Número 20. 31 de mayo de 2011
INDICE
15 y 22 de mayo. ¿Adónde vamos?
Colaboraciones.
El futuro del Movimiento 15-M.
Carlos Taibo.
¿Existe el imperialismo, es un fenómeno mundial o es puro pretexto inventado por los socialistas?
José Eduardo Vázquez. -profesor y ensayista. Cuba-
15 Y 22 DE MAYO. ¿ADÓNDE VAMOS?
Con el hedor que desprende el PSOE, huele mal en España. Es algo que va más allá de la catástrofe electoral. Táctica y teoría de la política y consecuencias para un futuro cada vez mas sombrío. El partido popular es el mal absoluto, Y el pueblo, tan mitificado, al igual que la clase obrera, por los dogmatismos de la izquierda, es el vacío en que naufraga la denominada democracia. Nos referimos ahora al que, en ese vaciamiento del contenido de los nombres, síguese denominando partido socialista obrero español.
Es el poder por el poder. Sea en el Gobierno o en la oposición. Así no pueden analizarse ni victorias ni derrotas. Todo entra dentro del sistema aceptado, al que se han acomodado. La burocracia de las buenas formas para que nunca cambie nada.
Los barones: mediocres funcionarios. Su único fin es conservar los puestos que ocupan: poco trabajo, buenos sueldos, presencia mediática aunque cambien de bancadas en parlamentos, ayuntamientos, diputaciones. ¿A qué más pueden aspirar?
Poder y corrupción sabemos que son alianzas que en contadas ocasiones se disocian. Y el progreso, la ciencia y la técnica han convertido en meros funcionarios dentro de la banalidad del mal, a quienes pueden aplicar prácticas terroristas y cometer genocidios y masacres de toda índole. También a los torturadores y a los grandes ladrones que pasan por ser señores de la aristocracia económica o política. La ética y práctica del marxismo y de las luchas obreras, por desgracia, también fueron desmovilizadas por socialistas y comunistas: de Felipe González a Santiago Carrillo como dos ejemplos actuales. Lo mediocre termina volviéndose sucio, gris, aliado del vigente capitalismo que denominan neoliberal. El PSOE, primero con su política y luego con su esperpéntico análisis y solución a su profunda derrota electoral no busca en su suicidio como partido sino salvar la vida activa de sus más poderosos funcionarios. Que el diluvio sea para los demás, pero ellos queden a salvo. Empeñado, cada vez con más ahinco y decisión en que el neofranquismo se haga de nuevo con todo el poder en España. ¿Nadie puede, ha de reaccionar contra los López, Ibarra, Montilla, Blanco, Rubalcaba y demás farsantes políticos?
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Mientras ellos se autoproclaman candidatos y administradores de SU futuro y su partido continúa la larga marcha hacia la descomposición, las hienas, más astutas, estrechan su cerco: no quieren despojos, buscan toda la carne. Todos corruptos y al servicio de quienes verdaderamente gobiernan en España, Europa, el mundo: banqueros, oligarcas, obispos, empresarios, directores de los grandes medios de comunicación. Gracias a su labor se empobrecen en las sociedades capitalistas las clases medias y se destroza la vida económica y el futuro de los jóvenes, al tiempo que servicios sociales, como sanidad, educación, arrastran condiciones más precarias. Que casi el 90% de los ciudadanos disminuyan su nivel de vida es el tributo que se paga a ese 10% que aumenta sus beneficios en proporciones inverosímiles. Para ello tienen que tener a su servicio las armas y las leyes. No. No hay camino a la esperanza cuando los gestores públicos se colocan como asistentes de los capitalistas criminales. Ni se atreven a pellizcarles en sus fortunas con unos impuestos o restricciones mínimas en sus multimillonarios patrimonios. El miedo a perder sus favores les paraliza. Mejor no arriesgarse, seguir siendo criados retribuidos.
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Y el 15 de mayo. La protesta indignada pero encauzada para que pueda ser asimilable. De momento la pueden tolerar. Hasta que los destruya el cansancio y la impotencia o las contradicciones en que ellos mismos incurren. Si así no fuera, ya se encontrarían otras maneras más violentas de desalojarles. Las policías se educan para ello. Su misión es emplear la violencia contra los débiles, los diferentes, los desarmados. Los medios de comunicación pasarán de recoger la actualidad y darle cancha para aumentar las ventas a acosarles cuando también se les exija, y silenciarlos después. Contra los medios y los intelectuales al servicio del mercado y los colaboradores, aunque no lo reconozcan, del neoliberalismo, debían haberse revuelto con más fuerza los acampados en todas las plazas de España y no solo contra los políticos, que todos navegan en el mismo barco que aliena al pueblo y concede todo el poder a los terroristas que a ellos les pagan. Masa cada vez más ciega, manejada y esclavizada en lo que más que democracia debiera llamarse neodictadura.
Que los jóvenes o menos jóvenes acampados no se crean poder. Son apenas unas lágrimas rojas en la indignación, disueltas en el diluvio de cieno que cae sobre todas las tierras, pueblos y ciudades de España. Contra los monopolios se necesita algo más profundo que acampadas lúdicas y emotivas, por necesarias que estas sean. Paul Celan, uno de los mejores y más auténticos poetas del siglo XX, participó con entusiasmo en las manifestaciones de mayo del 68. Cantó La Internacional en francés, ruso y yiddish por las calles de París. Dijo que solo una revolución social y antiautoritaria podía transformar el mundo. Hasta que harto de éste no pudo más y se suicidó poco después arrojándose al Sena.. Como Walter Benjamin se suicidó tres décadas antes tras decirnos que era muy estrecha la puerta que daba salida al mundo en ruinas en que vivíamos.
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Muchos somos los que pensamos, soñamos, alentamos una revolución que impida la barbarie y decadencia de la actual civilización. Pero también somos conscientes de la dificultad de organizarla, llevarla a cabo, con los medios y formas que sea e impedir que se vaya disolviendo a la manera de los fuegos artificiales en las noches de verano.
C O L A B O R A C I O N E SEl futuro del movimiento 15-M
Carlos Taibo (para ‘La Directa’)
No es tarea sencilla la de pronunciarse sobre el futuro del movimiento 15-M. Lo más probable es que, conforme a la voluntad mayoritaria, se disuelvan antes o después las acampadas --es preferible cerrar racional y jocosamente esta etapa-- y se proceda a trasladar la actividad a barrios y pueblos. Todo ello en el buen entendido de que la posibilidad de restaurar el esquema inicial de concentraciones con poderoso eco mediático no quedará en modo alguno cancelada y de que, claro, el ritmo de los hechos puede ser diferente en los distintos lugares.
El tránsito del recinto del espectáculo mediático al más modesto de la acción local, aunque en modo alguno obliga a cancelar posibles iniciativas --campañas, manifestaciones-- de carácter general, parece deslizar el movimiento hacia una tarea más difícil y menos vistosa, al tiempo que, en sentido contrario, reduce los riesgos de burocratización y los intentos de coparlo desde fuera. No está de más que agregue una observación sobre la singularidad propia de la época del año en la que nos encontramos: la proximidad del verano tanto puede ser un inconveniente insoslayable --las iniciativas y las movilizaciones por fuerza se reducen en la mayoría de los lugares-- como una excelente oportunidad para recobrar fuerzas y plantear una ofensiva en toda regla a partir de septiembre. También hay que tomar en consideración el hecho, interesante, de que el movimiento ha visto la luz en un momento marcado por el final del curso en universidades e institutos, algo que a buen seguro ha reducido sus posibilidades de despliegue en unas y otros. La planificación al respecto de estas cuestiones --que invita a pensar inevitablemente en el medio plazo-- es, en cualquier caso, una tarea vital en el momento presente, tanto más si se convocan elecciones generales para el otoño.
Si se me pide un pronóstico sobre lo que entiendo va a suceder con el movimiento --y no sin antes avisar que en el camino penden varias incógnitas, y entre ellas los efectos previsibles de los intentos de moderar el discurso, por un lado, y de la violencia que el 15-M padecerá, por el otro--, me limitaré a plantear cuatro horizontes posibles. El primero no es otro que el vinculado con un rápido e imparable declive; me parece que semejante perspectiva es harto improbable habida cuenta de la vitalidad presente de las iniciativas y de la general voluntad de ir a más. El segundo nos habla de un eventual intento de colocar al movimiento en la arena política, a través de la gestación de una nueva formación o de la incorporación a alguna ya existente. Creo firmemente que las posibilidades de esta opción son muy reducidas, en la medida en que la mayoría de los integrantes del 15-M no parecen siquiera contemplarla. No puede descartarse por completo, sin embargo, una mecánica de divisiones y escisiones, en un grado u otro vinculable con este segundo horizonte.
Una tercera perspectiva nos dice que el movimiento podría dar pie a una suerte de extensión general, más bien vaga, dispersa y anómica, de formas de desobediencia civil frente a la lógica del sistema que padecemos. No descarto en modo alguno esa posibilidad, que sería una suerte de manifestación abortada de lo que me gustaría que cobrase cuerpo realmente: hablo del cuarto, y último, horizonte, articulado en torno a una fuerza social, que desde perspectivas orgullosamente asamblearias y anticapitalistas, antipatriarcales, antiproductivistas e internacionalistas, apostase por la autogestión generalizada e inevitablemente se abriese a las aportaciones que deben llegar de sectores de la sociedad que todavía no han despertado. Esa fuerza, que habría de acoger en su seno, claro, al movimiento obrero que todavía planta cara al sistema y se enfrenta a los sindicatos mayoritarios, provocaría el alejamiento de una parte de quienes en inicio se han incorporado a manifestaciones y acampadas.
Sólo se me ocurre aducir dos argumentos en provecho de la materialización del último horizonte mencionado: si, por un lado, en muchas de las asambleas realizadas en las acampadas se han revelado por igual una sorprendente madurez y una más que razonable radicalidad en los enfoques --se ha pasado a menudo de la contestación de la epidermis que suponen la corrupción y la precariedad a la del corazón del capitalismo y la explotación--, por el otro debemos dar por descontado que nuestros gobernantes van a seguir en sus trece, esto es, no van a modificar un ápice el guión de sus políticas. El hecho de que hayan decidido morir al servicio del capital mueve audazmente, en otras palabras, nuestro carro.
¿Existe el imperialismo, es un fenómeno mundial o es puro pretexto inventado por los socialistas?
José Eduardo Vázquez
Para responder a esta pregunta, es oportuno, hacer al menos un poco de historia, a riesgo incluso de desatender determinados aspectos por la lógica cuestión del espacio.
Es posible pensar y así que lo piensa mucha gente con la mayor buena fe del mundo, que todo cuanto ha surgido dentro de los marcos de la sociedad humana y en particular, dentro de los marcos de la sociedad capitalista industrializada, obedece únicamente, a los esfuerzos que en tal sentido, el hombre ha sabido hacer. Si nos remontamos a una fecha tan temprana como el siglo XIX, descubriremos que esta verdad, a las cual hacemos referencia, parece existir de por sí. Por tanto, podremos estar de acuerdo que, esa misma noción de aparente idilio que el capitalismo mostró en una etapa de su desarrollo, “la que parecía estar movida por un principio de bienestar que incluía al parecer al ser humano”, infundiendo en la conciencia de todos un fuerte sentimiento de progreso; poco a poco y al paso del tiempo, fue desmoronándose como castillo de naipes ante los ojos atónitos de quienes la percibían.
Ya para finales del siglo XIX se van a ver claras cuales serán las intenciones futuras de las potencias y especialmente, de la potencia norteamericana. José Martí, hace, al celebrarse la primera conferencia monetaria internacional en Washington, un profundo y medular análisis de este evento, dejando claro para las futuras generaciones-y nosotros somos esas generaciones a las que alertaba- una oportuna advertencia. Advertencia en primera instancia a las Repúblicas Latinoamericanas que recién habían alcanzado su independencia y que aun, en alguna medida, mantenían vivas las estructuras económicas y financieras heredadas de sus antiguas metrópolis, lo que las convertía, en Repúblicas extremadamente débiles y propensas por demás, a ser fácilmente manipuladas; esta realidad va a moverse como un lastre para constituir un elemento fundamental que contribuirá en gran medida a la división de las mismas, por otra parte, otro factor influiría en este proceso secesionista, lo pondrían los numerosos caudillos salidos de las filas de los ejércitos independentistas que, traicionando los sueños e ideales de Bolívar, trabajarían decisivamente para facilitar este esfuerzo.
Todas estas contradicciones con las que nacíamos al concierto de las “naciones libres”, nos trajeron de la mano también, los peligros de caer rendidos ante el vecino poderoso y ante su doctrina del “Panamericanismo”; la que preconizaba, “América para los americanos” Estas Republicas inexpertas en el arte de gobernarse por sí solas, serian sin embargo, fácil presa para coaligarlas en un haz, bajo la bandera de las barras y las estrellas haciendo de ellas; naciones formalmente libres más por su compromiso y dependencia que por sumisión voluntaria. Pero esta advertencia, a la distancia de más de un siglo, toma total actualidad. Deben por tanto, haber sido muy angustiosas estas jornadas para que hayan producido en el apóstol de la independencia cubana análisis tan revelador.
Ahora bien, para tratar de responder a la pregunta inicial, y sabiendo además de la posibilidad de que surjan otras nuevas interrogantes, trataremos, por razones metodológicas, de acercarnos a este asunto auxiliándonos de un documento realmente importante para entender este fenómeno:
En el libro “El Apocalipsis Según San George” su autor Eliades Acosta nos hace la revelación siguiente: “tomada de una publicación del año 2003, aparecida en la página web del Center for History and New Media, de la George Mason University, tomado de un ensayo de Paul Schroeder; titulado: ¿Is the U.S.Empire?, suscitando en su momento un debate on-line verdaderamente útil si queremos entender “la limitada capacidad de análisis de la sociedad que rige los destinos de buena parte del planeta”
“La reflexión del eminente profesor-nos dice el autor-debió ser incomoda e inquietante, dirigida a no permitir el sueño para quien la leyera; por supuesto, para los lectores promedio norteamericanos; es de imaginar el estupor de muchos, cuando se enfrentaron a esa idea”
Mis palabras-cito a Schroeder-no constituyen una propuesta académica, sino un intento por iluminar la decisión que deberán tomar los Estados Unidos. Este país, aun no se ha convertido en un imperio (…pero) La doctrina Bush proclama ambiciones y objetivos de incuestionable carácter imperialista (…) -El cuento de la Buena Pipa- Tal parece, que Schroeder, no logra por más que lo intente, evitar el tácito reconocimiento, por otro lado, cabría preguntarse: ¿a qué decisiones debe iluminar Schroeder en el futuro de los E.U.? Y ¿si no es un imperio en el sentido más estricto del término, qué lo obliga entonces a hacernos tal revelación?
Pero como si hubiese sido llamado al rescate, el 4 de febrero el propio año, James Wilson escribe: “por ninguna razón, en toda la acepción de la palabra, puede considerarse que los Estados unidos son un imperio…”
Todo parece indicar, que Wilson, sale a enmendar el error cometido por Schroeder en su momento y agrega, como para tratar de levantar una cortina de humo: “El imperialismo, en su sentido moderno, se asemeja al capitalismo: un pretexto inventado por los socialistas, un chivo expiatorio para justificar las criticas.”
Sinceramente, si este señor no es un miope, lo cual dudo, no nos deja otra opción que pensar que, ¿sus argumentos carecen de todo fundamento donde apoyarse? El capitalismo, es bueno recordarle a Wilson, adquirió su desarrollo precisamente por depredar de manera despiadada a los pueblos, ni que decir tiene entonces de los horrores que el imperialismo en su fase más reaccionaria le está causando a las naciones; parecería que unido a la miopía evidentemente intencionada de este hombre, une la desmemoria; sería bueno recordarle algunas cuestiones que yacen en la historia reciente. La guerra hispano-cubano-norteamericana, es reconocida por Lenin, como la primera guerra imperialista en la historia moderna, no reconocer eso, por tanto, es sencillamente escandaloso, por otra parte, no resultaría ocioso hacer mención del incidente que dio lugar al conflicto indochino del pasado siglo, o lo que ahora mismo está sucediendo en Irak, Afganistán, Libia, y cuyas consecuencias ya las está pagando la humanidad. ¿Quién puede asegurar que peligros pueden derivararse todo ello”. Nos parece sencillo, el señor Wilson, hace uso de un eufemismo para tratar de resolver el dilema; lo que él considera “no sin razón” una invención de los comunistas.
El imperialismo, queda claro, en la etapa actual, se ha erigido como un sistema de proporciones planetarias que no reconoce frontera de ninguna naturaleza, pero veamos casi a modo de conclusión que planteó el 6 de febrero Martí refiriéndose precisamente a las palabras de Wilson: “Claro que los Estados Unidos son un imperio y lo han sido desde su surgimiento (…) En su patético comentario James Wilson afirma creer que los imperios son solo creados por las élites y gobiernos y no por las personas. (…)”
¿Existe entonces miopía, amnesia, u otra enfermedad de la cual sea necesario prevenir a Wilson para se trate o será al imperio que lo amamanta a quien hay que prevenirle las enfermedades que desde su nacimiento lo corroe?
Pensamos que no, pensamos que lo que si existe en este sentido, son dobles intenciones, propósitos ocultos. Los pueblos deben tenerlos muy en cuenta.
1 comentario:
Lo que estamos viviendo no necesita versiones, ni metáforas. Aquí, sin decir demasiado, se dice bastante. Hoy, las miserias bullen a plena luz del día ¿Habrá que volver a la oscuridad de la noche para conjurar el maleficio de tanta domesticación que pulula entre los intersticios de la comodidad y la pasividad? ¡Ánimo, que el error no está en decir demasiado, sino en no decir bastante!
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