lunes, 26 de enero de 2009

Banderas: malditos trapos alienantes

Todos los cultos son tan nocivos como peligrosos. De algunos, sin embargo, nadie habla. Como del venerado a las banderas. Que son repugnantes. Uno de los máximos exponentes del embrutecimiento. Locura colectiva que puede conducir a la muerte plana de la conciencia, de la reflexión, de la libertad. Emblema de los fanatismos. Fetiche de los nacionalismos malsanos. Grito de las guerras criminales. Ahí las tenéis, enarboladas en los desfiles, concentraciones patrióticas, espectáculos deportivos, manifestaciones políticas, hasta sindicales. ¡Qué miseria de mundo que continúa defendiendo esos trapos coloreados bajo los que las muchedumbres, desprovistas de sentido, se dejan conducir! Hasta en los aparentemente más inofensivos espectáculos, un partido de fútbol, de tenis, la concesión de premios literarios o reuniones de escritores, nos encontramos a las banderas, como si quienes hablan, o gritan, o gesticulan, necesitaran ampararse en ellas para sentirse triunfadores.Uno debiera vomitar cada vez que contempla una bandera, sea del signo, país que sea. Y a las víctimas de los horrores, se las envuelve en su entierro con una bandera. Banderas, patrias... continuamos hablando del "progreso".

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