franquista y hitleriano hasta llevarle al suicidio escribió: "Solo Baudelaire ha odiado como Kraus la saturación de sentido común y compromiso a que han llegado los intelectuales hasta abrigarse en el periodismo. Porque el periodismo es, en efecto, la traición a la literatura... La cháchara es su auténtica sustancia y cada suplemento cultural nos plantea de nuevo la cuestión siempre insoluble de la proporción adecuada de fuerzas entre la estupidez y la maldad, cuya expresión él mismo es".


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Un puñado de empresas controlan los mercados, oligopolios que dominan imperios económicos y de la información y se nutren de técnicos forjados en universidades especializadas que no dudan en convertirse en fieles funcionarios de esta degradación profesional gracias a la venta de sus palabras al más peligroso de los fascismos del pensamiento que pudo imaginar ideología alguna. Y para controlar el poder buscan el auxilio y la colaboración - a cambio de favorecerles, como fieles lacayos, con aportaciones económicas o de influencia- de responsables políticos, religiosos, judiciales, académicos. Cuando lo necesitan, tal vez por sus propias convicciones, no faltan periodistas que se convierten en auxiliares policiales y con sus campañas mediáticas destruyen al adversario. Actúan como nuevos Torquemadas. No dudan en utilizar un lenguaje zafio, escatológico, preñado de descalificaciones y amenazas. Auténticos sicarios con nombres y rostros conocidos que por su valiosa colaboración reciben cuantiosos beneficios económicos. Así se pasa de la censura al acoso en sus "púlpitos mediáticos" y salas de redacción, desde los que lanzan sus proclamas. Si no basta con el silencio del adversario, se busca su exterminio. Pueden considerarse buenos discípulos de Goebels. Y de Mc Carthy. Y nosotros, en este clima asfixiante nos refugiamos en el existir no existiendo y desde nuestra angustia brotan palabras que pùeblan nuestras pesadillas.


Los medios de comunicación son instrumentos del poder -o la división del poder- en dos organizaciones burocráticas partidarias que se suceden entre si sin que ninguna quiera, pese a su diferente definición ideológica, acometer cuando lo ocupe reformas profundas, estructurales del sistema, un poder que cada vez depende más de los grandes monopolios. Un puñado de familias del Planeta de los negocios controlan y se reparten este Imperio que se ramifica en grupos o franquicias encadenadas a sus fines y directivas. A veces las guerras que entre ellas se desatan -como las que estallan entre mafias rivales- no son sino para acumular más poder y ejercer mayor dominio sobre los mercados en que reinan. En un mundo así conformado solo resta la soledad, el aislamiento, si se quiere reflexionar, opinar, ejercer una crítica libre nacida de las dudas, ajena a los sometimientos, un suspiro en medio del coro de voces horrísonas de alguien, que desde su no existencia pública lucha contra la uniformidad y el terrorismo cultural, político, ideológico impartido desde los medios. Alguien incomprendido incluso por aquellos a quienes defienden en sus ideas. Frente a los lacayos de los amos del mercado, de los publicitarios o de los beatos del progreso, él ejerce el derecho único que le resta, el de la insumisión, el de la diferencia utópica que considera que todavía el pensamiento libre, la creación literaria y estética, no han dicho la última palabra.


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Y la cuestión del lenguaje. La adaptación "al gusto de la mayoría". La opinión pública es una entelequia: carece de opinión. El pueblo no es sino un conjunto de seres humanos sin opinión propia, cada vez más conformados por los magos del sacerdocio o de los medios de comunicación, sin organización -existen minoritariamente algunas, carentes de fuerza y decisión en los parlamentos y vida pública- ni representación -la democracia se concibe y estructura para posibilitar grandes y conformistas mayorías. El sufragio universal es otro invento del capitalismo para detener e imposibilitar las revoluciones y conformar a los dominados. La democracia es hoy una de las más corruptas palabras que justifican el poder de la explotación bancaria y oligárquica y el empleo de un discurso público que sustenta un pensamiento único para el colectivo alienado al que se dirige. Y el desarrollo de la ciencia y la técnica aplicado a la información y la opinión, destruyen la privacidad, la diferencia y un posible conocimiento libre e imaginativo, crítico y responsable.



y 8


Refirámonos brevemente al tratamiento que dan los medios de comunicación al terrorismo económico, culpable no solo de la crisis, la devastación de los territorios, destrucción de nuestros paisajes físicos, culturales, envenenamiento de los ríos, mares y la atmósfera. Es una continuada, desvergonzada y maloliente cantinela la que nos ofrecen. Han conseguido a fuerza de repetir, reiterar continuas, vacuas y contradictorias informaciones -que se enfrentan en sus propios medios como si de equipos de fútbol se tratara según sus intereses- que apenas se les haga caso, que se limiten a comentar su chismorreo jocosamente. Cada día, todos los días, unas similares monsergas oficiales como primicias que después, por su inocuidad, caen en el olvido. Tales como: imputado el presidente de la Comunidad de, detenido el alcalde... registro en casa de los concejales de, industriales, empresarios, gestores eclesiásticos, culturales, jueces, acusados de... se descubre una trama que se dedicaba a la trata de blancas, blanqueo de dinero... corrupción, malversación de fondos, evasión de capitales, tráfico de influencias, el sumario del caso... No transcurren mucho tiempo de la publicación de estas informaciones antes de que los detenidos salgan en libertad tras pagar para nosotros cuantiosas fianzas, para ellos calderilla, o en que se archiven sus casos en los tribunales. En los considerados más graves, pasado un tiempo prudencial, -ellos no se pudrirán de por vida en las carceles como para otros se reclama, regresan a sus negocios. Y si se trata de banqueros o gente similar, tras fugarse con el dinero robado y gozar de buenas y relajadas vacaciones, no dudan en dejarse detener y regresan por su voluntad pues ya sus "delitos" han prescrito... ¿Hasta cuando esta farsa? Porque la prensa deforma, no profundiza en semejantes hechos delictivos. No se exponen a todas horas como hacen con el terrorismo que únicamente les preocupa. Ay, si día a día a los terroristas de cuello blanco se les situara en la picota que se emplea con los otros... Entonces Jonathan Swift tendría razón cuando escribía hace siglos: "Los corruptos derrotados por la vergüenza de ver sus crímenes expuestos públicamente de la forma más cruda, haciéndose así odiosos a la Humanidad".


KARL KRAUS, EL MEJOR PERIODISTA DE TODOS LOS TIEMPOS, CONTRA LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN DE TODOS LOS TIEMPOS.


He cargado sobre mí con la tragedia que se descompone en las escenas de la putrefacta humanidad, para que al fin la escuche aquel espíritu que se compadece de las víctimas, aún habiendo renunciado para siempre a la conexión con un oído humano. El intento pretende que perciba el tono fundamental de nuestra época y el eco de mi sangriento desvarío, que me sitúa a mi entre los culpables del ruido incesante que se escuche. ¡Que él lo acepte como redención!..

Karl Kraus.

Que anteriormente había escrito.

"El aparato periodístico requiere, al igual que una fábrica, trabajo y mercado... todo aquello que haya sucedido en algún ámbito de la vida, de la política, de la economía, del arte, etc tiene que haber sido elaborado periodísticamente. Debería ser muy ilustrativo sobre dicha técnica el hecho de que, aunque no pueda formar nuevas frases hechas, siempre deje al estado de la humanidad en el estado de no poder prescindir de viejas frases hechas. En esta característica dualidad de una forma de vida transformada y otra que viene arrastrada, vive y crece hoy el mal del mundo".

1914. Ha estallado la que se denominaría primera guerra mundial. La prensa, entusiasmada, llama a morir por la Patria. Solo Kraus, como un gigante en soledad, denunciará día a día esa atroz y criminal mentira. Al tiempo que escribe y ofrece por entregas su obra magna: Los últimos días de la Humanidad. Aunque a la Humanidad le resten todavía muchos últimos días hasta el ocaso de sus últimos días. He aquí unas breves citas de sus artículos.


19 de noviembre. 1914.

"En los reinos donde sobra escasez de fantasía, donde muere el hombre de hambre espiritual sin husmear siquiera lo ayuno de su alma, donde la pluma se moja en sangre y la espada en tinta, allí ha de hacerse lo que no se piensa, pero lo que llega solo a pensarse, es imposible... Quién hace honor a las acciones deshonra acción y palabra a un tiempo, es doblemente despreciable... Sé perfectamente que de tiempo en tiempo es necesario transformar los mercados en campos de batalla para que así vuelvan a surgir mercados de ellos. Civilización es el sometimiento de vivir a los víveres. El progreso sirve a este ideal y a este ideal suministra sus armas. El progreso vive para comer...El progreso, bajo cuyos pies se enluta la hierba y el bosque se vuelve papel del que brotan hojas, ha subordinado el fin de la vida a los medios de vida y nos ha hecho accesorios de nuestros aparatos... Y pone el arte al servicio del comerciante... El sometimiento de la humanidad a la economía le ha dejado tan solo la libertad de anestesiarse, y al igual que el Progreso le afiló las armas, creó para ella la más mortífera de todas, una que más allá de su necesidad sagrada la liberó incluso de su última preocupación, la de su bienestar terreno: la prensa. (subrayado mío.)


Y una mañana turbia se aclara y encuentra sin querer que la vida es nada más una reproducción de la prensa... ¿Qué es? ¿Solo un mensajero? ¿Uno que nos incordia dando además su opinión? ¿Que nos martiriza con sus impresiones? ¿Que nos trae a la vez que los hechos la forma de representárselos? ¿Que nos tortura con sus detalles sobre los pormenores de informes acerca de ambientes o con su visión de las observaciones acerca de pormenores que se refieren a detalles y con sus sucesivas repeticiones de todos ellos? ¿Un mensajero que arrastra tras de sí todo su séquito de personalidades informadas, enteradas, introducidas y destacadas que deberían darle el refrendo y la razón, gorrones importantes de lo superfluo?... No es un mensajero, es el acontecimiento... Durante décadas de ejercicio ha llevado a la humanidad al grado justo de escasez de fantasía que le hace posible una guerra de exterminio contra sí misma... ¿Se imagina alguien cuánto asesinato del espíritu, cuánta nobleza saqueada, cuánta sanidad profanada ha de agradecerle medio siglo a esta inteligencia desbocada?"


Mayo 1918. Es el juicio final.


Y puesto que todos esos señores del poder y de la injusticia viven ya en la vecindad de su destino, también ayudaría el que sus ayudantes, sus embaucadores, sus peones en la más impublicable de las faenas, los cabecillas periodísticos de este embuste sangriento, los decoradores de ruinas, los recomendadores del camposanto, los autores de repoortajes sobre este trágico carnaval de lo que nada se logra averiguar, fueran cargados de cadenas. Otrosí, yo respondo de que hasta donde se extiende el término cerebral de esta ciudad, y en la manera que el cuidado del Estado lo requiera, vengan a ser tenidos por felones quienes dieron amparo a alguno de tan sangrante prensa".

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COLABORACIONES

CARLOS TAIBO

Marcelino Camacho: un café, dos madalenas

En los últimos veinte años coincidí media docena de veces, en actos públicos, con Marcelino Camacho. Tengo un recuerdo especial de dos de esas ocasiones.

La primera fue, acaso diez años atrás, una rueda de prensa convocada para presentar el comité de Madrid de apoyo a la conferencia de Elkarri. Camacho estaba como era habitual en él: cordial, locuaz, sencillo y siempre dispuesto a poner su rostro y sus palabras al servicio de una causa que entendía razonable. No había en nuestro hombre, por lo demás, ese afán de protagonismo que arrastran tantas figuras de nuestra vida pública. Creo que, al cabo, la primera impresión que producía, y la que conseguía mantener en el tiempo, era, sin más, la de una buena persona.

El segundo de mis recuerdos nos sitúa unos años antes, tal vez a principios de la década de 1990. Compartí entonces con Marcelino Camacho, en Alcalá de Henares, una mesa redonda en la que él y yo debíamos sopesar lo que se había abierto camino al calor de la desaparición del bloque soviético. Debo confesar que, cuando esperaba disensiones profundas, me topé con la sorpresa de que las coincidencias menudeaban. Camacho no era --como con frecuencia se ha intentado sugerir-- una persona que aceptaba sin rechistar las monsergas que llegaban del oriente europeo. En mi percepción, su visión de lo que la URSS había sido y supuesto era manifiestamente lúcida y revelaba una aguda conciencia de las enormes dificultades que se planteaban a la hora de calificar como socialista, o como comunista, un experimento en el que la burocracia dirigente había cercenado obscenamente la capacidad de decisión autónoma de los trabajadores.

Pero de aquella mesa redonda me queda un recuerdo más vivo. En el transcurso de su intervención Camacho empleó la palabra anarquía conforme a ese uso cotidiano que da en identificarla, sin más, con el caos y el desorden. En el debate posterior un joven ácrata protestó, de resultas, airado. Me sorprendió la reacción, extremadamente cortés, tranquila y afectuosa, del veterano militante sindical. Camacho pidió disculpas, expresó públicamente su respeto por los viejos anarcosindicalistas, y agregó que lo último que deseaba era reavivar viejas rencillas más bien estériles. Semejante actitud, en su caso, no acarreaba, con certeza, ninguna renuncia a sus convicciones. Lo demostró en los últimos veinte años de su vida cuando, en reiteradas oportunidades, expresó su desazón ante el derrotero que había seguido, en sus estamentos directores, Comisiones Obreras y defendió un regreso a posiciones menos acomodaticias y más combativas.

Hay otra dimensión, importantísima, de la figura de Camacho que no sería bueno dejar en el olvido. Hablo de aquella que nos habla de alguien que pudo beneficiarse, con facilidad, de un rápido ascenso social pero prefirió seguir siendo él mismo. Me viene ahora a la memoria que hace no mucho un diario madrileño publicó, en su página final, lo que mal que bien era una entrevista con Camacho. Esa página final recoge siempre lo que el entrevistado ha consumido, en compañía del periodista, en uno u otro lugar. Un par de días antes se había asomado a ese mismo espacio uno de los personajes prominentes y promocionados --olvidemos los nombres-- de nuestra izquierda oficial, que había citado al periodista en el hotel Ritz de Madrid y había tenido a bien consumir un suculento desayuno por el que se habían pagado muchos, muchísimos, euros. Cuando le tocó su turno a Camacho, el escenario había cambiado un poco. Creo recordar que una foto recogía al sindicalista en primer plano, con su mujer detrás, portadora de una de esas viejas cafeteras plateadas. El periodista, consciente de la joya que tenía entre manos, muy lejos del hotel Ritz, anotó certero: domicilio de Marcelino Camacho, un café, dos madalenas, cero euros.

Cuando en estos días se ha repetido hasta la extenuación que Camacho fue uno de los prohombres de la Transición, mucho me temo que son insalvables los equívocos que rodean a esa afirmación. Marcelino estaba, afortunadamente, en otro sitio. En cualquier caso, muy lejos del hotel Ritz.

La Linterna del S. XXI