viernes, 19 de marzo de 2010

Intelectuales españoles contra Cuba

Es el miedo, la supeditación al mercado que somete la cultura a sus leyes quién impulsa el documento suscrito por los intelectuales españoles contra la Cuba actual. Porque ellos han optado por lo fácil y más rentable para estar un día sí y otro también en los medios de comunicación. Saben que atacando la pervivencia de la revolución cubana, buscando su desaparición del mundo que se somete al dominio del capitalismo y del Imperio, serán aplaudidos por la prensa, jaleados por los políticos, beneficiados por los editores, premiados por quienes controlan y manipulan la cultura literaria, artística y del ocio. Otra cosa sería que se dedicaran a diario a denunciar las torturas de Guantánamo, la masacre de los palestinos, los cientos de muertos que huyen del mundo colonizado por los regímenes políticos que jalean en pateras o en las fronteras de USA, la venta de miles y miles de mujeres y de niños a los mercados del sexo establecidos a beneficio de quienes a ellos les jalean, las mafias bancarias, las innumerables corrupciones políticas, la complicidad de autoridades de toda índole con las mafias que controlan cadas vez más espacios de sus países. Porque entonces nadie les haría caso, se reirían de ellos, les ridiculizarían o como mal menor les reducirían al silencio. Ahora se los utiliza. Si quienes lo hacen regresaran al poder absoluto, les acosarían e intentarían destruirles. ¿Qué ocurriría si en Cuba se hubiera fuslidado a Lezama Lima, torturado y encarcelado hasta la muerte a Cabfrera Infante -por poner unos ejemplos. como hicieron los antecesores del neofascismo español con García Lorca o Miguel Hernández, si durante cuarenta años no se hubiera publicado un libro de los grandes escritores que pueblan los catálogos de las letras cubanas, rodado uno de los prestigiosos films de su corta pero profunda filmografía, por una censura tan férrea como la que imperó en España? ¿Que no harían los yanquis -más de lo que con el bloqueo y atentados criminales vienen haciendo desde 1959- por terminar con la revolución, los mismos yanquis que dieron vida y alas al franquismo? Hemos luchado siempre algunos, más allá de censuras, persecuciones y exilios- por la libertad de expresión, estamos contra la pena de muerte, no queremos presos políticos -cuidado con esta expresión, que en nuestro poaís, más allá del terrorismo existen, como existe censura para quienes no se expresan con "corrección política"- y por eso mismo denunciamos a quienes se movilizan en campañas como la presente que en el fondo lo único que persiguen es a un Estado "diferente", a un modelo social no sometido hoy a las leyes del neoliberalismo explotador y salvaje, que cuando no gobierna por democracias corruptas no duda en dar golpes de Estadoi cruentos y genocidas, y América Latina conoce a lo largo del siglo XX de esta pesadilla. El último fue en Honduras. Ya "restituida su democracia" nadie se interesa ni habla aquí de lo allí ocurrido. Los bárbaros de hoy crean cada vez más seres ciegos y amaestrados por el mercado embrutecedor al que sirven como lacayos, ignorantes de que un día ellos también serán sus víctimas.

1 comentario:

maravillas dijo...

Querido Andrés: Vengo a leer para tomar aliento y seguir en la lucha de la libertad de expresión y la palabra.

Pensar en este país que vivimos se ha convertido en rara avis ¡claro, pensar con la cabeza, poniendo el corazón y la conciencia! Eso es mucho desgaste para algunos, sobre todo pedirles conciencia a la hora de pensar.

La libertad de expresión está en peligro, pero en Estados Unidos, en España, en Polonia, en Italia... Y eso hay que denunciarlo, sobre todo cuando vemos a todos esos adláteres de su cuenta corriente bancaria, con "su dame pan y llámame artista" enarbolando banderas de "intelectuales contra Cuba". Esos no son intelectuales, sino interesados combatientes de la mediocridad que es lo que impera en este imperio. Muchos de ellos ya tienen un buen CV franquista ¿Peras al olmo?

Gracias, por esta reflexión que comparto íntegramente.

Alicia Cora

La Linterna del S. XXI