martes, 27 de marzo de 2018

número 145


PUIGDEMONT NUNCA LEERÁ A EMILIO LLEDÓ, JOSÉ LUIS SAMPEDRO, FRANZ KAFKA.
 
En el año 2007, con motivo del 90 aniversario de su nacimiento, un grupo de amigos de José Luis Sampedro realizamos, en homenaje a tan extraordinario creador, un libro con nuestras felicitaciones.
 
Once años más tarde, en los tiempos convulsos y desesperantes que vivimos, de la corrupción gubernamental a la de quienes intentan apoderarse de Cataluña para sus intereses personales, no me resisto a reproducir unas líneas de las que el gran pensador Emilio Lledó dirigió a José Luis Sampedro, en las que aclara que se esconde tras los nacionalismos y quienes son los que los apoyan, en este caso herederos de otra corrupción, la de Jordi Pujol y sus gobiernos, con el apoyo de los gobernantes españoles en la ficción de la "democracia". Intereses bastardos que se basan en viejos mitos, como las banderas, los himnos, la falsa historia y la búsqueda de un pequeño "paraíso" en el que poder gobernar impunemente. De ahí su interés porque gobiernos, de Estados Unidos a los de la Comunidad económica europea, les apoyen.
 
Pero vamos a remitirnos a las excelsas palabras que Emilio Lledó escribió a José Luis Sampedro. Decían:
 
Leyendo tus libros descubrimos el testimonio más coherente de esa protesta contra la ignorancia, la hipocresía y el fanatismo, tres de los nombres más sangrantes de nuestro tiempo. Una protesta en la que alienta la realidad de la utopía. Sueños que más allá de lo onírico nos dejan ver los ideales que te mueven y que se alimentan de los únicos, casi exclusivos conceptos que, por encima de las falsas patrias, de los nacionalismos acartonados que sirven solo para que ciertos poderes los manipulen, constituyen la verdadera patria en la que creemos: la justicia, la honradez, la decencia, la verdad, la inteligencia, la racionalidad, la libertad, la bondad, la educación de la sensibilidad, la amistad. Esa es la patria, la única patria de la democracia.
 
Y pues de Sampedro hablamos, recordemos unas palabras suyas que sirven para estos tiempos de destrucción del lenguaje y el pensamiento, de Trump y sus correos, a las de Puigdemont y sus frases -llevamos decenas de años hablando del nacionalismo franquista y de la derecha que nos gobierna-. Pero es necesario denunciar todas las falacias en esta hora que llaman de la globalización y el mercado y no es sino la destrucción de algo por lo que se luchó durante largos años: la libertad, la igualdad, la fraternidad.
Escribe Sampedro:
 
El lenguaje con frecuencia es una trampa: se usa para engañar y persuadir con falsedades o encadenadas con creencias ... El caso es que la palabra, como los alimentos desconocidos o nuevos, debe ser recibida con espíritu crítico pues puede ser un bálsamo o un veneno.
 
Y el caso de Puigdemont y sus palabras lo escenifican: lejos del diálogo, las razones, las búsquedas revolucionarias de una sociedad nueva, justa, culta, ajena a la explotación, las oligarquías, las clases medias y trabajadoras cada vez más depauperadas, él se envuelve en los símbolos alienantes -esteladas, segadores, gritos y manifestaciones de eslóganes únicos que aclaman a personajes esperpénticos convertidos en nuevos caudillos- para así mantener su lucha personal por el poder. Los nacionalismos son perniciosos y terminan siempre en guerras y sometimientos de otros pueblos, del español al alemán o el norteamericano, y cuando triunfan se convierten en panacea para los privilegiados que los administran.
 
Puigdemont es un personaje -como muchos de los que impulsaron los del siglo XX-, de ópera bufa, pero cuyo espectáculo noquea a decenas de miles de ciudadanos que prefiere, a pensar y debatir, dejarse arrastrar por su lenguaje mendaz, falso, compuesto más que por razones por esperpénticos melodramas como los que usan para otros fines pero por idénticos motivos, triunfar, ser aclamados, personajes triunfadores de las televisiones y programas populistas.
Y terminamos con palabras de Kafka que siempre nos ilustran:
 
Los hombres se esconden del tiempo tras las palabras y las ideas gastadas.
Por eso la verborrea es el baluarte más fuerte del mal. Es el conservante más duradero de todas las estupideces.
 

viernes, 16 de marzo de 2018

144

 
LA VIDA Y LA POLÍTICA. ESPECTÁCULO Y REALIDAD
 
UNA HUELGA DE MUJERES. EL ASESINATO DE UN NIÑO.
 
El mundo, desarrollo de las televisiones, los móviles y las tabletas, se ha convertido, cuanto se hace y se dice, en un espectáculo: lo importante es salir en esos medios,  ser entrevistado en ellos.. Estos últimos días hemos tenido dos ejemplos: la importante huelga de las mujeres en toda España  y el rapto y asesinato de un niño en Almería. Éste último eclipsó los telediarios y las emisiones informativas durante doce días, como si hubiese sido una catástrofe universal.
Las trascendentales concentraciones de las mujeres sirvió para que todos los políticos, dirigentes sindicales se agruparan en torno a ellas para ocupar el mayor tiempo posible en los medios. La lucha de las mujeres por su dignidad, equiparación salarial y vital, ha sido, a lo largo de los últimos siglos, fundamental. Y debería seguir siéndolo, no un día, sino todos los días del año. Pero no para rellenar el contenido informativo durante 24 horas. sino para con la reflexión, el pensamiento, las acciones, y sus propias organizaciones, la impusieran con distintos métodos no "controladas" y menos "aceptadas y encauzadas" por la burocracia democrática.
Lo del niño es otra trágica historia. Un caso individual que anula informaciones sobre  los millones de niños esclavizados, asesinados, hambrientos, víctimas de las guerras imperialistas, las masacres humanas y sobre todo la globalización y el mercado que dirigen la política y destruyen a las sociedades, los derechos humanos y la justicia social.
Volvemos a las mujeres. ¿Quiénes son los culpables de su estatus social? Fundamentalmente las religiones y la educación. Son los mayores enemigos de las mujeres, quienes han buscado y persiguen todavía su supeditación al orden    impuesto por Dios en el mundo para la supremacía del hombre, los descendientes de Adán, Moisés, Jesús y Mahoma, y que alumbran las dos principales religiones del mundo, la cristiana y la mahometana.
Mientras no se combatan las religiones, no se transforme la educación y el papel que se hace desarrollar y muchas aceptan en todos los espectáculos, políticos, deportivos, cinematográficos, culturales, difícilmente bastará la importante manifestación de un día, frente a los 364 restantes del año.
En el libro realizado con Olga Lucas, José Luis Sampedro dice:
 
No interesa que sepamos, que seamos seres humanos en toda nuestra integridad, desarrollando todas nuestras facultades. ¡Si a lo largo de la historia no se ha enseñado a leer a las mujeres!
 
Ellas, con sus luchas, consiguieron avanzar, pero no en todos los países. Y en donde ya son libres, se supeditan en muchos casos a las modas, las alfombras rojas, la importancia del cuerpo sobre la mente. No hablemos de la otra civilización, que recuerda nuestras épocas medievales.
Y el niño. No hagamos una excepción de su rechazable asesinato. Y sobre todo no envolvamos, con actos religiosos y políticos, convertidos en espectáculos televisivos y no en  la necesidad de cambiar las estructuras de la sociedad y no poner el acento en las cadenas perpetuas. Ver a determinados ministros, curas, autoridades, escuchar los mensajes de cuantos lloran por la muerte del desgraciado niño -tal vez ocasión para hablar de racismo y xenofobia- nos muestra la hipocresía, el teatro de la vida religiosa y civil y la maldad de quienes al tiempo mantienen una sociedad cada vez más enferma y esclavizada y nos retrotrae a los crímenes religiosos de la Inquisición y las congregaciones y aplausos en las plazas públicas del pueblo cuando quemaban a seres humanos. Las conciencias reaccionarias y criminales se unen en el espectáculo público mientras la libertad, la igualdad, el pensamiento, cada vez permanecen más agostados.


La Linterna del S. XXI