Estamos implantando un sistema de comunicación a escala mundial, sustentado en raquíticas líneas de pensamiento. K. Krauss
domingo, 16 de octubre de 2011
TRAS EL OBLIGADO SILENCIO
viernes, 2 de septiembre de 2011
ALGARADAS
sábado, 30 de julio de 2011
1 de agosto de 2011
algaradas
Elecciones 2011
martes, 12 de julio de 2011
Número 23. 12 de julio de 2011
Donostia 2016 y
Para los que amamos y buscamos la paz. El respeto al pensamiento, a la palabra, a quienes piensan de modo diferente al nuestro. Para quienes consideramos que Donostia, Euskadi, representa en estos momentos una apuesta por el futuro, no por el pasado. Para quienes odiamos todas las violencias, no aceptamos ningún terrorismo, venga de donde venga y lo practique quién lo practique, decimos que nada hay más pernicioso que el discurso excluyente, monótono e interesado de una política y de una cultura que más tienen que ver con procesos inquisitorialesque con apuestas por el diálogo, debates razonados, incluso con quienes se obcecan en no aceptarlos.
San Sebastián es una de las ciudades más hermosas de España. Vive no de espaldas, sino en el corazón de la cultura. El índice ilustrado de sus ciudadanos, véase tanto por ciento de lectores, tanto de periódicos como de libros respecto al resto de ciudades españolas, es uno de los más elevados. Ciudad de los festivales de jazz, de cine, la quincena musical, cuidadas editoriales y librerías, participación de los ciudadanos en la vida callejera, sea para jugar al fútbol –playa de
Desde Madrid, cada vez más convulsionado y tenso para lo que es la vida diaria, regido por quienes desprecian la cultura y solo piensan en especulaciones que no tardan en desembocar en corrupciones de toda índole, no podemos más que aplaudir la decisión de que Donostia haya sido electa como sede para ciudad de la cultura europea. La paz, la belleza, el arte, y la cultura entendida como multiplicidad de conocimientos, prácticas y distracciones lúdicas, y el respeto a lenguas y tradiciones propias, es lo que debe marcar una auténtica ciudad europea y estoy seguro que San Sebastián sabrá cumplir ese reto.
15 M. Las guerras, desde tiempos remotos a nuestros días, se han desencadenado por quienes desean expoliar las riquezas y los mercados de otros pueblos a los que buscan vencer, aniquilar, para imponer su dominio e impulsar su desarrollo político y económico. En estos momentos se desarrollan en distintas partes del mundo: petróleo, riquezas minerales, materias primas, rutas estratégicas. Pero existe otra guerra, aparentemente no cruenta, pero que causa igualmente numerosas víctimas. No necesitan de las armas –que si hiciera falta no dudarían en utilizarlas-. Les basta con dominar los organismos económicos que dictan e imponen las leyes a las que se sujetan los distintos poderes políticos sobre los que imponen su organización. Porque el mundo en general, y España y Europa en particular, se encuentran hoy sometidos al omnímodo poder de una máquina burocrática que domina no una cosa abstracta como mercados, sino pueblos y organizaciones concretas sojuzgados por banqueros e industriales, a los que sirven jefes de gobiernos, partidos políticos y organizaciones sindicales, y se someten la mayor parte de los medios de comunicación. En semejante estado de moderna esclavitud el ser humano no es más que una cucaracha kafkiana aplastada por la burocracia de la estructura aparentemente racional de ese súper estado. Recordemos un texto de América de Kafka, segunda década del siglo XX: “esa civilización encaminada únicamente al desarrollo de la industrialización, de una producción incontrolable, en la que el ser humano deja prácticamente de existir y solo es una pieza de la gigantesca máquina de producción. Ahora ya sabemos a quién sirve esta. Quién está detrás de “ Una vez más, Alemania, la vencida en dos guerras mundiales, se encuentra detrás de esta estrategia impuesta sobre Europa, ahora con otras formas y sin necesidad de hornos crematorios. A su servicio el invento de Es una guerra desigual en la que los campos de batalla se enmarcan en procesos dominados por la alienación de la mayoría que no se engancha a la lucha, la crisis interminable de los partidos políticos y organizaciones sociales que se dicen de izquierdas, la proletarización de las clases medias, y el miedo que somete con su corsé terrible a la mayor parte de los ciudadanos. Una vez más, como en todo proceso dramático, gran parte de los intelectuales se muestran sumisos, apenas se atreven no ya a protestar sino a razonar, prefieren ser eslabones de quienes ejecutan y dirigen las estrategias de choque, ampararse en ellos para no convertirse también en víctimas. Como siempre la libertad tiene un precio que la mayor parte de ellos no parecen dispuestos a asumir. Años después de clausurarse los campos de concentración nazis, un escritor alemán que fue muy joven combatiente del III Reich, Günter Grass, escribió: “El genocidio que Alemania planeó, ejecutó, toleró, negó y ocultó, y que no obstante estuvo y está a la vista de todo el mundo, sigue sin ser digerido, digerible, como una rueda de molino colgada del cuello de los alemanes, incluido a los nacidos después de todo aquello”. Eso podremos decir, desde ya, de quienes están conduciendo a los pueblos de Europa a su nueva esclavitud para beneficio de un puñado no de empresarios y banqueros sino de terroristas de guante blanco. Los genocidios no han parado, siguen alimentando los hornos de los holocaustos. Pero que no teman los jóvenes o viejos de nuestros días que quieren rebelarse: que la guerra en que participan es menos inhumana, de momento no causan víctimas, solo agudizan la explotación, las diferencias, y cercenan la solidaridad y la libertad. Lo que no es poco.
El otoño del movimiento 15-M Carlos Taibo
Vaya por delante que el título de este texto no incorpora ninguna metáfora. Nada más lejos de mi intención que sugerir que el movimiento del 15-M ha entrado en una etapa de declive. Quiero dedicar estas líneas, antes bien, a examinar un puñado de datos que, en un grado u otro, marcarán inevitablemente el derrotero de ese movimiento una vez llegue septiembre y --cabe suponer-- se retomen con radicalidad y fuerza las iniciativas. Lo digo porque, veamos las cosas como las veamos, parece inevitable que en los meses de verano se registre un reflujo en aquéllas.
El primero de esos datos lo aporta la conciencia del movimiento en lo que se refiere a la necesidad de desplegar, pese a todo, campañas de muy diverso cariz que, aunque no tan fuertes simbólicamente como las acampadas de las últimas semanas, mantengan encendida la llama de la contestación y del recuerdo. Estoy pensando, y son ejemplos entre otros, en la convocatoria de concentraciones en muchos lugares, en la preparación de las manifestaciones que deben registrarse el 15 de octubre, en las marchas a Madrid previstas para las próximas semanas, en el apoyo a la campaña de hostigamiento a los desahucios, en la extensión de las acampadas a localidades que hasta ahora no las han acogido o, en suma, en la internacionalización de muchas de las acciones hasta ahora desarrolladas.
Un segundo elemento que hay que tomar en consideración lo constituyen los previsibles efectos de la violencia con la que el movimiento, con certeza, va a ser obsequiado. En este momento sólo puedo enunciar una firme convicción : la fortaleza del 15-M es tal que también aquí las cosas han cambiado. Si hasta hace un par de meses la violencia represiva provocaba las más de las veces miedo y retirada, hoy se traduce, antes bien, en una firme y general voluntad de mantener convicciones e iniciativas.
El tercer dato interesante lo configura lo que puede ocurrir en el otoño en las universidades. No se olvide que éstas, como tales, apenas se han movilizado en las últimas semanas, y ello pese a que en acampadas y manifestaciones había, claro, much@s universitari@s y muchos jóvenes que han dejado la universidad hace bien poco. Es razonable intuir que en septiembre y octubre, en un período menos lastrado por los exámenes, se registre en las facultades y escuelas un repunte del 15-M que bien puede otorgar a éste un impulso muy saludable. Queda por saber, en un terreno próximo, si en el otoño asistiremos también a movilizaciones en los institutos; obligado parece subrayar al respecto que estos últimos han permanecido las más de las veces lejos de la efervescencia del 15-M.
El cuarto elemento que merece atención es la previsible convocatoria de una huelga general y, con ella, la perspectiva de que la oleada del 15-M empiece a hacerse valer con solidez en los centros de trabajo. La iniciativa de esa convocatoria tiene que correr a cargo, por lógica, del sindicalismo resistente, que sería lamentable se arrugase: lo que es un fracaso seguro es la no convocatoria de la huelga. Muchos de los conocimientos que creemos haber atesorado sobre esto sospecho que ahora nos sirven de poco, y que en la estela de una contestación que se extiende por todas partes no hay que desdeñar en modo alguno la perspectiva de un éxito de la huelga a la que me refiero. Dicho sea de paso: emplazaría ante decisiones insorteables a los sectores de CCOO y UGT que aún mantienen alguna voluntad de contestación.
La quinta circunstancia de interés nos habla del efecto de estímulo que podría derivarse de un adelanto de las elecciones generales españolas al otoño. Nunca se subrayará lo suficiente que una de las explicaciones del éxito del movimiento 15-M fue su surgimiento en el ecuador de una campaña electoral tan sórdida como triste. Aun cuando las elecciones no se adelanten, el mes de marzo --que es el inicialmente previsto para aquéllas-- tampoco queda tan lejos, y bien puede ser una ocasión más para apuntalar movilizaciones en todos los ámbitos.
Estoy obligado a identificar, en suma, un estímulo muy poderoso para alimentar la vitalidad del movimiento: el hecho, obvio, de que nuestros gobernantes no van a modificar un ápice el guión de las políticas que aplican desde tiempo atrás. Lo digo de otra manera: en este caso hay que descartar por completo la posibilidad de que determinadas concesiones desde los circuitos de poder se traduzcan en retrocesos en la contestación o, en su caso, en divisiones internas dentro del 15-M.
A buen seguro que, más allá de todo lo anterior, el futuro del movimiento depende en muy buena medida de lo que él mismo decida ser. Al respecto no somos pocos --creo-- los que deseamos que se convierta en una activa red de asambleas y de autogestión que, en todos los ámbitos, plante cara a los poderes establecidos y lo haga desde la contestación del capitalismo, de la sociedad patriarcal y del productivismo, y desde la solidaridad internacionalista con los países del Sur. No parece que este programa de mínimos esté muy alejado de las querencias de muchas de las personas, jóvenes y no tan jóvenes, que ocupan las calles estos días.
martes, 14 de junio de 2011
Número 22. 15 de junio 2011
SUMARIO
15 M. Oración laica: a la calle, ciudadanos.
Colaboraciones
Carlos Taibo. Sobre el programa del movimiento 15M
Carlos Taibo. Los medios y el programa 15M
Juan José Lanz (UPV/EHV) Opiniones mohicanas de un ciudadano
15 M. Oración laica: a la calle, ciudadanos.
Pregunta al Dios que no existe, pero cree reinar y estar en todas partes:
¿Qué ocurrió a partir del 15 de mayo del año 2011 en la Puerta del Sol de Madrid, en otras céntricas plazas de distintas ciudades de España, con repercusión en distintos foros europeos? ¿Acaso fueron sueños de noches de verano, estallidos lujuriantes de libertad que atrajeron la curiosidad o el aplauso de miles de ciudadanos deseosos de contemplar semejantes explosiones de emancipación y rebeldía? ¿Barrieron las sucesivas tormentas, atmosféricas o policiales, aquella coyunda de conciencias, movilizaciones de quienes se rebelaban a su papel de ciegos, sumisos, esclavos sometidos a la cosa de la corrupción del poder político y los manejos de los trileros, perdón, banqueros, oligarcas, terroristas expoliadores del trabajo y la vida de los ciudadanos? ¿Ha de quedar ya, cuando junio solea y agoniza, desmovilizada y silenciada la rebeldía, la imaginación, las actividades de quienes al fin se han alzado contra la mentira, la enajenación y el poder aliado de la Santa Trinidad única que gobierna el mundo: mercaderes, políticos, iglesias, bien propagadas por el Espíritu Santo de la gran mayoría de los medios de comunicación?
"¿Que son para vosotros, corazón mío, esos mantos de sangre / y de brasa, los mil crímenes y los largos gritos de rabia / sollozo de todo infierno derribando cualquier orden / en tanto el Aquilón brama sobre sus ruinas? / ¿Y toda vergüenza? ¡Nada! / Mas a pesar de ello la deseamos. / Industriales, príncipes, senados. ¡Pereced! Poder, justicia, historia: ¡Abajo!"
Necesario es que lo viejo, lo actual, muera, para que algo pueda nacer. Por eso, a partir de ahora, bebed, bebed el embriagador aire de la libertad, bebed a la salud de las posaderas ocultas de la hortaliza alcaldesa, de las virtuales y ajenas formas de la política de sonrisa tan impuesta como almibarada, bebed, bebed a la salud del alcalde huidizo cuya mejor compañía parece ser la de un mudo perro, a la salud de los alcaldes que se beberían la sangre de los no deseados que acceden a sus ciudades, a la salud de todos los otros que se sientan en los bancos cuajados de barras barretinas, mazas mazilentas, flores que se adornan de billetes tan perfumados -¡ah las grandiosas bodas de los trajes, los coches de carreras, las mitras y las chisteras- como pestilentes y vomitivos. Perros y porrras en celo escurren la saliva por las bocas de los fusiles que esgrimen sus lacayos. Necios e infames, de tórpidos cerebros ,que rabian y vociferan -y que miedo dan los que se esconden en algunos periódicos- cuando contemplan como vosotros apuráis la embriagadora espuma de la libertad.
Que el ¡Ya basta! con el que termina Rimbaud su poema, que el ¡A la calle, ciudadanos! sea las única bandera que envuelva a los insumisos. Ya basta, reyes, diputados, banqueros, obispos, jueces, periodistas de la caverna... ¡Ya basta!, que todavía el pueblo no ha sucumbido, y estos jóvenes que en la noche sin sueño se acarician, quieren despertar la utopía para que el mundo no perezca. Ya basta que en el mundo mueran 8000 personas de hambre al día para que vosotros vistáis ropas de marca en cuerpos sobre los que se posan calaveras huecas, ya basta de academias fascistas e iglesias devoradoras e inquisitoriales. Miserables dueños de la violencia, -que bien le sentarían a algunos diputados de los que más gesticulan los uniformes nazis- podéis intenar vomitar palabras para embaucar y atraer los votos de los ignorantes, pero no mataréis las conciencias de los rebeldes, y de las conciencias terminan brotando los actos emancipadores. Y este verano la palabra libre de la conciencia digna quieren llevarla a todas partes. Para ser cada vez más. Hasta que una ola grandiosa avance sobre vosotros y no tengáis porras y balas suficientes para contenerla. Palabra y razón son las parteras de la violencia revolucionaria. Y así, desde las plazas que nuclean las ciudades se abrirán las grandes alamedas de la libertad. Allí vamos a congregarnos bajo la intensa luz del verano.Abramos todas las ventanas para que se cierren y agrieten las de los Parlamentos, Alcaldías, Bolsas, templos, televisiones, radios. Despertar a otra vida no sumisa es posible. Cada ciudadano se convertirá en un Partido. Hasta que un día se unan todos y pueda creerse en las palabras democracia y libertad. Demostrar vosotros, los que siempre llamaron descamisados, a los que se dicen intelectuales, que miedo y cobardía son las antítesis de la imaginación. Dicre Walter Benjamin que "solo sobre un muerto no tiene potestad nadie". Los que seáis rebeldes y sepáis multiplicar los actos, y los surgidos del 15 M podéis decir a todo el mundo: solo sobre los vivos, si quieren saberse vivos y actuar como seres vivos y libres, no tendrá potestad ningún poder que sea ajeno al emanado de su propia voluntad.
Sobre el programa del movimiento 15-M
Carlos Taibo
Aunque pensé que con el paso de los días las aguas iban a bajar más calmadas, lo cierto es que no ha remitido la discusión relativa a un supuesto programa del movimiento 15-M que se concretaría en cuatro puntos: reforma del sistema electoral, lucha contra la corrupción, mejoras en materia de división de poderes y control sobre los responsables políticos.
Conviene dejar sentado desde ahora que el alcance de ese programa es limitado. Nació de una de las muchas comisiones que operan en
Aunque el alcance de la propuesta mencionada es --parece-- escaso, creo que haremos bien en apreciar en ella un síntoma de algo que está ocurriendo y que puede reaparecer con fuerza aún mayor. Pienso, en primer lugar, en algunas de las consecuencias imprevistas, no precisamente saludables, del procedimiento de decisión que se está aplicando en tantos lugares: un método que, al desterrar el voto en provecho del consenso, permite prescindir, sin más, de un sinfín de propuestas que gozan de un amplísimo respaldo entre quienes las debaten. Al final, y de resultas, sólo salen adelante aquellas iniciativas que, por lógica, no suscitan controversia alguna. Nadie dirá, claro, que se opone a la instauración de medidas que castiguen la corrupción. No es difícil iluminar la consecuencia mayor del despliegue de ese procedimiento: el movimiento pasa a vincularse con un consenso de mínimos que se reduce a acuerdos en materias muy generales, que no parece llamado a tener ninguna consecuencia práctica --es curioso que los defensores de la fórmula que nos ocupa sostengan lo contrario-- y que deja manifiestamente descontent@s a much@s de l@s implicad@s.
Y es que, y por acudir directamente al ejemplo de las discusiones que con certeza se hicieron valer en la comisión madrileña de corto plazo, a buen seguro que en ellas se escucharon voces que, tras enunciar distancias con respecto a la democracia representativa y delegativa, defendieron orgullosamente el despliegue de fórmulas de democracia directa. El ascendiente de esas voces es nulo, sin embargo, en términos de una propuesta final que a la postre corre el riesgo de recoger un puñado de ideas que, bien que compartidas por tod@s, no prestan atención a percepciones muy extendidas entre acampad@s y asambleístas. En ese sentido, a la hora de analizar esa propuesta final tanto relieve tiene lo que dice como aquello que no dice. La ausencia, en paralelo, de unos principios programáticos que, mucho más amplios, recojan sensibilidades diversas se hace mucho más llamativa en un escenario en el que el consenso se traduce inequívocamente en una exquisita moderación que, ajena a cualquier suerte de pluralismo, deja inequívocamente descontent@s a much@s.
De discusiones como la invocada depende, ni más ni menos, la imagen del movimiento como un todo. He sostenido en las últimas semanas que en el seno de ese movimiento hay como poco dos almas (bien es cierto que al calor de las recién creadas asambleas de barrio está asomando alguna más). Si la primera la aportan los movimientos sociales críticos --el caudal de activistas y de propuestas que nacen de los centros autogestionados y okupados, del ecologismo, el feminismo y las redes de solidaridad que mantienen encendida la llama de la contestación, y del sindicalismo alternativo--, la segunda nace de l@s jóvenes indignad@s con la ignominia del sistema político y económico que se nos ofrece, comúnmente en activo proceso de concienciación. Me limitaré a enunciar una obviedad: como quiera que no nos podemos permitir el lujo de divisiones en un momento como el presente, es muy importante que las declaraciones programáticas del movimiento, y con ellas sus concreciones en forma de propuestas precisas, dejen espacio suficiente para que nadie se sienta excluid@ y para que tod@s nos encontremos razonablemente representad@s. Creo firmemente que el programa que los medios de incomunicación han aireado los últimos días, interesadamente, como el propio del movimiento 15-M no satisface, siquiera mínimamente, esa premisa.
Los medios y el movimiento 15-M
Carlos Taibo
He escuchado con frecuencia, en acampadas y manifestaciones del movimiento 15-M, que este último no puede quejarse del trato, razonablemente generoso, que ha recibido de los medios de comunicación. Semejante afirmación, un tanto sorprendente, encaja a la perfección con la condición de un movimiento que, saludablemente crítico con tantas cosas, parece poco interesado en contestar una de las fuentes principales de miseria que atenazan a nuestras sociedades.
Mucho mayor interés tiene lo que ha ocurrido en las últimas semanas con los medios de comunicación ‘progresistas’ (no me deja de sorprender que este adjetivo siga siendo utilizado por muchos para retratar una realidad que al parecer entienden es venturosa). Hablo de los medios que se hallan bajo control de gobiernos socialistas, como hablo, en otro terreno, de los diarios El País y Público.
Si se trata de sopesar lo que, a mi entender, han abrazado los medios ‘progresistas’ en relación con el 15-M, lo primero que hay que señalar es que parecen atenazados por una obsesión: les molesta sobremanera la condición de un movimiento que, orgullosamente asambleario y antiautoritario, carece de caras visibles. La desesperación que esto genera conduce a filigranas, comúnmente patéticas, para encontrar esas caras.
Más allá de lo anterior, los medios ‘progresistas’ parecen empeñados en defender altruistamente al movimiento frente a la caverna. Claro es que, al hacerlo, prefieren olvidar lo que el movimiento es en sí mismo, como prefieren sortear que tiene suficientes arrestos para defenderse por sí solo. En su trabajo lo común es que echen mano de una descripción que considera que el 15-M exhibe dos caras: mientras, por un lado, estarían los jóvenes indignados, siempre pulidos y civilizados, por el otro se hallarían los marginales, violentos y deleznables antisistema de siempre. Al amparo de esta dramática e interesada distorsión de la realidad, se inclinan por ignorar que la única distinción de relieve a la hora de dar cuenta de lo que el movimiento arrastra es la que identifica, de un lado, a los jóvenes indignados --a menudo visiblemente meritocráticos-- y, del otro, a un sinfín de activistas de los movimientos sociales críticos. El trato que estos últimos merecen se divide entre el olvido y la demonización franca.
De resultas de lo anterior, los medios ‘progresistas’ parten de la presunción de que el grueso de las propuestas que nacen del movimiento son razonables y respetables, como lo son esos jóvenes lógicamente indignados que se manifiestan en acampadas y calles. Para llegar a esa conclusión no queda otro remedio que rebajar sensiblemente el contenido de esas propuestas, dejando al efecto sobre el terreno únicamente aquellas que disfrutan de un apoyo poco menos que universal. Así las cosas, sólo se nos habla de la necesidad de luchar contra la corrupción, fortalecer la división de poderes y reformar el sistema electoral, en abierto olvido de que del movimiento surgen propuestas que reclaman transformaciones radicales, contestan activamente lo que supone al capitalismo y hacen suyos los cimientos de una sociedad antipatriarcal, antiproductivista e internacionalista. Todo esto último, sin más, no interesa.
Los medios de comunicación ‘progresistas’ ignoran, en suma, la que al cabo es la apuesta principal de muchos de los activistas que trabajan en el movimiento 15-M: la que, lejos de reclamar una reforma del sistema que padecemos, reivindica la generación de espacios de autonomía en los que, de manera autogestionaria, se apliquen reglas del juego muy diferentes de las hoy imperantes. En este sentido, los medios que nos ocupan no dudan en señalar que el movimiento debe contentarse con influir sobre otros --gobiernos, parlamentos, partidos, sindicatos-- o, en el mejor de los casos, debe asumir el ejercicio de pasar por las urnas para refrendar sus presuntos apoyos populares. No parece que lo anterior sea otra cosa que un ejercicio de ingeniería obscenamente encaminado a cortar las alas a un movimiento que, en virtud de su impulso inicial, busca con claridad otros horizontes. Para hacerlos realidad, cada vez parece más urgente que asuma una posición de franco distanciamiento con respecto a la miseria que difunden los medios ‘progresistas’.
En estos días he recibido varios correos electrónicos de algunos colegas y amigos en el extranjero que se preocupaban por la situación en España y por el movimiento 15-M. Podrían sustanciarse en estas palabras: “veo con una rara mezcla de estupefacción, intriga y deja-vu lo que esta pasando en España. Y la verdad... los análisis periodísticos de vuestros diarios no me alcanzan para entender hacia dónde van... […] ¿Como se vive esto por allá? ¿qué piensan en la “universidad” mis amigos intelectuales?”.
Las palabras que siguen, acertadas o confundidas, intentan dar respuesta a esas preguntas. Son opiniones personales, pero eso creo que no las descalifica. Precisamente porque son personales tienen un valor que también es necesario reivindicar estos días.
Esa es justamente nuestra pregunta: ¿Qué está pasando?
Tu carta, y la de otros amigos y colegas desde el extranjero, me ha obligado a poner en orden (o en desorden) algunas reflexiones que me llevo haciendo desde hace tiempo. Perdona lo largo de estas líneas que exceden lo propio de una carta y que avanzan más hacia el manifiesto. Son algunas impresiones desordenadas de un ciudadano cabreado.
Por supuesto, cualquier movimiento de reivindicación ciudadana de mayor democracia es siempre algo positivo y bueno. La incertidumbre es justamente la del gran devorador del capitalismo, que se engulle todos los movimientos democratizadores para canalizarlos en opciones que son escasamente democráticas.
Es lógico que la gente esté (estemos) harta: un 20% de paro, reducción de los sueldos (aquellos que los tenemos), un 35% de paro entre los jóvenes menores de 30 años, con un 45% de tasa de temporalidad, que reciben en más de un 50% ayudas económicas familiares, cuando no viven en casa de los padres; etc. La crisis de 2008 anunciaba a bombo y platillo “la refundación del capitalismo”, con un movimiento más humanitario, un reparto más igualitario de los beneficios, una menor acumulación de capital y una redistribución de la riqueza, etc. El resultado es básicamente el contrario: los grandes capitales, que fueron quienes causaron la quiebra de 2008, son los máximos beneficiarios del “nuevo orden”; los directores de los bancos, de las grandes empresas, etc. no sólo han aumentado el beneficio de sus empresas en tiempos de crisis, sino que además han aumentado desmesuradamente sus sueldos y sus propios beneficios, como consecuencia de “haber sabido gestionar bien la actual crisis”.
Para las grandes fortunas alemanas, la II Guerra Mundial fue el gran negocio: cuando estuvo Hitler, durante la contienda, y también cuando se perdió la guerra. Ellos nunca perdieron la guerra, pues siguieron enriqueciéndose y más tras la derrota. Algo parecido puede verse ahora. Las grandes empresas aumentan sus beneficios en tiempos de crisis a medida que los miembros menos favorecidos se hunden más. En consecuencia, lo que se ha producido es una fractura social mucho mayor que antes de la crisis: los ricos son menos en número pero inmensamente más en fortuna; los pobres son cada vez más y más.
¿Cómo se traduce esto en términos políticos? Fácilmente. Sarkozy y Angela Merkel dominan el cotarro absolutamente con un discurso filo-fascista (con tintes modernos, eso sí): los países mediterráneos deben dejar de vivir de las ayudas y los subsidios (que a Francia y Alemania son a los que más benefician) y empezar a producir de verdad, a los precios bajos que benefician a las potencias europeas. Merkel planteó hace unos días, en plenas elecciones, que los países europeos (implícitamente su mensaje iba dirigido a los países del sur de Europa: Grecia, Portugal y España) deberían igualar su jornada laboral, su jubilación y sus vacaciones, para así ser más productivos (implícitamente el modelo que se ofrecía era el alemán). Lo que no dijo Merkel es que, en comparación con España, los alemanes tienen más días de vacaciones anuales, trabajan menos semanales y se jubilan antes, en términos generales. El mensaje, en boca de quien declaró hace no mucho que el multiculturalismo había fracasado en Europa, reavivaba todos los tópicos culturales en los que se fundan la xenofobia y el racismo. El verdadero mensaje era el siguiente: produzcan ustedes a los precios de Bangla Desh para que nosotros sigamos enriqueciéndonos; sean los nuevos “turcos” de Europa.
Mientras tanto, ofrecen su cara más aparente amable, tanto Sarkozy como Merkel como en general la derecha europea, diciendo que están frenando a la extrema derecha, racista y fascista, tanto en Filandia (por ejemplo) como en la propia Francia, donde la ultraderecha gana puestos cada día. Nada dicen de ese nuevo Duce que es Berlusconi, por ejemplo, o del avance de la derecha filo-fascista en algunos de los países del este de Europa, o de la participación de la extrema derecha en el gobierno holandés.
Es significativo que los ataques económicos que se han sufrido en Europa y los famosos “rescates” hayan sido justamente de países con gobiernos próximos al centro-izquierda (sería exagerado hablar de social-democracia): Irlanda, Portugal, Grecia y España (aún no “rescatado”, pero objeto de claros ataques). Mientras la derecha, cada vez más radical y más extrema bajo la cobertura amable de un neoliberalismo que asume un capitalismo más salvaje, ha obrado los mayores desbarajustes en las economías de estos países, como muestra la gestión que el gobierno socialista griego tiene que hacer del desastre neoliberal de su precedente o la burbuja inmobiliaria que se produjo en nuestro país en los años noventa, que no provocó en cambio una bajada de los precios de la vivienda, sino todo lo contrario, un incremento radical (la media del precio de la vivienda en España es el doble de la media del precio en Europa) y un mayor beneficio de los bancos que daban préstamos como si regalaran el dinero. La derecha impone unas políticas económicas neo-liberales, que limitan con el capitalismo salvaje, mientras que a los gobiernos de centro-izquierda les toca gestionar con paños calientes esas políticas neo-liberales (y neo-conservadoras) al modo simple de “o cumples lo que te impongo (y dejas tus criterios éticos aparte) o vendrá otro que lo hará sin más preguntas”.
Son los países europeos más potentes desde un punto de vista económico quienes están estableciendo, a través del Banco Central Europeo, las condiciones de los préstamos a los países “rescatados”; condiciones que limitan casi con la usura. Y lo hacen con la seguridad implícita de que los pagos de la deuda se harán de cualquier modo, y en última instancia con una privatización no sólo de las empresas estatales, de sus edificios o de su patrimonio cultural, sino incluso de su suelo patrio. Del mismo modo que mi banco, le interese o no (que le interesa a largo plazo), se quedará con mi casa si yo no consigo pagar mi hipoteca en las condiciones cada vez más gravosas que me impone, los principales bancos que gestionan el Banco Central Europeo saben que en caso de que Grecia, Portugal e Irlanda y, probablemente, pronto España, no paguen sus “rescates”, podrán quedarse con el patrimonio público de estos países (vía privatización impuesta o de cualquier otro modo más sutil), o, dicho de modo más crudo y menos hipócrita, con esos países. Del mismo modo que, no nos engañemos, las grandes empresas son dueñas de aquellos países que viven para su producción exclusiva; llámese petróleo, ropa o como se quiera. No nos engañemos, no es Europa la que se hunde; lo que hay es una redistribución del sistema de poder en Europa encabezado por quienes no han dejado de gestionarlo desde un principio. Los demás somos simples convidados de piedra.
En un movimiento claro de la extrema derecha, se ha desposeído a la derecha política de cualquier dimensión ética. “La ética es de izquierdas”, se nos ha venido propalando. Con lo cual, la derecha política puede hacer lo que le dé la gana, sin ninguna cortapisa moral (no hay más que ver el caso de Berlusconi o evocar, sin ir más lejos, a George W. Bush), e impone semejante itinerario a la izquierda. Mientras tanto hemos acudido al desmontaje político de opciones ideológicas comprometidas. Las mismas calificaciones de “alternativos”, “anti-sistema”, etc. han servido para desmontar políticamente esas opciones ideológicas, mostrando que su participación en el campo de la política real, de los órganos verdaderamente decisorios, sólo puede ser de modo marginal. Las asociaciones ciudadanas, que tan importante papel desempeñaron en la Transición democrática, los grupos ecologistas, los movimientos por un mundo distinto, etc. tienen su cabida en el sistema siempre que no se planteen como una opción real de poder, siempre que respeten el estricto sistema de un orden político establecido y legitimado social y generacionalmente por el discurso de “lo que nos ha costado lograr este estado democrático”, “¡cómo nos hemos acostumbrado a esta fiesta de la democracia!”, etc. Fiesta y estado democrático en el que los índices de participación son cada vez más bajos (en torno a un 60% en los momentos de mayor auge), lógicamente cuando el único papel que se le da al ciudadano es la papeleta electoral cada cuatro años. No es de extrañar que sea cada vez mayor el número de ciudadanos no sólo indignados, como el manifiesto de Stéphane Hessel, sino realmente cabreados con un sistema que ignora sus preocupaciones día a día.
Es necesario, por lo tanto, una refundación de la democracia, como sistema participativo, una revalorización ética del sistema político (es indignante que las listas de los principales partidos integren a políticos imputados en diversos procesos judiciales; es más indignante aún que quienes han sido partícipes de la corrupción aumenten su rédito electoral). Es más, creo que lo que es necesario realmente es una refundación social de la democracia, con todo el contenido que ese concepto conlleva: no sólo mayor participación ciudadana en la vida política, sino una conciencia clara de la necesidad de un reparto social de la riqueza, de un proyecto humanista común, de una conciencia pública de la necesidad de construcción de un mundo diferente.
Me temo que la Europa que se ha construido en los últimos años no se plantea esos ideales. Me temo que el neo-capitalismo dominante en buena parte de nuestro mundo (e incluso en China, todo hay que decirlo) no comparte esos ideales. Me temo que los regímenes presidencialistas que se ocultan bajo la máscara de esos objetivos desconfían íntimamente del modelo democrático. En fin, creo que es necesario construir esa opción de modo radical y consciente, con una conciencia de verdadera opción política de poder; no como “alternativa”, ni como “anti-sistema”, sino como una “alternativa otra” y la posibilidad real de un “sistema otro”.
Siento que esta carta sea más extensa de lo que parece ser prudente en una relación epistolar. Espero que sirva para informarte de la impresión de un ciudadano que observa el mundo e intenta comprenderlo.
lunes, 6 de junio de 2011
Academia de la Historia: Gürtel y Terrorismo
REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA:
GÚRTEL Y TERRORISMO SOBRE
LA MEMORIA, EL PENSAMIENTO Y LA LIBERTAD.
martes, 31 de mayo de 2011
15 y 22 de mayo. ¿Adónde vamos?
INDICE
15 y 22 de mayo. ¿Adónde vamos?
Colaboraciones.
El futuro del Movimiento 15-M.
Carlos Taibo.
¿Existe el imperialismo, es un fenómeno mundial o es puro pretexto inventado por los socialistas?
José Eduardo Vázquez. -profesor y ensayista. Cuba-
15 Y 22 DE MAYO. ¿ADÓNDE VAMOS?
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Muchos somos los que pensamos, soñamos, alentamos una revolución que impida la barbarie y decadencia de la actual civilización. Pero también somos conscientes de la dificultad de organizarla, llevarla a cabo, con los medios y formas que sea e impedir que se vaya disolviendo a la manera de los fuegos artificiales en las noches de verano.
C O L A B O R A C I O N E S
El futuro del movimiento 15-M
Carlos Taibo (para ‘
No es tarea sencilla la de pronunciarse sobre el futuro del movimiento 15-M. Lo más probable es que, conforme a la voluntad mayoritaria, se disuelvan antes o después las acampadas --es preferible cerrar racional y jocosamente esta etapa-- y se proceda a trasladar la actividad a barrios y pueblos. Todo ello en el buen entendido de que la posibilidad de restaurar el esquema inicial de concentraciones con poderoso eco mediático no quedará en modo alguno cancelada y de que, claro, el ritmo de los hechos puede ser diferente en los distintos lugares.
El tránsito del recinto del espectáculo mediático al más modesto de la acción local, aunque en modo alguno obliga a cancelar posibles iniciativas --campañas, manifestaciones-- de carácter general, parece deslizar el movimiento hacia una tarea más difícil y menos vistosa, al tiempo que, en sentido contrario, reduce los riesgos de burocratización y los intentos de coparlo desde fuera. No está de más que agregue una observación sobre la singularidad propia de la época del año en la que nos encontramos: la proximidad del verano tanto puede ser un inconveniente insoslayable --las iniciativas y las movilizaciones por fuerza se reducen en la mayoría de los lugares-- como una excelente oportunidad para recobrar fuerzas y plantear una ofensiva en toda regla a partir de septiembre. También hay que tomar en consideración el hecho, interesante, de que el movimiento ha visto la luz en un momento marcado por el final del curso en universidades e institutos, algo que a buen seguro ha reducido sus posibilidades de despliegue en unas y otros. La planificación al respecto de estas cuestiones --que invita a pensar inevitablemente en el medio plazo-- es, en cualquier caso, una tarea vital en el momento presente, tanto más si se convocan elecciones generales para el otoño.
Si se me pide un pronóstico sobre lo que entiendo va a suceder con el movimiento --y no sin antes avisar que en el camino penden varias incógnitas, y entre ellas los efectos previsibles de los intentos de moderar el discurso, por un lado, y de la violencia que el 15-M padecerá, por el otro--, me limitaré a plantear cuatro horizontes posibles. El primero no es otro que el vinculado con un rápido e imparable declive; me parece que semejante perspectiva es harto improbable habida cuenta de la vitalidad presente de las iniciativas y de la general voluntad de ir a más. El segundo nos habla de un eventual intento de colocar al movimiento en la arena política, a través de la gestación de una nueva formación o de la incorporación a alguna ya existente. Creo firmemente que las posibilidades de esta opción son muy reducidas, en la medida en que la mayoría de los integrantes del 15-M no parecen siquiera contemplarla. No puede descartarse por completo, sin embargo, una mecánica de divisiones y escisiones, en un grado u otro vinculable con este segundo horizonte.
Una tercera perspectiva nos dice que el movimiento podría dar pie a una suerte de extensión general, más bien vaga, dispersa y anómica, de formas de desobediencia civil frente a la lógica del sistema que padecemos. No descarto en modo alguno esa posibilidad, que sería una suerte de manifestación abortada de lo que me gustaría que cobrase cuerpo realmente: hablo del cuarto, y último, horizonte, articulado en torno a una fuerza social, que desde perspectivas orgullosamente asamblearias y anticapitalistas, antipatriarcales, antiproductivistas e internacionalistas, apostase por la autogestión generalizada e inevitablemente se abriese a las aportaciones que deben llegar de sectores de la sociedad que todavía no han despertado. Esa fuerza, que habría de acoger en su seno, claro, al movimiento obrero que todavía planta cara al sistema y se enfrenta a los sindicatos mayoritarios, provocaría el alejamiento de una parte de quienes en inicio se han incorporado a manifestaciones y acampadas.
Sólo se me ocurre aducir dos argumentos en provecho de la materialización del último horizonte mencionado: si, por un lado, en muchas de las asambleas realizadas en las acampadas se han revelado por igual una sorprendente madurez y una más que razonable radicalidad en los enfoques --se ha pasado a menudo de la contestación de la epidermis que suponen la corrupción y la precariedad a la del corazón del capitalismo y la explotación--, por el otro debemos dar por descontado que nuestros gobernantes van a seguir en sus trece, esto es, no van a modificar un ápice el guión de sus políticas. El hecho de que hayan decidido morir al servicio del capital mueve audazmente, en otras palabras, nuestro carro.
¿Existe el imperialismo, es un fenómeno mundial o es puro pretexto inventado por los socialistas?
José Eduardo Vázquez
Para responder a esta pregunta, es oportuno, hacer al menos un poco de historia, a riesgo incluso de desatender determinados aspectos por la lógica cuestión del espacio.
Es posible pensar y así que lo piensa mucha gente con la mayor buena fe del mundo, que todo cuanto ha surgido dentro de los marcos de la sociedad humana y en particular, dentro de los marcos de la sociedad capitalista industrializada, obedece únicamente, a los esfuerzos que en tal sentido, el hombre ha sabido hacer. Si nos remontamos a una fecha tan temprana como el siglo XIX, descubriremos que esta verdad, a las cual hacemos referencia, parece existir de por sí. Por tanto, podremos estar de acuerdo que, esa misma noción de aparente idilio que el capitalismo mostró en una etapa de su desarrollo, “la que parecía estar movida por un principio de bienestar que incluía al parecer al ser humano”, infundiendo en la conciencia de todos un fuerte sentimiento de progreso; poco a poco y al paso del tiempo, fue desmoronándose como castillo de naipes ante los ojos atónitos de quienes la percibían.
Ya para finales del siglo XIX se van a ver claras cuales serán las intenciones futuras de las potencias y especialmente, de la potencia norteamericana. José Martí, hace, al celebrarse la primera conferencia monetaria internacional en Washington, un profundo y medular análisis de este evento, dejando claro para las futuras generaciones-y nosotros somos esas generaciones a las que alertaba- una oportuna advertencia. Advertencia en primera instancia a las Repúblicas Latinoamericanas que recién habían alcanzado su independencia y que aun, en alguna medida, mantenían vivas las estructuras económicas y financieras heredadas de sus antiguas metrópolis, lo que las convertía, en Repúblicas extremadamente débiles y propensas por demás, a ser fácilmente manipuladas; esta realidad va a moverse como un lastre para constituir un elemento fundamental que contribuirá en gran medida a la división de las mismas, por otra parte, otro factor influiría en este proceso secesionista, lo pondrían los numerosos caudillos salidos de las filas de los ejércitos independentistas que, traicionando los sueños e ideales de Bolívar, trabajarían decisivamente para facilitar este esfuerzo.
Todas estas contradicciones con las que nacíamos al concierto de las “naciones libres”, nos trajeron de la mano también, los peligros de caer rendidos ante el vecino poderoso y ante su doctrina del “Panamericanismo”; la que preconizaba, “América para los americanos” Estas Republicas inexpertas en el arte de gobernarse por sí solas, serian sin embargo, fácil presa para coaligarlas en un haz, bajo la bandera de las barras y las estrellas haciendo de ellas; naciones formalmente libres más por su compromiso y dependencia que por sumisión voluntaria. Pero esta advertencia, a la distancia de más de un siglo, toma total actualidad. Deben por tanto, haber sido muy angustiosas estas jornadas para que hayan producido en el apóstol de la independencia cubana análisis tan revelador.
Ahora bien, para tratar de responder a la pregunta inicial, y sabiendo además de la posibilidad de que surjan otras nuevas interrogantes, trataremos, por razones metodológicas, de acercarnos a este asunto auxiliándonos de un documento realmente importante para entender este fenómeno:
En el libro “El Apocalipsis Según San George” su autor Eliades Acosta nos hace la revelación siguiente: “tomada de una publicación del año 2003, aparecida en la página web del Center for History and New Media, de la George Mason University, tomado de un ensayo de Paul Schroeder; titulado: ¿Is the U.S.Empire?, suscitando en su momento un debate on-line verdaderamente útil si queremos entender “la limitada capacidad de análisis de la sociedad que rige los destinos de buena parte del planeta”
“La reflexión del eminente profesor-nos dice el autor-debió ser incomoda e inquietante, dirigida a no permitir el sueño para quien la leyera; por supuesto, para los lectores promedio norteamericanos; es de imaginar el estupor de muchos, cuando se enfrentaron a esa idea”
Mis palabras-cito a Schroeder-no constituyen una propuesta académica, sino un intento por iluminar la decisión que deberán tomar los Estados Unidos. Este país, aun no se ha convertido en un imperio (…pero) La doctrina Bush proclama ambiciones y objetivos de incuestionable carácter imperialista (…) -El cuento de la Buena Pipa- Tal parece, que Schroeder, no logra por más que lo intente, evitar el tácito reconocimiento, por otro lado, cabría preguntarse: ¿a qué decisiones debe iluminar Schroeder en el futuro de los E.U.? Y ¿si no es un imperio en el sentido más estricto del término, qué lo obliga entonces a hacernos tal revelación?
Pero como si hubiese sido llamado al rescate, el 4 de febrero el propio año, James Wilson escribe: “por ninguna razón, en toda la acepción de la palabra, puede considerarse que los Estados unidos son un imperio…”
Todo parece indicar, que Wilson, sale a enmendar el error cometido por Schroeder en su momento y agrega, como para tratar de levantar una cortina de humo: “El imperialismo, en su sentido moderno, se asemeja al capitalismo: un pretexto inventado por los socialistas, un chivo expiatorio para justificar las criticas.”
Sinceramente, si este señor no es un miope, lo cual dudo, no nos deja otra opción que pensar que, ¿sus argumentos carecen de todo fundamento donde apoyarse? El capitalismo, es bueno recordarle a Wilson, adquirió su desarrollo precisamente por depredar de manera despiadada a los pueblos, ni que decir tiene entonces de los horrores que el imperialismo en su fase más reaccionaria le está causando a las naciones; parecería que unido a la miopía evidentemente intencionada de este hombre, une la desmemoria; sería bueno recordarle algunas cuestiones que yacen en la historia reciente. La guerra hispano-cubano-norteamericana, es reconocida por Lenin, como la primera guerra imperialista en la historia moderna, no reconocer eso, por tanto, es sencillamente escandaloso, por otra parte, no resultaría ocioso hacer mención del incidente que dio lugar al conflicto indochino del pasado siglo, o lo que ahora mismo está sucediendo en Irak, Afganistán, Libia, y cuyas consecuencias ya las está pagando la humanidad. ¿Quién puede asegurar que peligros pueden derivararse todo ello”. Nos parece sencillo, el señor Wilson, hace uso de un eufemismo para tratar de resolver el dilema; lo que él considera “no sin razón” una invención de los comunistas.
El imperialismo, queda claro, en la etapa actual, se ha erigido como un sistema de proporciones planetarias que no reconoce frontera de ninguna naturaleza, pero veamos casi a modo de conclusión que planteó el 6 de febrero Martí refiriéndose precisamente a las palabras de Wilson: “Claro que los Estados Unidos son un imperio y lo han sido desde su surgimiento (…) En su patético comentario James Wilson afirma creer que los imperios son solo creados por las élites y gobiernos y no por las personas. (…)”
¿Existe entonces miopía, amnesia, u otra enfermedad de la cual sea necesario prevenir a Wilson para se trate o será al imperio que lo amamanta a quien hay que prevenirle las enfermedades que desde su nacimiento lo corroe?
Pensamos que no, pensamos que lo que si existe en este sentido, son dobles intenciones, propósitos ocultos. Los pueblos deben tenerlos muy en cuenta.
La Linterna del S. XXI
- Andrés Sorel. Escritor.
- Edición, Twiggy Hirota.