lunes, 28 de junio de 2010

Número 3. DISCURSO CONTRA LOS INTELECTUALES. 5 de julio de 2010.

SUMARIO
De actualidad y sección publicitaria
Opinión. Discurso contra los intelectuales
Cartas de los lectores
Colaboraciones. Manuel Cuenya



______________________________________________________________


DE ACTUALIDAD Y SECCIÓN PUBLICITARIA.


DIEGO LÓPEZ GARRIDO.

Camaleón: “Persona con habilidad para cambiar de actitud, adoptando en cada caso la más ventajosa”. María Moliner.
Propia de gran parte de los políticos que pueblan hoy el zoo parlamentario o los partidos y organizaciones sindicales.
Uno de los más representativos intérpretes de semejante especie, es ese hombre atildado, melífluo, inocuo y vacuo que responde al nombre de Diego López Garrido. Ideal para el cargo que representa en el PSOE. Bien remunerado, sin riesgos y que no le exige expresividad alguna, de la que ya de por si carece. Un cementerio exquisito para quién en no muy lejanos días pacía en aquella izquierda que se decía unida para mayor vilipendio del lenguaje.
Diego López Garrido es el actual secretario de Estado para la UE. Y el domingo 27 de julio nos deleitaba en El País con la profundidad y el rigor de sus palabras a la hora de ofrecer al lector un análisis de la “crisis económica”, otro sarcasmo para definir a uno de los terrorismos de guante blanco que nos esquilman. He aquí frases del político correcto:
“Hemos criticado el naufragio del euro y marcado el rumbo de la Unión”.
“La crisis nos ha puesto ante el espejo y nos ha obligado a dar el paso”.
“Habíamos preparado todas las crisis posibles pero debo reconocer que esa no se nos ocurrió”. (referencia a la explosión del volcán islandés).
Tras leer sus palabras los lectores escuchan cantos gregorianos.


_________________________________________________________________


PUBLICIDAD. (Libre y gratuita)

Actriz de televisión que besa de forma más apasionada que Sandra Bullock a Scarlett Johansson, se ofrece a ejecutiva bancaria o empresarial para inmortalizar en sesión fotográfica su contacto bucal erótico-artístico en secciones de alta cultura y finanzas de los grandes medios de comunicación. Precio y continuidad de la secuencia a convenir.


_________________________________________________________



LETICIA, PRINCESA.


Félix Salten, uno de esos escritores que saben comprometerse con el poder político y el mercado económico, que escribía en el “prestigioso” Die Zeit y lo mismo se mostraba defensor de la moral puritana que publicaba con seudónimo novelitas pornográficas, que terminó en Hollywood donde adaptaron al cine su cuento Bambi, redactó artículos lacayunos para loar a la podrida Corte de Viena, algunos en loor de la princesa Hohenberg, artículos que sin duda firmarían hoy muchos de esos periodistas y escritorzuelos de nuestros medios de comunicación. Reproducimos unos fragmentos. Solo se tiene que cambiar escenario y personaje.

“Nadie sabe cómo es en el fondo esa mujer, se puede sospechar que posee cualidades desacostumbradas, que es una personalidad fuerte y peculiar… Detrás ha de haber una gran fuerza de voluntad, una firmeza de hierro del carácter, o una bondad irresistible, o una sabiduría en la vida con miles de facetas, o un instinto genialmente fino, o también una exhuberancia arcaica, o incluso pasividad total, o con conciencia de adónde se quiere llegar, o sosegada confianza en la felicidad. No lo sabemos… El interés más justificado ha caído en tromba sobre esta mujer… no sabemos lo que ha de pasar aún para que la mujer del heredero del trono pueda permitirse ejercer también eternamente todos los derechos… Llegará a tener, y así ha de ser, la mayor de las influencias, y la voz cantante con el Káiser, a su debido tiempo… Los niños que llaman padre a nuestro futuro monarca la llamarán a ella madre… A la Duquesa de Hohenberg le pertenece el futuro de Austria. Pero nadie sabe lo que trae el futuro”.

No pasaron muchos años antes de que se develara ese futuro: la escabechina de la primera guerra mundial.

Karl Kraus añadía refiriéndose al escritor periodista Salten: No seamos injustos con un hombre de tantas prendas… El mejor periodista de Viena sabe decir en cada momento lo más digno de saberse acerca de la carrera de una condesa o de la ascensión de un globo, de una sesión parlamentaria o de un baile en la Corte. Todo consiste en estar disponible. ¡Sólo con que el mundo no fuera tan injusto!


______________________________________________________________


PUBLICIDAD.

Se ofrece escritor para novela de éxito. Buena imagen y carisma popular. Aparece en la tele con frecuencia. A determinar contenido de la obra: época histórica, personajes, etc. Se asegura equilibrio en las dosis de intriga policíaca, sexo explícito y facilidad de lectura. Anticipo a convenir.



___________________________________________________________________

RODRIGO RATO.

La gallina acoge a sus polluelos para incubar huevos de oro.

Esta foto apareció publicada en diversos periódicos españoles sin que mereciera un solo comentario, artículo de opinión. Y resulta difícil encontrar testimonio más significativo de la situación económica del país, de lo que es el neoliberalismo político. Porque no existe ni aquí, ni en Europa, ni en Estados Unidos realidad diferente a ésta. Son los bancos quienes gobiernan, imponen sus leyes. Rodrigo Rato, político neoconservador, dirige la poderosa Caja Madrid. Con sus manos oprime las de sus polluelos, los directores de otras cajas de ahorro regionales. Por cierto, eso de ahorro ¿qué significa? Dinero que se deposita en ellas para pagar sueldos millonarios de sus dirigentes y consejeros y ofrecerles una vida garantizada de lujo gracias a la especulación y a los beneficios que obtienen con esos depósitos. Ellos son los señores del ladrillo, de las inversiones que explotan a los trabajadores –ya no existen tipos como Zola, Marx, Dickens, etc que escriban de estas situaciones- quienes gritan para imponer salarios cada vez más bajos, contrataciones a la carta, despidos con el mínimo coste, horarios que vayan recortando derechos y conquistas sociales. Los señores del dinero sonríen, felices. El Estado es suyo. El Estado les proveerá de fondos cuando se reduzcan sus cuantiosos beneficios. Los Presidentes de las Cajas se entregan, eufóricos, a la protección del Gran Patrón, del Gran Hermano que los cobija en su seno y parece estallar de gozo, a punto de que le dé una apoplejía ante la grandeza del espectáculo. Eso es poder y no el de un político al que se puede comprar con treinta monedas. Y el pueblo, ciego, mudo, ni se inmuta.

____________________________________________________________

OPINIÓN. DISCURSO CONTRA LOS INTELECTUALES. (1)

La mayor parte de los intelectuales de nuestro tiempo han optado por convertirse en fieles adictos del dios mercado: a él sacrifican sus ojos, sus oídos, su trabajo. Allá ellos. Renuncian al ejercicio de la imaginación y niegan la ética y el alcance de la belleza. Que el dinero corrupto y corruptor y el aplauso vano y estéril que reciben, les acompañe hasta la tumba. Ya pocos recordarán, si es que alguna vez las leyeron, las palabras de Hegel:

Comprender lo que es, es la tarea de la filosofía, porque lo que es, es la razón…
En tanto que se es humano, se es solamente por el pensamiento.
Los pensamientos no son las cosas mismas, sino formulados sobre las cosas.

¿Filosofía, pensamiento? Antiguallas. En la era de Internet no se necesitan. Se extinguen, como la libertad. Todos enganchados a la red porque todo está en la red y por ella navegamos sin preguntarnos ni hacia dónde ni para qué. Pensar para interpretar, definir, intentar comprender, crear, dialogar: ¿para qué? Tenemos un nuevo Dios. Antaño dijo Cristo: “el que quiera seguirme que se niegue a sí mismo”. Y hoy nosotros, como sus discípulos de corderos de catecismo, negamos el valor de la diferencia, la capacidad de la crítica, la importancia de la creación para limitarnos a ser votantes, consumidores, de la política o de los bienes o la literatura. Hablar y escribir sin pensar por si mismo, que alguien ya lo hace por nosotros, ignorando que fuera del pensamiento solo existe la senda que lleva al vacío y al final a la nada.
La triple alianza que denunciara Kraus –tinta, técnica, muerte- (hoy la tinta pasa a ser la imagen) conduce a la extinción del mundo aunque éste continúe siendo habitado por robots. Ni la ciencia ni la técnica debieran ser un fin en si mismo. Es un error creer que el progreso viene marcado por su desarrollo, cuando debiera ser la liberación del ser humano y su felicidad lo único que lo justificase. Lo otro es una falacia más, sitúa a la economía, la presión del dinero, el enriquecimiento material como única justificación de la existencia humana. El progreso ha llevado no solo al desarrollo tecnológico y científico, sino también a los genocidios, a la extensión de las sociedades carcelarias, a la sofisticación de los métodos de tortura, al poderío militar y policiaco, la tiranía del mercado, a la violencia represiva como ley del poder, al envilecimiento de la moral, de la explotación sexual, de las mafias organizadas y su control por organizaciones corruptas que tienen sus brazos entroncados en poderosas estructuras económicas, en aparatos jurídicos y policiales, en representantes políticos, al vaciamiento de lo que son grotescas formulaciones, como derechos humanos, justicia, Estado de derecho, orden social y mundial.
Concluimos esta primera aproximación al tema con una cita de Karl Kraus que sirve sobre todo para definir el vaciamiento del lenguaje, no solo en los medios de comunicación o los discursos políticos, sino en gran parte de la creación literaria y artística de nuestros días:

En todos los campos de la renovación social y cultural somos testigos de esta explosión de la frase hasta hacerse algo fáctico, hasta convertirse en hecho, en acción. Una fraseología tan preñada de hechos que, en lucha con el progreso técnico, ha sobrevivido a toda una guerra mundial en la que desenvainó la espada para luchar con gas hasta las últimas consecuencias.

______________________________________________________________

CARTAS DE LOS LECTORES


Querido Andrés: La idea de crear La Antorcha del siglo XXI es excelente y el hecho de fundamentarla sobre el pensamiento y la significación de Karl Kraus me ha dado un vuelco al corazón. Cuenta con mi total apoyo. Voy a colaborar con mucho gusto y desde ahora mismo.
Esther Bartolomé-Pons

Querido Andrés:
Enhorabuena por esa magnífica idea que has tenido. Realmente si hay un Karl Kraus entre nosotros, capaz de agitarnos y desestabilizarnos, ese eres tú.
Un abrazo y muchas gracias.
Juan Mayorga

Ánimo en la labor.
¿Por qué no un símil ONG a favor de la democracia de la opinión? De la libertad de expresión.
Cordiales saludos
Ricardo Martínez Conde

_______________________________________________________________

COLABORACIONES.

MANUEL CUENYA. Karl Kraus y los periodistas.

Karl Kraus, mago encolerizado, bajo cuyo manto aún resuena la azul coraza del guerrero, fue uno de los pensadores más corrosivos del pasado siglo, un todoterreno de las letras.
A estas alturas, y en momentos en que los periodistas están literalmente enganchados por las pelotas, serviles a las causas empresariales y así en este plan de planes, porque en nuestro país todo lo manda el dinerito, muy pocos se acuerdan de su genio y su figura.
Kraus fue algo así como nuestro Ramón Gómez de la Serna en versión austríaca. A este ensayista también le entusiasmaba escribir aforismos disparatados (aunque con mucho trasfondo) como al bueno y greguerístico Ramón. Algunos de estos aforismos los escribió contra la corrupción de la prensa, que ya por aquel tiempo exhalaba cierto tufillo, pero muchos otros los escribió contra los estetas, políticos, psicólogos, estúpidos y eruditos. Qué Venus nos coja confesados.
Si Kraus fue un sátiro que se rebeló contra la sociedad de su tiempo, poniendo a parir a los periodistas, y a otros, Baudelaire fue poco menos que un chulo puta de los versos. El asunto es vivir bajo el signo de la pura espiritualidad, o de la pura sexualidad, que funda esa solidaridad del literato con la prostituta. Como es el caso de Baudelaire, que daría para al menos otra reseña.
Kraus fue como una especie de demonio para quienes se dedicaban a la opinión pública. Así pues, tengamos cuidado con este ilustre personaje. Se cuenta que acostumbraba a dormir de día, y en esto también se parece a Ramón, y trabajar de noche. La sátira era su razón de vida. En ella, o a través de ella, hizo su resistencia y se convirtió él mismo, como nos dice Elías Canetti
-uno de sus discípulos-, en una escuela de resistentes.
Redescubrir a Kraus es como sentirse más cerca de la putrefacción. Leyendo y releyéndolo uno se queda como fuera de juego. Es tal su chispa que te dan ganas de no volver a escribir ni una línea más en toda tu vida. Su visión de la realidad es demoledora. “Todos pueden escribir y entender y solo el azar social decide quién destaca como escritor o como lector en esa horda de gallinas que avanzan en contra del espíritu”. “Los periodistas, al menos, comunican lo que oyen, sienten y ven, aunque a veces prostituyan sus intereses en aras de una ideología omniscente y devoradora. ¡Qué sonoro es todo!”, exclama. A este monumental escritor se le ocurrió la utopía -vaya ocurrencias señor mío- de hacer un periódico objetivo, que no funcionara como instrumento del poder. Sin embargo, era consciente de que la maquinaria de un periódico necesita de frases, mano de obra y un mercado como una fábrica. Y que en realidad se dedica a comerciar con el pensamiento.“Los periodistas dicen: ¡sin nosotros no habría cultura!Los gusanos dicen: ¡sin nosotros no habría cadáver!”El cadáver exquisito y surrealista está servido.El día del Juicio Final -nos anuncia Kraus- no sólo se abrirán las tumbas sino también los libros de lectura. Pues que se vayan abriendo.

martes, 22 de junio de 2010

Número 2. SARAMAGO. SIN FLORES NI DISCURSOS.

Hay que escribir en cada momento como si se escribiera por primera y última vez. Decir tanto como si se tratara de una despedida y decirlo tan bien como si se debutara. Karl Kraus
El sábado, 19 de junio, no hubo ofrendas florales ni discursos, ni concentraciones de políticos o periodistas, o de gentes que dicen representar la cultura en Azinhaga. La aldea del Alentejo portugués no es partidaria de celebrar la muerte: prefiere hablar de la vida. Lleva siglos soportando la muerte de gentes trabajadoras, de campesinos explotados, de niños sin escuelas ni hospitales para que sean amantes de rituales ceremonias.
Saramago, ese hombre que primero fue niño y anduvo descalzo por los campos y tierras donde había nacido, y escuchó las palabras mágicas de su abuelo, y conoció el nombre de las plantas, de los ríos, de los animales y las personas que le rodeaban, de los aperos de labranza y los instrumentos de trabajo; que no pudo realizar estudios de bachillerato ni universitarios y aprendió oficios de los que se sintió orgulloso y supo así lo que es ser mecánico, cerrajero; y tardó mucho tiempo en tener, no solo para él, sino para su familia, una habitación propia, y tuvo que ser adulto para ganar dinero con el que poder comprar libros, y fue primero lector y luego escritor, y se preguntó si publicar era algo fácil y le dijeron que no, y rechazaron sus libros, y tras un silencio de largos años volvió a escribir buscando un estilo propio, callando hasta que lo encontró. Ese niño que recordaba a sus abuelos y a las gentes que en sus tierras sabían que campeaba el robo experto, el crimen extremado. ¿Y ha de permanecer así, hasta la consecución de los siglos?
No. No hubo flores ni festejos por su muerte en las tierras del Alentejo. Años atrás había escrito Saramago: Tal vez murmure, Tierra maldita... malditos todos, condenados y condenadores, dolor de haber nacido... Virgen María, cuánta muerte se ha visto por estas tierras.
En Lisboa si se "¿festejó?" la muerte. Retransmitidos en directo los discursos, palabras, rostros de los asistentes a los rituales. Televisiones, radios, periódicos. No tardaron los políticos, intelectuales, gentes del poder, de los medios de comunicación en regresar a sus quehaceres cotidianos. Ya habían protagonizado las representaciones teatrales de las exequias fúnebres. Las cenizas del escritor, del hombre, regresaron a su origen, la nada. Él era hijo del suelo, de la pobreza. Creció en silencio. Conoció la marginación, incluso los insultos y el desprecio. Y un día llevó sus conocimientos a la literatura, contra ellos, quienes representan el mundo, que ahora, a su muerte, acuden a retratarse junto a él, que ya no puede defenderse, acusar, o mostrar su mirada irónica y lúcida ante los figurantes que incluso no dudan en hablar, unos y otros, de "su compromiso".
Pensaba iniciar este segundo número de La Antorcha del siglo XXI con una primera reflexión contra los intelectuales. Surgió entonces la muerte de Saramago, con el que nunca más volveré a hablar, pero que me ha dejado muchos años de amistad y palabras que de seguro irán surgiendo en algunos de estos trabajos. Como éstas: Yo soy un escéptico profesional. Vivimos en un mundo de mentiras sistemáticas. El espectáculo del mundo es absolutamente deprimente. Si algo no varía en la historia del ser humano es la explotación y la manipulación por parte de la Iglesia, de los políticos, de las relaciones personales. Habría que reinventar la democracia. El ciudadano no es sino una fachada utilizada en democracia por quienes mandan: la política económica y financiera.
Las mentiras de quienes en su muerte hablaban con la palabra compromiso en sus bocas: hasta Mariano Rajoy en El País. Y reyes, primeros ministros, gobernantes, escritores del mercado y la genuflexión. Faltaban banqueros solamente. En numerosas ocasiones conversamos Saramago y yo sobre la palabra compromiso. Antes que escritor se es ser humano. Y es el ser humano el que debe comprometerse en todos sus actos por la búsqueda de una sociedad menos sucia y corrupta, desigual e injusta. Por eso resultó grotesco, esperpéntico el ritual de quienes monopolizaron aquellas ceremonias fúnebres. Saramago siempre dijo que algunos gritan en el desierto, que el consumismo ha pervertido las conciencias. La vida no es sino una mentira en forma de comedia o de tragedia. Retumban en ella las palabras de Goethe: "Los hombres que piensan seria y profundamente no son bien vistos por el público... Resulta difícil hacer frente a los errores de la época, si los combatimos, nos quedamos solos; si cedemos ante ellos, no conseguimos ni honor ni alegría.
Estuvo bien que ni coronas de flores, ni discursos, ni políticos o intelectuales acudieran a Azinhaga, que allí se sabe demasiado de la muerte y prefieren recordar la vida de su hijo más rebelde sin espectáculos.
Tres días antes de morir Saramago, Pilar del Río, su mujer, me escribió unas palabras sobre esta Antorcha cuyo número 1 acababa de publicar yo. Decía en ellas:
"Que buena idea. Te felicito querido Andrés. Estamos bastante perdidos del mundo porque José no está bien de salud. A ver si un día de estos en un resquicio que busque te llamo. A casa nos llegan tus libros, lo que escribes sobre José, otras noticias. Que se recogen con primor, otra cosa es que luego cumplamos agradeciendo. Lo siento, pero nos falta lo elemental. Y no vale achacar la falta de tiempo, que es lo que es y no se inmuta. Un beso y gracias por mandar la iniciativa. Ojalá podamos colaborar. Pilar.
La noche de la muerte de Saramago, escribí a Pilar:
Pilar: en este día terrible, absurdo, sólo puedo decirte que cuando te repongas, me gustaría hablar contigo. Ahora las palabras están de más. Es hora de sentimientos íntimos, de memoria que ha ido almacenando recuerdos, palabras, pensamientos, y sobre todo de alzarse del suelo en que nos postramos para seguir luchando por el futuro, ese futuro en el que siempre, siempre, nos acompañará Saramago. Andrés.
Me han llegado numerosos mensajes y bastantes colaboraciones al periódico. En los próximos números, en la medida de lo posible, daremos cuenta de unos y otros.
Llegado el caso una cultura de opereta comenzará a hacer alarde de su entusiasmo guerrero. Sus escritores son mercenarios. Tipos totalmente irresponsables, que un día lanzan la notica de un estreno y al siguiente el estallido de la guerra. Karl Kraus. 1912

miércoles, 9 de junio de 2010

Número 1. KARL KRAUS. 14-21 de julio 2010

Cuando Karl Kraus publicó el primer número de su revista Die Fackel, La Antorcha, declaró que intentaba ser

una luz en medio de un destino sombrío.


Kraus había nacido en 1874. Desde 1899 hasta su muerte, 1936, editó 912 números, algo más de 30.000 páginas impresas. Dejó inédito su libro La tercera noche de Walpurgis escrito en el verano de 1933, meses después de que Hitler ascendiera al poder. La obra vería la luz en 1952. Era una denuncia implacable, literaria y política, del nazismo.
En su revista, Kraus, en entregas que duraron varios años, publicó su extraordinaria creación Los últimos días de la Humanidad, alegato contra el desarrollo y decadencia de la sociedad humana y la posibilidad de alcanzar un mundo más justo y feliz. Se centraba en el terrorismo y genocidio provocado por la primera guerra mundial que tantos estragos causó a los seres humanos y a la naturaleza, denunciando a los poderes políticos, económicos, militares, religiosos y al propio periodismo, aliado de ellos, y causantes de la tragedia. En sus primeros diez años de existencia, La Antorcha dio cabida, entre otros autores, a trabajos de Theodor W. Adorno, Walter Benjamín, Alban Berg, Bertold Brecht, Elías Canetti, Sigmund Freud, Max Horkheimer, Oskar Kokoscha, Adolf Loos, Heinrich Mann, Arnold Schönberg, August Strindberg, George Trakl. A partir de 1911 y hasta su muerte fue Kraus el que se hizo cargo, en total soledad, de la mayoría de los trabajos publicados en la revista, con su humor corrosivo, su cultura expansiva, su lenguaje depurado, su violencia crítica. En ellos denunció la corrupción económica, la brutalidad policial, la miseria de la prensa, el pangermanismo, la moral pública, la explotación de la mujer, la civilización basada en una ciencia, técnica, comunicación, organización económica – la bolsa- entendidas como progreso que en vez de emancipar conducían a la destrucción. La prensa era en su inmensa mayoría para él una triple alianza de tinta, técnica y muerte, por eso invitaba a colaborar con él en la denuncia de la “canalla periodística”.

En 2010 nos encontramos inmersos en una guerra no declarada, menos cruenta, pero de terribles consecuencias para la libertad, el progreso de la sociedad, la propia existencia del ser humano. Hablamos de los conflictos locales que no dejan de sucederse en distintos escenarios del mundo, de las hambrunas que arrancan la vida a millones de personas, de la agresión constante a la naturaleza, de la devastación del pensamiento sometido por los medios de comunicación a una auténtica destrucción masiva de la inteligencia, de la diferencia, de las culturas del ocio dominadas por los oligopolios internacionales. Un mundo unificado en lo terrible, la obediencia ciega, la impotencia, la esclerosis de las organizaciones de izquierda, el terrorismo económico impuesto por las multinacionales de la explotación y el crimen. Nuestra Antorcha pretende ser uno de esos gritos de rebelión que surgen, individuales o colectivos, en la red. Invitamos a participar en ella a colaboradores que deseen expresar con sus opiniones, sugerencias, breves trabajos, críticas, denuncias, planteamientos utópicos el más profundo sentido del periodismo: el de la bala que estalla en el conformismo del lector. Irán siendo recogidas en los números que aparezcan en este periódico-blog. Pueden dirigir esas colaboraciones a mi correo particular:
andres@andressorel.com


No olvidó Kraus la perversión del lenguaje, el lenguaje que hoy ha vaciado de contenido palabras y conceptos como democracia, justicia, libertad, estado de derecho, cultura, derechos humanos. Por eso su inseparable amigo Walter Benjamín escribió de él:
“Recorre de noche las construcciones lingüísticas de los diarios y, tras la rígida fachada de las frases hechas espía en los interiores, descubre en las orgías de la “magia negra” el estupro y mentira de las palabras”
Kraus se preguntó hace un siglo, nos pregunta a nosotros mismos hoy:
¿es posible la literatura mientras impera el más absoluto de los horrores?
Esa es pregunta que brindamos a todos aquellos que quieran colaborar en esta nueva Antorcha.

Este trabajo se escribió en los primeros días de junio de 2010. En un lugar del valle de Zeberio. Se inició una mañana, al amanecer. Salí de la casa sumergiéndome en la profundidad del bosque. La niebla le había devorado. Solo en la lejanía, emergiendo del abismo de la nada, se vislumbraban los picachos de las montañas. Bajo ellas todo era una profunda, densa, ininterrumpida y espesa mancha blancuzca de la que emergían los cánticos de cientos de aves abismados en la ceguera. Al lado del sendero en el que mis pies flotaban vigilaban las más altas y descubiertas ramas de los pinos, abetos, fresnos, alisios. Poco a poco la niebla se fue levantando, despejada por el impulso ascendente del sol y del océano de brumas comenzaron a surgir las siluetas difuminadas de la casa quemada, de la ermita que en recientes siglos congregaba a oficios religiosos y celebraciones paganas a las gentes diseminadas por el valle. Cuando el sol acribilló con su luz la naturaleza descubriendo sus múltiples tonalidades, tomé consciencia de las repetitivas noticias que daban cuenta rutinaria de algunos sucesos acaecidos en las últimas horas en el mundo: un taxista había asesinado en Londres, antes de él mismo suicidarse, a diez personas; no se podía precisar si eran nueve, quizás algunos más, los componentes de la flotilla turca que se dirigía a Gaza y habían perdido la vida ametrallados por las fuerzas del ejército israelí; los burócratas sindicales y políticos españoles, ante las carcajadas de la patronal y los fascistas del partido de la oposición continuaban su huera melopea sobre el tema de la reforma laboral y la paz social –así denominaban estas entelequias concebidas a la mayor gloria de los dominadores del capital-; ya se repetían cansinas y reiteradas las otras noticias, del deporte a los sucesos, de las previsiones metereológicas a las escenas de alcoba y más o menos celebradas o acongojadas historias relacionadas con el sexo… Todo era luz, montañas y valles cuajadas de plantas y árboles despertando a mi alrededor. Flotaban bajo la atenta vigilancia del cielo azul y el sol, viajero de un espacio infinito, onduladas cordilleras de puntiagudas cimas, restando en los abismos, bajo la niebla más honda y no del todo despejada, espesas islas de frondoso verdor. Ah, quedaba por subrayar la pactada huelga de funcionarios del día 8. Los sindicatos neoverticales, vulgares funcionarios de yantar agradecido, cumplirían su pacto con el Gobierno y los dirigentes empresariales, de más refinado y costoso gusto por la pitanza, y por una jornada realizarían su virtual huelga ante el jocoso agradecimiento y aplauso de la ultraderecha, en su seguro caminar hacia la coyunda del poder absoluto. Por unos momentos me costó trabajo situarme en el tiempo en que vivía. Kraus permaneció en silencio al enterarse, en alguna montaña o valle de los Alpes suizos, que había estallado –esa era la palabra utilizada por los periódicos- la guerra europea. Su mirada vagaba por un paisaje similar al que yo ahora contemplaba. Casi cien años atrás en la convencional medición del tiempo. Cuando desplegó ante su mirada el periódico y contempló sus grandes titulares, sonrió ante el expresivo llamamiento al sacrificio de la nación. Preciso era defender la Patria y sacrificar a sus más preclaros hijos. Y el Emperador, y el fabricante de armas, y el cardenal y el director del periódico, en el curso de un banquete se dirigían al pueblo, porque “como sabe todo el mundo” ellos le representan.
Mi público y yo nos entendemos de maravilla: él no escucha lo que yo digo y yo no digo lo que él quiere oír
K. Kraus


Próximo número revista: Discurso contra los intelectuales.
_______________________________________________________________________________________

La Linterna del S. XXI