martes, 12 de julio de 2011

Número 23. 12 de julio de 2011

Donostia 2016 y la Cultura. Una gran noticia. Andrés Sorel




Para los que amamos y buscamos la paz. El respeto al pensamiento, a la palabra, a quienes piensan de modo diferente al nuestro. Para quienes consideramos que Donostia, Euskadi, representa en estos momentos una apuesta por el futuro, no por el pasado. Para quienes odiamos todas las violencias, no aceptamos ningún terrorismo, venga de donde venga y lo practique quién lo practique, decimos que nada hay más pernicioso que el discurso excluyente, monótono e interesado de una política y de una cultura que más tienen que ver con procesos inquisitorialesque con apuestas por el diálogo, debates razonados, incluso con quienes se obcecan en no aceptarlos.





San Sebastián es una de las ciudades más hermosas de España. Vive no de espaldas, sino en el corazón de la cultura. El índice ilustrado de sus ciudadanos, véase tanto por ciento de lectores, tanto de periódicos como de libros respecto al resto de ciudades españolas, es uno de los más elevados. Ciudad de los festivales de jazz, de cine, la quincena musical, cuidadas editoriales y librerías, participación de los ciudadanos en la vida callejera, sea para jugar al fútbol –playa de la Concha-, para ofrecer o escuchar audiciones de música, para conversar en los viejos barrios poblados de pinchitos, para cuidar el entorno físico que ha impedido un desarrollo salvaje al servicio de la especulación y la corrupción del ladrillo, pionera en desarrollos culinarios y entendimientos con quienes la visitan desde la otra orilla del Cantábrico. Ciudad que cuida sus paseos para que, andando o en bicicleta, existan para sus habitantes otras formas de considerar el ritmo del vivir y el desarrollo de los sentidos.





Desde Madrid, cada vez más convulsionado y tenso para lo que es la vida diaria, regido por quienes desprecian la cultura y solo piensan en especulaciones que no tardan en desembocar en corrupciones de toda índole, no podemos más que aplaudir la decisión de que Donostia haya sido electa como sede para ciudad de la cultura europea. La paz, la belleza, el arte, y la cultura entendida como multiplicidad de conocimientos, prácticas y distracciones lúdicas, y el respeto a lenguas y tradiciones propias, es lo que debe marcar una auténtica ciudad europea y estoy seguro que San Sebastián sabrá cumplir ese reto.





15 M. LA GUERRA NO DECLARADA. Andrés Sorel




Las guerras, desde tiempos remotos a nuestros días, se han desencadenado por quienes desean expoliar las riquezas y los mercados de otros pueblos a los que buscan vencer, aniquilar, para imponer su dominio e impulsar su desarrollo político y económico. En estos momentos se desarrollan en distintas partes del mundo: petróleo, riquezas minerales, materias primas, rutas estratégicas. Pero existe otra guerra, aparentemente no cruenta, pero que causa igualmente numerosas víctimas. No necesitan de las armas –que si hiciera falta no dudarían en utilizarlas-. Les basta con dominar los organismos económicos que dictan e imponen las leyes a las que se sujetan los distintos poderes políticos sobre los que imponen su organización. Porque el mundo en general, y España y Europa en particular, se encuentran hoy sometidos al omnímodo poder de una máquina burocrática que domina no una cosa abstracta como mercados, sino pueblos y organizaciones concretas sojuzgados por banqueros e industriales, a los que sirven jefes de gobiernos, partidos políticos y organizaciones sindicales, y se someten la mayor parte de los medios de comunicación. En semejante estado de moderna esclavitud el ser humano no es más que una cucaracha kafkiana aplastada por la burocracia de la estructura aparentemente racional de ese súper estado. Recordemos un texto de América de Kafka, segunda década del siglo XX: “esa civilización encaminada únicamente al desarrollo de la industrialización, de una producción incontrolable, en la que el ser humano deja prácticamente de existir y solo es una pieza de la gigantesca máquina de producción. Ahora ya sabemos a quién sirve esta. Quién está detrás de “La Ley”.




Una vez más, Alemania, la vencida en dos guerras mundiales, se encuentra detrás de esta estrategia impuesta sobre Europa, ahora con otras formas y sin necesidad de hornos crematorios. A su servicio el invento de la Europa del Mercado Común, de numerosos medios de comunicación y de los políticos de la democracia virtual que rige sus países. Se trata de una guerra larga y perfectamente planificada en la que las víctimas agredidas no tienen ni armas, ni voz, salvo la que intentan sea escuchada con sus acampadas y manifestaciones. Los Estados juegan el papel obediente que les imponen con amenazas de toda índole, sin necesidad de invasiones militares, solo bancarias. Quienes ahora se someten creen tener todavía independencia. Comienzan, como siempre, por los más débiles, Grecia, Portugal, Irlanda, España. Luego llegarán otros, como los del Este de Europa que están en el inicio del dominio de este poderoso Estado legislativo común a todos ellos. Como no emplean tanques, aviones, divisiones acorazadas, sino billetes de banco y ordenanzas laborales y sociales, a los que se rebelan no les queda otro camino que el de las reuniones, manifestaciones y leves huelgas, que ya se muestran cada vez más asfixiados e imposibilitados para reaccionar con protestas encadenadas. Y además las policías siempre les controlan, y si necesario fuera, en última instancia les quedan los ejércitos. De momento creen que les basta con el cansancio y agotamiento de los indignados. Pronto vendrán las multas y acoso económico y no escasearán los palos y detenciones.




Es una guerra desigual en la que los campos de batalla se enmarcan en procesos dominados por la alienación de la mayoría que no se engancha a la lucha, la crisis interminable de los partidos políticos y organizaciones sociales que se dicen de izquierdas, la proletarización de las clases medias, y el miedo que somete con su corsé terrible a la mayor parte de los ciudadanos. Una vez más, como en todo proceso dramático, gran parte de los intelectuales se muestran sumisos, apenas se atreven no ya a protestar sino a razonar, prefieren ser eslabones de quienes ejecutan y dirigen las estrategias de choque, ampararse en ellos para no convertirse también en víctimas. Como siempre la libertad tiene un precio que la mayor parte de ellos no parecen dispuestos a asumir. Años después de clausurarse los campos de concentración nazis, un escritor alemán que fue muy joven combatiente del III Reich, Günter Grass, escribió: “El genocidio que Alemania planeó, ejecutó, toleró, negó y ocultó, y que no obstante estuvo y está a la vista de todo el mundo, sigue sin ser digerido, digerible, como una rueda de molino colgada del cuello de los alemanes, incluido a los nacidos después de todo aquello”.




Eso podremos decir, desde ya, de quienes están conduciendo a los pueblos de Europa a su nueva esclavitud para beneficio de un puñado no de empresarios y banqueros sino de terroristas de guante blanco.




Los genocidios no han parado, siguen alimentando los hornos de los holocaustos. Pero que no teman los jóvenes o viejos de nuestros días que quieren rebelarse: que la guerra en que participan es menos inhumana, de momento no causan víctimas, solo agudizan la explotación, las diferencias, y cercenan la solidaridad y la libertad. Lo que no es poco.









El otoño del movimiento 15-M Carlos Taibo



Vaya por delante que el título de este texto no incorpora ninguna metáfora. Nada más lejos de mi intención que sugerir que el movimiento del 15-M ha entrado en una etapa de declive. Quiero dedicar estas líneas, antes bien, a examinar un puñado de datos que, en un grado u otro, marcarán inevitablemente el derrotero de ese movimiento una vez llegue septiembre y --cabe suponer-- se retomen con radicalidad y fuerza las iniciativas. Lo digo porque, veamos las cosas como las veamos, parece inevitable que en los meses de verano se registre un reflujo en aquéllas.





El primero de esos datos lo aporta la conciencia del movimiento en lo que se refiere a la necesidad de desplegar, pese a todo, campañas de muy diverso cariz que, aunque no tan fuertes simbólicamente como las acampadas de las últimas semanas, mantengan encendida la llama de la contestación y del recuerdo. Estoy pensando, y son ejemplos entre otros, en la convocatoria de concentraciones en muchos lugares, en la preparación de las manifestaciones que deben registrarse el 15 de octubre, en las marchas a Madrid previstas para las próximas semanas, en el apoyo a la campaña de hostigamiento a los desahucios, en la extensión de las acampadas a localidades que hasta ahora no las han acogido o, en suma, en la internacionalización de muchas de las acciones hasta ahora desarrolladas.





Un segundo elemento que hay que tomar en consideración lo constituyen los previsibles efectos de la violencia con la que el movimiento, con certeza, va a ser obsequiado. En este momento sólo puedo enunciar una firme convicción : la fortaleza del 15-M es tal que también aquí las cosas han cambiado. Si hasta hace un par de meses la violencia represiva provocaba las más de las veces miedo y retirada, hoy se traduce, antes bien, en una firme y general voluntad de mantener convicciones e iniciativas.





El tercer dato interesante lo configura lo que puede ocurrir en el otoño en las universidades. No se olvide que éstas, como tales, apenas se han movilizado en las últimas semanas, y ello pese a que en acampadas y manifestaciones había, claro, much@s universitari@s y muchos jóvenes que han dejado la universidad hace bien poco. Es razonable intuir que en septiembre y octubre, en un período menos lastrado por los exámenes, se registre en las facultades y escuelas un repunte del 15-M que bien puede otorgar a éste un impulso muy saludable. Queda por saber, en un terreno próximo, si en el otoño asistiremos también a movilizaciones en los institutos; obligado parece subrayar al respecto que estos últimos han permanecido las más de las veces lejos de la efervescencia del 15-M.





El cuarto elemento que merece atención es la previsible convocatoria de una huelga general y, con ella, la perspectiva de que la oleada del 15-M empiece a hacerse valer con solidez en los centros de trabajo. La iniciativa de esa convocatoria tiene que correr a cargo, por lógica, del sindicalismo resistente, que sería lamentable se arrugase: lo que es un fracaso seguro es la no convocatoria de la huelga. Muchos de los conocimientos que creemos haber atesorado sobre esto sospecho que ahora nos sirven de poco, y que en la estela de una contestación que se extiende por todas partes no hay que desdeñar en modo alguno la perspectiva de un éxito de la huelga a la que me refiero. Dicho sea de paso: emplazaría ante decisiones insorteables a los sectores de CCOO y UGT que aún mantienen alguna voluntad de contestación.





La quinta circunstancia de interés nos habla del efecto de estímulo que podría derivarse de un adelanto de las elecciones generales españolas al otoño. Nunca se subrayará lo suficiente que una de las explicaciones del éxito del movimiento 15-M fue su surgimiento en el ecuador de una campaña electoral tan sórdida como triste. Aun cuando las elecciones no se adelanten, el mes de marzo --que es el inicialmente previsto para aquéllas-- tampoco queda tan lejos, y bien puede ser una ocasión más para apuntalar movilizaciones en todos los ámbitos.





Estoy obligado a identificar, en suma, un estímulo muy poderoso para alimentar la vitalidad del movimiento: el hecho, obvio, de que nuestros gobernantes no van a modificar un ápice el guión de las políticas que aplican desde tiempo atrás. Lo digo de otra manera: en este caso hay que descartar por completo la posibilidad de que determinadas concesiones desde los circuitos de poder se traduzcan en retrocesos en la contestación o, en su caso, en divisiones internas dentro del 15-M.





A buen seguro que, más allá de todo lo anterior, el futuro del movimiento depende en muy buena medida de lo que él mismo decida ser. Al respecto no somos pocos --creo-- los que deseamos que se convierta en una activa red de asambleas y de autogestión que, en todos los ámbitos, plante cara a los poderes establecidos y lo haga desde la contestación del capitalismo, de la sociedad patriarcal y del productivismo, y desde la solidaridad internacionalista con los países del Sur. No parece que este programa de mínimos esté muy alejado de las querencias de muchas de las personas, jóvenes y no tan jóvenes, que ocupan las calles estos días.

1 comentario:

maravillas dijo...

Nada más pernicioso que el discurso excluyente. A ver si apostamos por la diversidad, la pluralidad, y esa miscelánia manera de ver y mirar, sin excluir a nadie, sin dar la espalda a la Belleza, epítome universal.

En cuanto a la guerras, ahora se declaran de acuerdo a Resoluciones de ONútiles que buscan, con bombardeos al pueblo, defender sus "derechos". Es un galimatías un poco complicado, por el rizo retorcido con el que la falta del derecho natural, nacional e internacional, pretende dar derechos sin otorgar los más elementales derechos. Pero el mercadeo y los banqueros, con sus organizaciones mediáticas, sindicales y políticos nos aclaran perfectamente la situación: ¿Quiénes están por encima de la Vida, la Paz, la Ley y la Justicia? El Mercado y las finanzas. Y no se ponga a llorar, ni nostálgico tampoco ¡HAY QUE EMPEZAR A LUCHAR! DEMOCRACIA REAL YA!!!!!!!!!!!!

La Linterna del S. XXI